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♠3♠

Cuando llegamos a Berk aterrizamos en frente de la herrería y ahí nos encontramos a Estoico y a Bocón. Que oportuno.

— ¡Ahí está! ¡El orgullo de Berk!

Cierto, quiere nombrar a Hipo jefe. Esto no va a ser fácil.

A pesar de todo preferí esperar a Hipo afuera del lugar, ya que solo estorbaría.

¡Chimuelo! ¡¿Dónde te habías metido?!

Oh, mierda.

Colmillo... ¡Hola! ¿Qué tal?

Dije algo cansado. Era algo molesto pero cuando quería podía ser un buen dragón.

Pues genial. ¡Casi gano una Carrera!

Una carcajada se escuchó y Eructo y Guacara aparecieron.

Sí, por una diferencia de 10 puntos.

Mi jinete me dijo que si ustedes ganaban me haría un banquete privado asique no me importa demasiado.

Pues lastima que hayamos robado la Oveja Negra.

Dijo Tormenta presumiendo y Colmillo le pegó un coletazo.

¡Hey! ¡Cuidado con mis escamas!

Luego de decir eso se empezó a limpiar y acomodar sus escamas.

— ¡Están formando un ejercito de dragones!

La voz de Hipo me preocupó, le acaba de dar esa noticia al padre.

Oye, ¿estás bien?

Tormenta me miró preocupada.

¿Qué? Oh. Si, si. Solo... Tengo un mal presentimiento.

Cuando dije eso Estoico salió corriendo del lugar.

— ¡La herrería se cierra! ¡Todos al refugio de tormenta! ¡Ahora!

Todos corrieron y hicieron caso y algunos dragones salieron volando hacia allá pero yo seguí por tierra a Hipo que seguía a su padre.

Cuando llegamos al Refugio De Tormenta bajamos por las escaleras de piedra. Eran algo angostas para mí pero aún así pude pasar.

— ¡Qué no vuelen los dragones! ¡Cierren las rejas!

Astrid, Bocón y yo seguíamos a los Jefes y Bocón ayudaba a dar las ordenes. ¿Por qué Estoico se pone tan a la defensiva solo por un Ejercito De Dragones? ¿Por qué?

— ¿Por qué un loco que conociste está causando problemas en tierras apartadas?

— Porque Drago Manodura es un demente. Sin conciencia, ni misericordia. Y si reúne un Ejercito de Dragones... Que nos amparen los dioses.

Ah, es por eso.

— Entonces te propongo que vayamos allá. Seguiremos a los atrapadores hasta Drago, y yo hablo con él.

— No. Fortificaremos la isla.

— ¡Es nuestro deber mantener la paz!

— ¡La paz terminó Hipo! Debo prepararte para la guerra.

¡¿Guerra?!

— Escucha, si Drago viene por nuestros dragones no vas a querer esperar hasta que llegue aquí. Vamos a buscarlo y yo hablo con él.

— No, hablar con él sería inútil, Hipo. Berk es lo que debería preocuparte. Un Jefe protege a los Suyos.

Y Estoico se fue.

¿Qué es lo que harás?

Pregunté sabiendo la respuesta y después de despedirse de Astrid se subió a mi lomo.

¡Adiós Estoico!

— ¡HIPO!

Logré pasar la primera puerta, la segunda ya estaba cerrada y por la tercera logré salir planeando. Pocos minutos después Astrid y Tormenta nos alcanzaron.

— ¿De verdad creíste que te dejaríamos todo para ti?

— Astrid, no tienes que hacer esto.

— No, no tengo que hacerlo, pero quiero hacerlo. Si ese Drago es tan peligroso como tu padre dice no te dejaría enfrentarlo solo.

¿Quién dijo que está solo?

Gruñí algo ofendido.

— Sabes a lo que me refiero.

— Eres increíble.

Con un toque en mi cuello sabía lo que quería que haga asique bajé por debajo de Tormenta y al salir por el otro lado quedé sobre ella de cabeza y ellos se dieron un beso estando Hipo al revés. Son muy lindos juntos.

Seguimos volando en silencio mientras Tormenta buscaba con su olfato a esos cazadores.

— Parece que estamos cerca. ¿Cuál es el plan Hipo?

— Ya lo verás.

Eso no significa nada bueno.

Gruñí algo preocupado.

— Tranquilo amigo, todo saldrá bien.

— En serio es una locura que puedas entender a los dragones. ¿Sí sabes que al principio no te creí verdad?

— ¿Qué sí lo sé? Astrid, me llevaste con Gothi diciendo que estoy loco.

Todos reímos ante ese recuerdo.

— Aunque lo extraño fue lo que respondió al darse cuenta.

Gothi, ¿en serio le crees?

Gothi hizo un gesto con su mano para luego empezar a escribir para que Bocón lo traduzca.

Ella dice... El acto de un humano entendiendo a los dragones es algo que no se ha visto jamás, pero parte de su destino es. Hipo, aprovecha el poder que tienes y úsalo para el miel. ¡AU! Digo bien.

— ¿"Úsalo para el bien"? Entiendes a los dragones, ¿cómo puedes usar eso para el mal?

Noté que Hipo quería responder pero entonces vimos el barco a lo lejos.

— Solo deben esquivar las redes. Vamos a aterrizar en la cubierta y ahí te darás cuenta del plan.

— Entendido.

Cuando nos acercamos lo suficiente nos lanzaron cuatro redes que esquivamos fácilmente, y luego aterrizamos.

Ten cuidado Chimuelo.

Tranquila.

— Y yo que estaba tan preocupado de llegar con las manos vacías.

— Nop. Es tu día de suerte. ¡Nos rendimos!

La cara que puso Tormenta le hace competencia a la cara que puso Astrid. A mí no me sorprendía, quiere dialogar, no pelear.

— Es un Furia Nocturna, un Nadder Mortífero, y...

Tiró la red "atrapando" a Astrid.

— Dos de los mejores jinetes de dragones al Oeste del agua.

Le quitó el hacha a Astrid y se la dio a Eret mientras caminaba por el barco.

— ¿Eso compaseara al Jefe verdad?

No les hagas nada.

Gruñí advirtiéndole.

No quiero que los-

— ¡Oh! Chimuelo quieto.

¿Hipo?

Él se encerró con Astrid en la jaula. Ahora sí que no tengo idea de lo que hace.

¿Qué haces?

Hipo seguía hablando pero no entendía nada.

¿Puedes al menos darme alguna señal?

Los cazadores sacaron sus armas y me amenazaron asustándome.

Si no me dices nada voy a comerme a todos y cada uno.

Gruñí algo molesto.

— Recuerden. Barco de madera, mucho océano. ¿Qué tan buenos son para nadar?

Esa era mi señal. Cualquier movimiento en falso y este barco desaparece.

Él sacó su espada de fuego y luego se las dio. En serio no entiendo que hace pero voy a confiar en él.

Luego de que casi explotaran el barco ellos mismos vi una chispa.

¡Una cosita! ¡La tengo! ¡Es mía!

Decía mientras la perseguía con mis patas.

¡Las traes! ¡Es mío!

Tormenta fue a buscar la Infierno, mientras me ponía detrás de Hipo.

— No es un juego, solo queremos conocer a Drago.

— ¿Por qué?

— Porque lo voy a hacer cambiar de opinión sobre los dragones.

Todos rieron hasta que Tormenta volvió a traer la Infierno.

Tírala. Vamos.

Me acerqué más a Hipo.

— Una vez que te ganas su lealtad, no hay nada que un dragón no haría por ti.

Dijo mientras me acariciaba.

— Niño, no creo que vayas a convencer a nadie.

— Yo te convenceré a ti. Justo aquí, justo ahora.

Activo mi cola para que quede abierta.

— ¿Puedo?

Dijo saliendo de la jaula.

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