Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI


De: Aaron ([email protected])
Para: Lottie ([email protected])
Asunto: Por favor.
Querida Lottie.
Podría decirle lo mucho que desearía terminar con esta situación de una vez por todas. Como juego de un par de adolescentes resulta bastante entretenido, pero Lottie, somos adultos y no puedo seguir limitándome a simplemente imaginarte a mi lado. Soñar con tenerte conmigo, junto a mí, se ha convertido en algo insoportable. Te amo, Lottie.
Te ruego que termines con mi martirio.

Abrí los ojos un poco desorientada después de leer —de soñar con leer— el correo de Aaron. No podía creer que el nivel de locura/obsesión por alguien llegara hasta tales extremos, pero tampoco me atrevía a culparme, el día que me mudé frente a su puerta y me convertí en una espectadora anónima de su vida, supe que no habría poder humano que lograra arrancar de mi alma todo eso que sentía por él. Levanté la mirada a la pantalla de mi computadora portátil, el puntero continuaba parpadeando en espera mi respuesta a Aaron.

Aaron: Jamás creí que en usted se escondiera una talentosa poeta. Me atrevo a preguntar, ¿a quién debemos la inspiración de tales versos?

Lottie: Le creí más astuto, señor Been. No concibo que no tenga idea de la identidad de mi encantadora inspiración.

Aaron: No abuses de mi astucia, Lottie. No puedes jugar de ésta manera con nuestra relación, a veces realmente no logro entenderte.

Lottie: No era esa mi intención, se lo aseguro.

Aaron: Lottie, ya hemos hablado de esto. Sólo tienes que decirme en dónde te escondes. En qué lugar exacto de Madrid debo buscar.

Lottie: ¿Por qué piensa que me oculto? ¿Qué es lo que esperas realmente de ésta relación? ¿Esperas que te diga en donde me encuentro para que vengas a buscarme y tener nuestro final feliz? Aaron, ambos sabemos tus escasas creencias en cierta palabra.

Aaron: Mi escasas creencias no son en absoluto un motivo para no desear terminar con el misterio de Lottie. Creo que después de tanto tiempo, tengo derecho de conocer a la mujer que se esconde detrás de una pantalla.

Lottie: Al parecer no queda clara mi postura, no necesito ser encontrada, Aaron. Nuestras vidas tales cómo las llevamos ahora son perfectas. El hecho de que no nos conozcamos es exactamente lo que nos mantiene interesados. ¿Por qué arruinarlo?

Aaron: Tengo una larga lista de razones para arruinar nuestro anonimato y creo que varias de ellas podrían interesarte...

Mordí mi labio inferior al imaginar esa larga lista de razones que podían estar cruzando por la mente de mi vecino. Seguro que amor no era precisamente lo que él deseaba, sus extrañas razones por las que no creía en dicho sentimiento fueron discutidas en más de una ocasión. Dejé de insistir tanto en persuadirlo para mejorar su relación con Cupido, pero me atrevía a mantener una osada esperanza desde que me confesó que, si bien no creía en un amor verdadero, si esperaba poder encontrar a alguien con quién pudiera encontrar cierta estabilidad emocional.

Charlotte aún creía en milagros.

Golpeé con mis nudillos la parte superior del escritorio, al ritmo del puntero en la pantalla. Aaron dejó de estar en línea desde hacía media hora. ¿En qué momento me quedé dormida? Mi cerebro se sentía somnoliento así que escribí lo primero que llegó a mi cabeza.

Lottie: Yo no me atrevería a asegurarlo.

Dejé de escribir en el momento justo en que el timbre de la puerta sonó, fue precisamente eso lo que había despertado. Me puse de pie, víctima de un horrible dolor de espalda y cuello, caminé hasta la puerta bostezando y masajeando mi cadera. Eché un vistazo al reloj que llevaba puesto en mi muñeca izquierda, eran poco más de las seis. Eso explicaba el porqué de los gruñidos que atacaban mi estómago. Moría de hambre.

—Miranda. —Oleg me saludó sonriente, del otro lado de la puerta.

¿Qué tal suena una deliciosa comida rápida con un hermoso hombre ruso? ¿Le gustarán los brownies como postre? Después de todo tal vez podría sacar algo positivo de mi estúpido sobrenombre.

—Oleg. —Sonreí, escondiendo los sucios pensamientos que causaba el hombre parado frente a mí—. ¡Qué sorpresa! Pasa, por favor.

Me hice a un lado para dejar pasar su imponente cuerpo a través de la puerta. Al hacerlo, uno de sus brazos rozó mi pecho y mi cuerpo entero se estremeció. Me sentí mareada por su presencia y el sensual aroma que desprendía su masculino perfume. Ese cosquilleo que viajó de mi garganta a la punta de mis pies me resultaba anormal. Sobre todo siendo esa la tercera vez que lo veía.

Cerré la puerta después de que entró por completo y nos quedamos ahí, ninguno de los dos decía nada, nos limitamos a mirarnos y sonreírnos como si nos conociéramos de toda la vida o como si fuéramos cómplices de algo maravilloso. Oleg inclinó un poco el cuello a su derecha, como intentado encontrar un nuevo ángulo de mis mejillas. Frunció el entrecejo.

—Miranda. —Su tono de voz cambió, sonando algo preocupado—. ¿Le ha pasado algo? —Alcé ambas cejas con confusión, pasó una mano por mi mejilla derecha. Volví a estremecerme—. Su rostro, está completamente rojo y tiene algunas marcas.

Giré sobre mis talones en dirección a la cocina. Me incliné sobre un pequeño espejo que se encontraba colgado sobre un gancho junto al fregadero. Cómo indicó Oleg, mi rostro lucía varias marcas rojas, probablemente el resultado de quedarme dormida sobre el teclado de mi computadora.

—¿Se encuentra bien?

La voz de Oleg me sobresaltó, di la vuelta rápidamente. No pude notar a Oleg seguirme hasta allí y mucho menos me di cuenta en qué momento se detuvo tras de mí. Prácticamente me estrellé contra su torso, si él no fuera tan alto, o si yo contara con la altura suficiente, habría corrido el peligro de acabar con mis labios pegados a los suyos. Por accidente, por supuesto. Sin embargo, siendo Oleg un pariente lejano de los gigantes, lo único que mis ojos encontraron fue un pecho fuerte que subía y bajaba al ritmo de su respiración. Me atreví a llevar un poco más arriba la mirada y una masculina manzana de Adán hizo que me atragantara. Di un paso atrás, mi espalda chocó contra el fregadero, dejándome atrapada entre éste y Oleg. En ese momento la sensación de incomodidad me pareció más un regalo del cielo.

—Es que... —Balbuceé, cuando me sentí capaz de abrir la boca—. Me quedé dormida sobre el ordenador.

Oleg asintió lentamente y una sonrisa se dibujó en su precioso rostro ruso.

—Yo... —Fue su turno de balbucear. Parecíamos dos seres estúpidos incapaces de entablar una conversación normal—. Estoy aquí porque Mila tenía muchas ganas de volver a verla.

—¿Y dónde está ella?

—¿Quién? —inquirió, sin despegar la mirada de la mía.

—Mila —ahogué una sonrisa.

Oleg entrecerró los ojos, como si le estuviera hablando en chino mandarín y no entendiera nada de lo que decía. Era malditamente adorable. Me pregunté si no habría sufrido algún trauma en la cabeza durante esos últimos días.

—Oh, claro, Mila. —Sacudió la cabeza—. Ella está en casa... Espera que usted pueda acompañarnos a cenar. ¿Le parece si vuelvo por usted en un par de horas?

—¿No le parecería mejor si me espera? —Sugerí—. Estaré lista en cinco minutos y así usted no pierde tiempo conduciendo de regreso hasta aquí.

—¿Eso significa que acepta cenar con nosotros? —Asentí, sonriente—. ¡Perfecto! No se preocupe por mí, en realidad no tendré que conducir. Me mudé a este mismo edificio.

—¡Fantástico! —Repuse, ensanchando la sonrisa tonta en mi rostro—. ¿En qué piso? No sabía que hubiera un departamento en venta o en renta.

—Y no lo hay. —Se encogió de hombros—. Mila y yo nos quedaremos por un tiempo con Aaron. De hecho, cenaremos con él ésta noche.

¡Oh no, mierda!

Apreté los dientes para evitar que mi mandíbula cayera al suelo. Esa noche, no sólo cenaría con un hermoso hombre ruso, sino que también nos acompañaría el americano más guapo del continente.

En cuanto Oleg se despidió, salí disparada a mi closet en busca de mi mejor conjunto. Por desgracia, no existía nada en aquel departamento que lograra hacerme ver atractiva en menos de dos horas. Entré en pánico. Por un segundo cruzó por mi cabeza la idea de cancelar a última hora, una tubería rota en el baño sería una excusa perfecta, tal vez consiguiera que Oleg y Aaron se ofrecieran a echarle un vistazo y terminara contemplando a dos dioses griegos en mi baño tratando de arreglar la tubería —que tendría que arruinar a propósito—. Como plan de femme fatale de los 50's sonaba increíble, pero en mi caso lo más probable era que Oleg aceptara mis disculpas y corriera el riesgo de no volver a ser invitada a su casa nunca más en la vida.
Busqué mi teléfono móvil entre las prendas que cayeron sobre mi cama y rastreé el número de Matty entre mis contactos. Una llamada tomaría mucho tiempo así que le escribí un mensaje de texto explicando más o menos la situación.

«¡Código Rojo! Cena con un ruso sexy y cero ropa sexy en mi mentado closet americano. Debo estar lista en una hora. SOS»

Ella respondió en menos de dos minutos:
«Tienes suerte de que no me encontrara ocupada. Un sexy conjunto en camino, date un baño y deja la puerta abierta. PD: Depila hasta el último rincón de tu cuerpo. ;)»

¿Depilarme en ese momento? ¡Ni pensarlo!

Matty llegó media hora más tarde con todo mi look completo: una falda blanca decorada con enormes flores rosas en la parte baja izquierda que cubría desde debajo de mis pechos y hasta mis rodillas, combinada con una blusa rosa de mangas de murciélago —para ocultar mis gruesos brazos— y unas zapatillas en un femenino tono nude.

—Charlotte Brown —dijo Matty, al mismo tiempo que me ayudaba a acomodarme la blusa bajo la falda—. Dime que te depilaste toda.

Extendió la última palabra.

—Uh, bueno —titubeé—. Más o menos.

—Muy bien —asintió—. Qué hay de la ropa interior, ¿pantis o tanga?

—No pienso responder eso —refunfuñé.

—Charlotte —advirtió ella.

Tomó mi cabello y comenzó a recogerlo sobre mi nuca.

—Pantis —respondí, a regañadientes.

—¿En serio? —Matty sonó horrorizada, me esforcé por no sentirme insultada—. Sin ofender, pero tus pantis son horribles. No puedes ir con ellas, ni pensarlo.

Terminó con mi cabello y se paró frente a mí para comenzar a aplicar rímel sobre mis pestañas.

—No tiene sentido —aclaré, antes de que ella misma se encargara de mi ropa interior—. Cenaremos con su hija y con Aaron Been.

Matty detuvo el brillo labial que sostenía mitad de camino a mis labios. Sí, ella tampoco esperaba eso.
El timbre de la puerta sonó un par de veces. Mi mejor amiga puso en mis manos el labial y me dio instrucciones precisas de cómo debía aplicarlo, mientras ella se encargaba de abrirle la puerta a Oleg. Una vez cumplidas sus indicaciones, salí de mi habitación. Mis piernas temblaban y mis manos sudaban, pocas veces en la vida me había sentido así de nerviosa.
Llegué a la sala y me encontré con una Matty con los ojos desorbitados y maravillada por el hombre que la acompañaba. Su expresión era la misma que tenían los niños del orfanato el día de Navidad, y la verdad, no la culpaba. A pesar de que a esas alturas le había descrito a Oleg al menos una docena de veces, lo cierto era que mis palabras se quedaban cortas ante lo que su personalidad llegaba a producir.

—Hola. —Saludé a Oleg, un tanto insegura por como lucía a sus ojos.

—Miranda. —Su voz se me antojó entrecortada—. Ty ochen krasivya.

—¿Perdón? —Inquirí, confundida.

—Eres hermosa —explicó, sonriendo de una manera que no había visto hasta entonces—. E-en ruso significa eres hermosa.

Mis mejillas se tiñeron de rojo.

¡Hurra! ¡Oleg pensaba que era hermosa!

Bailé un ridículo baile de victoria en mi interior.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro