Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

En frente de mí se encontraba un chico, con unos ojos que podían hipnotizarte, me permití detallarlo sin ningún tipo de vergüenza. Su piel se veía suave, su cabello color azabache, incluso lucia más cuidado que el mío; pase a las facciones de su cara, sus ojos eran una mezcla de marrón y verde impresionante; sus cejas pobladas, pestañas largas y labios finos. Por un momento me quede bajo algún tipo de efecto que él producía en mí. yo estaba en algún lugar de marte cuando hablo:

—No te preocupes, no es nada grabe. —me extendió su mano para que pudiera levantarme.

Shock total. Me quedé paralizada, no sabía qué hacer, mis manos sudaban, no entendía que pasaba conmigo, me di una cachetada mental para reaccionar y tomar su mano. Efectivamente su piel estaba suave, me recordó a mi manta favorita, tan suave y acolchada.

—Yo de verdad lo siento, mira -señale su camisa- la arruine.

—No tienes nada que preocuparte, solo es ropa —me sonrío—una lavadita y como nueva.

Me eche a reír, tal vez por los nervios. Noté que no había despegado sus ojos de mí, lo que hizo que como toda una retadora le sostuviese la mirada, y entonces el decidió hablar.

Ese chico podía mirarte como si quisiera ver más allá de ti.

—Uy, qué descuidado, no me presente —me extendió su mano— me llamo Nil Duarte.

—Nil Duarte... repetí— suena a algún multimillonario

¿Lo dije o lo pensé?

Escuche como se reía, supongo que sí lo dije.

<<Que imprudente eres Laia>> me regañe mentalmente.

—Sí, suena a una persona con mucho dinero, pero este no es el caso, no soy un multimillonario, pero tengo lo mío. —me guiño un ojo.

—Me llamo Laia Mora. —Dije rápidamente para cambiar de tema.

—¿Mora? ¿Cómo la fruta? —Dijo con burla.

—¡Oye! Deja de burlarte tú también.

también pues mis compañeros se burlaban de mi apellido, niños tontos.

—lo siento, lo siento, un mal chiste.

—Un chiste que no da mucha gracia —susurre casi para mí, pero parece que logro escucharme.

—para compensar ese mal chiste, ¿Qué te parece ir a tomar algo? —cuestiono mirándome con curiosidad.

—No —dije firme— no salgo con desconocidos.

—Ya no soy un desconocido, nos acabamos de presentar. —me sonrió triunfante.

Buena esa eh, niño con apellido de millonario.

—lo siento, pero no, tal vez otro día. —Ni siquiera sé por qué me disculpe, tal vez por educación.

—Bueno, lo intente —chillo rendido

—Me tengo que ir —avise— adiós, chico multimillonario.

Adiós, chica fruta. —se despidió con la misma burla por nuestros apellidos.

Me reí para mis adentros.

Salí casi corriendo de ahí, tenía mucho tiempo sin haber tenido una charla con otra persona que no fuera mi psicóloga o mis padres, mi ex me había alejado de los pocos amigos que tenía.

Seguí mi camino para ir a casa. Caminar era algo así como mi pasatiempo favorito, en especial las tardes, me gustaba ver los atardeceres mágico y sentir la brisa fresca en mi rostro. El camino de mi casa al psicólogo era aproximadamente unos 20 minutos, 20 minutos que los aprovecha al máximo, ya que no salía de casa, lo tenía que disfrutar y aprovechar.

Al llegar a casa mi mamá me recibió con un abrazo, al parecer papá no estaba.

—¿Cómo te fue mi turroncito de azúcar?

—Bien, nada nuevo, solo que al salir del consultorio derrame café sobre un chico— le conté. De hecho, le contaba todo a mis padres (también le contaba de mi ex, pero omitiendo las partes malas). Siempre les he tenido mucha confianza, aparte de mis padres son mis mejores amigos.

—Siempre eres muy despistada, desde chiquita has sido así, recuerdo muy bien cuando tenías 5 años y derramaste toda la bebida en tu traje blanco, tuvimos que botarlo porque ya no tenía remedio—conto con nostalgia.

Mi madre siempre contaba esa historia, ella amaba ese vestido, creo que más que a mí ya que después de 14 años sigue contando esa historia con nostalgia.

—¿Mamá donde está papá? —cambie de tema tan rápido como pude, para que dejara de lamentarse por ese vestido.

—Salió con unos amigos, creo que luego los traerá a casa.

—¿Otra vez? Sus charlas de señores son aburridas —me queje.

—¿De qué te quejas Laia? Tu nunca estás presente en ellas, siempre vas a los columpios.

Es cierto prefería ir al patio de mi casa a que encerrarme en mi habitación para no causar mala impresión.

No era que los amigos de papá me cayeran mal, solo que siempre que me veían era una charla sobre lo grande que estaba, ah y se ponían a conversar por horas de los viejos que ya estaban, que extrañaban mucho sus días de juventud.

—En vez de quejarte ayúdame a preparar los aperitivos —me acerque hasta ella para ayudarla.

Comencé echándole hielo a la limonada para que estuviera fría para cuando llegaran.

—Laia, saca las galletas del horno.

Fui hasta el horno para sacar las galletas y me comí una en secreto, según yo.

—¡AUH! —escupí raídamente la galleta en un papel.

Mi madre no tardo en reírse de mi por mi fallido intento de robar una simple galleta.

—¿No sabias que estaría caliente? —me pregunto con burla.

—Sí, pero no pensé que tanto—dejé las galletas arriba de la estufa para que se enfriara.

Seguí ayudando a mi mamá cuando escuchamos los carros de los amigos de mi padre llegar.

Me adelante para ir a abrir la puerta y recibirlos con una gran sonrisa.

A lo lejos se podía escuchar las risas de sus amigos. Se abrió la puerta de la casa por donde sus amigos entraban.

—Que grande estas Laia —dijo uno de sus amigos.

—sí, me recuerda lo viejo que estoy yo, recuerdo lo chiquita que era —el otro amigo también hablo.

Así todos me decían lo grande que estaba, pero me quedé paralizada cuando ubiqué a los ojos verdes entre los amigos de papá. Mi mandíbula estaba desencajada, por poco y llegaba al suelo.

¿Qué tan mala suerte tenía que tener para encontrármelo aquí? Maldije en mi cerebro.

¿Era uno de los amigos de papá? Tan viejo estaba el chico ¿Por qué nunca lo había visto con mi padre antes? Esas y muchas preguntas más pasaban por mi cabeza. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro