Capítulo 18
— ¿Por qué me bloqueaste? —Pregunté sin rodeos, los huevos ya estaban cocidos.
— ¿Qué te importa?
—Cara de torta. —Respondí con el infantilismo que me salió en ese momento, el infantilismo con sarcasmo incluido— Deja ese juego Lola, estás engañándote y no eres consciente de eso.
— ¡Aléjate Mirán! —Me ha empujado y yo he retrocedido un paso— ¿Cómo sabías que vendría aquí?
—Porque mi corazón me lo dice Lola, yo no tengo cómo o porqué esconder que me equivoqué. Me lo he pensado mil veces, y no sé por qué, pero insisto en que debemos conocernos mucho más. ¿Qué importa lo demás?
— ¿Qué? —Lola negó medio sonriendo, aquello me tenía el alma en dos— Importancia es algo que tú no conoces Alauî, incluso, me planteo si de verdad tienes corazón, y en el caso de que lo tengas dudo que esté latiendo, porque sólo un loco creería que no hizo nada cuando en realidad destruyó todos y cada uno de los pedacitos que él mismo dejó.
— ¡Escúchame Lola! —Grité volviendo a poner mis brazos a sus costados y arrinconándola en su automóvil— Esto que hago no es lo correcto para mí, estoy deshonrándome al venir aquí, pero Lola, ¿Qué haces besando a alguien que no quieres? —Mi boca se tensó al ver su mirada de odio, ahora quien cortaba los pedacitos era ella.
—De mí no obtendrás nada Mirán, y si lo que quieres es saber de mí, entonces tendrás que estar atento, muy pronto seré la señora de alguien más, y perdóname pero tu juego se acabó esa última y primera noche.
Lola se liberó y se alejó caminando con fuerza, parecía tensa. Enseguida la seguí a riesgo de lo que sea y jalándola del brazo la voltee a verme otra vez. Juro que en esa milésima de segundo entendí que era ella la mujer que buscaba para alinear todos mis males.
Sus ojos vuelven a estar conmigo, como la última noche... su piel con la mía y un sublime ardor que nos llevó quizá a un nuevo infierno. ¡Maldito sea el momento en que hice caso a mi obstinación!
—Mirán, Buenos días. —Sentenció alejándose.
— ¡Lola! ¡Lola!
Enfadado les solté un golpe a los casilleros que estaban a mi lado y dejando a nadie indiferente me marché.
Ofuscado conduje hasta la joyería de los ángeles donde se supone tengo que encontrar aquella perla que encontré en isla de pascua para entregársela a Lola, pero mi mala suerte estaba encendida, ella se la había quedado, y aunque fuesen mis pensamientos los que me traicionaban, en su mano no estaba más el anillo que le di.
Mi corazón arde y mis pensamientos me crucifican, entiendo que he sido un iluso, y aun cuando deseo remediarlo, una casona quemada jamás vuelve a ser la que fue en un principio.
Los ruidos en la bodega de la joyería me alertaron, y rápidamente me acerqué a ver de qué se trataba. Me sorprendí en demasía al ver a Azeneth contra las cajas de la pared, siendo devorada por quien fuese el hermano de Lola, ¿¡QUÉ MIERDA ESTÁ SUCEDIENDO AHORA!?, mi terrible decepción se extendió tanto que no dudé en tomarlo por los hombros y hacerlo caer.
— ¿¡QUÉ ESTÁS HACIENDOLE A MI HERMANA, MALDITA SEA! ¡VETE DE AQUÍ! ¡FUERA! —No quería dejar escapar mi ira, me sentía vulnerable, muy sólo...
— ¡Hermano por favor! ¡No hagas nada a Dylan! —Gritó Azeneth mientras ponía su vestido en su lugar y se subía las bragas. Aquello me dejaba tan ido, más infeliz que antes.
Cuando pensé que le partiría el rostro saqué el arma y lo apunté antes de que mis lágrimas salieran por mis ojos y reventaran en mis mejillas.
—Vete de aquí niño, ya no quiero saber de ustedes... de los Colleman, sólo han sido una enfermedad en nuestra familia...
— ¿Nosotros hemos sido una enfermedad? —Preguntó dejándome helado aquel tipo que se volteó y sin mirar atrás se marchó.
Azeneth me miró avergonzada y apenada. La observé con desdén.
—Nunca pensé que caerías tan bajo hermana mía... nunca pensé que te venderías así...
— ¡Yo no me vendí! ¡Hermano!
—No, no te vendiste, pero ante los ojos míos y de mi padre has hecho lo que jamás deseábamos para ti... ¿No lo comprendes? Todo lo que he hecho es por ustedes... —Tomé su rostro entre mis manos y junte nuestras frentes dejando salir mis lágrimas, por todo lo que ha ocurrido y por lo que está por ocurrir— Eres la niña de mis ojos, y si algo me duele más que a mí, es lo que te sucede a ti...
Con todo el dolor que sentía salí dejándola sola allí, y cuando llegué a mi habitación me tiré boca arriba a ver el techo. Mi respiración agitada no me permitía odiar a Lola, la quería aquí a mi lado, extrañaba en demasía el aroma de su piel, quería tocar sus manos y delinearlas con mis dedos... estoy perdido en su encanto... pero no es mía...
La llamada de mamá, parece oportuna... pero como no deseaba preocuparla más, contesté cambiando mi tono de voz abrumado por el de aquel tipo sarcástico que suelo ser.
—Mamá... dime.
—Mirán, ya es tiempo de que pasemos página como familia... y tomando el rol de tu padre, quiero hacerte la siguiente propuesta.
—Tú dirás. —Contesté incorporándome para beber agua del grifo de la habitación de baño.
—La hija de los Sähin ha cumplido sus dieciocho años, está criada bajo nuestras leyes... y he ofrecido tu compromiso con ella. Mirán, tú eliges si decides casarte, ya es hora de que hagas tu propia familia y dejes de ser nuestro pilar. Ya no debes cuidarnos más a mí o a Azeneth. Es momento ya hijo mío, de que cumplas con tus obligaciones como musulmán.
La propuesta de mamá me trajo un revoltijo mental. Lo que vi hoy en Lola me dejó claro que ya no podríamos estar más juntos, y que quizá ahora es el momento de soltar mi error.
—Llamaré a los Sähin, y cerraré un trato con ellos para casarme con su hija esta misma semana. Pediré vuelo para pasado mañana y por favor, mamá, prepara todo, quiero que me haga sentir el hombre más feliz del mundo.
— ¿Te sucede algo, Mirán?
—No, nada que no haya sucedido ya. Estoy bien. Le diré a Azeneth que llamaste.
Los días pasaron, y deseando que Lola me buscase me sequé. Caminé hasta el aeropuerto esta vez con Azeneth en silencio, ella tenía su propia cruz que cargar. Con todo el valor que tuve pisé el avión y me alejé de Lola, poner tierra y mar entre ambos para dar un paso más. Al fin y al cabo ella ya lo dio, se entregó a otro hombre.
En el día de mi boda, cerré el trato con el padre de esa chica Aruna, bailamos como solemos hacerlo los hombres por separado de las mujeres. Y aunque me animaba la idea de ahora olvidar la responsabilidad con mi madre y hermana, me debilitaba cuando pensaba que Lola ya sería la señora de otro más. En mi mano a un está el anillo de nuestra boda falsa, y en la Aruna, la de un amor sin amor.
Como es costumbre, hemos pasado a la habitación donde tuvimos sexo, aquel sexo insípido del cuál no tengo recuerdos, porque ahora que sentía mi piel sobre la de alguien más, era yo quien se sentía lejano y apartado del amor. Hemos hecho "el amor", y cada vez que ella gimió pensé en Lola, en que quizá ella estaría debajo de otro hombre. Aquello me descontroló y sin pensarlo le solté una bofetada a la mujer que estaba conmigo, Aruna me observó sumisa, dolida... Apresurado me levanté y antes de terminar en ella me cubrí con la mano. Aquello me provocó repulsión. Cansado me senté otra vez en la cama para limpiar mis manos con un pañuelo, recibiendo un beso de Aruna en mi mejilla, aquello me estremeció, porque enseguida mi conciencia hablaba más alto.
Tras vestirme salí de aquel salón y todos aplaudieron al comprobar que la chica era virgen, y yo, sin darle mayor importancia grité:
— ¡ARUNA LEVÁNTTE! ¡Ve a preparar la habitación en la casa! ¡Quiero estar sólo esta noche así que vete a otro lugar después de ordenar!
Todo el mundo me observa por mi forma de ser, y no me interesa, estoy dispuesto a atropellar al mundo si no tengo lo que anhelo.
Dos meses después
—Sirve té. —Ordené mirando a la nada. Aruna obedece— Irás a ponerte el velo porque saldremos de viaje, iremos a Los ángeles a negociar mi segunda esposa.
— ¿Esposa? —Preguntó intimidada, yo la miré y asentí.
—La hija de Sebmen, un empresario musulmán. Él está buscando un esposo para ella, y yo le ofrecí que su hija fuese mi segunda esposa, ¿Tienes algún problema Aruna?
—No... ninguno Habibi.
Di un golpe a la mesa dando vuelta el té, ella apresurada comenzó a limpiar y grité:
— ¡NO ME LLAMES ASÍ NUNCA MÁS!
Me marché enfadado, nadie debía de llamarme nunca más así, Lola me llamó así, aquel apodo se lo permitiría solo a ella.
Ofuscado, unas horas después tomé a Aruna de la mano y conduje al aeropuerto donde tomamos un vuelo nocturno a L.A.
Al llegar, y tratando de darle calma a mi conciencia, le ofrecí a Aruna dar un paseo por este lugar. Suspiré, y pensé que toda mi vida ya se había ido a la coña. Mientras estábamos caminando le compré unos artilugios que le gustaron, y más tarde unos vestidos nuevos que llevaba tiempo deseando. Ella parecía estar complacida. Al regresar nos detuvimos en una cafetería, y pedí un simple Capuccino, mientras ella comía una tarta de fresas y un té con leche.
La campanilla de la cafetería ha alertado a los meseros que nuevos clientes han entrado, me gire a ver para bajar mi nivel de hastío, y al encontrarme de lleno con la mirada de Lola, quien estaba abrazada a Carlos, mi corazón se aceleró pero mi ceño se frunció significativamente.
JavieraJames2604
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