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Capítulo 34


—¿Cómo dice? —El mundo cae a mis pies.

—Tranquila. Los resultados dieron otra cosa. No tiene cáncer. —Vuelvo a respirar—. Lo que Janisse padece de ovarios poliquísticos.  Observe —nos señala en la pantalla, pero la verdad, es que no entiendo mucho. Yo solo veo una pantalla en negra.

—¿Qué prosigue?

—Una pequeña operación para retirar el quiste. Normalmente se mandan pastillas para que desaparezcan por sí solo, pero existe la posibilidad de que la pastilla no le asiente y por ende no lo eliminé. La mejor opción, es la intervención quirúrgica. También, qué viendo aquí, el quiste que tiene posee un tamaño superior a los 8 centímetros.

—¿Mi hija corre algún riesgo?

—No, señora. Janisse estará perfectamente —asegura la mujer.

—De acuerdo.

—Eso sí. Cuando se recupere por completo, debe de venir hacerse chequeos y ponerse en control. Debe cuidarse, es muy joven y los embarazos no deseados en adolescentes son recurrentes. Estoy segura que encontraremos un método eficaz para ella.

—Así será.

—Iré a preparar todo para la operación. Deberá quedarse al menos esta noche.

—Bien, iré hacer una llamada —la doctora asiente y sale. —Todo estará bien, cariño.

—Sé que sí mama. Contigo a mi lado, sé que voy a estar bien. —Beso su frente y salgo.

Mientras llego a la recepción, marco el número de Triz. Se demora bastante en responder. Espero que no este ocupada.

—Hola, nena.

—Cariño, ¿estás ocupada? Tardaste en responder —hace silencio—. ¿Triz?

—En nada que no pueda posponer. ¿Qué necesitas?

—Estoy en el hospital con Janisse.

—¡Qué dices! ¿Qué sucedió?

—Janisse tiene retraso en su período y como ya empezó a bailar sobre el perrito, la traje para descartar un embarazo.

—¿Lo está? Estos niños que no dicen nada a tiempo.

—Ya la regañaras luego. Estoy segura que no volverá hacerlo.

—Si no está embarazada, ¿por qué siguen en la clínica?

—Tiene quistes y van a operarla.

—Joder. Voy a buscarte ropa en casa. De seguro la dejan esa noche en observación. Es una operación sencilla, pero requiere cuidados.

—Sí, ya me explicó la doctora.

—Vale, cariño. Estaré allí pronto.

—Ahora voy a llamar a Luis y luego a Lucas.

—Eh, no hace falta. Yo llamo a Luis y tú avísale al novio de Janisse. —Su propuesta resulta extraña, pero no le doy importancia.

—Vale, como prefieras. Gracias por todo.

—Ni lo menciones.

Cuelgo finalmente la llamada con mi amiga para buscar el número de Lucas entre mis contactos. Al contrario de Triz, este chico responde al segundo tono.

—¿Jackie? —responde a modo de pregunta.

—Sí, soy yo. —Puedo imaginar su sorpresa. Nunca lo he llamado, aunque le pedí el número a Janisse hace un tiempo. Mi hija se olvida del celular cuando esta con su novio.

—¿Qué sucede? ¿Janisse está bien? —Me da ternura.

—Lo estará, cielo. Estamos en el hospital —explico.

—¡Cómo que en el hospital! ¿Qué les pasó?

—A mi nada. Janisse estaba retrasada y pensamos que estaba embarazada —La línea se queda en silencio.

—Yo...Jackie. No sabía nada. Janisse no me contó de esa sospecha —se justifica.
—Tranquilo, chico. Ya hablaremos de eso. Ve y cámbiate los pantalones que no está embarazada —siento como respira de alivio.

—¡Que buena noticia! Pero entonces, ¿qué tiene?

—Tienen que operarla por un quiste que tiene.

—¿Es grave? —pregunta, ajeno al tema. De seguro no sabe lo que es.

—No. Ella estará perfecta. Es una operación necesaria.

—Salgo para allá ahora mismo. ¿Me puedes mandar la dirección por mensaje?

—Claro. Nos vemos en un rato. Con suerte y logras verla.

—Gracias. Llego enseguida.

Voy de regreso a la consulta donde deje a Janisse y antes de entrar, la escucho hablando con la doctora.

—Tú mamá se preocupa mucho por ti. He visto madres que se ponen muy mal solo de tener la sospecha de que la hija puede estar embarazada —indica.

—Mi madre es la mejor del mundo, doctora. ¿Cómo ella? ¡Ninguna! Mi madre me tuvo a los 16 años. Ella me regaño solo por no confiarle que ya había estado con mi novio, pero no me recriminó nada. Prometió apoyarme fuera cual fuera el resultado de la prueba. Mi madre es única. —Me lleno de emoción al escucharla hablar de mí.

A Janisse vienen a buscarla dentro de una hora. Ya han pasado los primeros 30 minutos y es cuando recibo una llamada de Lucas. Supongo que debe de estar afuera.

—Vuelvo enseguida, cariño.

Salgo a la sala de espera y veo que han llegado todos juntos. Veo por un lado a Triz con Luis, esto es extraño. Parece q vinieron juntos y por otro a Lucas, pero no viene solo, Debrain está a su lado.

Después de tres semanas sin saber de él. Está aquí.

—¿Puedo ver a Janisse? —pregunta Lucas trayéndome a la realidad.

—Sí, está en la consulta. En media hora vienen por ella. —Lucas se me acerca con cautela.

—Estábamos juntos cuando me llamaste y decidió venir. ¿Hice mal en dejarlo?

—No, cariño. No hay problema. Ve con Janisse, la consulta de la derecha al final del pasillo. —Me sonríe y se va.

—Y ustedes dos, ¿qué?

—¿De qué hablas?

—Sabes de que hablo, Triz. Este no es el momento. Ya me dirás. —Se sonroja. Esto es raro, Triz sonrojada es algo que no se ve todos los días.

—Vale —esa palabra me afirma que hay gato encerrado aquí—. No irás a decirle nada. —Señala a Debrain.

—Estoy retrasando el momento.

—La tensión se puede palpar.

—Lo sé. La siento. No me siento preparada para verlo. Solo espero que no me hable de nada diferente que no sea Janisse. Al final, es su jefe y es obvio su preocupación.

—Sé que no vino solamente por Janisse, amiga. Sé que le preocupa cómo puedes estar tú. Sabe cómo amas a Janisse.

—Después de como acabamos, no creo que este aquí por mí, pero, aun así, le daré las gracias.

Camino a paso lento hasta la otra esquina de la sala. Esta apartado de todos. No deja de mirar a Luis Ángel. Al parecer, su amistad o trato laboral se ha roto por completo y creo que soy la culpable, aunque Luis me jura que no. Lo mira con rabia. Creo que se ha hecho una idea bastante equivocada.

—Gracias por venir y preocuparte por Janisse.

—No hay de qué. Estaba con Lucas cuando lo llamaste. Espero que no te moleste que este aquí y espere a que Janisse salga de la operación.

—No, para nada. Si a ti no te molesta verme, por mí no hay problema.

—No me molesta verte, mi pequeño... —ese apodo. Siempre en nuestros momentos de intimidad me llamaba así.

Los ojos se me quieren inundar de lágrimas, pero no lo permito. Ya he llorado por él lo suficiente. Ni una lágrima más. Sé que lo hice mal, pero eso no puede crucificarme...

—De acuerdo. También quiero aprovechar para agradecerte por llevar mis diseños a las boutiques.

—Tu talento hizo todo. Te lo dije. Yo solo se los mostré. Todo el mérito es tuyo. —Sonrío.

—Igual, me ayudaste a pesar de... Todo —hago silencio esperando una respuesta de su parte.

Necesito algo que me de indicios de que no voy a meter la pata. Sigo observándolo y no encuentro lo que busco en su mirada. Así que decido, por primera vez, pensar en mí, en lo que siento.

—¿Estarías dispuesto a escucharme? Cuando Janisse este en casa, quisiera que nos viéramos. Tengo cosas que decirte.

—Siempre estaré dispuesto a escucharte —Sus palabras me alientan. Me da a entender que no todo está perdido.

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