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Capítulo 11

El tiempo transcurrió en la misma rutina a la que estamos acostumbradas, de casa al colegio para Janisse, yo cosiendo en casa y una visita de Triz alguno que otro día. Fue una buena semana, logré acabar muchos encargos y tuve una buena entrada económica.

Estamos ambas en el cuarto de Janisse preparando su maleta. Yo solo llevo un bolso con las cosas básicas. Al final, solo son dos días, el domingo estaríamos de regreso para que Janisse pueda ir sin problema a clases tal como Debrain me lo prometió.

Janisse no para parlotear sobre el viaje. La emoción la sobrepasa tanto, que ha estado estudiando todo lo referente al comercial. Me hace muy feliz ver su ilusión en este proyecto que de seguro debe de estar pensando dedicarse a esto.

Debrain vino dos veces durante la semana, se le ha hecho costumbre venir de sorpresa, nunca avisa, supongo que el hecho de saber que trabajo desde casa influye en su forma de aparecerse aquí.

Según nos contó, ese día, que coincido su visita con la de Triz, quiere ayudar a Janisse alegando que son contratos importantes y que mi hija necesita un instructor. Mi amiga afirma que eso no son más que excusas de un hombre que busca mi atención y pude comprobarlo cuando de forma nerviosa me pidió mi número de teléfono. Fue muy interesante verlo así. No debe de ser para menos, cuando me alejé de él sin razón, era una posibilidad para él recibir una nueva negativa de mi parte, pero esta vez no.

Todo está listo. En la sala dejamos todo organizado para que solo sea subirlo al auto de Debrain que anoche me mandó u mensaje de texto avisando que nos vendría a buscar temprano. Me aseguró que nuestros documentos estaban en regla. Eso me lo imaginaba, la rapidez con la que lo hizo todo, no lo logra cualquier mortal, sino solo personas con su poder y prestigio.

Janisse y yo flipamos en colores cuando supimos que viajaríamos en un jet de la empresa. Ambas pensábamos que iríamos en un avión o quizás en primera clase, pero nunca en un jet. Para ser la primera vez que subíamos a un avión lo haríamos por todo lo grande.

El equipo completo estaba ya en sus asientos cuando llegamos. Conté alrededor de diez personas y con nosotros completamos trece. En el avión podrían ir siete personas más.

Janisse y yo nos sentamos en unos asientos una frente a la otra. No se pregunten porqué, siempre ha sido así, son pocas las veces en que nos sentamos una a cada lado.

Debrain fue el que sorprendió a todos. Entro al jet de último, vi como intercambió unas palabras, primero con el piloto y seguidamente con la azafata que estaría con nosotros en el viaje para después, pedir permiso a ambas para sentarse a mi lado. Janisse me guiñó un ojo y asintió, mientras a mí, no me quedó más remedio que dar la misma respuesta.

El viaje fue muy tranquilo. Janisse no se puso nerviosa como yo. A ella ni el despegue ni el aterrizaje le provocaron nada. El aterrizaje a mí se me hizo extremadamente largo, lo que me sentí mejor cuando Debrain me tomó la mano de forma discreta, tratando de ayudar a relajarme. La verdad, lo consiguió.

Quedamos boquiabiertas nuevamente al ver el hotel. Es un hotel cinco estrellas con unas vistas divinas a la playa que se ve hermoso. Debrain nos entrega una tarjeta a cada una, por tanto, tenemos habitaciones separadas. Pensé que la compartiríamos, pero no dije nada al respecto.

—Bueno chicos —levanta la voz Debrain dirigiéndose a sus empleados —, esta noche pueden descansar, disfrutar de la playa y las instalaciones del hotel, mañana bien temprano tenemos que preparar el set para comenzar las grabaciones. Que pasen un lindo día —Todos estallaron en aplausos. Eran unas mini vacaciones, al menos un día podrían disfrutar de relajarse.

—Gracias por esto, señor Sarmientos —dijo Janisse emocionada.

—Todo se lo debes a tu talento. Estas aquí porque te lo ganaste. Vengan, las dejaré en sus habitaciones. La mía está cerca de las suyas.

Janisse y yo nos miramos, pero no dijimos palabra. Subimos al ascensor con nuestro pequeño equipaje en mano. Los pisos seguían subiendo hasta que se detuvo en el piso veinte. Ambas habitaciones gritaban lujos por todos lados. Parecíamos dos niñas pequeñas y Debrain no dejaba de reír.

—Bueno chicas, me alegra que les haya gustado tanto sus habitaciones. Al igual que el resto de los empleados, tienen el día libre, pero en la noche me gustaría invitarlas a un restaurante italiano que va a reinaugurar hoy.

—Por supuesto que sí —responde Janisse.

—¿Y tú? ¿te apetece ir? —se dirige a mí. Janisse me da un codazo disimulado para que responda.

—Sí, claro. Muchas gracias —Por dentro estoy feliz. Si hay algo que amo es la comida italiana. Es un manjar de los dioses.

—A las 8 las vengo a buscar. Ya la mesa está reservada. Nos vemos en la noche. Descansen y disfruten.

—Mamá, esa invitación es por ti y te quedas muda —Se burla.

—Respéteme, muchachita —digo dándole una nalgada cariñosa —. ¿Qué quieres hacer?

—Estoy cansada del viaje. Es apenas mediodía. Vamos a ducharnos y almorzar al restaurant. Después recorramos el hotel. No podemos ir a la playa porque no puedo broncearme. Iremos el sábado después de grabar o el domingo en la mañana. El vuelo de regreso sale en la tarde.

—De acuerdo, entonces, vamos.

La tarde pasa muy rápido. Recorrimos gran parte del hotel y ya veo porque es un hotel de lujo. Tiene absolutamente de todo, desde sala de masaje de todo tipo, gimnasio hasta sauna.

Subimos a los cuartos en la tarde con el tiempo justo para arreglarnos.  No por mí, sino porque Janisse entre maquillaje y peinado se tarda mínimo hora y media.

—Se ven muy guapas. Voy a ser la envidia de todos.

—Muchas gracias.

El restaurante está lleno de personas. Sobre todo, de gente importante. Todos vestimos de forma tan exagerada que siento que mi sencillo vestido no combina con esto.

—Estás perfecta, hermosa. Que sus excentricidades no te hagan dudar de lo bella que luces.

—Gracias —respondo y de forma atrevida, le doy un corto beso en la mejilla.

—Invite a uno del equipo, espero que no sea molestia.

—Claro que no —respondemos.

—Ya llegó —Debrain alza su mano y veo a un chico joven. Debe de tener quizás dos años más que mi hija. Veo como esta pestañea y se sonroja mirando a Debrain. ¿De qué me perdí?

—Buenas noches a todos. Janisse, ¿cómo estás? Te ves hermosa.

—Lucas, te presento a su madre, Jackeline —Al chico se le suben los colores mirando a Debrain asustado.

—Un gusto, Lucas. No te preocupes. No debes sentir pena. Mi hija es hermosa y no hay nada de malo en que se lo digas, ¿cierto, hija?

—Sí, claro. Siéntate Lucas —Como un resorte va y se sienta a su lado.

Los platillos propuestos por el chef para la noche son sencillamente exquisitos. Todo estaba delicioso que comí todo lo que me ponían delante. Debrain se preocupaba mucho porque me sintiera bien y a gusto con todo. Eso me enterneció. Janisse se dio cuenta, sin embargo, su mirada me tranquilizó.

El cantar de los pájaros me despertó de mi profundo sueño. Dormí muy bien en esta inmensa cama. Observé el reloj y ya debemos estar listas para desayunar e ir al set que ya deben de estarlo acomodando. Me levanto para colocarme la bata e ir a despertar a Janisse, pero cuando abro, me la encuentro a punto de tocar ya lista.

—Vaya, tienes muchas ganas de trabajar, tesoro.

—¡Sí!

—Dame diez minutos y estoy contigo.

En el tiempo estimado me doy una ducha rápida y bajamos a desayunar. Cuando salimos, nos encontramos con Lucas que nos saluda y nos guía al set que no sabíamos cómo llegar.

Observo a Debrain en una esquina y un hombre que está de espalda lo acompaña. Como si por telepatía lo llamara, sus ojos y los míos hacen contacto. Nos hace seña para que lleguemos hasta él.

—Janisse, ven quiero que conozcas a uno de mis tantos clientes que solicitó que fueras parte de su comercial.

El hombre se gira con rapidez y yo me quedo congelada en el lugar. No puede ser posible, es todo lo que me repito en silencio. Debrain me mira extraño y Janisse ni siquiera se da cuenta.

—Jackeline, ¿eres tú? —Todos, incluido Debrain, hacen silencio al darse cuenta que nos conocemos.

Se pone bueno estooooo.

¿Quién creen que sea?

Las leo

Besitos, Kya

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