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Capítulo 10

Mientras esperamos a Janisse, su jefe me da más detalles del comercial. Esos videos que mi hija ha estado viendo le serán de mucha ayuda de ahora en adelante. Es un buen trabajo, pero lleva preparación, entrenamiento y perseverancia. Sé que mi hija podrá con eso.

El tiempo ha pasado tan rápido que solo me doy cuenta cuando el reloj marca que ha pasado una hora y Janisse no ha llegado a casa. Debrain lleva bastante tiempo esperándola para poder contarle sobre su viaje el cual es el motivo de su inesperada visita.

—No te preocupes, de seguro se distrajo con una amiga. Los jóvenes de hoy en día son así. Incluso yo, en mi tiempo, lo era.

—Lo sé. Son momentos de madre sobreprotectora que tengo de vez en cuando. Normalmente, Janisse me deja una nota diciendo donde estará y cuánto tiempo tarda. Yo no suelo salir demasiado de casa más que para las cosas necesarias y básicas que necesitamos. —No debí decir nada de eso. No me interesa que conozca demasiado sobre mí tan pronto.

—Es bueno que la cuides, sin embargo, debes darle su espacio —dice poniendo una mano en mi celular cuando ve mis intenciones de llamarla.

Ambos nos separamos al escuchar la puerta abrirse de forma apresurada. Janisse entra y puedo observar su rostro rojo y las lágrimas cayendo como cascadas. Me separo de Debrain que se queda dónde está, para ir con Janisse.

—Cielo, ¿qué te ha pasado? —Alzo su mentón que se mantiene en el suelo. Mi hija es la clase de jovencita que no le gusta que la vean en sus momentos más vulnerables. Las pocas veces que se ha sentido así, se encierra en su cuarto y cuando se calma, es que me abre y me cuenta todo.

—Mamá, ahora no. Necesito estar sola. Desahogarme y luego te cuento cuando me sienta en buenas condiciones. —Esas son las mismas palabras que he escuchado de veces anteriores.

—Lo sé, cariño. No te preocupes que yo te daré tu espacio como siempre lo he hecho. Ahora te pido que vayas al baño, te laves el rostro que tu jefe está en la sala

—¡Joder! ¡Qué vergüenza que me vea así! —dice echándose el cabello hacia atrás, nerviosa.

—No pasa nada, él lo entenderá.

—¿Lleva mucho esperando? —pregunta.

—Más de una hora, cielo, pero dale al baño que sé que lo que viene a decirte te sacará un poquito esa tristeza —le cuento, sonriéndole. Logro el efecto deseado porque sale corriendo escaleras arriba después de darme un beso.

—Eso de que las madres siempre tienen las palabras correctas para sus hijos es muy real, por lo que veo. —Una sonrisa forzada asoma sus carnosos labios y algo dentro de mí, se enternece.

—Eso dicen —concuerdo con él —. Solo que no siempre son las palabras que ellos quieren escuchar.

—Tienes razón. Janisse es muy afortunada de tenerte como su madre. —Muerdo mi labio ante la curiosidad que me azota por preguntar algo que presiento, sin embargo, creo que no es el momento para esa clase de interrogatorios tan privados.

—Ese gesto en las mujeres indican varias cosas, nerviosismo, deseos de saber algo o excitación —Joder, este hombre es demasiado explícito para lo que estoy acostumbrada —. Aunque, por el tema que estamos hablando me desencanto por la opción número dos —hace silencio, parecía querer decir algo más que no se atrevió. Puedo deducir que se trata de la opción tres. Agradezco que no haya hecho el comentario.

—La verdad es que sí, tiene razón, pero no debemos entrar en ese terreno tan pronto.

—A mí no me molesta responder sus preguntas Jackie, sean del ámbito que sean. No soy la clase de hombre que oculta secretos. Soy un libro abierto con quien deseo serlo —aclara —. Con respecto a sus dudas, no son necesarias sus preguntas. Perdí a mis padres en un accidente aéreo cuando tenía diez años. Fue duro enfrentarme a eso. Eran padres excepcionales. Me educaron muy bien en todos los sentidos. Mi abuela paterna se hizo cargo de mí hasta que, cuando asumí el mando de la agencia al graduarme, le diagnosticaron un cáncer terminal y no duró más que algunos meses. En fin, estoy solo. —Vaya, que triste, perder a las personas que amas siendo tan joven. Son golpes que no se superan.

El perdió a sus padres y a su abuelo que lo amaron con la vida. En cambió yo, los tengo aún, pero nunca quisieron saber que fue de mí y yo desde que salí embarazada supe que jamás volvería. Es triste que los suyos que eran tan magníficos, hayan terminado así y los míos con sus creencias estúpidas, me hayan perdido.

—¿En qué piensas? —Debrain me saca de mi letargo.

—En lo injusta que es la vida con algunas personas. De solo escucharte hablar, es notorio que fueron buenas personas. No merecían ese final y otros, que no son tan buenos, pierden el tiempo en banalidades.

—Perdón la demora —escuchamos a Janisse que baja la escalera apresuradamente. Se ha dado una ducha rápida. Se le ve más respuesta. Su rostro continúa rojo, pero supo disimularlo con algo de maquillaje mi bien puesto en su rostro.

—No te preocupes, hija. Siéntate —me obedece, sentándose a mi lado para quedar frente a su jefe.

—¿De qué se trata?

—Tienes trabajo este bien de fin de semana, Janisse —Con tan solo esas palabras, veo lo que necesito: el rostro de mi hija ha cambiado en cuestión de segundos. La noticia de su nuevo comercial es lo que ella necesita para dejar de lado lo que sea que le haya sucedido.

Janisse chilla de emoción cuando se entera que será en Cancún la grabación. Según Debrain, en el hotel donde estaremos hospedadas. Hasta a mí me ha hecho ilusión. Un fin de semana para relajarme, despreocuparme del trabajo, no le hace mal a nadie.

Después de todas las explicaciones, Debrain me pide nuestros pasaportes vencidos para ponerlos al día antes del fin de semana. Nos aseguró que estarían listos para el viernes cuando fuéramos abordar el avión.

Cierro la puerta después de despedir a Debrain y sé que ahora viene la conversación sobre que le sucedió. Janisse se puso feliz con lo de su trabajo, pero al irse su jefe, parece que todo vuelve a su mente. Es sencillo darse cuenta ante su cambio de semblante.

—¿Quieres que lo hablemos ahora? —Soy cautelosa. No me gusta atosigarla. Tarde o temprano me lo contará.

—Quiero soltarlo. Necesito hacerlo para que la decepción por él y por mí misma disminuya.

—Te escucho, tesoro.

—Ayer antes de irnos de la fiesta, Cristian me interceptó a la salida del baño. Supongo que por los tragos me ablandé y nos besamos. Me pidió que habláramos y le dije que le avisaría para ir a su casa. Decidí tomar tu consejo y escucharle porque de verdad que me gusta mucho desde que nos conocimos, le llamé en la mañana, pero no respondió y decidí ir a su casa, aun así. Al llegar, lo vi despidiendo a una chica, él estaba sin camisa y a ella la conozco de la escuela. Estoy segura que se acostó con ella. Es un sinvergüenza, ¿anoche me pide que hablemos y se va con otra? No quiero saber nada más de él.

—Hija, debiste escucharlo. El chico no te quitaba el ojo de encima anoche. Consejos de amor no puedo darte demasiados porque la vez que creí estarlo no lo estaba y el resultado, entre nosotros no fue bueno.

—¿No se amaban?

—Por lo menos yo me di cuenta que no o por lo menos lo que describen como amor, jamás lo sentí por él.

—¿Ese hombre es mi padre?

—Sí, amor.

—Cuéntame, nunca me has hablado de su relación.

—Fue algo lindo al principio, sin nada de que quejarme hasta que me di cuenta que no estaba enamorada, solo fue la ilusión del primer amor. Luego llegaste tú y no ha habido nadie más —resumo el tema lo más que puedo.

—Lo sé, madre. Quiero que eso cambie. Mereces que te amen bonito. Mereces ser feliz.

—Yo soy feliz, hija. —Rueda los ojos.

—Hablo de felicidad como mujer, mamá. Quiero que pienses en ti, no te preocupes por mí ni por lo que piense porque yo te voy apoyar en todo. No tengas miedo de vivir. —La abrazo antes sus palabras tan lindas. Mi niña es única.

Es que yo amo la relación que tienen ellas dos. Ojalá todas las madres ynsus hijas fueran así. Ha sido muy lindo escribir esta historia y espero que ustedes la disfruten tanto como yo.

¿Creen que pasará algo en ese viaje?

¿Teorías?

Besos, Kya

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