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V E I N T I U N O

1 de Junio, 2021.

Ver a Jamie marcharse aquel día todavía me persigue de manera cruel. La culpabilidad y consciencia no me dejaban siquiera respirar, ni cuando me encontraba dormido. La soñaba seguido, su rostro empapado de lágrimas, su expresión llena de dolor cada vez que me miraba, cada vez que me recordaba, cada vez que me pensaba.

A pesar que hemos estado en contacto no logra consolarme por completo. Quisiera poder entender el sentir de Jamie, pero no podía. Solo podía hacerme una vaga idea de aquello, pero, aún así, no se comparaba en nada, eso lo sabía bien. Ella se ha visto bien, se ha mostrado como siempre se ha dado a conocer: feliz, alegre.

Y al verla así, no sabía si sentirme aliviado o preocupado, ya que aunque se viera de esa manera, no podía descifrar lo que en verdad estaba pasando por su mente, así que ahora, cada vez que la miraba, sentía una mezcla de ambas cosas: aliviado de saber que está mejor, pero preocupado de que probablemente esté fingiendo cuando está conmigo.

Nuestra relación está trabajando para convertirse en lo que una vez fue, claro, restándole esa parte que estaba demás dentro del título de "amigos", pero era difícil. Jamie pintaba la raya de una manera muy clara cuando notaba que me acercaba demasiado o la trataba de manera inconsciente como antes. Una de esas maneras de alejarme8 era no estando a solas conmigo, otra era pegándose a Liam tal cual un chicle.

Me alegraba al menos que pudiera refugiarse en él, ya que ella tampoco era alguien que tuviera demasiados amigos. Liam sí tenía más amistades, pero desde que nos conocimos, fuimos siempre él y yo, y ahora Jamie también. Los tres juntos. No necesitábamos más.

―Necesito que llevemos esto también. ―digo con voz fuerte, apuntando con la cabeza otro set de luces, esperando que alguien hiciera lo que pedía.

―Entendido, la lo llevo yo. ―contestó Marshall, dirigiéndose a tomar lo que había dicho.

Me dirijo a mi oficina para tomar las llaves del estudio junto a mi cartera y teléfono.

Al tomar este último, lo desbloqueo y busco entre mis contactos el nombre de Beverly, el que me incitaba a llamarla. El impulso de hacerlo era grande, pero había estado desde la mañana así, indeciso de llamarla o no.

Me ponía a imaginar a la pelinegra, pensando si tal vez ella esperaba mi llamada ansiosa o si a estas alturas ya no quería saber más nada de mí.

Sabía lo que me había dicho, sus palabras resonaban una y otra vez en mi mente, pero aún así me daba el derecho de la duda, ya que no sabía qué tanto tiempo ella estaba dispuesta a esperar por mí, a que pusiera todo en su lugar y sobre todo, tratarla como en verdad merecía y quería.

Los últimos días tampoco había tenido contacto con Beverly, ni un solo mensaje. Ella tampoco había hecho ningún esfuerzo por ponerse en contacto conmigo y no la culpaba por eso. Había soportado bastante de mi idiotez ya, cuando no debió haberlo hecho desde un principio. Lo único que me mantenía satisfecho era el conocimiento que hoy al fin era la boda de su amiga, a la que sabía que ella asistiría sí o sí.

Tomaría de excusa el matrimonio de su amiga para hacer las pases con ella, confesar cómo me sentía en realidad y esperar que ella, solo tal vez, estuviera dispuesta a tomarme de nuevo de vuelta.

Guardo el teléfono en mi bolsillo al realizar que no iba a llamarla. Salgo de mi oficina, buscando a los demás, de repente viéndome interrumpido por una figura femenina parándose frente a mí.

Me detengo en seco, entrelazando mis manos.

—Señor Morgan, ya casi es hora, todo está cargado en la camioneta. Recuerde que debemos llegar antes para tener tiempo de instalarnos, ¿se encuentra listo? ―inquirió Liz, una de las aprendices que trabajaba conmigo.

La miré, inclinando mi rostro hacia abajo por la diferencia de altura. Era la más joven de todos los que se encontraban aquí. Tal vez unos diecinueve años tendría, no estaba seguro.

De lo que sí tenía certeza era que se refería a mí con más respeto que cualquiera porque la intimidaba. Una vez la escuché por accidente confesarle a otra de las chicas que venía aquí decirle que me tenía un poco de miedo y, secretamente me divertía ser un poco más serio de lo usual con ella, me sacaba una que otra sonrisa de vez en cuando.

Era tierna, me recordaba a Anna. Una Anna pasiva y reservada.

Sonreí un poco antes de observarla con un tinte más serio en mi rostro. Al ver la mirada en mi cara, dio un trago duro.

―Sí, vámonos. ―contesté.

Su expresión me causó risa, así que le acaricié el cabello en un intento de decirle indirectamente que no debía temerme. Me marché hacia la salida del estudio, dejándola atrás. Al salir por la puerta principal, volteé mi rostro, encontrándome a Liz paralizada en medio de la sala, mirándome con los ojos bien abiertos.

Se llevó una mano a la cabeza, acomodando de nuevo su cabello castaño y lacio, corriendo hacia mí para alcanzarme ya que éramos los únicos dos que se encontraban dentro del estudio.

Esperé a que saliera para después cerrar las puertas con candado y colocar la alarma.

Liz, Sofía y Marshall eran mis asistentes el día de hoy. La boda era grande, por ende, debía traer a más personas conmigo esta vez para que me ayudaran.

A decir verdad, estaba más que nervioso de encontrarme con Beverly ahí, pero el constante recordatorio de las palabras de Jamie rondaban mi cabeza con tanta persistencia que me era imposible ignorarlas.

"Regresa a Beverly. Regresa a ella y dile que la amas."

Por más que Jamie me doliera, no podía amarla como debiera. Pero a quien sí podía corresponderle era a Beverly. Ella era alguien a quien no quería perder en mucho tiempo.

Solo que no estaba seguro si al confesarle mis sentimientos, podría decirle que la amaba.

Me subí al auto en el asiento del copiloto con Marshall siendo el que manejaría.

―Adelante. ―hablé, colocándome el cinturón de seguridad.

Y arrancamos.

Cuando llegamos al local, eran alrededor de la una y media de la tarde. Tardamos alrededor de treinta minutos descargando el equipo de la camioneta y otro poco más instalándonos.

Había bastante gente aquí aunque todavía faltaran dos horas para que comenzara la ceremonia religiosa.

Aprovechamos el tiempo libre para tomar algunas fotos fuera de la iglesia, la cual era hermosa. Tenía un jardín frontal precioso, en donde las fotografías quedaban espectaculares.

―Amanda ―le hablo a la novia―, ¿estás segura que quieres tomarte fotos con Will ahora? Podemos hacerlo después que acabe la ceremonia, no hay apuro.

Me quedo expectativo, esperando la respuesta de la mujer, quien me había mencionado un par de veces ahora que quería sacarse fotos con su novio antes de que todos llegaran. La había ignorado las primeras cuatro veces ya que no era buena idea.

Al escuchar cómo lo mencionó por quinta vez, no pude dejarlo pasar.

―Sí.

―No creo que sea buena idea. ―contradije. Al parecer, a ella no le gustó demasiado la respuesta.

La madre de la novia se me acercó, tomándome del brazo. Me zafé con sutileza.

―He estado tratando de convencerla de lo contrario, pero es tan testaruda que no me escucha.

Miré a Amanda, quien portaba una expresión hostigada. Era normal en todas las novias estar así de tensas y ansiosas. No se relajaban hasta que todo sale como ellas quieran.

―¿Sabes que si te ve ahora, así vestida, no obtendremos reacción cuando te vea caminando por el altar?

Era verdad. Lo ideal sería esperar a que la novia caminara por el altar, revelando su vestido, maquillaje, peinado, velo y demás frente a todos los invitados y novio en ese momento. Capturar las reacciones de la mayoría, pero más importante, la del novio.

―¿Sabes? Hay veces en las que las reacciones de los novios son más que valiosas. Solamente he visto a un novio llorar de felicidad al ver a su novia caminando hacia él por el altar. Las demás veces fueron reacciones bellas, pero no a ese grado.

Me quedé un momento en silencio, esperando a que digiriera esa información. Todavía se veía un poco dudosa, así que continué.

―Quién sabe, tal vez y Will pueda tener una reacción igual de preciosa frente a todos y quisiera capturar ese momento para quede grabado para ustedes por siempre, ¿no te gustaría eso, Amanda?

Sonreí de lado al ver que su rostro se iluminó por completo. Estaba convencida.

―Creo que eso sería hermoso. De solo imaginarlo se me vienen las lágrimas a los ojos ―sonrió abiertamente―. Llamaré a Will y le diré que nos tomaremos las fotografías después de la ceremonia. Gracias, Hunter.

Le guiñé un ojo a la madre de Amanda, la cual suspiró aliviada. Me dio las gracias en silencio antes de retirarse con su esposo y demás familia.

El tiempo pasó rápido. La ceremonia había terminado, la fiesta había comenzado.

Tal y como acordamos, Amanda y Will esperaron a que ella caminara por el altar para revelarse frente a todos y así capturar las reacciones de los invitados y del novio.

A pesar que la reacción de Will no fue como ella se hubiera imaginado, fue lo suficientemente conmovedora como para hacer que una sonrisa se pintara en los labios de quienes vean el video y haga que el corazón de los novios se estremezca al reproducir la cinta.

Fue una boda bonita, o al menos eso creo.

Esta vez me fue un poco difícil prestar atención en este evento ya que aquí había una persona que se robaba mi atención por completo, sin piedad, arrollándome de pies a cabeza.

Y ahora mismo me encontraba embelesado con su belleza, observándola desde lejos bailar en la pista de baile como si no hubiera un mañana. Me atrapé un par de veces sonriendo como idiota. También vi por el rabillo del ojo a personas viéndome observarla.

No noté cuando ella había llegado al evento gracias a que me encontraba demasiado ocupado haciendo mi trabajo, pero cuando nuestros ojos se cruzaron por primera vez en un tiempo que pareció infinito, a mi corazón le fue imposible no estremecerse.

Me sonrió desde lejos, pero no se acercó a mí.

En el fondo agradecí que no lo hiciera, porque iba a arruinar mi autocontrol.

Tomé la cámara entre mis manos y revisé las fotografías, llevándome la sorpresa de ver más de un par de capturas de Beverly entre todas las demás. Quise darme un golpe ya que aunque me encantara sacarle fotos, esta vez no era momento para que ella fuera mi centro de atención.

Pero a pesar de eso, no las eliminé. Estaba preciosa con ese vestido rojo de seda que portaba junto a las demás damas de novias. Todo en ella resaltaba de una manera espectacular. Me tenía babeando por ella y Beverly lo sabía. Me echaba miradas coquetas y se reía de vez en cuando me atrapaba mirándola como estúpido.

―Me tomaré un descanso corto, iré por algo de beber ―mencioné ante los chicos―. ¿Quieren también?

―Si no es mucha molestia, sí, por favor, Hunter. ―contestó Sofía por los tres. Mostré una sonrisa amable como respuesta y me acerqué a un mesero, a quien le pedí las botellas de agua.

Sentí una presencia a mis espaldas y de inmediato supe que se trataba de ella. Beverly. Me puse nervioso.

Me volteé, encontrándomela más cerca de lo que pensé.

―Hola, cazador. ―la escuché pronunciar mi apodo. Un escalofrío me recorrió. Las ansias de besarla me invadieron, pero me contuve.

―Beverly...―fue lo único que pude articular.

Ella se rió, acomodando un mechón de su cabello azabache detrás de su oreja, agachando la mirada.

―Estás preciosa.

―Gracias.

Cuando estaba por decir otra cosa, el mesero llegó, interrumpiendo. Me entregó las botellas de agua que había pedido.

―Yo... necesito decirte algo, hermosa, pero aquí no ―confesé―. ¿Podemos reunirnos después que acabe esto? ―pedí ansioso.

Se la pensó un minuto.

―Sabes que no puedo decirte que no. Te veré en tu casa después que la fiesta acabe, ¿de acuerdo?

Asentí aliviado. Había aceptado. Di un respiro cuando se marchó luego de depositar un beso en mi mejilla.

Me dirigí a los chicos, a quienes les entregué las bebidas. Mi humor había mejorado notoriamente.

Dentro de un par de horas ya habíamos terminado de tomar las fotos con los recién casados e invitados en un pequeño escenario que habíamos colocado. Mientras los chicos terminaban de llevarse el equipo y guardarlo en la camioneta una vez más, acepté una copa de champaña de parte de la madre de la novia.

Llevaba dos tragos, cuando vi por el rabillo del ojo a un hombre detrás de mí.

―He visto cómo la observas. ―me dirigió la palabra, desconcertándome.

Habló una voz a mi espalda. Di por hecho que era el hombre al que había visto hace unos segundos.

―¿Disculpa? ―pregunté, confuso.

El hombre vestido a traje se pone a mi lado y se queda viendo la figura de la pelinegra. Imito su misma acción, tomando un profundo suspiro cuando ella me regala una sonrisa a lo lejos.

―Te daré un consejo, hombre. ―dice, tomando un sorbo de la champaña que llevaba en la mano, aún con los ojos puestos sobre Beverly. Se veía un poco pasado de copas.

Extrañado, volteo a verlo, él con la mirada perdida. Me quedo en silencio, esperando a que se anime a hablar. Había captado mi atención.

―Dile que es especial, que es hermosa y sin igual. Hazle saber lo espectacular que es y lo que más te gusta de ella, pero jamás... oh, mierda ―exclama en un suspiro, terminando el resto de su bebida en un trago, dejándome ansioso―. Por lo que más quieras, jamás le digas que la amas.

Me quedé un momento en silencio. Quería confirmar que hablar que estuviera hablando de Beverly, así que no dudé en preguntarle.

―Hablas de Beverly, ¿cierto? ―En cuanto vi sus ojos, no necesité otra confirmación más que esa. Estaba clarísimo.

La manera en que la veía, la forma en que sus ojos brillaban al verla, el sonido que expulsó al suspirar cuando la miró. Sí, ese efecto causaba ella en las personas.

Solo que... la expresión que vestía su cara no estaba coordinada con su lenguaje corporal. ¿Qué habrá sucedido con ellos en el pasado? No me dio tiempo de divagar, ya que su confirmación llegó a mi oídos.

―Sí.

Ambos guardamos silencio un momento.

―¿Por qué? ―inquirí. Él supo a lo que me refería.

―Beverly te vuelve loco, caes tan profundo por ella que difícilmente es salir del hoyo en el que has caído. No seas tan idiota como lo fui yo y nunca le confieses tus verdaderos sentimientos, aunque la sangre te hierva por hablarle con la verdad.

De repente sus ojos se tornaron tristes.

―Porque el día en que le confieses que la amas, será el fin. Tomará sus maletas, las empacará, se irá y no dará vuelta atrás. Ese será el día y la primera vez que te arrepientas por decirle a alguien que la amas. Así de complicada es ella.

Me dio una palmada en la espalda, dio media vuelta y se marchó.

***

No tienen idea de lo bien que se siente estar de vuelta luego de 4 meses desaparecida por esta historia. Estaba nerviosa de retomarla después de tanto, pero el capítulo ha quedado justo como quería.

Las que me siguen o tienen agregados en facebook habrán visto ya la última parte del capítulo, que había publicado hace bastante tiempo como adelanto y por fin tomó parte de la historia lista para difundir miedo muajajajjaa

Ahora que tengo laptop nueva, podré actualizar más seguido. Antes de junio quiero terminar esto, asi que si me presionan, se los agradeceré xd Trabajo bajo presión, así que no se preocupen si piensan que me están molestando, al contrario, lo necesito JAJAAJA

Bien, nos leemos pronto, cazadoras.  Besitos.

Oh, por cierto, feliz navidad y año nuevo súper retrasados. ♥

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