Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

S E I S

25 de febrero, 2021.

Los últimos pasados días habían sido de lo más extraños, absorbentes, pero sobre todo, escandalosos y tediosos.

Extraños porque por alguna razón, Jamie estaba ignorando mis mensajes y llamadas. Absorbentes porque mi agenda estaba llena durante las próximas dos semanas y tediosas porque Liam me estaba visitando más de lo usual. No me fuera tan molesto si solamente fuera él quien llegara a mi casa, pero no, venía acompañado de su nueva novia, la cual por cierto, no me agradaba del todo por no decir nada. Y lo último, pero no menos importante, es que el escándalo entraba en contexto porque de un momento a otro Liam se había hecho, misteriosa y casualmente amigo de Beverly. Se mantenía en contacto con ella, y dos veces durante esta semana se había presentado con ella al estudio.

Y una mierda. Él no daba paso sin intención.

Tampoco es que haya logrado lo que sea que haya querido con ella, porque simplemente la ignoré o mantenía mis charlas lo más cortas que podía puesto que, aunque me gustara verla, así como esto me resultara inevitable, no la soportaba por mucho tiempo.

Llevo mis manos a mi cabeza, sosteniéndola porque la novia de Liam había decidido que era buena idea acompañarnos a comer para poder tener la oportunidad de conocerme mejor. En otras palabras, quitándole la máscara a sus intenciones era que deseaba pasarla conmigo para ver si tenía la más mínima oportunidad de ser mi modelo y lanzar su carrera como una.

Primero debía agradarme. Después veríamos si tenía la paciencia y bondad para ayudarla. La respuesta hasta ahora era no, nunca. No me sentía caritativo por el momento.

Bueno, usualmente nunca me sentía de esa manera.

—¿Podrías, por favor, escoger un restaurante para ir? —mi voz suena exasperada, impaciente. Llevábamos más de quince minutos esperando que escogiera un lugar a dónde ir porque no quiso ir a donde nosotros usualmente íbamos— Mi paciencia se agotó.

La rubia, de la cual no recordaba su nombre, rio nerviosa mientras revolvía sus manos. Ruedo mis ojos cuando escuché a Liam reírse por la reacción de su novia.

—Vamos, Chloe, escoge rápido. Me estoy muriendo de hambre. —le dice mientras la miraba por el espejo retrovisor. Oh, con que ese era su nombre.

Estábamos dentro del auto varados en un aparcamiento porque seguía sin decidirse y no iba a conducir como loco mientras ella tomaba su decisión. Lo mejor fue detenernos y esperar a que nos dijera un estúpido lugar a dónde ir.

—Sí, sí. —murmuró con rapidez, en un tono bajo que apenas logré escuchar.

Asintió varias veces para después poner cara pensativa. Hasta me di el tiempo de ofrecerle opciones para ver si así algo se le antojaba, intentando acelerar el proceso, pero terminó rechazando las pocas que le había dado. Apreté mis dedos alrededor del volante y vi mis nudillos tomar un tono amarillento.

Suspiré con pesadez por milésima vez, volteando hacia el asiento trasero, posando mi vista en la rubia y decidiendo arrancar el auto en cualquier momento si en los siguientes segundos no me decía a dónde ir. Ella me devolvió la mirada, sonrojándose. Me mantuve serio al ver su reacción, pero alcé las cejas para animarla a que siguiera pensando en algo.

Conté no más de veinte segundos y nada.

Eso era todo. Yo iría a dejarla a su casa. Me daba igual que viviera a la otra punta de la ciudad, si era necesario iría hasta ahí para deshacerme de ella para poder comer en paz. Ya me había sacado de mis casillas y Liam ya lo había notado, pero como siempre, le daba igual. Él solo se burlaba de nosotros.

—¿A dónde vamos? —me preguntaron ambos, desconcertados cuando arranqué el auto.

—Dame la dirección de tu casa, o la de alguna amiga, me da igual. Iré a dejarte allí. —hablé después de unos segundos. Cuando miré por el espejo retrovisor, admiré su rostro. Era digno de reírse de él por la expresión que abrazaba sus facciones.

Ahora me tocó voltear hacia mi derecha, para ver cómo se lo había tomado Liam. Estaba seguro que se encontraba tan ofendido como su novia, pero no, todo lo contrario. Intentaba contener la risa dentro de su boca para no ofenderla aún más.

—Te lo dije, nena. Te advertí que no tenía mucha paciencia —le recordó. Mantuve mi vista fija en la carretera, esperando para que me diera alguna dirección en donde dejarla—. También mencioné que mi amigo Hunter aquí no tenía el mejor de los humores, ¿lo recuerdas?

No escuché su respuesta, así que solo di por hecho que había asentido en lugar de hablar.

—Ahora dame la dirección. —exigí.

La volví a mirar a través del espejo.

—No, no. Ya sé a dónde iremos a comer. Escuché que era muy bueno, además, conozco a alguien allí.

Bufé malhumorado, escuchando el nombre del lugar y las indicaciones correctas para poder llegar al dichoso restaurante.

—Veamos el lado positivo, hermano —Liam captó mi atención, mas no lo miré—. Al menos ahora sabemos a dónde iremos a comer.

Me palmeó el hombro, juguetón.

Le eché una mirada rápida, observando su sonrisa burlona. Sabía a la perfección que no me agradaba su chica, y justo por eso la traía consigo, para fastidiarme. Él no iba a detenerse nunca, porque hacerme perder los estribos era su cosa favorita en todo el mundo.

Una vez más observé a la chica en el asiento trasero, viendo que se encogía en su lugar un poco cuando notó mi mirada dura sobre ella.

—No sé qué es peor. Ir a un lugar al cual no conozco aún, o que señorita determinación nos acompañe a probarlo.

***

Mantengo la puerta abierta para que ambos se adentraran al restaurante, la rubia dándome las gracias mientras me regalaba una sonrisa de labios cerrados. Alcé una ceja.

Quise decirle que era mera educación. No era la gran cosa aunque para Chloe haya sido lo mejor que pude haber hecho por ella hasta ahora. Y lo era. Sin embargo, me contuve de dirigirle la palabra. Tal vez le resultara ofensivo y no me encontraba de humor para escucharla reclamándole a Liam en voz baja porque se encontraba ofendida.

Un hombre nos dirigió a una mesa disponible. Al menos el restaurante no estaba lleno, porque de lo contrario hubiera preferido irme a otro lugar con menos clientela.

El mismo hombre nos ubicó en una mesa para cuatro, depositando algunos menús delante de nosotros cuando tomamos asiento.

—Dentro de poco llegará algún mesero para tomar su orden. —y con eso dicho, se retiró.

Liam le dio las gracias. Mientras tanto, yo tomé el menú y comencé a ver los platillos que tenían por ofrecer. Todo se veía apetitoso. Al parecer, venir hasta acá no pareció ser tan mala idea después de todo.

Me vi interrumpido cuando mi amigo soltó una estrepitosa carcajada cargada llena de mofa. Posé mis ojos sobre él sin ninguna expresión sobre mi rostro. No me extrañaba Liam que fuera así de...Liam, pero lo que sí me resultó curioso es que por primera vez, se reía así por causa de las palabras que su novia le susurró al oído.

—Oh, me encantará ver su rostro cuando se dé cuenta de quién es la persona que conoces aquí —dice, todavía burlándose—. Joder, nena. Buen trabajo. —deposita un beso rápido en sus labios.

Frunzo mi ceño, pero decidí no prestarle demasiada atención.

El teléfono vibra dentro de mi pantalón, dando la notificación que había recibido un nuevo mensaje. Era de Ana, mi hermana. Algunos segundos después, sucedieron tres cosas que me tomaron desprevenido.

Número uno, llegó la figura de una mujer, la cual suponía que debía ser la mesera. No me dio tiempo de revisar lo que decía el mensaje porque cuando la chica se presentó, logro descomponerme el rostro.

—Yo soy Beverly, sean bienvenidos a...—las palabras se le quedaron atascadas en la garganta al reconocernos—. ¡Oh por Dios! No puedo creer que estén aquí. ¡Es increíble! —con rapidez depositó un beso en las mejillas de ambas personas frente a mí. ¡Fotógrafo, estás aquí también!

Lo que me faltaba. Si pensaba que esta salida con la novia de Liam podía ser desastrosa y poco agradable, teniéndola a ella aquí como nuestra mesera no mejoraba la situación. Al menos no para mí.

Número dos, escuché el sonido de una fotografía siendo capturada. No más ni menos que del teléfono del idiota de Liam. Se había preparado para poder capturar mi rostro, el cual imaginaba que seguía descompuesto por la sorpresa.

Carraspeo, volviendo a mi expresión seria de siempre.

—Deja de decirme así. Mi nombre es Hunter —le recalco—. ¿Deseas que te lo deletree?

No obstante, ella se rio cuando me escuchó.

Número tres, se abalanzó hacia mí, recibiéndome en un abrazo rápido que me dejó congelado, depositando después un rápido beso en mi mejilla a modo de saludo.

—Eres gracioso.

Y una vez más escuché el sonido de una foto siendo tomada de nuevo. Le regalé una mirada cargada de fastidio a mi amigo y a la rubia. Ahora, ambos volvieron a reírse al revisar las fotos que había tomado Liam con su móvil.

Beverly se marchó cuando tomó nuestras órdenes y cuando vi su figura desvanecerse de mi vista, hablé.

—Esto no es gracioso, Liam.

—Oh, Hunty, claro que sí lo es. Ahora, quita esa cara de amargado, cariño. O al menos trata que no se note tanto. —dijo aventándome una servilleta al rostro.

Rodé los ojos. Con él era imposible.

***

2 de marzo, 2021.

—¡Luces más a la derecha, por favor! —exigí, alzando mi cámara para obtener un mejor ángulo de la pareja a la que estaba retratando.

Tomo un par de fotos más y decido ver el resultado de éstas, con la luz artificial dándoles en un ángulo diferente. Asentí, aprobando las fotografías.

Usualmente, una buena parte de mi trabajo consistían en bodas, compromisos y alguno que otro evento para los civiles, pero mi especialidad era la fotografía de retrato y moda, que era de lo que más lleno tenía mi agenda.

Hasta he colaborado con Vogue, Vanity Fair y Cosmopolitan. Mis logros más grandes.

Ya faltaba poco para que mi tiempo terminara con esta pareja, y en realidad contaba los minutos para poder irme a casa. Estaba exhausto.

Los dirijo un poco más, indicándoles qué posiciones tomar, hacia dónde mirar y hasta cómo respirar. Trabajar con personas que no eran modelos siempre resultaba más difícil por varias razones, una de ellas era que siempre estaban tensos frente a la cámara y sus movimientos no parecían naturales. No sé por cuánto tiempo más sigo sacándoles fotos, hasta que por fin, una de las chicas que trabaja conmigo me hace una señal, indicándome que, al fin, mi tiempo con ellos había terminado.

Saco unas cuántas fotografías más y después les aviso que nuestro tiempo había acabado. Y el mío también, ya que esta era la última cita del día.

—Ha sido un placer, Hunter. Realmente me encanta su trabajo. —me dice la mujer, regalándome una sonrisa amplia.

Le doy un asentimiento de cabeza, agradeciéndole con el gesto. Unos minutos más, estrecho las manos de ambos para despedirlos del estudio.

Decido tomar una botella de agua para saciar mi sed del momento, dirigiéndome a donde mi hermana se encontraba, aún ocupada. Jalo una silla y la coloco a un lado suyo, sentándome en ella y recargando mi cabeza en su hombro por un par de segundos.

—¿Alguien vendrá a recogerte hoy? —Le pregunto— Porque puedo darte un aventón a casa.

Deja de teclear para observarme brevemente. Me regala una sonrisa de labios cerrados y acaricia mi cabello, revolviéndolo en el proceso.

—Sí. James vendrá por mi hoy. No debe tardar mucho, si no es que ya está aquí.

Frunzo el ceño.

—¿Quién es James?

—Pues James —recalca como si fuera obvio. Levanto mi cabeza de su hombro para mirarla a los ojos. Ella rueda los suyos—. Mi novio, al cual corriste aquel día de casa cuando lo conociste. James, el cenutrio.

Con lo último logro saber de quién hablaba. Ahora recordaba a la perfección de quién se trataba. No me gustó para nada la idea de él llevándola a casa. ¿Acaso tenía transporte o se la llevaría caminando, tomados de la mano? No señor, es lo último que me falta.

—No me agrada. No te irás con él, yo te llevaré, ¿de acuerdo? —alcé mis cejas, dando por hecho mi sentencia. La sonrisa se le borra del rostro cuando me escucha, pero de inmediato vuelve a dibujar otra sobre sus labios cuando contesta la llamada entrante.

—Es una lástima, porque ya se encuentra aquí.

Segundos fueron los que le tomaron para apagar su equipo y guardar sus cosas en su bolso para levantarse de un brinco y salir disparada hacia la salida.

Cuando quiero perseguirla, me veo interrumpido por Marshall y los demás despidiéndose, para vernos al día siguiente, el cual también se encontraba saturado. En cuanto me despido de ellos, me dirijo lo más rápido que puedo hacia la salida, buscando con la vista a Ana y al estúpido de su novio.

Al ubicarlos, los detengo con el brazo, acercándome a la ventanilla del piloto del auto. Al menos tenía uno. El chico traga saliva al reconocerme pero termina bajando la ventana. Me saluda, pero lo ignoro.

—No quiero desviaciones, tampoco que llegue tarde a casa, ¿entendido? —le amenazo con mi dedo índice. Él asiente, claramente nervioso—. Si Ana no llega a casa en más de cuarenta minutos, no querrás saber lo que sucederá después.

Después de eso, los veo marcharse con una sonrisa satisfecha estirando mis comisuras.

Unos segundos después escucho el cielo relampaguear y una gota caer sobre mi mejilla. Fantástico. Entro de nuevo al estudio, tomando mis cosas y buscando un paraguas para evitar mojarme debajo de la fuerte lluvia que ha comenzado recién. Fuerte y abundante.

Cierro el paraguas cuando me adentro en mi auto, comenzando así mi viaje. Al parecer la tormenta no cesaría pronto, así que decidí irme despacio para prevenir cualquier accidente. Me detengo frente a un semáforo en rojo y enciendo la calefacción para entrar en calor un poco.

Por alguna razón, miro hacia en frente a mi izquierda, encontrándome con una figura muy familiar. Sé de inmediato de quién se trata cuando logro ver su oscura melena.

Maldición. Ahora sentía esta necesidad de ver si todo se encontraba bien con ella porque mientras todos corrían, buscando un lugar en donde refugiarse, ella solo se mantenía en su lugar, buscando a alguien con la mirada bajo el cuidado de una vieja lona fuera de un local.

Reacciono cuando el semáforo se torna verde. Me digo que no debería ser de mi incumbencia ya que la pelinegra no me era tan agradable, pero extrañamente, me resultó imposible ignorar el hecho de ella ahí, sola, casi con el sol oculto, y de noche con prontitud. No me quedó más remedio que detenerme a su lado para preguntarle si todo se encontraba bien.

Vi la decepción en sus ojos al darse cuenta que no era la persona que esperaba, pero aun así me regaló una sonrisa.

—¡Tú de nuevo! —Exclamó desde su lugar— Parece que el mundo sigue empeñado en reencontrarnos, ¿no lo crees?

Creo que esta fue mala idea.

—Hola a ti también, Beverly —la saludo—. ¿Qué haces por aquí? Parece que esto se pondrá feo...—digo, haciendo énfasis a la tormenta.

Ella agacha la vista, mirándose decepcionada. Y entonces noto que su vestimenta era más formal que otras veces y que su rostro y cabello estaban más arreglados que lo usual. Frunzo el ceño intentando pensar en alguna razón, pero no se me ocurre ninguna.

—Se suponía que hoy tendría una cita, pero me han dejado plantada. Hace más de una hora debió haber llegado, pero nunca lo hizo. —revuelve sus manos mientras me explica. Su actitud escandalosa no parece hacer acto de presencia. Suspiro con pesadez, porque al parecer, si me quedaba a pensarlo un poco más, me arrepentiría.

—Sube —le pedí. Me miró extrañada, sin saber a qué me refería—. Sube al auto, vamos. Te llevaré a casa. —le tendí el paraguas para que no se mojara y ella, con toda la confianza del mundo lo tomó.

Solo que antes de subir al auto, enfocó la vista en algo más y salió corriendo. La perseguí con la vista, viendo que le había dado mi paraguas a una señora con una niña pequeña en brazos.

La mujer le agradeció y ella se regresó satisfecha, corriendo a toda velocidad. La observé incrédulo, porque no sabía cómo reaccionar ante lo sucedido.

—Vamos, quita esa cara —estiró mis comisuras con sus dedos—. Ya te compraré uno nuevo. Ella lo necesitaba más que nosotros.

Asentí una vez antes de arrancar el auto y seguir nuestro camino. Intenté reprimir una sonrisa ante el recuerdo de su acción, porque claro estaba que a mí nunca se me hubiera ocurrido hacer algo así nunca.

Beverly me indicó por dónde dirigirme para llegar a su casa.

Conforme seguía manejando, más ansioso me ponía con cada segundo porque la lluvia solo se intensificaba cada vez más. Un poco más adelante noté que había una desviación debido a que había sucedido un choque. Los policías no dejaron a nadie pasar porque según ellos, la vía se encontraba peligrosa por el momento.

—¿Y ahora qué? Esa calle era la única por la que podía llegar a mi casa...

Me quedé serio, apretando los ojos.

—Iremos a la mía —dije sin pensar—. Tengo una habitación extra en mi casa. Puedes quedarte allí si quieres.

Fue muy tarde cuando me di cuenta de mi propuesta porque Beverly ya había aceptado y ahora ya no había marcha atrás.

¿Qué podría salir mal?


***

¡Después de mil años he regresado! Sé que ha pasado bastante tiempo desde la última actualización, pero es que me vi tan atrapada en terminar HQLURM que no me di tiempo para esta.

En fin, solo para avisar que volveré a retomar esta historia y actualizaré mucho más seguido.

Espero les haya gustado el capítulo. Besos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro