Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

D I E C I S I E T E

27 de abril, 2021.

Observo el perfil de Jamie, el cual se encontraba serio, su mirada perdida en la nada.

Suspira al mismo tiempo que la brisa golpetea suavemente su cabello, alborotándolo a su paso. Me había llamado para reunirnos hoy y no negué su petición ya que sonó particularmente seria, como jamás la había escuchado.

Sin embargo, no había soltado palabra alguna en los quince minutos que llevábamos sentados en la banca del parque. No había querido ser el que hablara primero, pero ahora ya comenzaba a exasperarme.

Y a decir verdad, estaba un tanto inquieto y no sabía muy bien la razón de aquello.

Tal vez solo me sentía así al ver que ella sentía algo similar ahora mismo.

Mi celular suena, notificando la llegada de un nuevo mensaje. Era de Beverly preguntándome mi ubicación ya que vendría a verme pronto. Sin preámbulos le avisé que me esperara en la entrada de Prospect Park dentro de cuarenta minutos y que después me encontraría con ella luego de terminar un asunto pendiente.

—¿Quién es? —Escuché el nerviosismo de Jamie en su voz, observándome con ojos grandes y curiosos. Pude jurar que capté algo más que eso en su mirada, pero no hallaba un sentimiento con el que posiblemente encajara.

Dudé un momento antes de decirle de quién se trataba. —Es Beverly, ¿la recuerdas?

—Oh, sí, ella. La recuerdo. —me dio una sonrisa triste. Pareció perderse en sus pensamientos de nuevo, pero regresó casi al instante, en donde fingió una expresión más animada.

Y entonces, lo comprendí. Estaba triste.

—¿Por qué estás así, eh? —Inquirí, volteándole el rostro con las yemas de mis dedos para que me enfrentara— Sabes que no me gusta verte desanimada.

—Oh, ya sabes, Hunter... —sorbió su nariz, encogiéndose de hombros— el estúpido mal de amores, nada de otro mundo.

Fruncí el ceño, mi expresión adquiriendo una seriedad brutal.

¿Mal de amores?

—Dime quién te rompió el corazón, Jamie. Iré a ponerlo en su lugar y de seguro Liam le atestará unos buenos golpes.

Esperé pacientemente a que me revelara algún nombre, por lo menos un apodo o una pista, pero lo único que escuché fueron pequeñas risas amargas.

Comenzó a negar con lentitud, dándome a entender que no me diría nada, causándome frustración.

—No podría decirte, Hunter. Es un secreto, guapo.

—¿Y por qué no? —Contraataqué— Odio verte así y saber que no puedo hacer nada me pone los nervios de punta. Eres mi mejor amiga, Jamie.

—Soy tu única amiga, idiota.

Me encogí de hombros, con el semblante inexpresivo. —Cierto, pero tampoco necesito a nadie más. —le di un toque en la nariz como una pequeña muestra de afecto.

Tomé sus hombros y la jalé hacia mi para envolverla en un abrazo, pegando su espalda a mi pecho. Ahora mismo no era tiempo para permitirme ser frío y seco cuando claramente ella no estaba para lidiar con mi actitud insoportable.

—¿Sabes, Hunter? —Preguntó después de unos minutos— Unas de mis cosas favoritas de ti es cuando, por momentos así, eres en verdad muy dulce. Nadie pensaría que un amargado como tú podría tener un lado así y me siento en ventaja porque soy lo suficientemente afortunada como para conocerte de esta manera.

Abro mis ojos con sorpresa, esbozando una media sonrisa mientras depositaba un beso en la coronilla de su cabeza para después reposar mi barbilla sobre esta.

—Claro que sí, Jamie —concuerdo con ella—. Pero esto es porque te quiero y como dije antes, no me gusta verte sufrir.

De repente, ella se incorporó. Se volteó para darme la cara y con los ojos brillosos, me sonrió.

—¿En verdad me quieres?

—Por supuesto que sí, Jamie. Eres importante para mí, tanto como Liam.

No había una razón para negar lo importante que ella era en mi vida, porque después de tanto tiempo juntos, había adquirido un lugar especial en mi corazón.

Solo era algo que no aceptaba en voz alta. Siempre se quedaba para mí solo, pero había ocasiones en las que hacía excepciones, como ahora.

En verdad pensé que decir aquello en voz alta la pondría feliz ya que muchas personas se sentían felices de escuchar confesiones como esas, más allá de acciones. Y lo entendía, realmente lo hacía.

Y lo hice por ella.

Solo que su reacción no fue tal y como había esperado, ya que sus hombros habían decaído ligeramente, solo lo suficiente como para no pasar desapercibido ante mis ojos.

—¿Dije algo malo, nena? —la observé preocupado.

No quería tocar fibras sensibles, no cuando se encontraba así de mal por un patán que no la quiso como debería.

Era casi inevitable no comportarme de esta manera sabiendo muy bien que Jamie tenía el corazón partido en estos momentos.

—Para nada. Yo también te quiero. —contestó mientras se limpiaba una lágrima.

—Bien... ¿ahora me dirás el nombre del estúpido que rompió tu corazón?

—No —se rio de nuevo—. Él no es culpable, ya que él no hizo nada, tampoco sabe que estoy así por él. Fui yo misma la que se rompió el corazón.

—Pero...

—Pero nada. Solo necesitaba ser escuchada.

Asentí un par de veces, tratando de entender cómo fue que sucedió aquello, intentando comprender sus sentimientos. Era lo menos que podía hacer.

La tomé de la mano y nos dirigimos hacia un puesto donde vendían helados.

Ella pidió uno de chocolate, yo uno de frambuesa.

Durante todo este tiempo no nos dijimos nada, ya que no parecía adecuado hablar sobre algo más. Fue entonces cuando me permití volver a mi actitud reacia de siempre a sabiendas que ya no podía hacer más nada cuando ella no quería que lo hiciera.

Luego de un rato fue cuando me contó que esto no había sido reciente, sino que había pasado hace ya unas semanas, o incluso meses atrás. Su llanto había parado, parecía llevar mejor la situación, sus lágrimas se agotaban más con cada vez que lloraba por él.

Esa también había sido la razón por la cual se había ausentado tanto tiempo de nosotros. La había notado distante antes, pero no le presté la atención adecuada y ahora sabía el porqué.

—¿Crees que algún día tus sentimientos por él se disipen? —pregunté de pronto, sin darme cuenta que había sido un poco brusco al preguntarlo así, sin más. Sin anestesia.

Me reprendí internamente.

Me tranquilizó con su mirada al darse cuenta que me había alterado.

—No lo sé. Lo quiero muchísimo, casi podría decir que lo amo si no es que lo hago ya —apretó sus labios, evitando mi mirada—. Es horrible tener el corazón roto, pero es que estoy tan enamorada de él que estaría dispuesta a esperarlo un poco más.

—Él no sabe lo que sientes, ¿cierto?

—En absoluto.

—Deberías decírselo, puede que cambie las cosas. —la animé.

—En este caso, no creo que una confesión cambie lo que él siente por mí. Está enamorado de otra chica.

Estrechó las comisuras de sus labios ligeramente antes de mirarme, pero al momento en que estaba a punto de decir otra cosa, Beverly llegó junto a Liam.

Ni siquiera me enfadó ver a ese par juntos, caminando hacia nosotros con toda la felicidad del mundo, preparados para comenzar a joderme.

Solo que al momento que ambos llegaron, la única persona que quedó con una sonrisa en sus labios fue Beverly, mientras que Liam se había puesto algo serio ya, con sus ojos puestos sobre Jamie.

Era tan extraño verlo de esa manera, ya que cuando utilizaba esa expresión, siempre había un tema serio de por medio.

—¿Trajiste a Liam contigo, Bev?

—No, yo lo llamé para que viniera a recogerme —Jamie interrumpió—. Ya sabes, no quería interrumpir tu tiempo con tu amiga.

Tiré ligeramente del lado izquierdo de mi boca formando una sonrisa imperceptible que logré nadie notara.

—Bueno, más que amiga, soy su novia. —dijo Beverly con una sonrisa enorme en sus labios. Pude jurar que sacó aquello a relucir para "marcar territorio".

Negué con la cabeza ligeramente, encontrándolo tierno y gracioso a la vez.

Jamie me miró atónita. Sus labios se entreabrieron en sorpresa mientras alzaba las cejas. Confirmé las palabras de la pelinegra asintiendo una sola vez.

—Vaya... ¡me da mucho gusto! —Dijo Jamie con la voz un tanto quebrada, con un sollozo queriéndose escapar— No los interrumpo más entonces. Este don Juan y yo nos retiramos.

Se despidieron con la mano de ambos y después nos dieron la espalda, emprendiendo su camino, bastante apresurados.

Los vi alejarse poco a poco, hasta que no pude resistirme y tuve que decirle unas últimas palabras a Jamie.

Me excusé con Beverly y salí disparado hacia el par que ya iba adelantado.

—¡Jamie! —exclamé su nombre logrando que se detuviera y volteara.

Corrí unos segundos más hasta alcanzarlos.

—¿Sí? —me miró con sus ojos aguados, como si apenas pudiera sostener la sonrisa falsa en su rostro.

Entrelacé mi mano con la de ella y la apreté una vez más contra mí.

—No llores por un idiota que no te ama como tú a él. No vale la pena, bonita.

Observé a Liam, quien intercalaba la mirada entre ambos, preocupado.

Supongo que él ya sabía lo que sucedía y estaba ahí para ella. No como yo. Jamie se separó de mí y me observó con fijeza a los ojos, con una tremenda tristeza en ellos que no sabía cómo arrancar de ahí.

—Ese es el problema, Hunter. Tú sí vales la pena.

Me tomó un par de segundos asimilar sus palabras. Sentí un cuchillo clavarse en mi pecho al entender que el patán que la había hecho sufrir tanto tiempo había sido yo.

No pude articular palabras cuando vi que más lágrimas corrían por sus mejillas.

Tomó un paso hacia mí y se puso de puntillas para darme un último beso, pero de manera inconsciente se lo había rechazado volteando mi rostro a un lado. Recibí su despedida en mi comisura y... ella lo aceptó sin más. Dio media vuelta y se marchó.

Aquel día fue la primera vez que había roto un corazón, y también la primera vez en el que el mío se había roto junto al suyo.

***

4 de mayo, 2021.

Pego el teléfono a mi oreja, escuchando como timbraba por quinta vez y todavía no contestaban la llamada. Después de un rato más, esperando todavía por escuchar una voz al otro lado de mi móvil, es cuando la llamada se va al buzón de voz.

Aviento mi celular al sofá, pasándome los dedos por el cabello, enmarañándolo a su paso mientras agitaba mi mano por él con desesperación.

—¡Maldita sea! —exclamo, frustrado.

Había pasado una semana desde que me enteré que Jamie tenía el corazón roto por mi culpa y en todo este tiempo no la había podido contactar.

La había llamado, enviado mensajes, correos y hasta le había escrito una carta la cual no sé si habrá leído como todos mis demás intentos de comunicarme con ella. Intenté ir a su casa, pero su madre no me dejaba verla.

Y es que en verdad no la culpaba en absoluto ya que ella no tenía la culpa en nada, sino yo.

—Hunter, cálmate. Ya la has llamado veinticinco veces hoy y no sé cuántas veces en la semana que ha pasado. —apunta Beverly, seria.

—Es que no lo entiendes, Bev. Por favor, no te metas. —hablé con brusquedad sin saber más qué hacer.

Beverly había venido a verme hoy de improviso, como usualmente acostumbraba y esta vez no pude decirle que no. Estaba enfrascado con el tema de Jamie que ahora estaba descuidando a mi novia cuando ella no tenía la culpa de nada.

Eso lo sabía muy bien, pero no sabía cómo manejar las cosas en este momento. Mi cabeza estaba hecha un desastre y no sabía ni cómo reaccionar además de comportarme de una forma brusca, tajante y grosera con los demás.

Aún más de lo usual.

—¡No, Hunter, el que no lo entiende eres tú! —Rugió, tomándome por sorpresa— No quiere hablar contigo y está en el derecho para decidir si quiere seguir contigo o no, ya sea como tu amiga o algo más —se paró del sillón, caminando hacia mí—. Sé qué tipo de relación llevaban ustedes dos antes que nos conociéramos y no me molesta en absoluto, pero...

Tomó una respiración profunda.

—¿Pero...?

—Pero ella es la única culpable por enamorarse de ti y después salir herida sabiendo la naturaleza de su relación. —dijo con seriedad.

Con la respiración agitada, le contesté: —¿Tú qué sabes?

—Oh, bastante más que tú. Conozco las reglas: cero ataduras, cero compromisos y cero sentimientos que traspasen los límites de amistad —enumeró con sus dedos—. Estoy con la certeza que fuiste tú el que dejó eso en claro, ¿cierto? Te conozco, Hunter. Eres demasiado bueno como para dejar que una mujer se ilusione contigo cuando sabes que no vas a corresponderle.

Todo lo que había dicho era completamente acertado, por lo tanto, no tenía nada que refutarle o corregirle, así que opté por quedarme callado.

Además, no sabía que responder a aquello. Me había dejado sin palabras.

—Escucha, no me interesa lo que pasó entre ustedes porque ahora somos tú y yo, pero no creas que porque estás frustrado tienes el derecho de tratarme como lo hiciste anteriormente, ¿entiendes? —sus ojos azules en los míos, mirándome con dureza.

Fue allí cuando comprendí que por mi irracionalidad había dejado que mis emociones predominaran y eso había causado que cometiera un error con Beverly, tratándola como no merecía.

¿Qué te sucede, Hunter? Piensa, idiota.

Es que estaba tan confundido, pero negaba que Beverly tenía razón. No tenía por qué dejar que eso la afectara a ella, desquitándome con su persona.

Eso solo me convertía en cobarde. En parte lo era.

Aprieto los ojos con fuerza, desplomándome en el sillón.

—Lo siento tanto, Bev. —dije en un susurro, rindiéndome.

La pelinegra dio un trago duro, inspirando profundo tratando de calmarse ella también. Podía notar cuan molesta se encontraba.

Lo arruiné con Jamie y ahora con Beverly.

Me puse de pie, queriéndome acercar a ella, y aunque no se apartó, no correspondió el abrazo que le di.

—Estoy intentando que esto funcione entre ambos, pero, ¿cómo crees que me siento yo cuando todo lo que has hecho esta última semana es ignorarme por querer estar con ella? —me observó a los ojos, ahora con la expresión triste— En verdad que intento comprenderte y no reaccionar de una mala manera porque sé que la quieres pero es imposible no sentirme celosa e impotente. Quisiera golpearte ahora mismo.

Abrí la boca para hablar, pero de esta no salía nada.

—Dale tiempo, Hunter, eso es todo lo que necesita.

Y con eso dicho, tomó su bolsa, dio media vuelta y comenzó a marcharse. Esa escena me recordó tanto a la que había pasado con Jamie, que pareció que volví a revivirla.

Ambas dándome la vuelta y marchándose.

Solo que esta vez sí podía hacer algo al respecto.

Caminé apresurado para alcanzarla, deteniéndola cuando abría la puerta.

—No te vayas. —le pedí.

—Hunter, hablemos cuando definas tus sentimientos, ¿de acuerdo? —Le tembló el labio al hablar— Llámame cuando decidas si la quieres a ella o a mí.

Y cerró la puerta detrás suyo, sin darme la oportunidad de decirle algo más. 


***

He vuelto jejejejeje

Hoy le conocimos un lado diferente a Hunter, uno que tal vez no pensaban que tenía, pero que resulta que sí, solo que bien escondido. Es tierno el mushasho:)

Pero aparte de eso, las cosas se pusieron...interesantes, ¿no creen?

¿Qué opinan del capítulo? ¿Se frustraron, se rieron, enojaron o qué? 

Después de esto, las cosas se comienzan a poner más intensas y no puedo esperar para que lo lean TODO.

Hasta aquí mi repore, Joaquin. Nos vemos luego, cazadoras.

Por cierto, ¿les gusta el nombre que les di o les gusta más "rompe corazones"? Ya saben, por el nombre de la trilogía:)) Háganmelo saber.

Ahora sí, chayito valdez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro