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D I E C I S É I S

15 abril, 2021.

Deslizo unos pantalones hasta mis caderas, abrochando el botón antes de salir de mi habitación.

Era temprano, alrededor de las ocho de la mañana y hoy no entraba al trabajo hasta las once.

Podía hacer un par de cosas antes de irme al estudio, pero por ahora, una taza de café me vendría bien para despertarme y empezar el día con un buen humor, dentro de lo que me es posible.

Caminando hasta la cocina, suelto un bostezo, cerrando los ojos y revolviéndome el cabello, en un intento de despabilarme un poco. Gruño cuando escucho ruido provenir desde la sala, en donde vi por el rabillo del ojo que Beverly se encontraba sentada en el sofá, comiendo algo mientras revisaba su móvil.

Niego con la cabeza, pasándola por alto, en donde a unos segundos de realizar que se encontraba en mi casa, me detengo en seco, volteando hacia atrás y retrocediendo unos pasos.

Me detengo a unos pasos de ella, cruzándome de brazos, no preparado para su presencia a estas horas.

Al parecer, me sintió, ya que alzó su bonito rostro hacia el mío, en busca de mis ojos enfadados y expresión exasperada. Me mantuve con las facciones así un buen rato, esperando una explicación del porqué se encontraba aquí cuando no la había invitado —como si eso le importara— o de lo más importante, cómo es que había entrado.

Intenté presionarla un poco con mi mirada y postura imponente, pero claro, eso no parecía afectarle a ella. Nunca lo hizo.

—Me encanta cuando te enfadas, cazador —ronroneó, moviendo sus hombros de manera coqueta mientras me regalaba una sonrisa picarona—. Y aún más cuando me recibes a medio vestir, ¡qué delicia!

Cerré los ojos, rendido. Me desinflé, derrotado, sabiendo que no tenía remedio intentar mostrarme con autoridad cuando no le causaba lo que yo quisiera.

Iba en contra a la corriente. Tal vez por eso me atraía tanto, pero en algunas veces, como esta por ejemplo, no sabía como hacer que ambos tomáramos el mismo camino.

Beverly era un espíritu libre, indomable.

La peor parte era que no sabía si eso me agradaba o asustaba.

—¿Cómo entraste a mi casa, Beverly? —pregunté, seco. Alcé mis cejas, esperando una respuesta, pero mientras hacía eso, realicé algo en los segundos que tuve en silencio— ¿Sabes qué? No me lo digas, no quiero saberlo.

—Le saqué una copia a tu llave. —se rio con inocencia, mostrándome la copia que se había hecho, la cual ahora estaba teñida de un color lila y llevaba una "C" en el medio.

Doy un suspiro largo, intentando calmar mi respiración y tratando de rescatar la poca paciencia que me quedaba. El día apenas iba comenzando y ya quería que acabara.

Mi buen humor ya había salido de mi casa por la puerta principal sin señales de que iba a regresar pronto.

—¿Qué parte de "no me digas" no entendiste, bonita? —Me tallo la cara, siguiendo un poco adormilado— Además, ¿debería preocuparme eso de tú teniendo una llave a mi casa?

—Mm, tal vez, pero es divertido sacarte de quicio, es todo. —se encoge de hombros, dejando sus cosas de lado y parándose frente a mí.

Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, depositando un casto beso en mis labios.

—Por cierto, hola.

—Hola —contesté—. Ya que no me queda de otra, ¿no?

Se rio con sutileza, negando con la cabeza.

—Para nada.

Niego con la cabeza, no queriendo que Beverly se diera cuenta que trataba de ocultarle una sonrisa. La jalo contra mi pecho desnudo, descansando mi barbilla en su hombro para que de esa manera no me viera el rostro.

Unos segundos después, entierro mi nariz en su cuello, respirando profundo su olor a lavanda. Me encanta ese perfume.

Hago a un lado su denso cabello negro, pasándolo a su hombro izquierdo, dejando que cayera suavemente por su pecho.

Pego mis labios a su piel, causando que se estremeciera levemente ante el contacto de mi boca sobre su cuerpo. Marco un camino con mi boca desde su nuca, pasándola después por su cuello y ascendiendo finalmente hasta llegar a sus labios, los cuales se encontraban ligeramente abiertos, expectantes.

Sin embargo, no hago nada.

Solo me quedo así, a milímetros de ella, rozando nuestras bocas; Beverly con la respiración un tanto descontrolada.

—Dime lo que piensas, lo que sientes. —escuché que me pidió en un susurro desesperado, casi rogándome que se lo confesara.

Encuentro sus ojos azules, los cuales ya me esperaban. Me recorrían todo el rostro, como si me estuviera absorbiendo. Y dejé que lo hiciera.

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal, pero intenté no estremecerme, de no demostrarlo.

—Me molesta que estés aquí, pero tampoco quiero que te vayas. Me exaspera tu personalidad alocada, pero no quiero que cambies quien eres. Me vuelve completamente loco tu toque, pero no quiero que te detengas. Me confundes, odio eso, como no tienes una idea.

Coloca su mano en mi rostro, acunándolo. Con su dedo pulgar acaricia mi mejilla e inclina su cabeza hacia la mía, chocando nuestras frentes en un gentil encuentro.

—Entonces debo estar haciendo algo bien...

—Creo que todo lo contrario a eso.

Se separa de mí unos segundos, intrigada por lo que le confesé. Abrió sus ojos un poco, mirándome preocupada.

—Descuida, no lo entenderías aunque te lo explicara, Bev.

Asintió un par de veces, no insistiendo en escuchar una respuesta. Tal vez en el fondo sabía que, aunque la tuviera, no estaba listo para darla.

Unos momentos pasaron, en los que tanto como ella como yo, acumulamos tensión, pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso, como si nunca hubiéramos compartido un beso ya.

El momento era tan íntimo, que temíamos romperlo con un movimiento siquiera. Los dos lo sabíamos, asi que solamente permanecimos como estábamos, envueltos en los brazos del otro.

No supe cuánto tiempo estuvimos de esta manera, pero llegamos a un punto en el que ninguno de los dos lo resistió más. Pareciera que no nos hubiéramos tocado en meses, pero buscamos los labios del otro con tal desesperación, que fue un poco alarmante saber la necesidad que tenía por su toque.

Cuando me separé de ella, la observé unos minutos, mientras ella permanecía con los ojos cerrados, todavía dejando asentar en su cabeza el momento.

Y para ser sincero, yo también ocupaba unos minutos.

Para cuando Beverly abrió sus ojos, mi corazón se estremeció, pero no tanto como cuando abrió su boca para plantarme una incógnita.

—¿Sabes por qué lila?

Arrugué el entrecejo, no sabiendo a lo que se refería. —No sé de qué me hablas...—dije con la voz débil.

—La llave. La pinté del color lila, pero no sabes porqué.

—Dímelo entonces, Bev.

La acerqué aún más a mí, rodeando su cintura.

—El lila es mi color favorito —comienza, tomando una pequeña pausa—. De todas las llaves que tengo, solo esta la teñí de ese color, porque justo ahora, tú eres mi cosa favorita en el mundo... mi persona favorita, cazador.

La respiración se me atasca en los pulmones. No sabía que decir o hacer, porque, ¿qué debía contestarle o cómo se supone que debería reaccionar ante esto?

Sé con certeza que estas palabras eran más que solo eso, sino que con ellas venía enganchada una confesión, pero no una como un simple "me gustas" o un "me atraes" como me había dicho ella antes ya.

Era, mejor dicho, una manera de decirme que me quería. Y lo aceptaba por completo.

—¿Y la "c" para qué es? —le acaricié la mejilla.

Idiota. Eso es lo que soy.

Pude haber dicho algo mucho menos patético y estúpido. Me reprendo a mí mismo.

Al parecer, a ella le causó gracia la reacción que causó en mí, ya que sonrió ampliamente, mirándome con ternura, como nunca antes me había observado.

—Bueno, ya sabes, por "cazador". Quise agregarle un toque tuyo, único y simple, como tú. —se encoge de hombros.

Después de unos momentos, por fin suelto un respiro que estaba conteniendo en mis pulmones.

Y de nuevo, sin saber qué hacer ante sus confesiones, simplemente la abrazo fuerte, acariciando su cabello. Ahora, por centésima vez, me separo de ella y le robo un beso el cual ella gratamente me correspondió.

Sabía que debía decir algo, pero nada salía de mis labios entreabiertos.

—No tienes que decir nada, guapo —colocó su dedo índice en mi boca, callándome—. La mirada que llevas puesta ahora me basta. Solo... regálame una sonrisa, ¿sí?

Me sorprendió su petición, ya que nunca antes me había pedido algo así, pero creí que el momento lo ameritaba.

Y Beverly también.

No sonreía porque no me parecía algo fácil hacer, por más simple que fuera estirar las comisuras de tus labios. No. No estaba dispuesto a dar sonrisas falsas, así que simplemente optaba por no darlas.

Pero en este momento, dibujar una en mi boca pareció lo más sencillo que pude haber hecho jamás.

Y sonreí. De verdad.

Me tomó de las manos y pegó su mejilla en mi pecho, escuchando el ritmo de mi corazón.

Hasta pude jurar que la escuché susurrar otra confesión que me volvió loco por completo.

—Hunter Morgan, creo que me podría enamorar de ti sin dificultad alguna.

***

Observo la pantalla del ordenador, con los codos recargados en la mesa, las manos entrelazadas y mi barbilla recargada sobre ellas.

Estaba redactando una respuesta a un correo que me había llegado para la colaboración con alguna revista, pero no parecía prestar atención a lo que hacía. Escribía palabras sin relación alguna a lo que quería, pero mi mente estaba tan agobiada que no hallaba una manera de aclararla.

Borro las pocas palabras que había escrito por décima vez, desparramando las cosas que tenía acomodadas en el escritorio.

Un portador de plumas cayó al suelo.

Gruñendo, y con un humor de los perros, me inclino hacia el piso para recoger lo que se había caído.

Doy una respiración profunda, frustrado.

Beverly ya se había marchado a sus clases de baile, lo cual me daba un respiro de la pelinegra, pero al parecer seguía invadiendo mi mente aunque no estuviera conmigo en carne y hueso.

Observo a Liam sentado en una silla frente a mí unos segundos, descubriendo que él ya tenía su mirada puesta sobre mí desde hace rato.

Su rostro serio y picarón a la vez tocaron mis nervios, que eso solo causó que me irritara aún más de lo que ya estaba.

Sacudo mi cabeza, intentando agitar todos mis pensamientos para que mi mente quedara en blanco. Inhalo profundamente, cerrando los ojos y tratando de relajarme de una buena vez por todas.

Acomodo el teclado y centro la pantalla del ordenador, posicionando mis dedos sobre las teclas. Comienzo a aplastar una por una lentamente, pero todo se va a la mierda cuando el bonito y exasperante rostro de Beverly llegan a mi mente de nuevo sin previo aviso.

Le doy un golpe al teclado y me impulso hacia atrás, chocando con el respaldo acolchonado de la silla.

Masajeo mis sienes porque no podía ni concentrarme siquiera para redactar un estúpido correo electrónico. Cierro mis ojos, pensando en todo y nada a la vez.

—¿Me vas a decir que rayos está sucediendo contigo, Hunter? —inquirió Liam después de estar en silencio por más de veinte minutos observándome.

Al final, los dos habíamos explotado. Él porque no resistía más no saber qué me pasa y yo bueno... no sabía por qué con exactitud.

—Estoy de mal humor. —respondí sin más.

—Hunter, siempre estás de mal humor —contraatacó—. Solo que hoy estás insoportable hasta para ti mismo. Mierda, hombre, así es como te ves, como la mismísima mierda.

Abro mis ojos, regalándole una mirada despectiva.

—Púdrete.

—También te quiero, cariño —contesta—. Pero en serio, ¿qué está pasando?

Doy un fuerte suspiro. —Lo que me pasa es que no puedo redactar una estúpida respuesta para esta oferta que me hicieron llegar.

Giro la pantalla de la computadora para que Liam pudiera verla, apuntando con mi mano hacia las pocas palabras que había escrito y no borrado aún ya que ni sabía lo que decía siquiera.

—¿"Creo que me podría enamorar de ti sin dificultad alguna"? Vaya, hermano, me siento halagado, pero no eres mi tipo. Ya sabes, eres hombre, a mí me van las mujeres. —dijo, bromeando.

Frunzo mis cejas y observo las palabras que había redactado en la pantalla. En definitiva, decía eso.

Creo que ahora había descubierto la razón detrás de mi mal humor, tanto así, que lo había escrito inconscientemente.

—Mierda, hombre. —maldigo, llevando mis manos a la cabeza.

—Lo sé, hermano, es decepcionante. No te preocupes, de seguro encontrarás a alguien, solo debes decirle a Beverly que no te interesa.

Gruño cuando lo escucho pronunciar el nombre de la pelinegra.

—No, imbécil, no estoy interesado en ti.

—Eso sí que es un alivio —se rio fuerte—. Pero si no lo escribiste por mí, ¿entonces por quién? ¿Por Jamie? ¿Por Beverly?

Gruño de nuevo al escuchar su nombre.

—Beverly. —repite.

Otro gruñido.

—Beverly.

Otro más.

—Mierda, hermano, ¿no crees que ustedes van muy rápido al confesarle eso?

—Sí, creo que estamos avanzando un poco rápido dentro de los cuatro meses que nos conocemos, pero ella es el maldito problema —comienzo a quejarme—. Hoy apareció en mi casa y juro que la escuché decir: "Hunter Morgan, creo que me podría enamorar de ti sin dificultad alguna". Eso me jodió. Mucho.

Le doy un golpe al escritorio al no saber qué más hacer.

—Entonces fue ella quien te lo dijo... ya comprendo por qué estás tan insoportable ahora.

Silencio rotundo.

—¿Cómo sé que no está mintiendo, que puedo confiar en ella? —inquiero de la nada.

Liam se sorprende ante mi pregunta.

Se talla la barbilla con su mano, adquiriendo una expresión seria, entendiendo que no era tiempo para bromas absurdas ya. Cuando dije que aquello que me dijo Beverly me jodió, fue porque realmente lo hizo.

—El simple hecho que me preguntes aquello significa que en verdad te tiene hecho mierda una sola mujer. Vaya...—echó aire por la boca— pero lo siento, hermano, me temo que esta vez tendrás que descubrir eso tú solo. Bueno, si eso realmente quieres.

—¿A qué te refieres?

Se recargó en la orilla del escritorio, observándome con fijeza.

—Tienes dos opciones, Hunter: una es quedarte a averiguarlo y la otra es irte y no saberlo jamás. ¿Qué vas a elegir?


***

Hola jeje

Ya sé que me desaparecí un mes, pero veamos el lado bueno: al menos no abandoné la historia, já.

Bueno, cambiando de tema drásticamente, ¿ustedes qué piensan que elegirá Hunter? No es muy difícil deducirlo:) ¿Algún día dejará de desconfiar de la gente? Probablemente no, pero tal vez haga excepciones por ahí ;)

En fin, espero les haya gustado el capítulo, ya que terminó un poco intenso y dejando dudas mujajajajaja

Nos leemos después, ¡hasta luego!

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