C I N C O
13 de Febrero, 2021.
El famoso día del amor y la amistad estaba a la vuelta de la esquina, y Jamie ya estaba molestándome desde hace una semana, preguntando a dónde iríamos a cenar.
Y hoy, a estar a un día del catorce de febrero estaba más insistente que los demás días. El teléfono estaba sonando cada cierto tiempo y de solo saber que era ella quien me estaba llamando, los nervios se me ponían de punta.
Me conocía a la perfección, por lo tanto sabía que tenía que comenzar a convencerme para salir a alguna parte como la "pareja" que ella nos consideraba, porque si me lo decía un día antes, recibiría un grande y gordo "no" como respuesta.
Pensé que con evitarla, entendería que no quería pasarla con ella. No éramos nada serio.
A pesar de conocerla un poco más del año, no fue hasta hace apenas alrededor de siete meses o un poco más que la atracción pasó al siguiente nivel. Cuando la vi por primera vez no me agradó a plena vista, tampoco me pareció fea, pero seguimos frecuentándonos y poco después comencé a ver la belleza que tenía. Si alguien me preguntara qué era ella para mí, la describiría como mi compañera y amiga, pero no estaba seguro si el término de "novia" iba realmente con lo que yo la consideraba, aunque ella, por su lado, me introdujera como su novio con algunas personas. No lo negaba, tampoco lo confirmaba.
En realidad, la relación que conllevábamos era abierta. Coincidimos cuando nosotros cuando queremos, porque hay ese afecto especial entre dos personas que llevan saliendo bastante tiempo, pero había dejado en claro que tanto ella como yo podía salir con otra persona si así quisiéramos, pero hasta ahora, Jamie no había salido con alguien más, mucho menos yo.
No era del tipo que iba por la vida, coqueteándole a la mujer que se le pusiera en frente, ese era Liam, sino que me era difícil encontrar una chica que soportara, y lo más importante, que ella también lograra soportar mi comportamiento no tan agradable, porque no cualquiera lo hacía. Y Jamie, hasta ahora era la única que parecía lidiar conmigo tal y como era, sin filtros.
Lo absurdo era que ella no saliera con otros chicos, porque claro estaba que era bonita y no tenía un carácter insoportable.
Cuando el teléfono suena por décimo quinta vez, ruedo los ojos exasperado, porque sabía que si no contestaba pronto, estaría enfadando cada vez más, o podría venir hasta mi casa si no le respondía. Vaya que las mujeres podían ser fastidiosas cuando se lo proponían.
—Jamie —contesto, forzando falsa emoción en mi voz—. ¿Qué sucede? —trato de hacerme el desentendido.
—¿Por qué no me contestas? —oh, está molesta. Qué mal que no me importe— He estado intentado hablar contigo desde hace horas para discutir nuestros planes de mañana.
—¿Quieres la mentira o la cruda verdad? —mi voz sale fría, indiferente. Miro la pantalla de mi computadora, viendo las fotos que acababa de exportar a ella.
Jamie se queda callada unos segundos a través de la línea, tomando una decisión entre una opción u otra. Conmigo, era la verdad, una que a muchos no les gustaba, o si ellos querían, podían decidir que les dijera una vil mentira, una con la que yo no estaba de acuerdo del todo, pero que no dolería tanto como la verdad. Nunca iba directamente por la mentira solo para quedar bien frente a otros, no era mi estilo, pero a final de cuentas, era su decisión, sus sentimientos. No los míos.
Yo sabía lo que ella elegiría, pero aun así optaba por darle las dos opciones, esperando que algún día eligiera la verdad por encima de la mentira, aunque no le gustara.
—Dime algo que no duela...—susurra por el teléfono. La mentira era.
Cierro mis ojos y suspiro, porque a veces pensaba que algún día, en lugar de preguntarle lo que prefería, debería decirle la mentira directamente, siendo ella una de mis excepciones. Así pensaría que en realidad era verdad. No era muy buen plan, puesto que a mí me gustaba ser honesto siempre, fuese quien fuese, como ya había mencionado, pero era Jamie. La apreciaba y aunque no lo pareciera, no me era agradable lastimarla con mis comentarios, por más o menos control que tuviera sobre ellos.
—Estaba ocupado, trabajando desde casa —digo, impresionándome a mí mismo de lo fluido y veraces que sonaron mis palabras. Bueno, en realidad, éstas tenían algo de verdad, solo omitiendo la parte que no quería hablar con ella, que la estaba evitando.
—Oh, ya veo —dice, siguiendo la corriente a mi verdad a medias. Noto un dejo de tristeza en su voz cuando contesta—. Entonces...¿haremos algo mañana o no te apetece? Porque yo tenía pensado pasar el día en mi casa y comer juntos, algo sencillo, ¿qué dices?
Me la pienso unos segundos.
—Bien —acepto—. Pero no esperes algo como chocolates, un ramo de rosas o algo de esas cosas que los hombres le regalan a las chicas en este tipo de ocasiones. Sabes muy bien que eso no va conmigo —le advierto—. ¿Estamos? —se ríe al otro lado de la línea.
—Estamos.
***
Conforme observo las fotos de la chica de cabello azabache, la cual llevaba por nombre Beverly, rememoro el día en que, por casualidades de la vida, vine a toparme ella en uno de mis lugares favoritos de toda la ciudad.
Y es que, era curioso porque jamás en mi vida la había visto estar en ese parque, porque al parecer, ella también lo frecuentaba varias veces, según ella había mencionado, pero hasta el mes pasado, de manera inesperada comenzó a aparecer en mi vida de un día a otro, captando no solo mi atención, sino la de todas las personas que seguían mi página de fotografía, porque hasta la fecha, no había dado a conocer nada sobre ella.
Apenas sabía su nombre, tampoco sabía mucho de la chica. De hecho, era lo único que sabía, dejando de lado que era la dama de la boda de una clienta, la cual dentro de unos meses se casaría.
Retoco un poco las fotos de la pelinegra, las cuales no ocupaban de mucha edición. Su piel era fina, pálida, de ojos grandes y azules los cuales mi cámara capturó a la perfección. Hermosa le quedaba corto; beldad, sin embargo le quedaba con excelencia.
Por alguna razón, estaba siendo un poco egoísta con las fotos que tenía frente a mis ojos, debatiéndome entre la opción de compartirla con los demás en mi página web o dejarlas solo para mí. Las fotografías ya estaban a un solo clic de ser publicadas, pero la decisión me llevó más tiempo del que pensé en decidir qué hacer con ellas.
Sacudo mi cabeza, negando con ella puesto que era ridículo hacer algo como aquello. Si yo podía apreciar su belleza, todos los demás también deberían tener la oportunidad de hacerlo, dejando de lado que ya lo habían hecho antes, porque no era la primera vez que subía una foto suya. Sin pensarlo mucho más, presiono el botón que se encuentra en la pantalla de mi laptop para compartirle las fotos al mundo, solo una siendo de ella, el retrato en donde se mostraba sonriendo.
Los comentarios no tardaron mucho en llegar, halagando mi trabajo una vez más. Esbozo una sonrisa casi invisible en mis labios al ver que mis fotografías son bien recibidas como siempre. Asiento una vez con aprobación mientras leía los comentarios que dejaban en ellas.
"Esa chica de nuevo? Es envidiable lo bonita que es, qué mal que sea ella y no yo."
Comentarios como esos había muchos cada vez que compartía una foto de alguna chica en mi página —de las cuales había muchas, por cierto, todas ellas siendo bailarinas, en poses diferentes, bailando, pero nunca retratos—, pero hasta ahora la chica de cabello azabache era la que más llamaba la atención.
Gracias, Beverly.
Pero también había muchos otros comentarios preguntando acerca sobre qué podrían hacer para mejorar sus habilidades fotográficas. Ese tipo de comentarios recibían, de vez en cuando, alguna respuesta mía, en donde explicaba cosas básicas, como mejorar su equipo, o ser un poco creativo pero en realidad, es porque tenía mi propio estilo. Tal vez era gracias a eso es que yo estaba donde me encuentro ahora, además del impulso que me dio Jessica Furr.
Eso es algo que no se podía enseñar, mucho menos la creatividad y visión sobre lo que puedes o no fotografiar. Era algo que debías encontrar por ti mismo. Porque mientras yo observaba todo a mi alrededor, veía tanto potencial en algo que para otras personas podría ser tan insignificante. Por esa misma razón había decidido dedicarme a la fotografía, era una manera de expresión, de arte, de pasión. Puedes enfrascar momentos en fotografías, incluso historias. Solo debes saber cómo hacerlo.
Eso era lo más increíble de todo esto.
***
14 de Febrero, 2021.
—No.
—Vamos, ¿por qué no? —Jamie me observa con un puchero en su rostro— Tómate una foto conmigo, Hunter.
—No. —me vuelvo a negar, tomando un sorbo del café que había en mi vaso.
Después de comer, cuando estaba a punto de irme, porque en realidad solo quise ir para no dejarla abajo, fue cuando Jamie decidió agregar más planes a la lista, trayéndome con ella a pasear por la ciudad. No pude ni rechistar puesto que me había jalado a su auto y me había aventado dentro de él.
No me agradaba la ida del todo, pero heme aquí, haciendo una buena causa para ella.
Y ahora, que ya llevábamos varias horas fuera de su casa y que el sol se estaba ocultando, estaba rogándome para que me tomara una foto con ella, justo como las demás parejas acarameladas lo estaban haciendo.
—¿Al fotógrafo no le gusta ser fotografiado? —se burla de mí, con la incredulidad llenando su voz— Cuánta ironía...
Me encojo de hombros, manteniendo mi rostro serio.
—Me gusta la ironía. Es graciosa.
—¿Y entonces por qué no te ríes?
—Porque no quiero.
Rueda los ojos y bufa, enderezando sus hombros y posando sus brazos en su cintura, mirándome severa. Alzo mis cejas y le doy otro sorbo al café, puesto que la noche estaba fría.
Frunzo mi ceño porque el líquido caliente nunca llegó a mi boca y asumo que éste ya se me había acabado. Ignoro a Jamie, quien todavía se encontraba molesta porque no quería cumplir su deseo del momento. Busco con la mirada un bote de basura en el cual pueda botar el envase vacío, hasta que doy con uno.
Tomo algunos pasos para estar frente a él y entonces lo echo a la basura.
—¡Pero mira a tu alrededor! —extiende su brazos, dando una vuelta. Hago lo que me dice.
—¿Por qué me importaría lo que los demás estén haciendo? —ruedo los ojos y ella se acerca a mí. Pasa sus manos por encima de mis hombros, entrelazándolas detrás de mi cabeza mientras me daba una caricia leve.
Sabía a la perfección que ese era mi punto débil.
—Ese es el punto, guapo —dice, mirándome con fijeza con una pequeña sonrisa en sus labios—. Todos las demás parejas se están tomando fotos, así que, ¿por qué no puedes tomarte una conmigo?
Le regreso la mirada cuando compruebo sus palabras, viendo que todos seguían haciendo lo mismo. Cierro mis ojos con fuerza y suspiro. Los mantengo cerrados cuando siento sus labios sobre los míos, uniéndose en un beso suplicante. Le sigo el ritmo por unos segundos más hasta que ella se separa, obligándome a abrirlos de nuevo.
Me estaba chantajeando.
—Pero a diferencia de ellos, nosotros no somos una, Jamie. —susurro muy cerca de ella, para que fuera la única que pudiera escucharme. Intento que mis palabras salgan lo más suaves posibles, intentando que el impacto de éstas no fueran tan duras como suenan.
Jamie abre los ojos con sorpresa y logo captar que se cristalizaron un poco. Haciéndose la fuerte, traga duro y asiente varias veces mientras se reía con nostalgia.
En estos momentos es cuando, pocas veces, me reprocho por no controlar mi lengua, pero es que era cierto.
Y ella lo sabía. Se lo había repetido varias veces como para que se le olvidara.
Llámenme idiota, no me importa. Eso ya lo sabía. Pero al menos era un idiota honesto.
—Lo sé...—me susurra con la voz quebrada, rehuyendo de mi mirada. Pasando unos segundos es cuando vuelve a verme y me regala una sonrisa más alegre—. Solo una, ¿sí? Cúmpleme solo este capricho. Ah, y sonríe, también, ¿sí? Por mí.
Termino asintiendo, porque la poca culpa que sentí, que terminó carcomiendo la consciencia.
—Siempre cumplo tus caprichos, ¿recuerdas? —río levemente. Con mi dedo índice toco la punta de su nariz. Ese era el único gesto cariñoso que tenía guardado para ella, uno el cual no hacía con tanta frecuencia como quisiera.
Con eso le podía decir que la quería sin expresarlo con palabras. Le regalo una pequeña sonrisa, una la cual ella solo alcanzaría a notar, y me la regresa.
—Así. Una así.
Asiento una vez, regresando a mi rostro serio, al cual me mantenía fiel siempre.
Como Jamie no quería que fuera una foto tomada por ella misma, con la cámara frontal de su móvil, me dijo que esperara en mi lugar mientras ella iba en busca de alguien que no estuviera "ocupado" como para tomarnos una fotografía.
Tardó unos largos minutos en volver, así que decidí mandarle un mensaje a Liam, preguntándole qué hacía y con quién. No mucho después me mandó una foto de él y una chica donde ambos salían pegados y con el labial corrido; no le contesté, sino que solo rodé mis ojos porque bien tenía la posibilidad de escribirme que estaba con una mujer, pero como era Liam y le daba pereza escribirme, porque según él era "más tardado" siempre terminaba o, enviándome una foto o mandando un mensaje de voz diciendo lo que hacía.
Con la vista todavía puesta en la pantalla de mi celular, escucho cómo Jamie me llama, diciendo que por fin había encontrado a una buena samaritana, como había dicho ella, que nos ayudaría tomando nuestra foto.
—Por favor, que salga al primer intento porque luego no querrá tomarse otra —alzo mi rostro al escuchar las indicaciones de Jamie, quien le explicaba a nadie más y nadie menos que a ella.
A Beverly.
Me quedo perplejo, evitando el reflejo de quedarme con la boca abierta, así que solo me quedo quieto, viendo a ambas chicas hablando entre sí.
Con pasos largos me acerco a ambas, decidiendo entre hablar o no. Elegí la primera opción.
—Hola, ¿qué tal? —veamos si esta vez sí me recuerda.
La pelinegra alza la vista y se encuentra con la mía. En cuestión de segundos me sonrió abiertamente y chilló de la emoción.
Oh, no.
—¡Fotógrafo! —Habla en voz alta— ¡Cuánto tiempo sin verte! Me da mucho gusto encontrarte por aquí...
Se acerca con esa misma sonrisa hacia a mí, una la cual me deja hipnotizado. Al segundo sentí sus brazos rodeándome en un abrazo demasiado efusivo para mi gusto. Por segunda vez, no sé qué hacer, así que con lentitud, palmeo la parte trasera de su cabeza como recibimiento. Mientras tanto, Jamie se veía entre divertida y confusa por mi reacción, la cual no dudaría que estuviera de lo más estúpida.
—¡Feliz día del amor y la amistad! —entonces abraza a mi compañera, la cual la recibe con la misma extrañeza. Esta chica es rara, y efusiva y escandalosa. Mucho.
—¿Se conocen? —pregunta Jamie con la incógnita abrazando sus facciones. No tuve tiempo de explicar cuando Beverly ya lo estaba haciendo, incluyendo cuando le pedí tomarle la foto.
Trato de no mostrar mucho mi rostro descompuesto cuando le dice lo último, puesto que yo a ella nunca le tomaba fotos, pero sí a una desconocida. Jamie la mira de nuevo y sus ojos se abren al reconocer que era ella la última chica a la que había fotografiado.
Antes que se pusieran a hablar de nuevo, las interrumpí.
—Bueno, solo queremos tomarnos una foto, así que, ¿la tomarás o platicamos un poco más? —digo un poco fastidiado.
—Ignóralo, es un amargado —mi compañera le hace un ademán con la mano para restarle importancia a mis palabras. Bufo con exasperación.
Espero un momento más para que al fin, la mujer que tanto insistió por una foto conmigo, se coloque a mi lado, abrazándome y sonriendo más de lo habitual. Paso mi mano por su cintura, abarcando su figura.
—Vaya, entonces ahora me toca a mí sacarte una foto, ¿eh? —Beverly se ríe y sostiene el teléfono a la altura de su rostro.
Eso me hace reír un poco, logrando sacar una sonrisa de mí y es entonces cuando toma la fotografía.
Le dimos las gracias y nos despedimos de ella. La vi marcharse una vez más.
Y cuando chequé la foto, realicé algo. No estaba mirando hacia la cámara, mucho menos a Jamie.
La estaba mirando a ella.
***
¿Qué opinan de Hunter? ¿Es medio idiota, un completo idiota o no?
Bueno...perdón por la tardanza. Espero les haya gustado.
Un besito, hasta luego.
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