Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• EPÍLOGO •

¿Cómo el verano enamoró al invierno?

A veces hay preguntas que no necesitan ser contestadas, sin embargo, esta es una que sí. Cuando conocí a Chaeyoung hubo algo que hizo que no pudiera apartar mis ojos de ella. Algo que hasta el día de hoy aún no descubro que fue. ¿Qué hizo que mi mundo terminara de cabeza por su presencia? ¿Qué fue lo que me hipnotizó de ella? ¿Qué fue lo que hizo que esa noche terminara en una pendiente muy alta porque sus ojos me miraron? ¿Qué fue?

Nunca hay respuestas. Aquel momento sigue siendo tan indescriptible para mí como la primera vez. Como si mi mundo y el de ella hubieran chocado porque así el destino lo hubiera querido.

Cuando pienso en el pasado, cierta melancolía me inunda, me lleva contra corriente y me arrastra a un pozo sin salida, pero de uno del que no quiero salir. Es verdad que nunca encuentro una respuesta, aún así todo el tiempo pienso que no debería buscar una. Cuando estoy al lado de Chaeyoung sé que las preguntas sobran, solo necesito verla para saber que con ella el destino sí existe y que por eso mismo estoy en su camino.

Han pasado veinte años desde que el mundo nos golpeó con su mejor carta: el odio. Hasta el día de hoy todavía aquello persiste, pero no nos afecta. Aquel otoño sirvió para que las heridas se abrieran y el dolor nos ahogara, pero al final nos hizo más fuertes, menos temerosas, más maduras, menos indecisas, más firmes, menos inocentes, más guerreras, menos tímidas, más nosotras mismas...

Quizás para muchas personas nuestra decisión de estar juntas ha sido un error, uno gravísimo. "¿No les da miedo que las descubran?". "Si saben que la sociedad las va a repudiar para siempre, ¿verdad?". "No quiero que mis hijos las vean, mucho menos quiero que ustedes los conozcan". "¿Y el sexo? Dos mujeres no pueden tenerlo". "¿Cómo le hacen para seguir adelante? Yo en este punto ya hubiera terminado mi relación". "¿No han considerado ir a un psicólogo? Les ayudaría mucho". "Pero si hay cura para lo que tienen, ¿no?". "¿Amor? ¡Dos mujeres no pueden amarse!". "Si yo fuera sus padres, tampoco las querría ver". "No voy a mentirles, me dan asco". "Inconcebible, Dios las va a castigar".

A veces la tolerancia está muy lejos de ser un valor o tal vez nunca lo consideren como uno, pero para nosotras, aquello no fue impedimento. Nos amamos todos los días del año sin miedo alguno. Sin miedo a nadie. Ya no me molestan las miradas juzgonas o los comentarios despectivos. Tomo su mano y entrelazo sus dedos con los míos y soy feliz. Somos felices.

Las estaciones pasaron rápido en aquel tiempo, tanto que a veces me cuesta recordar ciertos momentos, no obstante, al lado de Chaeyoung puedo aferrarme a todos ellos, incluso aquellos que se pierden en mi memoria. Aún así, hay cosas que espero jamás olvidar y todas tienen que ver con Chaeyoung, como verla reír, verla sonreír, verla soñar, verla anhelar, verla cambiar, verla crecer, inclusive verla llorar, son cosas que también espero ver hasta mis últimos años de vida.

Transcurro por un camino nublado, incierto y lleno de obstáculos, pero no le temo. Sé en lo que me he metido y a lo que me voy a enfrentar. Me aferro a mi amor por Chaeyoung y sigo adelante, como siempre lo he hecho. Que habrá personas que nos dañaran, sí. Que habrá personas que nos harán de menos, sí. Que habrá personas que nos molestarán, sí. Pero también habrá personas que nos entenderán, que nos protegerán, que no nos juzgarán, pero que sobre todo, sabrán ver lo hermoso que es el amor. Inclusive entre dos mujeres.

Todos los días antes de ir a trabajar voy a la terraza y tomo un café mirando el amanecer. Siempre había querido hacer eso y desde el primer día que comenzó mi nueva vida en Italia, lo hice. Empecé a vivirla a mi manera. Sin restricciones, solo siendo quien soy. Decidiendo qué hacer.

Un momento a solas por la mañana me ayuda a pensar en que haber hecho lo que hice por Chaeyoung, en realidad fue lo correcto, pero separarnos de nuestras familias sigue siendo algo que nos lástima. Entonces sé que el apoyo emocional de la familia es necesario, no para vivir, pero sí para vivir más tranquilamente. No tenemos su apoyo y es muy probable que nunca lo tengamos, sin embargo, es la fuerza de nuestra relación, el contarnos nuestras preocupaciones, el ser sinceras con la otra, lo que hace que no caigamos en problemas.

Debemos ser felices para nosotras mismas. Para ti misma, porque esa es la verdadera felicidad.

Inclusive si nuestros padres al final nunca quieren vernos y menos apoyar lo que tenemos, seguiremos adelante. Esta es nuestra lucha, una que ganamos todos los días. La vida es difícil y siempre lo va a ser, pero no porque ella misma lo sea, sino por las personas. Ellos son quien al final terminan siendo los obstáculos de otras personas. Nuestros padres significan una de las miles piedras en el camino, pero nunca será motivo suficiente para detener nuestros pasos.

No hay prisa, un paso a la vez. La meta es diferente para cada quien, pero es igual al final, porque todos queremos cruzarla, aún así, cada quien tiene su carrera. Sin tiempo. Sin participantes. Solo tú decidiendo qué tan rápido quieres llegar.

Primavera.

Desgraciadamente lo conocí, era un sujeto molesto, pero que podría llegar a ser dulce algunas veces. Debí en algún momento dudar de él, pero mi mente solo estaba llena de pensamientos sobre una hermosa chica. No vi lo predecible. No lo frené a tiempo. Adam, él fue una estación que llegó con el olor de las flores, con el color de las hojas. Primero antes que todas las demás. Cauteloso. Imparable. Tortuoso.

Verano.

La conocí como una chica agradable, lista, respetuosa, sincera y muy encantadora. Tenía una gran humildad en sus acciones. En belleza era toda una diosa, pero sus ojos y su sonrisa, era la llave para entrar a mi corazón y una vez ahí, podía hacer lo que quisiera con él. Chaeyoung, fue una estación que llegó con el calor y los rayos del sol. En un día cualquiera. Cuando necesité la ayuda de alguien. Mi primer amor.

Otoño.

No lo conocí muy bien, pero fue una persona que pareció ser distante en nuestra historia y, sin embargo, fue clave principal. Era un buen chico y fiel amigo de Chaeyoung. Donde sea que esté, espero que le vaya bien. Tom, como estación fue la más calmada. Llegó con el cambio de clima, con el anaranjado del cielo y de las hojas de los árboles. Paciente. Fresco. Lejano.

Invierno.

Me conozco, no obstante, no sé cómo otras personas me describirían a mí. En cambio, yo, me presento como una mujer fría, parecida a la nieve que cae en el invierno, pero que es fácil de derretir y más por una hermosa chica. Esa por la cual un verano de 1960 me esperaría pronto en las puertas de aquella vieja escuela.

¿Cómo el verano enamoró al invierno?

Todavía no hay respuesta. Aquella pregunta aún se pierde entre las mareas de pensamientos que habitan en mi cabeza. Soy como un náufrago, pérdida en la inmensidad del mar, la cual busca entre las profundidades de su mente poder encontrar aquello que tanto anhela: La respuesta.

El tiempo supo ser un mal amigo para ese anhelo. Se burló de mí en mi cara cada vez que intentaba alcanzar la respuesta. Porque más allá de buscar cosas objetivas, físicas o superficiales, yo buscaba aquella respuesta que nublara mi mente, pero que enterneciera mi corazón. Quizás un día de estos la encuentre. Aunque no la necesito para saber por qué amo a Chaeyoung. Son las estaciones de nuestros corazones quienes sí desean descubrirlo.

Mi verano...

La veo cada mañana, aún en el frío invierno de Italia. Cada día luciendo una magnífica sonrisa. No puedo evitarlo, a veces me pongo celosa cuando la veo regalar una de ellas a alguien más que no soy yo, pero no porque sea posesiva, sino porque tengo miedo de que otra persona termine cayendo ante el efecto de ellas. Quiero a Chaeyoung para toda la vida y espero que jamás nada nos separe, aún así yo velaré por eso. La cuidaré y la amaré hasta mi último día.

Lo prometo.

Dejo mi taza de café sobre aquella mesa de madera que construí al lado de Chaeyoung cuando apenas llegamos a Italia. Todavía conserva parte de nuestro estilo, aunque cada día el bello azul se convierte un poco más en un color celeste. Camino hacia dentro de la casa, el invierno sigue sin ser impedimento para mí, puesto que todos los días sin excepción voy a la terraza a ver el amanecer y hoy, aún con la temperatura bajo cero, lo sigo haciendo.

Miro alrededor de mi hogar. Las fotos que he coleccionado junto a Chaeyoung a lo largo de los años. Todas significando una parte de nuestra felicidad, de nuestra alegría. Repaso con mis ojos nuestros zapatos cerca de la puerta, los de ellas siendo más pequeños que los míos. Observo nuestras bufandas junto a nuestros abrigos colgados en el mismo perchero. Ambos del mismo color al de la otra. Me detengo en el tocadiscos. Sin duda es el mejor de todos nuestros recuerdos. Hace tiempo que dejó de servir, el tiempo ha terminado por ser su peor enemigo, pero aún así, nunca perdió su color y menos el sentimiento que genera para nosotras verlo.

Todavía recuerdo mis tardes con Chaeyoung, sentadas en la alfombra leyendo un libro, escuchando música, yo ayudándole a mejorar su escritura. Quien diría que al final terminaría siendo ella quien mejor caligrafía de las dos tiene. Esa letra que tanto mejoró para escribirme cartas de amor. Aún las conservo en una pequeña caja. Y aunque con el pasar de los años perdió la tradición de dejarme una en mi bolso antes de ir a trabajar, ganó otro: una nota en la cafetera. Me conoce bien, yo diría que a la perfección y es por eso que cada día la amo más.

Detengo mis pasos al frente del televisor, siempre quise que tuviéramos uno para que pudiéramos ver películas juntas. Un año después, luego de tanto tiempo ahorrando, lo logramos. Uno que compramos entre las dos. Cada día antes de ir a trabajar nos sentamos en la sala a ver las noticias y en las noches, películas. Aunque ambas llegamos cansadas, es más nuestras ansias de recostarnos juntas en aquel gran sofá, cubrirnos con mil mantas y luego prender el televisor, que olvidamos nuestras ganas de ir a dormir.

El momento favorito de ambas.

Reanudo mis pasos y llego hasta nuestra habitación, abro la puerta y la figura de Chaeyoung sobre la cama es lo primero que ven mis ojos. El frío es abismal, por lo que apenas y puedo ver su rostro. Incluso a esta hora del día se ve tan bonita, sin ninguna gota de maquillaje, aunque nunca lo haya usado y menos necesitado. Su estilo es lo natural, lo suelto, lo libre. Me acerco a ella y dejo al descubierto parte de su cuerpo.

A veces me pregunto si de casualidad Chaeyoung bebió de la fuente de la juventud, porque después de tantos años a su lado, jamás la he visto envejecer. Sigue siendo la misma chica de antes, esa que conocí en un pequeño pueblo en Carolina del Norte. Sí, puede que hayan cosas que cambiaron, pero muy pocas. Primero, el largo de su cabello, ahora llega hasta sus hombros. Segundo, es un poco, solo un poco más alta. Quizás en otra vida las dos seamos de la misma altura, pero lo dudo mucho. No creo que Dios haga ese tipo de milagros. Perdón, amor.

Tomo una de sus manos y la acerco a mi boca, dejo un casto beso allí, lo que la hace fruncir el ceño. Se remueve intranquila ante la repentina falta de calor. Sonrío al ver como busca volver a conciliar el sueño, pero al final no lo consigue. Aleja su mano de mi boca y se frota los ojos adormilada, suelta un bostezo y luego abre los ojos.

—Hola, buen día, bonita —menciono sonriente.

Se queja escondiendo de nuevo su cuerpo con las sábanas, se enrolla con ellas y luego estira sus brazos. Esa extraña manía que tiene, pero que me hace reír por lo linda que se ve.

—Hola... Amor, ¿qué haces viéndome dormir? —exclama con tono despreocupado.

—Viendo lo hermosa que te ves por la mañana.

—¿Ah, sí? —Se descubre y me mira enarcando una ceja—. ¿Con la saliva escurriéndome por la boca?

—Una tarde o temprano se tiene que acostumbrar. —Alzo los hombros con desinterés, porque sé muy bien que le molesta que haga eso.

—Pobre de ti, las desgracias te persiguen —dice con falsa molestia.

Esta extraña relación que hemos formado a lo largo de los años consiste en burlas cariñosas y comentarios sarcásticos sin nada de malicia. Para ser sincera me gusta, me hace mantener el buen humor todos los días, más en días como estos, cuando es fin de semana y podemos bromear todo el día sin tener que parar en un momento para decirnos adiós.

—Vístete, quiero que vayamos a un lugar —revelo con tono misterioso, porque sé que eso hace que las cosas le intriguen y no como las simples sorpresas.

—¿A dónde?

—No preguntes, solo haz lo que te digo. Ya verás que te va a gustar. —Dejo un beso en sus labios y me alejo satisfecha ante la gran curiosidad que han expresado sus ojos.

Así como me conoce tan bien Chaeyoung, yo también lo hago con ella. La conozco a la perfección. Todas y cada una de sus expresiones, acciones, gestos y palabras, las conozco como la palma de mi mano. Es como si yo fuera parte de ella, solo que esta habita en mi mente.

—Está bien. Me daré un baño y nos podremos ir —exclama energética. Sale de la cama y comienza a buscar ropa abrigada en su armario. Veo su emoción y soy capaz de contagiarme de ella aún más de lo que ya estoy.

Camino de vuelta hacia la sala, busco una canasta y la dejo en la mesa. Voy a la cocina y comienzo a preparar lo que comeremos y beberemos en el viaje. Una vez termino, guardo todo junto a una manta para poder sentarnos. Y lo más importante para este día, lo guardo en el bolsillo de mi abrigo.

Me uno con Chaeyoung al baño por la mañana, el agua caliente nos recibe gustosas. Me lava el cabello como todos los días y luego la espalda, yo hago lo mismo que ella, aunque mis manos terminan llegando a lugares indebidos. La salida de la ducha nos deja agotadas, pero bastante alegres. Si es que algo así es posible. Nos abrigamos lo mejor que podemos y luego vamos a la puerta, nos ponemos nuestros zapatos y abrigos, y luego al fin salimos de casa.

La canasta queda en la cajuela del auto, después comenzamos nuestro viaje. Sam Cooke sigue siendo el elegido en nuestra pista de música, ahora con la nueva tecnología la radio suena dentro del automóvil, dejándonos un transcurso lleno de emotivas frases. Cantamos con tanta pasión que pronto formamos nuestro propio concierto y son nuestras voces las que al final terminan por sustituir a la de aquel cantante.

¿Cómo el verano enamoró al invierno?

Mis pensamientos se mezclan entre la fría brisa, el verde de los árboles y el cielo visiblemente nublado, pero que a pesar de eso deja ver el sol e ilumina hermosamente la mañana. Veo nuestro destino a lo lejos, algunas personas parecen haber tenido la misma idea que yo, sin embargo, la mía es más especial y aunque aquella pregunta sigue colándose en mi cabeza, es la presencia de Chaeyoung lo que hará que al final la olvide.

—Ya llegamos —anuncio, cuando al fin detengo el auto.

—Había querido venir aquí desde que el alcalde lo inauguró.

Lo sé.

—Coincidencia, supongo —digo al final.

—Me alegra que hayamos venido.

Chaeyoung sale del auto y me espera pacientemente en la banqueta a que yo haga lo mismo. Nunca se aleja mucho de donde estoy yo y si lo hace, no aparta la mirada de mí. Como ahora, me observa en silencio, mientras calienta sus manos frotándolas entre sí. Saco la canasta y regreso con rapidez hacia ella.

Algunas personas nos miran horrorizadas cuando Chaeyoung me toma de la mano y entrelaza nuestros dedos. Ella, como siempre se muestra tan cariñosa conmigo, parece que es imposible para la gente no darse cuenta de que somos pareja. Nos observan hasta que encontramos un lugar donde descansar. Abro la manta y la dejo caer al suelo, tomamos asiento y nos acurrucamos juntas. El murmullo y las intensas miradas no se apartan ni un segundo de nosotras, pero ambas lo ignoramos, procurando disfrutar del momento.

—¿Cómo han estado las cosas en la academia? —me pregunta con interés—. Ayer ya no hablamos.

—Bueno, alguien se quedó dormida en cuanto tocó el sillón.

—Culpable —exclama entre risas. Nunca ha perdido esa alegría que tanto me cautiva y lo agradezco.

—Tuve un problema con uno de mis alumnos, al parecer antes de nuestra clase inició una pelea con otro chico y bueno, ya te imaginarás como terminó. —Asiente—. ¿Y tú? Tampoco pude saber de tu día.

—Ayer vendí diez cuadros, nunca había vendido tantos en un día —exclama sonriente.

—Me alegra mucho, bonita. Espero que pronto termines la pintura de nuestra casa, ya llevo dos meses esperando a que la termines. Sabes que no me gusta dejar el pasillo sin ningún adorno en la pared.

—La próxima semana lo termino, es solo que la inspiración no me ha llegado todavía.

Sé cuando miente. Tonta, se le olvidó.

—Más te vale que lo traigas la próxima semana o dormirás en el sillón.

—¡Lo haré, de verdad!

—Eso espero —digo más divertida que molesta.

Nunca me puedo enojar con ella, es inevitable, siempre termino siendo yo quien al final termina más feliz que enojada por la situación.

—¿Tienes hambre? —pregunto deshaciendo nuestro contacto. Asiente con exageración. Se muere de hambre, al igual que yo.

Abro la canasta y saco aquellos emparedados de pollo que alguna vez Chaeyoung cocinó para mí. Ella me mira asombrada cuando recuerda al igual que yo, los viejos tiempos. Saco también una jarra de jugo de manzana y nos sirvo a ambas un vaso. Me sonríe con las mejillas rojas cuando se da cuenta de ese detalle. Sus manos toman con sentimiento ambas cosas y se deleita del buen sabor sin hacer el intento de ocultarlo.

—¿Aún te acuerdas de esa salida? —me pregunta con cierta melancolía.

—Nunca podría olvidarla, fue en ese viaje cuando sentí que comenzabas a gustarme. Tal vez no fue el mejor momento para sentirlo, porque acababas de perder a una persona muy especial, pero después de ese viaje fue como si no quisiera volver a verte sufrir.

Lo recuerdo muy bien. Aquellas semanas en que faltó a la escuela fueron una tortura para mí, pues mi mente no dejaba de anhelar verla. Quería que Chaeyoung estuviera otra vez en su asiento, sonriéndome y hablándome. Sin darme cuenta quería todo de ella. Quizás también fue en ese momento cuando su madre se dio cuenta de lo que sentía. Era tanta mi necesidad que incluso mis nervios me delataron.

—Yo también cambié mi forma de verte desde ese día, ya era casi imposible no pensar en ti —revela y es imposible no sorprenderme.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No tenía idea de que eso significaba algo más. Pensé que tal vez solo teníamos una amistad muy fuerte.

—¿Y ahora? —menciono con interés.

—Significas todo para mí, lo sabes.

El tiempo no se detiene, pero aún así nuestro amor sigue intacto. Nos queremos como el primer día y quizás, hasta un poco más. Veinte años, no cualquiera puede pasarlos con la misma persona, es por eso que jamás haría nada para cambiar el pasado. Mi amor por Chaeyoung es recíproco, honesto, sincero, intenso y armonioso, como nosotras.

—Y para mí igual.

Me gusta cuando nuestras palabras se alejan de las bromas, porque nuestro lado más sentimental sale a flote. Con Chaeyoung puedo hacer que un momento tan simple se convierta en algo especial. Muy especial.

Al fin hemos encontrado nuestra balanza entre tantas cargas. Aún recuerdo nuestros primeros meses en Italia. Los más horribles. Chaeyoung gritaba, lloraba, mientras una inmensa desesperación la hundía. Sus horas de sueño siempre eran interrumpidas por la llegada de la muerte: "Yo lo maté. ¡Maté a alguien!". Quería calmar su sufrimiento, hacerle saber que no era su culpa, que había hecho lo que hizo porque la vida de todas habría estado en riesgo si ese maldito monstruo seguía con vida. Que Chaeyoung nos salvó a todas, pero otra vez las pesadillas volvían a ella.

Yo iba a protegerla, incluso si las noches en vela comenzaban a afectarnos a las dos, pero Chaeyoung era una chica muy fuerte. Ella misma venció su miedo, venció su terror y venció sus sombras. Una noche cualquiera ya no volvió a tener pesadillas. Desde ese día me encargo de que sea Chaeyoung quien duerma primero. Desde ese día tengo el sueño liviano. Desde ese día tengo un calmante y un vaso de agua en la mesa de noche por si regresa. Desde ese día mantengo una lámpara al lado mío. Desde ese día la cuido más que antes.

Desde ese día juré protegerla de la maldad del mundo. Incluso si yo era parte de ella.

—¿Crees que hoy vaya a nevar? —pregunta Chaeyoung de repente.

—¿Perdón? —exclamo confundida. Mis pensamientos como siempre me llevan tan lejos que a veces me pierdo.

—Que si crees que hoy va a nevar.

—Probablemente —digo, mientras miro brevemente al cielo—. Anoche y hoy hubo mucho frío, quizás para mañana estemos viendo el parque cubierto de nieve.

—Yo... quiero ver eso.

—Entonces, vendremos mañana.

La observo, ella es igual de pensativa que yo, la diferencia es que nunca me oculta nada. Dice todas sus inquietudes y pensamientos, sin embargo, para mí es más complicado. No quiero que cargue con nada mío, pero sé que eso le molesta, por eso ya no lo hago. Le soy sincera hasta en las miradas que le doy.

—Chaeyoung —la llamo. Sus hermosos ojos se fijan en los míos.

—Dime, amor.

—¿Sabes cómo el verano enamoró al invierno? —pregunto y la veo fruncir el ceño.

—No te entiendo.

—¿Cómo el verano enamoró al invierno?

—Amor, de verdad no sé de que me hablas —menciona confundida—. Si me explicas quizás pueda entenderte.

—No hay forma de explicártelo, por eso pregunto. —Desvío la mirada y sacudo las migajas que han caído sobre mi pantalón.

—Ya veo —exclama pensativa.

—Está bien, no es necesario que contestes.

Busco su mano y la resguardo en mi abrigo, aunque soy yo quien siempre suele tenerlas frías, no hay nada que me regrese más el calor al cuerpo que la piel de Chaeyoung junto a la mía. Aún con las miradas juzgonas la arropo contra mi pecho. La abrazo hasta que la mañana pronto se hace de tarde. El día en ese parque apenas consiste en pláticas sobre el pasado. Hablamos durante horas sin cansancio, nunca nos quedamos sin tema de conversación. Recostadas una contra la otra mientras vemos el día pasar.

La gente que nos rodea ya no parecen estar tan interesadas en nuestra interacción, nos ignoran como si en realidad no existiéramos y aunque no lo crean, adoro eso. Justo cuando ambas parecemos necesitar más de una bebida caliente que de jugo de manzana, veo un pequeño puesto. Le digo a Chaeyoung que me espere un momento y me encamino hacia allí. Regreso después de unos segundos con dos chocolates calientes.

—La otra vez recibí una carta de Tom —menciona Chaeyoung mientras toma su vaso.

—¿Ah, sí? ¿Qué te dijo? —Tomo lugar al lado de ella y me sonríe satisfecha.

—Me dijo que se enteró de lo nuestro y que está muy feliz. Nos desea mucha suerte.

—Espero lo mismo para él. —Me abrigo más cuando una fuerte corriente de viento pasa y nos hace temblar a las dos—. ¿Sabes si se casó?

—Sale con alguien, o bueno, eso fue lo que entendí, pero no me dio muchos detalles sobre quien podría ser, solo parece que le va muy bien. —Toma un sorbo de su chocolate y continúa—: Yo también le escribí una carta de vuelta.

—Algún día deberías reunirte con tus amigos.

—Y tú con tu hermana y Samantha.

—Tal vez hagamos una reunión en conjunto.

—Me gustaría —exclama sonriente.

Dejo la taza en el suelo y limpio mi boca, luego acomodo con gracia mi ropa y doy por terminado.

—¿Recuerdas nuestro viaje a Ocracoke? —pronuncio pensativa.

—Hay cosas que jamás olvidaré y créeme que esa es una de ellas.

—Juramos volver.

—Cuanto quisiera, pero si antes no pudimos, ahora es imposible.

—Quiero volver a ir a la playa contigo.

—Yo también, me agrada saber que ambas tuvimos nuestra primera vez en un lugar tan bonito como ese.

—Sí —río avergonzada—. Quizás podamos regresar.

—Tal vez... Podría ser el otro año, ¿qué te parece?

—Suena bien.

—A veces quisiera volver a aquel tiempo en el que nos conocimos —dice encantada. Sus manos cubren mi cuerpo y deja caer su cabeza sobre mi hombro—. Aunque pasaron cosas malas, nunca cambiaría nada.

—Yo tampoco. Es el pasado lo que nos hace ahora.

—Cuando seamos viejitas quiero que sigamos saliendo juntas, nos tomemos de la mano y nos amemos de la misma manera que ahora —exclama efusiva.

—Yo nunca dejaré de amarte. Te lo prometo.

—Nunca lo he dudado y espero que tú tampoco dudes de mí. Te amo y mucho.

Es el momento.

—Hoy no te traje aquí solo con el pretexto de tener un picnic —revelo y su mirada me interroga—. Quiero que sepas que aunque hemos estado la mitad de nuestra vida juntas, una palabra no nos define sino los momentos que hemos vivido juntas, aún así, quisiera llamarte de otra forma que solo "bonita", "amor" o "novia".

—¿Cariño, tal vez? —pronuncia burlona y es inevitable no reír.

—Chaeyoung.

—¿Sí?

—En un juego de ajedrez todas las piezas son importantes, cómo tu madre, Nayeon, Tom e incluso Adam. —Entrelazo nuestras manos cuando la veo temblar con el último nombre—. En ese juego solo puede haber un ganador, el que termina por comerse todas las de más piezas, pero hay una desventaja, en el ajedrez un paso en falso podría terminar por hacerte perder, por eso hay que saber mover muy bien las piezas.

—Como en la vida.

—Exactamente igual. Cada decisión que tomes se verá reflejada en el juego, pero hay una pieza entre todas las demás que nunca debemos perder: la reina, aunque su verdadero nombre es la "dama". Esa, Chaeyoung, es la más importante, incluso más importante que el propio rey. ¿Sabes por qué?

—No, jamás he jugado ajedrez.

—La reina es quien tiene el mayor número de movimientos, si la pierdes, el juego ha terminado.

—¿Y las demás piezas?

—Sin ella solo nos quedamos con la torre y el caballo, las segundas más importantes, pero que son las que perdemos al principio por proteger a la reina. Por eso necesitamos cuidar de ella para que el juego continúe, así como en la vida.

—¿Y quién es la reina?

—La reina, aunque hable de una mujer en el tablero, en la vida podría ser cualquier persona o cosa, sin embargo, para uno, es la pieza más importante en su vida. Aquella que no podemos arriesgar a perder nunca. Debemos cuidarla como lo haríamos con el rey o con las demás piezas. Aún así, muchas veces será ella quien salve la partida, quien nos ayude a ganar, el último movimiento antes de la victoria. Será ella tu mejor alegría.

—Ya entiendo —exclama Chaeyoung con profundidad.

—Y para mí, mi reina eres tú... Si te pierdo, si no te cuido de aquellos que quieren robarte o lastimarte, nunca me lo perdonaría. La caída de la reina se llevaría parte de mi vida, sino es que toda de ella. Sin ti, Chaeyoung, yo no podría vivir.

—Oh, Mina —menciona enternecida.

Llevo mi mano hacia mi bolsillo y saco la pequeña caja que he guardado con tanto cariño. Sus ojos se expanden cuando dentro de él se asoma un hermoso anillo dorado. El cielo se ha despejado y la luz del sol nos abraza fervientemente. Las emociones me toman y estrujan mi corazón. Mis manos tiemblan cuando tomo una de las suyas y aunque aún no he hecho la pregunta, son sus lágrimas las que me hacen poner el anillo en uno de sus dedos.

—Aunque han pasado veinte años desde que nos conocimos, Chaeyoung, quiero que sepas que aunque pasarán cien más, tú siempre serás mi reina. La pieza clave en mi vida. Por eso aunque no nos podamos casar, me gustaría que este anillo sea quien sí lo haga, para poder decirle al mundo que eres mi esposa. La mujer que amo y la única que también amaré...

—Acepto —dice Chaeyoung tomándome entre sus brazos.

—Aún no he hecho la pregunta —río.

—Entonces hazlo de una vez —menciona impaciente y no puedo evitar reír.

—¿Quisieras casarte conmigo, Son Chaeyoung?

—Sí, en esta y en otra vida siempre te diría que sí.

Mis manos toman su rostro y limpian las lágrimas que bajan por sus mejillas. Me sonríe sonrojada. Incluso después de tantos años sigue siendo igual; tan dulce, tan encantadora, tan frágil, que haré cualquier cosa para protegerla. Porque lo he prometido. Me acerco a ella y sin importar que los extraños nos fulminen con la mirada, la beso con todo el amor del mundo. Un beso donde le entrego mi corazón y mi alma. Todo de mí. En esta o en otra vida siempre será ella quien elija al final, porque la amo.













¿Cómo el verano enamoró al invierno?

No hay respuestas.
Puede que... no.
Otal vez sí.

¿Por qué debería haber una?

Quizás fue solo una coincidencia.
Una cosa del destino.
La falla de mi auto.
Aquel restaurante donde la vi.
La torcedura de mi tobillo.
El tocadiscos.
Aquella estrella fugaz.
No necesito respuestas, porque el corazón ya lo sabe y con eso me basta.














Esta historia fue escrita para todas aquellas personas a las que les han impedido amar libremente, a aquellas mujeres que fueron controladas toda su vida por un hombre, por aquellos jóvenes que no tuvieron la oportunidad de decidir con quien casarse. Vivan al máximo, encuentren su felicidad y recuerden que nunca es tarde para mover las piezas de su tablero.















Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.

Esta historia está dedicada a todos mis más fieles lectores, a todos aquellos que votaron y comentaron. Muchas gracias por estar a mi lado.

También quiero agradecer a palesubmarine y a B_A_F_ porque si no fuera por ellas dos, esta historia no se habría llevado a cabo. Desde el fondo de mi corazón les agradezco su ayuda.

-MigadePan

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro