• Capítulo 27 •
C.
No puedo describir la forma en la que Mina me provoca miles de sensaciones. Ella tiene un encanto inigualable. Me mira y me sonrojo, me toca y me estremezco, me besa y me entorpece. Puede hacer cualquier cosa conmigo, solo necesita de sus labios para llevarme a otro mundo, mi cuerpo solo le hace caso a ella y mi mente, le obedece. Soy un caso perdido cuando estoy junto a Mina.
Mi corazón late con fuerza de tan solo verla. Y es que debería ser un pecado admirarla, es tan hermosa, tan delicada, tan encantadora, sin embargo, lo que más me gusta de ella es su carácter. No permite que nadie se le acerque y menos ninguna falta de respeto de otra persona hacia ella. Siempre se mantiene imponente, con un aura que doblega hasta al más rudo. Nadie puede contra ella.
Adoro que cuide de mí, que me proteja del mundo, aunque yo ya sepa como es. Quizás no he tenido las mismas experiencias dolorosas que ella, pero estoy segura de que ambas sabemos entendernos bien cuando algo no nos agrada. Por eso quiero que las dos tengamos una relación en la que sobre todo esté llena de confianza, incluso si con ello terminamos heridas o en mi caso, aturdida.
"En sexo", pienso de camino a nuestra habitación. Esa ha sido la respuesta de Mina. Tal vez soy rara al pensar que alguien como ella jamás tendría ese tipo de pensamientos, pero mentiría al decir que sí, es obvio que ese sentimiento crece en ella, sin embargo, yo aún estoy muy lejos de eso.
Mi madre me crió creyendo que ese deseo no debía sentirlo una mujer. Debía ser culta, con una mente limpia, para cuando llegara el hombre indicado, eso por fin lo experimentará. Debía entregarle mi primera vez a alguien que no amaba, pero que mis padres sí. Tenía que ser buena hija, tenía que callar todo aquello que no me agradaba.
Decir que llegué a pensar en tener sexo con Mina, va más allá de lo que alguna vez me imaginé. Me encanta que me bese, que me toque, así que entonces no debería haber ningún problema, ¿verdad? De todas formas me siento extraña. No puedo describir como esa palabra me altera. ¿Sexo? ¿Con Mina? No tengo ni la más mínima idea de cómo dos mujeres podrían tener relaciones sexuales. Ninguna de las dos tiene un pene, ¿cómo se supone que lo haríamos?
Quiero a Mina, de eso no hay duda, quizás no se lo digo con mucha frecuencia, pero este sentimiento no necesita de una gran revelación para poder vivirlo. ¿Se lo diré algún día? Claro, ella debe saberlo. Es por ella que lo siento, pero... ¿Pero? No hay ningún pero, solo estoy asustada. Quiero entregarle todas mis primeras veces, inclusive está, pero aún no estoy lista.
Mis manos tiemblan y mi respiración se corta cuando al fin llegamos. Mina se deshace de las maletas en la entrada y en silencio entra al baño, yo me siento sobre la cama y espero a que ella vuelva. Después de unos segundos lo hace. Me mira por unos instantes y luego va por ropa limpia. Toma un largo baño y después yo hago lo mismo.
Estoy nerviosa, aún falta mucho para que anochezca y por lo que sé, aún tenemos otra salida pendiente. No sé a dónde iremos ni tampoco de que tratará, pero aún así me alisto con un vestido veraniego. El clima es fresco, inclusive para la noche, aunque bastante caluroso. Me hago una coleta alta para evitar que el calor me consuma viva y vuelvo al lado de Mina.
Cuando salgo del baño noto que ella no está en la habitación, no hay nota, ni indicios de a donde se dirigió, por lo que me obligo a esperar por ella. Camino hacia una de las ventanas y observo los alrededores. Ahora que no me da tanto miedo entrar al agua, la piscina se ve muy tentadora. Justo ahora podría asegurar que hay más personas que ayer, las cuales se pasean por los jardines que adornan el lugar.
Escucho un ruido en el pasillo y cuando me giro veo a Mina entrar con una gran bandeja en la mano. Ha ido por más comida, a pesar de que ya hemos comido hace unos instantes. Supongo que será nuestra última comida del día.
—¿Estás bien? —me pregunta Mina, cuando nota cierta confusión en mi rostro.
No estoy confundida con lo que respecta a ella, sino por lo que estoy sintiendo en estos momentos. Todavía mi mente da vuelta ante mi brusca declaración. ¡Sexo! ¿Es que acaso no tengo vergüenza?
—Sí, solo me asustó un poco no verte al salir de la ducha.
—Oh, sí. Lo siento, realmente creí que llegaría antes de que salieras, pero me atrasé en el elevador. Larga historia —ríe.
—Ya veo. ¿Hay mucha gente abajo? Por la ventana observo que hay más personas que ayer —le informo como tema trivial, mientras la veo dejar la bandeja sobre la mesa.
—Parece que llegó un grupo de turistas de México.
Guardo silencio cuando veo caer los cubiertos al suelo. Mina bufa molesta, así que me acerco a ella para poder pasárselos, sin embargo, ambas parecemos tener la misma idea de querer recogerlos, por lo que, sin quererlo, nos chocamos la una con la otra con una inigualable torpeza.
Me quejo entre risas al mismo tiempo que sobo mi frente, pues me he golpeado con la barbilla de Mina. Yo he terminado en el suelo, así que ella me extiende la mano para ayudarme a ponerme de pie, pero en cuanto lo hace, toma más fuerza de la debida y termina haciendo que choque contra su pecho. Las dos estallamos muertas de risa por la brutalidad de nuestras acciones.
—Lo mejor será que nos separemos o terminaremos con graves heridas—exclama Mina con tono burlón.
—Ya creo que sí.
Me besa y luego me aleja.
—Parece que aún fuera temprano, pero ya son más de las cinco —menciona observando su reloj—. El tiempo sí que se pasa volando aquí —comenta mientras camina hacia su maleta.
—¿A dónde iremos?
—Ya te dije que es una sorpresa.
—Mina —reclamo con falso enojo.
—No, Chaeyoung, si te digo ya no será sorpresa.
Me toma apenas un segundo estar aferrada a su espalda. Mina, quien se encuentra buscando algo entre sus cosas ríe ante mi brusco —que de brusco no tiene nada—, agarre sobre su cintura. Dejo caer mi peso sobre ella mientras recuesto mi cabeza en su espalda. Ella repite una y otra vez que mis técnicas de sumisión no sirven con ella. Me toma de los brazos y hace que la suelte, luego se da la vuelta y me da un leve apretón en el estomago que me hace reír.
—Mina, solo una pista.
—Está bien —exclama y sonrío satisfecha—. Hay personas y muchas luces.
—¿Eh? En las calles hay personas y luces, esa pista no me sirve de nada.
—Pues tendrás que conformarte con ella, porque no te diré más. —Me guiña el ojo altanera y vuelve a su búsqueda entre sus maletas.
Cuando al fin encuentra lo que busca lo guarda en su bolso. No me dice qué es aunque yo tampoco indago. Me giro para observarla mejor y me doy cuenta de su vestimenta. Como siempre, luce elegante e impecable. Su belleza deslumbra la habitación con ese labial que tiene. He visto a Mina sin ni una gota de maquillaje y se ve tan hermosa como siempre, sin embargo, cuando utiliza labial, mi cabeza se pierde en un laberinto de pensamientos nublados.
Aún recuerdo la primera vez que me doblegó con esa linda boca. Aquella mañana que llegó a Orange portando un labial rojo sobre sus delicados labios y que provocó en mí una necesidad inmensa de besarla, aún así estuviéramos en la escuela.
¿Lo habrá hecho adrede? Seguro que sí.
—¿Chaeyoung? —habla Mina cerca de mi rostro. Pestañeo para salir del trance en el que he estado y me fijo en ella. No sé en qué momento ha llegado hasta aquí, pero me mira con ojos curiosos.
—¿Sí?
—Te estaba hablando, pero no me respondias, ¿segura que estás bien?
—Lo estoy. —Tomo su mano y le sonrío—. Te ves muy guapa y ese labial te sienta muy bien.
—Gracias —ríe con las mejillas sonrojadas—. Seguro que a ti también te queda igual de bien.
Camina con rapidez hacia su bolsa y vuelva a mí con el labial en manos. Es un rojo demasiado tentador, pero lo prefiero en sus labios, no en los míos, sin contar que no estoy acostumbrada —por no decir que nunca lo he hecho—, a eso de maquillarme.
Le toma unos segundos dejarme igual que ella. Me acerca hacia uno de los espejos y hace que me observe. Se ve bien, aún así lo sigo prefiriendo en ella. Me toma con delicadeza del rostro y me obliga a mirarla. Sus ojos viajan hasta mi boca y se posan ahí hasta que mi respiración se acelera. ¿Tanto necesita verme la boca? Se toma otro momento y luego niega. Con un paño me despinta la boca mientras tira con poco tacto el labial hacia la mesa.
—¿No te gusta? —pregunto dudosa ante su ceño fruncido.
—No.
Asiento comprensiva. Si no le gusta, no hay nada que pueda hacer.
—Está bien, además prefiero verterlo a ti.
—No me gusta que te quede tan bien —revela sin soltarme—. Tu boca es demasiado tentadora para cualquier intruso que no sea yo.
Me sonrojo ante sus palabras. No estoy acostumbrada a una Mina celosa.
—Nunca besaría a nadie que no fueras tú —le aclaro completamente decidida.
—Pero puede que otras personas no piensen así, no quiero que los hombres te miren la boca y luego te susurren cosas malas.
—¿Cosas malas?
—Cosas vulgares —menciona molesta.
—Entiendo. —Si Mina me dice eso es porque ella conoce muy bien cómo son los hombres, sin contar que tampoco quiero que ninguno de ellos se me acerque.
—Aún así te ves muy guapa con o sin ese labial. —Deja un beso en mi mejilla.
—Tú te ves mucho mejor.
—¿Ah, sí? —pregunta con una ceja elevada.
—¡Sí! —exclamo efusiva y ella suelta una discreta risa.
—Eres tan tierna. —Pellizca una de mis mejillas y luego me besa—. A veces haces que me sienta mal por verte como te veo.
—¿Y cómo me ves?
—De muchas maneras.
Mi cabeza me está haciendo una mala pasada, ¿o es que acaso estoy imaginando una insinuación de parte de ella? Mina siempre suele darle muchas vueltas a las cosas, yo en cambio prefiero ser clara, pero la mayoría de veces no entiendo lo que ella me quiere decir. Aunque con Mina he aprendido que a veces un lindo detalle suele cambiar radicalmente a uno bastante provocativo.
La noche del barco y las palabras que le he dicho antes de bajar de su auto me generan un extraño escalofrío, ¿y si ella está hablando en doble sentido?
Quiero aclarar todas mis dudas con respecto a nuestra intimidad, pero me siento repentinamente avergonzada ante su mirada, quizás es verdad: no estoy lista, pero su presencia es muy tentadora para mí, la presencia de Mina. Con ese lindo vestido y ese provocativo labial, me hace desear ser tan atrevida como ella, pero, ¿y si no puedo parar? ¿Y si ninguna lo hace? ¿Qué pasará?
Mina se ha dado cuenta del mar de pensamientos en el que me ha sumergido su respuesta, por lo que se separa de mí.
Mi madre no va a estar para nada feliz si se entera que perdí mi virginidad con una mujer y mi padre aún peor. Se supone que mi marido es quien debe reclamar eso, pero aunque Mina no sea ningún hombre y menos con quien mis padres quieren que me case, estoy dispuesta a darle eso de mí.
Quiero ser valiente, dejar que me tome ahora con conciencia de lo que vamos hacer, pero me tiemblan las manos, es la primera vez que comienzo a ver a Mina de otra manera. No quiero apresurarme porque sé que puedo estropear las cosas, lo mejor será que guarde para mí misma mis propias dudas.
Mina mira su reloj y abre los ojos sorprendida. Me dice que ya es muy tarde para el lugar a donde vamos a ir, por lo que la comida tendrá que esperar para cuando regresemos. Asiento aliviada, aunque ella parece confundida por mi actitud. Tomamos nuestras cosas y salimos del hotel.
Cuando llegamos al lugar tan esperado me quedo sin habla. Un señor nos espera con un bote blanco. Mina me incita a caminar con ella hacia el muelle y ahí nos montamos sobre el bello bote de madera. Me explica que es una salida relajante para apreciar el paisaje de la isla. Le pregunto cómo ha conseguido dar con este lugar y ella me revela que cuando me bañaba aprovechó para poder hablar con los trabajadores del hotel y que ellos mismos le recomendaron distintas atracciones que hay por toda la isla. Esta fue su elección.
Mis ojos a pesar del hermoso paisaje no se despegan de la figura angelical de Mina. Su piel blanca hace contraste con el fuerte azul del agua. De nuevo ese labial hace que pierda la cordura. Siento una extraña sensación en mi pecho. Como una fuerte presión, una que se intensifica cuando sus ojos se encuentran con los míos. ¿Acaso mis sentimientos por Mina se han vuelto más que un solo gusto?
Muerdo mi labio inferior ante la revelación. Ella tiene puesta la mirada en el horizonte mientras el suave viento mueve su larga cabellera negra. Su encantadora boca forma una repentina sonrisa. Ella se encuentra a centímetros de mí, así que no le cuesta trabajo poder tomar mi mano, la entrelaza con la suya y se gira para poder mirarme mejor.
Hoy hay algo que me resulta diferente y no hablo del lugar ni de nosotras, sino de mí. Como si algo dentro de mí hubiera cambiado esta tarde, y creo saber qué es. Mis latidos, mis manos temblorosas y la agitación en mi respiración, solo me lo confirman. No sé si estar asustada ante el repentino cambio, pero sé que no debo estarlo, menos si se trata de Mina. Mi Mina, a quien ahora le he concedido algo que jamás antes he sentido.
Creo que la amo.
El sentimiento me doblega y me golpea en el pecho una y otra vez sin detenerse. Es como si sintiera el verano en mi corazón; está lleno de su inmenso calor. No necesito nada más que ella. Mina me demuestra con sus acciones el cuánto me quiere y no puedo dudar de sus sentimientos por mí. Me voy a permitir llegar más lejos, querer ir más lejos, tanto que no quede espacio en mi corazón para nadie más que no sea Mina.
No puedo besarla porque hay personas a nuestro alrededor tomando la misma actividad que nosotras; siendo partícipes de un viaje con la persona que más quieren en este mundo. Los enamorados se pasean en sus bonitos botes mientras se besan y se toman de la mano y aunque nosotras no podamos hacer lo mismo que ellos, solo necesito de una mirada de Mina para sentirme amada. Ella no necesita besar mis labios, ella lo hace besando mi alma.
Sí, sí la amo.
El tiempo en el agua pasa tan rápido que pronto la noche cae sobre nosotras, casi no queriendo regresar, Mina me insiste en que regresaremos otro día y que incluso podremos merendar mientras damos un paseo por el bote. La idea me encanta y termino cediendo. Regresamos hacia tierra firme y con melancolía miro por última vez el muelle. El señor nos despide con amabilidad y luego subimos al auto.
Sonrío en todo el regreso hacia el hotel. Estoy bastante feliz por la sorpresa que Mina me ha dado. Ella supo cómo lograr que un corto momento entre nosotras quedara grabado en mi memoria. Llegando a nuestra habitación se lo agradezco. La beso incesantemente hasta que la falta de aire en mis pulmones hace que me despegue de ella.
—¿Tan feliz te ha hecho viajar en ese pequeño bote? —me pregunta divertida, mientras acomoda mi cabello con sus propias manos.
Si supiera que en realidad estoy así de feliz porque me he dado cuenta de lo que siento ahora por ella. Un sentimiento que sobrepasa cualquier cosa que alguna vez hubiera sentido en mi vida. Y que solo voy a experimentar con ella.
—¿Tú no? —digo tomando lugar en la cama.
La hora de dormir ha llegado, así que nos acostamos juntas mientras buscamos cubrirnos con el calor de la otra. Pasa una de sus manos por mis hombros haciéndome estremecer. Oculto mi rostro en su pecho, para que así al menos no pueda ver el sonrojo en mi cara.
—De hecho pensé que no sería tan divertido cuando me decidí por llevarte ahí —revela Mina con cierta timidez—, pero la vista, la tranquilidad del agua y por supuesto, tú, fueron grandes factores para hacerme tener una inolvidable tarde.
—Para mí igual, de verdad me la pasé muy bien. Espero que algún día volvamos a venir a Ocracoke, ha sido un viaje maravilloso.
—Lo sé —pronuncia Mina pensativa—. Aún nos quedan dos días más aquí, pero temo que no sea tiempo suficiente para poder conocer todos sus hermosos sitios.
—Quizás en un futuro.
—¿Futuro?
—¿Acaso no piensas que estemos juntas por mucho tiempo? —pregunto separándome de ella para poder mirarla.
—Claro que sí, bonita. —Me abraza—. Cuanto daría porque estuvieras conmigo toda la vida.
—No me voy a ir a ningún lado.
—Eso espero.
Eso espero yo también.
El cansancio nos golpea fuerte. Bostezamos al terminar cada oración, por lo que decidimos mejor descansar ya. Nos deseamos dulces sueños y lo acompañamos con un mero contacto físico cariñoso, luego ambas vamos a dormir. Aunque yo por el contrario y sin quererlo, cumplo mi palabra. Porque esa noche sueño con nosotras teniendo sexo.
La mañana siguiente nos preparamos Mina y yo para volver a ir a la playa. Hoy hace más calor que ayer, por lo que no me extrañaría que también el sol sea más incesante a esta hora del día. Tomamos nuestras cosas y salimos del hotel, al llegar a la playa observamos la falta de personas. Por lo que podemos disfrutar de un momento más íntimo entre nosotras.
No desaprovechamos la oportunidad y cuidando que nadie nos observe, nos damos algunos besos en el agua. Mina trasciende fronteras con sus manos, dejándome más acalorada de lo que ya estaba. El sueño de anoche me perturba mientras Mina toca una de mis piernas. Nadie se percata y tampoco pueden notar lo que sucede debajo del agua, así que no detengo sus movidas. Es extraño, pero se siente bien.
Cuando regresamos al hotel, las caricias prosiguen y llegan a un sendero desconocido para mí, pero que gracias a Mina voy descubriendo poco a poco. Sus roces, sus besos y sus caricias hacen que mi boca se vuelva sucia. Casi parece que aclamara a Dios.
Nos detenemos porque aún tenemos otra salida, al igual que ayer, Mina quiere aprovechar lo más que se pueda del viaje y quiere que conozcamos alguno que otro lugar por la zona. Nos damos un rápido baño y salimos listas hacia nuestro nuevo destino: La feria.
—¿Feria? —pregunto confundida, cuando ya estamos en el auto. Ella maneja tan deprisa como puede.
—Sí, me dijeron que en estas fechas vienen muchos turistas y el alcalde de Ocracoke aprovecha para traer una feria. Se encuentra en el muelle Old wood, que es de hecho el lugar más famoso de la isla, más que la propia playa.
—Vaya, se escucha interesante.
—¿Has ido alguna vez a la feria? —menciona dándome una rápida mirada.
—No, nunca, en Belhaven no llegan y no sé ni siquiera si hay en Brown. Realmente no conozco muchas cosas.
—Pues hoy la conocerás, seguro quedarás encantada.
Mi mirada se pierde en el juego de luces que aparece al frente nuestro. Mina disminuye la velocidad hasta que nos vamos acercando hacia donde el tumulto de gente se amontona. Los árboles obstruyen parte de mi visión, pero en cuanto quedan atrás, observo asombrada grandes atracciones de acero multicolor.
Niños corren por los alrededores con una extraña cosa en las manos. Como si de nubes coloridas se trataran. Sus padres los siguen por detrás con bolsas repletas de comida y el olor a dulce rápidamente golpea mi nariz. Hay gente con extrañas ropas y con pintura en sus caras. Algunos faroles de luces se alzan hacia el cielo y regresan hacia abajo de forma repetitiva.
Miro a Mina estupefacta por lo que hay aquí. ¿Esta es la feria? Si es así, entonces Mina no se equivocaba, porque he quedado completamente encantada.
Ella me hace una seña con la cabeza para que baje del auto y en cuanto lo hago, puedo escuchar el fuerte sonido de una música acompañada de trompetas, además del ruido del agua que no se encuentra muy lejos nuestro. Mina en segundos ya se encuentra al lado mío, por lo que en silencio ingresamos. Hay un enorme cartel pintado de rojo con muchas luces alrededor que nos da la bienvenida. Otras personas también lo hacen mientras nos dedican una sonrisa.
Aunque todo es nuevo y sorprendente para mí, mis ojos no se alejan de una enorme rueda que gira sin detenerse. Hay personas dentro de ella que parecen felices, aunque yo no sé si algo así podría hacerme feliz. Se ve terriblemente alto, pero sin duda la vista arriba debe ser espectacular.
—¿Quieres subir? —me pregunta Mina.
—¿Podemos?
—Claro que sí, podemos hacer lo que quieras.
Me da miedo, pero no me voy a negar, hoy quiero ser valiente, sin detenerme a pensar en nada.
—Entonces, vamos.
Me sonríe en respuesta y me lleva hacia ella. "Rueda de la fortuna", leo que se llama. También como todo lo demás en este lugar, está llena de luces a su alrededor, que hacen un patrón de colores, uno tras otro. En cuanto se detiene y baja la gente. Mina entrega unos boletos que previamente compró.
Subimos y segundos después empieza a moverse. Es imposible para mí no gritar horrorizada cuando comienza a elevarnos. Mina ríe por mi acción, así que toma mi mano y la sostiene para tranquilizarme. No necesito de mucho apoyo porque en cuanto miro el cielo todo el miedo que sentía desaparece. Aunque sea solo por un momento. Esta rueda metálica da más miedo que el mismísimo diablo.
Casi parece que estuviera volando. Como si con tan solo alzar una de mis manos pudiera tocar las nubes. Las que poco a poco se van oscureciendo por la llegada de la noche. Mirar desde tan alto y con la pronta falta de claridad, provoca que todas las luces tomen una fuerte intensidad que hace que me pierda entre ellas, si no fuera por la presencia de Mina no notaría que estoy aquí.
—Increíble, ¿no? —susurra Mina tratando de no interrumpir mis pensamientos.
—Sí —respondo de la misma manera.
La miro y la encuentro con una dulce sonrisa en su rostro. Que mujer tan bella, no cabe duda que soy una mujer muy afortunada por tenerla. Tan dulce, tan considerada, tan ella misma que no dudo que exista alguien mejor.
—Nos queda una última vuelta, así que disfrútala. —Deja un rápido beso en mi mejilla y entrelaza nuestros dedos. Ese agarre no se ha debilitado desde que subimos.
No sé si es por Mina o por esta atracción infernal que a la vez es tan maravillosa, pero mi corazón late tan fuerte que incluso desde tan alto cualquiera lo podría escuchar. Siento y creo que es el mejor momento para decirle lo que gracias a ella he podido descubrir hoy.
La belleza del paisaje es incluso más hermosa que la del viaje en bote. Puedo sentir el fresco viento sobre mi rostro que hace que me sienta libre. En cuanto llegamos a la parte más alta de la rueda de la fortuna, mi mundo se detiene por unos segundos. Todo parece tan lejano que no puedo pensar en otra cosa que no tenga que ver con Mina.
Nadie nos puede ver desde aquí —o al menos no con tanta claridad—, así que solo necesito de unos segundos para poder romper nuestro agarre y tomar su rostro para acercarla a mí.
Sus delicados y suaves labios me reciben gustosos. Me besa de forma expresiva y yo hago lo mismo, queriendo demostrarle mis sentimientos, los verdaderos que siempre he querido gritarle a todo el mundo. Porque ella es mía. Mina me muestra cada día el valor que tengo y también la valentía, la misma que estoy teniendo ahora para hacer todo esto que siempre he temido, incluso al mismo pánico de terminar lastimada, pero por ella, por Mina, puedo hacer cualquier cosa.
—Te amo.
Ella se separa de mí con ojos sorpresivos. Mis mejillas arden ante mi declaración y ella no tarda en hacer lo mismo. Siento mi pecho estrujarse ante el silencio, pero cuando creo que no dirá nada más, me sonríe avergonzada. Besa mi mano y luego mi mejilla y antes de que nuestro paseo termine, me dice con las palabras más dulces que alguna vez ha usado, lo que también siente por mí.
—Yo también te amo, Chaeyoung.
Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.
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