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• Capítulo 22 •

C.

Mi corazón se detiene al escuchar esas palabras salir de los labios de Mina. ¿De verdad se irá? ¿Qué pasará con nosotras? ¿Acaso ya olvidó que me había dicho que no me dejaría? Aunque ahora de pronto está haciendo todo lo contrario. Mi mundo se desmorona ante la noticia, no quiero que se vaya, no quiero que lo nuestro acabe, no cuando estoy siendo tan feliz a su lado.

Su hermana le sonríe aliviada por su respuesta, pero yo me siento herida y traicionada por su declaración. Me estoy convirtiendo en una mejor persona para ella y por lo visto eso no ha sido suficiente para Mina. Mi motivación para mejorar ha sido una tonta promesa que no cumplirá y aunque entiendo que quiera volver a su hogar, ¿por qué entonces ha jugado conmigo y con mis sentimientos?

—¿De verdad te irás, Mina? —digo entrando a la cocina y la veo mirarme horrorizada ante mi sorpresiva presencia.

Sé que no debería escuchar una conversación de la cual no me han pedido participar y menos escuchar, pero Mina es mi novia y decirnos todo ha sido lo que ella me ha enseñado. No deberíamos tener secretos, aunque por lo visto, yo soy la única que cree eso.

—Chaeyoung —menciona nerviosa. Ambas se miran entre sí buscando qué decir.

—Cuñada, hay cosas muy importantes que arreglar en donde vivimos —dice Nayeon buscando suavizar el ambiente.

—¿Y acaso yo no soy importante? —pregunto molesta.

—No es eso, Chaeyoung. —Se acerca a mí, pero retrocedo—. No te enojes.

—¿Cómo quieres que no me enoje, Mina? Me pediste que fuera tu novia y ahora de pronto te vas.

—Tienes razón, yo tampoco he sido la mejor novia y es claro que ahora tampoco lo estoy siendo, pero por favor escúchame. —Me mira preocupada y no me queda de otra más que asentir.

—Habla entonces.

—Alexander es el hombre que te mencioné, es aquel que mis padres querían casarme, él ha hecho una gran búsqueda por mí, y aunque no tengo nada que ver con ese hombre, quiero al menos aclarar las cosas.

—¿Y vas a volver?

—Claro que sí, Chaeyoung. —Con un movimiento rápido logra tomar mi mano y aunque forcejeo, no logro poder soltarme—. Solo serán algunos días, te lo prometo. Hablaré con mi madre y le diré que ya he formado una vida aquí y que no pienso volver.

—Mina —menciona Nayeon tomándola de brazo—. No puedes quedarte aquí, sabes que este no es tu hogar. Cleveland te espera, todos te esperamos allá.

—Hermana —exclama Mina negando con la cabeza—. Estoy bien aquí en Belhaven, puede que todavía sea reservada con la gente, pero ciertamente al lado de Chaeyoung me siento bien.

—¿Y qué pasará conmigo y con Samantha, con nuestros padres y con los abuelos? —pronuncia Nayeon con tristeza.

—Lo mismo que han hecho ustedes en estos ocho meses sin mí: seguir con su vida.

—Sabes que no fue así, por favor, regresa —ruega Nayeon.

—Yo...

—No te vayas, Mina —digo con una mezcla de emociones—. Nada me asegura que vas a volver.

Me siento vulnerable ante su mirada. Si se va, no aseguro seguir siendo la misma persona para cuando regrese. Ella va a ser mi segunda decepción amorosa, y gracias a eso por fin voy a tener que aprender —aunque de mala manera—, que el amor no es para mí. Yo la quiero y siempre voy a asegurarme de retribuir todo lo que ella hace por mí, sin embargo, si vuelve con ese hombre, si hace algo que me dañe, no podré volver a verla con el mismo amor con el que lo hago todos los días.

Ella me habrá perdido.

—Chaeyoung —menciona Mina con resignación—. Lo que pasa...

—No necesito que me expliques nada —pronuncio desviando la mirada—. Lo he escuchado todo.

—Te lo iba a decir...

—¿Segura? —la interrumpo de nuevo y ella me mira asombrada por mi actitud.

—Puede que hubiera omitido algunas cosas. —¿Puede?—, pero al final de cuentas te habría dicho todo.

—¿Qué vas hacer en Cleveland? —digo resentida.

—Hablar con él.

—¿Y después? —pregunto sin pocas esperanzas.

—Hablar con mi madre —suspira—. Es simple, Chaeyoung, aunque ciertamente no va a hacer fácil que las aguas se calmen tan rápido.

—No debes aclarar nada, Mina. Es tu vida, qué importa lo que hagas con ella.

—Eso quisiera, bonita.

¿Me ha dicho bonita? Aún así no importa lo que me diga, nada puede hacer que me sienta mejor, menos si es ella quien tendrá que verse con un hombre, al cual de por medio, es la otra parte de un matrimonio que sus padre desean y que también la sociedad no condena. Nada está a mi favor y no dudo que ella en el fondo desee algo mejor que lo que hay aquí en este pequeño y pobre pueblo.

—¿Cuándo te irás? —pregunto dolida.

—Nayeon —dice Mina mirándola.

—En dos días, hermana.

—Entonces que te vaya bien —exclamo sin ánimos.

—Chaeyoung. —Me mira arrepentida—. Solo serán por algunos días o quizás por algunas semanas, no lo sé, pero en cuanto todo vuelva a la normalidad, volveré.

—Escucha, cuñada —dice Nayeon acercándose a mí—. Sé que están en su etapa de "perdidamente enamoradas", pero tienes que entender que Mina ya tenía una vida en Cleveland y no es tan fácil escapar de un lugar donde su pasado dejó rastros.

—Eso lo entiendo, pero lo que no es sobre Alexander, ¿qué importa que te encuentre?

—Él es un hombre muy rico —comienza Mina—. Y no quiero que se entere de lo nuestro, porque de él no será posible escapar.

—¿Y qué? Siempre podemos ser el respaldo de la otra en situaciones difíciles —menciono esperanzada.

—De esta no, Chaeyoung.

—¿De verdad tienes que verlo? —Bajo la mirada.

—Sí —responde soltándome. Ella sabe lo que ha dicho y como aquello me afecta.

—Me voy.

—No me hagas esto, Chaeyoung —suplica queriendo volver a tomarme, pero la alejo con desdén.

—Entonces no me hagas esto a mí, Mina. —No espero su respuesta y voy por mis cosas.

La escucho llamarme con insistencia, pero no me detengo. En cuanto reúno mis pertenencias, voy directo a la puerta. Cegada por el enojo no miro a ninguna de las dos y salgo de la casa. El sol se encuentra en su punto más alto, todavía es de tarde y aunque no tengo ninguna necesidad y mucho menos ganas de regresar, salgo corriendo hacia mi casa.

He dejado atrás todos esos sentimientos que alguna vez tuve por Tom, ahora lo veo como lo que somos: mejores amigos. También me he mantenido atenta con Mina, entregándole la mejor parte de mí, haciendo cualquier cosa porque nuestra relación florezca y se convierta en una unión para siempre, porque ella me gusta, de verdad me gusta y todos los días quiero demostrarselo. Nunca traicionaría su confianza ni mucho menos buscaría cambiarla por nadie, es por eso que me duele el hecho de que ella vuelva hacia un hombre que quiere todo menos una amistad con ella.

Soy consciente que busca aclarar los rumores para no seguir esparciéndolos, pero ella está cayendo en la decisión de otra persona y no sobre lo que ella quiere hacer. Mina, que tanto me ha aconsejado que importa solo lo que yo piense, me hace ahora dudar sobre sus palabras y que tanto en práctica las pone ella.

Quizás solo soy yo la que busca un amor sincero entre nosotras, pero la realidad es que aún soy inexperta en esto y no sé que clase de actitudes o tratos tengan las parejas. Aunque en este punto tampoco me encuentro muy dispuesta a descubrirlo.

En cuanto vuelvo a casa, me encuentro con mi madre platicando con alguna de las vecinas de la cuadra. Todas ellas hablan con excesivos cambios de señas, gritando, señalando y frunciendo el ceño en repetidas ocasiones. Ninguna se da cuenta de mi presencia, pero puedo notar a mi madre mantenerse callada en toda la conversación. Y es en ese momento en que me detengo, apenas a un paso de tomar el picaporte de la puerta. ¿Qué hace mi madre a esta hora de la tarde en la casa?

Miro de nuevo hacia donde se encuentran todas ellas y veo su rostro inexpresivo. Tengo miedo. No entiendo por qué está aquí y tampoco quiero preguntárselo, así que entro a casa y subo a mi habitación. No parece que ella tenga algo que hablar conmigo, pues cuando ella vuelve adentro, mantiene apenas conversaciones amenas conmigo, nada relevante y mi humor acompañado con la tensión que ella desprende, me deja las horas que faltan para que termine el día, encerrada en mi habitación.

La mañana llega y por primera vez en mi vida, mi madre no me levanta. Mejor dicho, ni siquiera está en casa. Extraño, muy extraño, ella no es así. Yo soy quien cocina por las tardes, además de hacer todas las tareas domésticas, es por eso que ella siempre procura dejarme el desayuno antes de irse, pero hoy ha sido diferente. No hay nota, no hay un desayuno, no está en casa. Mi padre tampoco se encuentra, pero eso es así todas la mañanas, es por eso que su falta de presencia no me confunde.

Tal vez estoy pensando demás la cosas y en realidad solo estoy siendo paranoica. Me arreglo como siempre y como cualquier cosa que sea rápida de preparar, después parto a toda prisa hacia la escuela.

Tom junto a Anthony me interceptan en la parada de autobuses, pero no puedo evitar sentirme incómoda cuando los dos en todo el camino hablan entre susurros y risas. Incluso me atrevería a decir que parecen más cariñosos el uno con el otro.

Llegando a Orange noto a Mina en la entrada, dando forzosamente los buenos días a todos los estudiantes que se le acercan. Sé sus intenciones, pero aún estoy molesta por lo que pasó anoche, así que me engancho al brazo de Tom y me obligo a unirme a su incompleta —porque es claro que no sé de que hablan—, conversación y hacer como si en realidad no me hubiera percatado de ella.

Siento su mirada atravesarme con insistencia, pero en ningún momento me digno a verla, al contrario, justo como ayer, ignoro sus llamados. Me despido de Tom y Anthony y parto con desespero hacia mi salón. Lo bueno de todo es que Dahyun ya se encuentra adentro y en cuanto me ve, alza su mano en saludo. Ella también luce extraña hoy. Distante.

—Hola —menciona y me dedica una momentánea sonrisa.

—¿Estás bien? —pregunto mientras tomo asiento.

—Algo así —suspira.

—¿Por qué? ¿Qué sucede? —digo intrigada por su respuesta.

—Me voy a casar —declara y es inevitable que la sorpresa suba hasta mi rostro.

Es cierto, yo tampoco estoy lejos de ese destino.

—Vaya —digo pasmada—. ¿Con quién?

—Con el hijo mayor de los Phillips. —Hace una mueca—. Mis papás llevan hablando desde hace meses sobre un compromiso y por el otro lado, ellos igual parecen estar muy entusiasmados con que pase.

—¿Cómo se llama? —pregunto sin saber que decir.

—Jayden. Es muy lindo, se ha comportado como todo un caballero, así que no me he negado. Aunque no lo conozca, supongo que es lo mejor para mí. O eso es lo que dicen mis padres.

—Ya veo —pronuncio perturbada, sin querer opinar al respecto. Supongo que al final de cuentas ese es el destino para todas nosotras y solo nos queda aceptarlo.

—Buenos días, alumnos. —Me tenso cuando la voz de Mina retumba dentro de todo el salón.

—Buenos días, maestra —repetimos en unísono, y acomodándonos debidamente en nuestros asientos, es como Mina comienza a escribir el tema de hoy en el pizarrón.

No quiero mirarla porque estoy segura que nuestras miradas se encontraran, y aún no me siento lista ni siquiera para verla. Si mañana se va, es probable que hoy anuncie su ausencia en los próximos días e incluso semanas siguientes, pero muy al contrario de lo que creo, ella toda la hora se la pasa explicado sobre la "Segunda Guerra Mundial". No nos anuncia nada, ni siquiera hace un pequeño y corto comentario. Ella termina la clase como todos los días y me deja aún más confundida que al inicio.

Es claro, hoy es el día más extraño que he vivido.

—Vamos a desayunar —dice Dahyun terminando de guardar sus cosas.

—De hecho, me gustaría hablar un momento con la señorita Son —interviene Mina de repente.

Las dos nos miramos confundidas por el hecho de que se haya metido bruscamente en nuestra conversación, pero Dahyun no declara nada y me deja —desgraciadamente—, el paso libre. Sale del salón diciendo: "nos vemos en el comedor" y termina por dejarme a solas con Mina.

Una incómoda atmósfera se esparce por todo el salón al momento que la puerta se cierra. Puedo notar que hoy se ve muy diferente, más apagada. No se ve tan arreglada como otros días, incluso no lleva aretes o un buen peinado como acostumbra a tener cuando da clases. Ella se levanta de su lugar y camina hacia mí, pero yo retrocedo tomando mi mochila. Dos sillas nos separan, así que no hace el intento de volver acercarse.

—¿De que quería hablar conmigo, maestra Myoui? —digo lo más neutral que puedo.

No suelo ser indiferente con nadie, pero mirarla a los ojos me hace recordar la plática de anoche y otra vez el sentimiento de traición me invade.

—Chaeyoung...

—Señorita Son —la corrijo con cierto rencor.

—No hay nadie —menciona señalando nuestro alrededor.

—¿Y eso que tiene que ver, maestra Myoui?

—Chaeyoung. —Da un paso hacia mí, por lo que me giro dispuesta a irme, sin embargo, sus palabras me detienen y me obligan a mirarla—. Espera.

—Voy a perder el receso por su culpa. —Frunzo el ceño—. Así que por favor, no me detenga.

—Solo quiero hablar contigo.

—Hable con Alexander, seguro que a él sí le interesa saber que tiene que decir, porque a mí no.

Sí, sí estoy celosa y sí, también me estoy comportando como una niña, pero no puedo evitarlo. No quiero que se vaya y el hecho de que no le importe lo mucho que me lastima el que ella quiera hacerlo, me hace estar a la defensiva.

—No quiero pelear contigo y menos tener esta conversación aquí —pronuncia desesperada.

—Pues no parece —menciono sarcástica.

—Ven a mi casa hoy. —Niego con la cabeza—. Chaeyoung, por favor.

—No, no quiero, además seguro tiene mejores cosas que hacer hoy, como por ejemplo: hacer sus maletas. —Me cruzo de manos y en un movimiento rápido logra tomar mi brazo.

—No hagas esto más difícil. —Me sujeta con fuerza mientras me acerca a ella—. Ven a la casa.

—¿O si no qué? —pregunto desafiante, pero no me deja continuar cuando me roba un beso—. ¿Qué crees que haces? Alguien nos pudo haber visto.

—Me gustas —pronuncia, al tiempo que me suelta, para así tranquilizar el ambiente—. ¿Vendrás?

—No creo —digo aún asombrada por su acto tan atrevido. Ella no dice nada, solo me mira expectante mientras camino hacia la puerta—. Será mejor que no me haga perder el tiempo.

—No lo haré —asegura.

—Como sea. —Y con el corazón en la boca, es como por fin salgo del salón.

En cuanto las clases acaban, salgo junto con Dahyun hacia la parada de autobuses, sin embargo, en el camino un automóvil nos intercepta. Me atraganto con mi propia saliva ante la inesperada sorpresa que me causa cuando me doy cuenta que se trata del automóvil de Mina. Ella nos ofrece amablemente llevarnos a nuestra casa, pero sé que lo hace con el motivo de que sí o sí, vaya a la suya.

Dahyun dice inmediatamente que sí, y es así como las dos terminamos viajando con Mina. Obviamente primero deja a Dahyun en su casa y ella fascinada, le repite una y otra vez las gracias, Mina asiente divertida por la emoción y gratitud de ella y le termina diciendo que no es nada. Luego las dos partimos y como lo esperaba, llegamos a su casa.

—Baja —dice con suavidad al verme aferrada en el asiento.

—Esta no es mi casa —pronuncio con amargura sin mirarla.

—Bonita. —¿Otra vez ese sobrenombre?—. Vamos.

—Tienes un minuto —digo abriendo la puerta.

—Sesenta segundos son suficientes.

Ambas entramos a su casa, pero Mina ni siquiera deja que dé un paso más cuando salta sobre mí y me besa. Quiero apartarla, sin embargo, sus labios tienen el control completo de mi cuerpo y vuelve imposible no poder corresponder a ese beso tan desesperado y hambriento que me da.

Sus manos atrapan mi cintura y me lleva a tropezones hacia la sala. Me tumba sobre uno de sus sillones y vuelve a terminar sobre mí, solo para continuar besándome. Aunque mi mente está en blanco a causa de los efectos de sus besos, es en ese momento que recapacito y recuerdo que su hermana está en su casa y que las dos estamos haciendo cosas inapropiadas que podrían molestar a Nayeon.

—Mina. —Sus manos bajan hasta mis caderas y me provoca un escalofrío—. M-mina.

—Dime.

Sus labios no me dejan tan siquiera poder respirar. Me besa de una manera que me hace perder la cordura. Se supone que estoy molesta, pero sus besos y sus manos recorriendo todo mi cuerpo, hace imposible retomar de nuevo ese papel.

—Tu hermana —pronuncio con la voz temblorosa.

—Ella ya no está aquí.

—¿Qué? —digo separándome de ella.

Se relame los labios sin despegar la vista de mí y dejando un beso en mi mandíbula, se quita de encima mío.

—Lo que escuchaste —menciona con una sonrisa—. Ayer que te fuiste, no pude dejar de repetirme que estaba haciendo lo correcto, que debía irme para solucionar las cosas, pero no podía hacerlo sin con eso también te perdía.

—¿Hablas en serio? —pregunto incrédula.

—Sí, es por eso que Nayeon se fue. —Toma una de mis manos y la resguarda entre las suyas—. Aunque no está feliz con mi decisión, ha sabido entenderlo.

—Espera. —Me pongo de pie—. ¿Y que va a pasar con Alexander?

—Alexander puede seguirme buscando si eso quiere, aún así, yo no pienso casarme con él.

—Yo no quiero que te quedes a la fuerza conmigo. —Desvío la mirada—. Si es que quieres hacer tu vida con él, eres libre de hacerla.

—Chaeyoung —dice negando con la cabeza—. Lamento si te lastimé por mi decisión, quizás no fue lo más razonable que pude hacer, pero no te miento cuando te digo que me gustas y sí, si quiero estar a tu lado.

Me enternecen sus palabras, aunque todavía me encuentro con leves rastros de molestia, no quiero seguir peleando con ella. Mina ya ha decidido quedarse y sobre todo, por mí, así que no puedo pedir nada más por ahora.

—Yo también siento mucho haberme comportado tan distante contigo hoy —digo avergonzada.

—Las dos ya estamos bien, así que ya no te disculpes. —Me regresa al sillón y me abraza—. Puede que más adelante Alexander de con mi paradero, pero no te preocupes, porque yo no pienso dejarte.

—Yo tampoco, siempre estaré a tu lado.

—Puede que hayamos tenido nuestra primera pelea, Chaeyoung, pero estoy segura que tendremos mejores días. —Deja un beso en mi mejilla y entrelaza nuestras manos.

—Yo... también tengo algo que decirte, Mina.

—¿Sucedió algo? —pregunta preocupada.

—No por ahora, pero no estoy muy segura si más adelante siga siendo así.

—¿Por qué? —pregunta ahora seriamente.

—Dahyun hoy me ha dicho que se va a casar —revelo y me mira sorprendida.

—Pero aún es muy joven.

—Mi mamá se casó a los quince, así que creo que Dahyun hasta mucha suerte tuvo, de todas formas no es de ella de quien quiero hablarte —digo y la veo enarcar una ceja.

—¿De quién se trata entonces?

—Es sobre mí —suspiro con pesadez—. Faltan tres meses para que cumpla los dieciocho y mi padre dijo que podría estudiar hasta la preparatoria, solo si prometía que al terminar yo me haría cargo del taller.

—¿Por qué?

—Ya te dije que mi hermano en cuanto cumplió la mayoría de edad se fue a la ciudad, él no quería tener una vida aquí y papá teme que yo piense y haga lo mismo, para él que sus dos hijos se vayan, sería una vergüenza.

—Todavía falta un año para que eso pase, Chaeyoung, no te preocupes, ya veremos que hacer para que sigas estudiando.

—Claro que quiero ir a la universidad, aunque para alguien como yo eso está fuera de sus posibilidades, pero no es por eso que te lo digo, Mina.

—¿Entonces?

—Mi padre aceptó dejarme estudiar con otra condición.

—¿Cuál?

—Que cuando termine la escuela, deberé casarme con el hombre que él elija.

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