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• Capítulo 18 •

C.

—¿Qué está pasando aquí, Chaeyoung?

La voz no me sale, sé que nos ha visto a ambas muy juntas, pero ruego a Dios porque no haya visto lo que realmente estábamos haciendo. Mi madre se acerca a mí y deja sus cosas sobre el sofá, su ceño fruncido y ese leve tic que tiene de parpadear rápido cuando está nerviosa, me hace creer que solo está confundida por la situación y que por su mente no pasan ideas erróneas, que aunque ella no quiera creer, la verdad es que son ciertas.

Me aclaro la garganta dispuesta a contestar, pero en ese momento Mina se levanta con mucha torpeza y comienza a palpar el propio sillón. Me toma del brazo y me sobresalto, aún aturdida la ayudo a ponerse de pie. Se queja y ahora soy yo la que está confundida y es inevitable mirarla así. Lleva una de sus manos a su nariz y la presiona como si su vida dependiera de ello. Ella extiende su mano y saluda a mi madre con total naturalidad, tanto que me deja atónita.

—Ni se lo imagina —dice Mina y me atraganto. ¿Qué quiso decir con eso?

—¿Se encuentra bien? —pregunta mi madre y el ambiente pesado se dispersa.

—No, lamentablemente —comenta Mina adolorida. Asiento sin comprender, pero le sigo el juego—. Tuve un accidente por la fuerte tormenta y ya no pude seguir manejando. Las llantas de mi auto derraparon y tuve que frenar abruptamente, fue muy brusco, por lo que mi cabeza chocó contra el volante. Como estaba cerca de aquí, decidí venir a pedir ayuda. Tuve una hemorragia nasal por el golpe. Lo bueno es que me encontré con Chaeyoung y ella me ayudó a curarme.

No puedo creer lo que está diciendo Mina, o es acaso una genio o ha estado preparando esta excusa desde hace mucho tiempo para una situación así. Sea cual sea no importa, nos has sacado de este aprieto y no puedo estar más que agradecida por eso.

—¡¿Se lastimó?! —dice mi madre con gran preocupación—. Mejor vuelva a sentarse, parece que ya no está sangrando, pero no hay que tentar a la suerte.

Mina le aprieta el hombro agradecida y toma asiento, solo que esta vez en el sillón. Me da una breve mirada de complicidad y la capto al momento. Cualquier cosa que diga, yo la seguiré, en este punto solo quiero que mi madre no se entere de lo nuestro. Y al parecer funciona porque ella corre hasta la cocina para traerle un trapo húmedo. Le explica brevemente qué hacer con él en caso de que vuelva a sangrar su nariz y Mina, como toda una actriz, acepta su cuidado.

Mi madre sube a su habitación y suspiro aliviada porque gracias a Mina logramos salir ilesas de este problema.

—No te preocupes —me dice, mientras toma con rapidez mi mano y la acaricia—. Todo va a salir bien.

Asiento y me alejo de ella. Espero que tenga razón, porque no sabría cómo sobrellevar una situación así.

Tomo las cosas que mi madre ha dejado sobre el sillón y me encamino hasta su habitación. La encuentro buscando algo en su cajonera y cuando al fin lo encuentra me pide que aguarde aquí. No digo nada y lo hago con paciencia. Aún no me siento lista para hablar, pero si tengo que darle mi versión de los hechos, me inventaré una historia mejor que la de una película.

La puerta se abre y la puedo ver entrar con agitación.

—¿Dime realmente lo qué pasó? —suelta bruscamente y trago saliva ante su pregunta.

Teniendo en cuenta lo que ha pasado allá abajo, esperaba que ella no quisiera seguir con esta conversación, o al menos no por ahora, pero por lo visto, las cosas no se van a quedar así.

—Lo que te dijo Mina, mamá. Tuvo un accidente. Cuando escuché la puerta sonar pensé que era mi padre o tú que ya habían regresado a casa, pero para mi sorpresa, se trataba de Mina. Tenía la cara cubierta de sangre y me asustó muchísimo. Intenté ayudarla...

—¡Chaeyoung! —Me toma del brazo y me obliga a verla directamente a los ojos—. No me mientas.

No, no puede ser verdad. Las cosas con Mina están yendo tan bien, que no quiero que por un descuido mío las cosas se acaben. Mis manos tiemblan y mi garganta se seca. Estoy a punto de desmayarme. Ella no vio nada. Me repito eso una y otra vez. Ella no debía ver nada.

—No te miento, mamá, es la verdad. Mina y yo solo estábamos...

—Estaban así —menciona, al tiempo que hace una seña con dos de sus dedos—... de sus bocas. No me creas tonta, Chaeyoung, porque no lo soy.

—Te juro que no hacíamos nada malo.

Me suelta del brazo con tanta fuerza que caigo sobre la cama. Está completamente histérica y niega con la cabeza mientras susurra algo por lo bajo. Un nudo se forma en mi garganta, quiero llorar, pero mostrarme débil frente a ella no va a ser de su agrado y menos del mío. Sus ojos se encuentran con los míos y noto su estado. Jamás en toda mi vida la había visto tan enojada, era como si mi madre fuera otra.

—No te lo voy a repetir otra vez, así que dime la verdad, Chaeyoung. ¿Qué hacían?

Más que curiosa, parece desear con todas sus fuerzas que realmente todo sea un malentendido. Y eso es lo que le voy a hacer creer yo.

—Nunca te he mentido, mamá. Así que no sé de qué hablas, yo solo estaba atendiendo a Mina.

Suelta un suspiro de alivio y veo su rostro relajarse. Está realmente aliviada y no sé cómo tomar eso, porque en caso de que yo diera todo por Mina, nunca podría hacérselo saber a nadie, ni siquiera a mi propia madre, y eso es triste, porque desde siempre le he contado todo y me duele saber que ya no puedo seguir haciéndolo.

—Lo siento, cariño. —Me abraza, y no me queda de otra más que corresponderle—. No sé qué me ocurrió, yo sólo... creí haber visto algo.

—Mamá, Mina y yo solo estábamos sentadas en el suelo. Ella decidió sentarse ahí para no manchar el sillón. Mina es tan considerada, por lo que no entiendo tu comportamiento.

—Es el estrés —me aclara con vergüenza—. Ayer me maté buscando cómo volver a casa, pero ningún camión pasaba, así que tuve que quedarme a dormir en el centro comercial. Estaba tan desesperada por llegar, que en cuanto un auto pasó, le pedí si podía traerme. No dormí bien anoche por la preocupación de que estuvieras sola en casa y creo estar viendo cosas.

—Está bien, mamá. Tranquila.

—Perdóname, hija, sé que nunca me mientes, pero ustedes dos estaban... Olvídalo —suspira—. Iré a descansar un rato, ve a ver a la señorita Myoui y pregúntale si ya se encuentra mejor.

Ella ya no nos mirará de la misma manera desde ahora, lo sé. Mi madre no es de las que deja tan fácilmente un tema y menos abandona a las visitas, claro, a excepción de cuando surge una emergencia como tiempo atrás. Me siento nerviosa porque ella piensa que ha visto un espejismo a causa del cansancio, sin embargo, me aclara que sí nos vio besándonos. No quiero ser paranoica en mi primer día confesando que me gusta una mujer, pero tengo miedo de que ella junte las piezas y nos descubra.

—No te preocupes, mamá —le digo alejándome de ella—. Sigo sin comprender qué fue lo que viste, pero seguro que es por no dormir. Recuéstate un rato, yo iré a despedir a Mina.

—Gracias, cariño. —Me sonríe y busco irme, pero ella me toma de la mano—. No le digas nada a la señorita Myoui, no vaya hacer que piense que soy una malpensada.

—Está bien —la calmo y la ayudo a tomar asiento en la cama.

Puedo ver en su rostro las grandes ojeras que se le marcan, a diferencia de mí, ella no me ha mentido. Nuevamente me siento culpable, pero no quiero dañar a Mina y tampoco quiero que lo nuestro termine, así que en cuanto la veo acostarse, salgo del cuarto y voy directo a la sala. Mina tiene la mirada perdida, al igual que yo, ella sigue perturbada por lo que pasó. Aunque no me demuestre miedo, sé que le asusta pensar que nos ha visto besándonos.

—Ya estoy aquí —anuncio y ella se gira rápidamente para verme.

—¿Qué fue lo que te dijo? ¿Todo está bien? —Asiento y tomo lugar al lado de ella—. Es que noté que tardaron mucho.

—No te voy a mentir, Mina, porque me prometí no volver hacerlo —le susurro, aún temiendo que mi madre vuelva a encontrarnos—. Mamá sí nos vio, pero le he insistido que nada ha pasado y que no tengo idea de lo que habla.

—¡Dios! ¿Y te creyó?

—Así parece. No me gusta mentirle, siempre he sido sincera con ella, pero era necesario. Aún así, aunque parece aliviada, sé que no ha quedado del todo segura, cree que fue por el cansancio que imaginó cosas, por lo que debemos seguir haciéndole creer que así fue.

—No te preocupes, lo haré. —Me entrega el paño húmedo y se levanta—. Lo mejor será que me vaya —dice y mira por la ventana—. La tormenta ya ha bajado lo suficiente para poder regresar a casa. Y creo que lo mejor será vernos en mi casa desde ahora.

—Sí, parece que será lo mejor. Lamento que tengas que irte así, tan repentinamente, me hubiera gustado pasar toda la tarde contigo.

—Tranquila, ya nos volveremos a ver después. Cuídate.

—Igual tú.

Ambas caminamos hasta la puerta y con desesperación me toca despedirla sin ningún tipo de contacto, pero es lo mejor para las dos. Me sonríe como siempre y se marcha sin más. Procuro verla hasta el último segundo y en cuanto su auto desaparece, vuelvo adentro y corro a mi cuarto. Quería que mi confesión fuera algo para recordar siempre con amor, pero ciertamente ha sido todo lo contrario. Estoy en un dilema muy grande entre lo que creo y lo que siento. Mi madre me ha hecho pensar mucho con sus palabras sobre lo que hago con Mina.

¿Acaso Dios me perdonará por amar a otra mujer aún siendo una? Yo espero que sí, porque no pienso dejar de hacerlo.

Los días pasan, al igual que la tormenta. No pude asistir al cumpleaños de Tom, sin embargo, no ha sido por cuestiones mías y él lo ha entendido. Las clases se reanudan una semana después de estar encerrados en casa. Han sido días extraños. La situación con mi madre aún me tiene con los pelos de punta, pero me toca superarlo y ser más cuidadosa con lo que hago con Mina. Aun así, las cosas ya han pasado y el tema ha quedado en el olvido. Mi madre, como siempre, sale todos los días a su trabajo y no volverá a encontrarnos juntas. También me alegra porque Mina no volverá a mi casa y tampoco mis padres le presentarán a mi hermano. Al menos algo bueno ha salido de todo esto y espero que tampoco mi madre insista en invitarla.

Mi trabajo en el R'chester ha seguido su curso, no he tenido ningún inconveniente y tampoco —aunque muy extraño—, Tom no se ha presentado a desayunar los fines de semana como acostumbra. Siguiendo con mi vida, las cosas en la escuela se han vuelto muy cómodas. Me he hecho muy buena amiga de Dahyun, aunque ya lo éramos tiempo atrás, nunca antes me había tomado la molestia de conocerla mejor. Sin duda es una chica grandiosa.

Con Mina todo ha seguido normal, a excepción de nuestra relación. Ya no solo somos amigas o maestra y alumna, sino que también estamos desarrollando una relación afectuosa sin nombre. Realmente no sé si se podría llegar a ser algo con una mujer, como salir con ella o casarnos, sin embargo, tampoco me molesta no tener algo consolidado. Ella como siempre ha sido toda una dama conmigo. Es educada, aunque a veces parece querer comerme, pero me agrada. Me gusta que siempre esté sobre mí. De igual forma Mina suele ser mucho más comunicativa cuando está a solas conmigo y muestra todo lo que sabe con mucha dulzura, y con su boca. Según ella, si deseo aprender a besar deben ser con sus labios y no con los de nadie más.

Bastante educativo de mi parte si preguntan. Como maestra particular es muy buena.

Aunque la mayoría del tiempo no entiendo las cosas que me dice o de las que me habla con tanta pasión, es en esos momentos que recuerdo que aunque no lo parezca, somos de diferentes mundos. Ella de uno muy grande y yo, de uno muy chiquito. Mina nunca ha alardeado de nada de lo que ella posee. Es una mujer noble y humilde, con un corazón muy grande y también muy amoroso, aunque solo sea así cuando estamos entre cuatro paredes.

He estado yendo de nuevo a la casa de Mina, mi madre por lo general siempre llega muy tarde, y cuando llego a casa, solo suelo encontrar a mi padre. Él no es un hombre de muchas palabras, ni conmigo ni con nadie. Así que nunca indaga donde paso mis tardes, tampoco habla de mí con mi madre cuando estamos los tres cenando. Él no le informa nada, así que me alivia saber que por ese lado nunca saldrá nada de su parte.

Mina ha retomado la lectura del libro que le regalé, siempre tiene ese aura de no estar muy convencida al leerlo, y sigo sin entender muy bien por qué. No quiero obligarla a hacer nada que ella no quiera, pero me ha hecho prometerle que voy a mejorar mi escritura y mi forma de leer a cambio de que ella me lea el libro, y ambas lo hemos cumplido al pie de la letra. Aunque ahora también le ha sumado el que mejore en la escuela. A veces suelo decirle que comienza a parecerse a mi madre, pero ella me besa y me repite que una madre no haría eso y comienzan de nuevo esas sesiones de besos y caricias que me gustan, tanto así que al final termino cediendo a todo lo que me pide.

Ambas hemos estado de acuerdo en seguir con mucha discreción lo nuestro. No mentiré diciendo que no me molesta tener que escondernos cuando otras personas pueden llevar sus relaciones con tanta naturalidad en la calle, y aunque Mina me ha explicado que no es muy común ver a dos mujeres o a dos hombre besándose, que por supuesto sí hay personas como nosotras, pero que por nuestra sociedad conservadora han tenido que esconderse. Yo aún me siento nueva con respecto a todos estos temas, pues nunca nadie me ha hablado de la homosexualidad. Además del hecho de que debemos aborrecerla.

No he vuelto a la iglesia desde que comencé a trabajar, pues los sábados y los domingos por las mañanas son las misas y es en esos horarios donde todavía estoy en el R'chester. Aún así, sigo profesando fielmente mi fe en Dios. No creo que él odie a las personas que solo se fijan en el amor y no en su género, pero cuando escucho lo que dicen los religiosos o cuando hablan mis padres o compañeros de la escuela sobre esa "aberración del diablo", me cuesta volver a pensar lo mismo, sin embargo, Mina siempre está ahí para respetar mi devoción a la iglesia y también para hacerme volver a ver, que no es malo amar.

La tormenta junto a la nieve densa y el frío abismal al fin han desaparecido, los días ahora son más agradables. La mañana es fresca y alegre, y es inevitable llegar a casa de Mina con este buen humor. Hoy es sábado y nada me apetece más que salir del trabajo para verla. Traigo conmigo la tarta de fresas que tanto le gusta, y espero que con eso, además de mi presencia, le contagie el mismo humor que tengo yo.

Abro el pequeño portón del patio y me encamino hasta la entrada, apenas llamo a la puerta, la presencia de Mina se hace presente.

—Hola —le digo al verla. Ella me espera con una sonrisa igual de grande que la mía.

Me invita a pasar, así que tímidamente lo hago. Apenas doy un paso dentro de la casa, Mina cierra la puerta y se abalanza sobre mí. Me besa con tanta pasión, que siento como mi cuerpo tiembla bajo los efectos de sus labios. Me separo de ella con un fuerte rubor, porque aunque soy fanática de sus besos, aún me siento tímida haciendo este tipo de cosas con ella.

—Te traje esto —exclamo entregándole la pequeña caja—. Creí que te gustaría comer algo de tarta. Y que mejor que tu favorita.

—Eres un amor. —Me da un casto beso y lo toma agradecida—. Como siempre aciertas muy bien.

—¿Qué hacías?

—Estaba pensando en lo que me dijiste la última vez —menciona Mina mientras camina hacia la cocina, y yo apresurada la sigo.

—¿En que la gallina vino antes que el huevo?

—No —ríe—. Hablo sobre comprar una televisión.

—¿Esas cosas no son muy caras?

—Sí, lo son, pero me molesta el hecho de que nunca hayas visto una película de romance. Y si está en mis posibilidades, voy a encargarme de que eso no siga así.

Abre una gaveta donde saca dos platos de cerámica. Corta dos trozos de tarta y me entrega una rebanada.

—Mina, yo solo te hice un comentario, no es para que compres una televisión.

—Ya lo sé, Chaeyoung, pero tampoco puedo invitarte al autocine a ver una. Tú también sabes que el hecho de que la gente sepa que soy maestra de Orange, interfiere mucho en nuestras salidas fuera de la casa.

—Pero no me molesta, de verdad. Tal vez algún día podamos ver una película juntas.

—No quiero esperar.

La sigo hasta la sala y ahí nos sentamos en sus hermosos muebles blancos. Me encanta pasar tiempo con Mina, y más porque hablar con ella me resulta muy fácil, sin embargo, no me agrada que ella quiera gastar su dinero en mí cuando bien puede utilizarlo en algo más, aunque para mi mala fortuna Mina no es una mujer que ceda fácil y sé que ante todo buscará convencerme.

—Es en serio, Chaeyoung. Si tenemos una televisión podremos ver las películas que queramos, además —alarga su oración con una sonrisa—, puedes conocer otros lugares sin la necesidad de salir de casa. Créeme, te va a gustar que tenga una.

Mina sabe mi amor por conocer el mundo exterior fuera de Belhaven. Y es verdad, se escucha muy tentadora su propuesta, pero seguiré firme ante mi decisión, sobre todo porque no quiero que Mina siga gastando su dinero en mí.

—Mina, olvida lo que te dije. Cualquier día puedo ir a ver una película de romance.

—No, yo quiero que tu primera vez sea conmigo.

—No voy a seguir hablando de ese tema, mejor termina de leerme el capítulo en donde te quedaste la última vez, que estoy ansiosa de saber que va a pasar.

—De acuerdo. —Rueda los ojos—, pero no me harás cambiar de opinión. —Se levanta del mueble y sube a su habitación. En cuanto la veo regresar, trae consigo otros dos libros.

—¿Y eso? —digo señalando lo que trae—. ¿Me vas a hacer un maratón de lectura? —pregunto con burla.

—Para tu desgracia, no —menciona riendo y toma asiento al lado mío—. El profesor Adam me los prestó. Mañana se los voy a devolver.

—¿Y por qué lo hizo? —Todo el buen humor que tenía desapareció dentro de mí al escucharla decir eso.

—Le comenté que estaba buscando leer otro tipo de libros, y me prestó estos.

Miro una de las portadas y noto en la tapa a una mujer con vendas en los ojos, en el otro libro hay un hombre en frente de una casa vieja. Aún así, no me convence mucho el hecho de que ella hable con él. Aunque sé que por su trabajo tiene que hacerlo, no puedo evitar otra cosa más que sentirme molesta.

—¿Te molesta que lo haya hecho? —pronuncia sugerente, al tiempo que me mira con una ceja alzada—. No estarás celosa, ¿o sí?

—No, solo quería saber.

—Estas celosa —dice riendo y la miro con desagrado.

—¡Claro que no!

—Claro que sí.

Deja el plato sobre la mesa de noche y se acerca a mí. Niego con la cabeza en cuanto veo sus intenciones de besarme. ¿Cómo puede decir que yo estoy celosa? Molesta tal vez sí, pero si cree que con un beso me va a hacer sentir mejor, está muy equivocada.

—Basta —le digo cuando intenta tomarme del rostro—. Mina, detente, vas hacer que tire la tarta.

—Pues déjala en la mesa.

—No, porque si lo hago me vas a besar.

—Exactamente por eso es que debes dejarla en la mesa.

A forcejones logra quitarme el plato, pero tan rápido como lo hace, lleva sus manos a mi abdomen y comienza a hacerme cosquillas. ¿Dónde han quedado los besos? Ella pega su mejilla contra la mía y sigue haciéndome cosquillas hasta hacerme llorar. No importa cuanto grite que pare, nada hace que Mina deje de hacerlo.

—¡Detente, Mina!

—No quiero. —Me pega más a ella y sus manos se deslizan por mi cuerpo haciéndome perder el habla—. Esto es para que no vuelvas a negarme un beso y menos ponerte celosa.

—Está bien, está bien. —Me hace falta el aire—. ¡Mina!

—¿Entendiste?

—¡Lo entendí! —grito agitada y ella por fin se detiene. Poco a poco voy recuperando el aliento—. Eres malvada. Casi me matas.

—Pero no lo hice.

—Ajá —exclamo con falsa molestia. De nuevo Mina me ha regresado el buen humor. Como siempre ella gana en todo.

—Dame el beso que me negaste —pide y me acerco a su boca para hacerlo—. Dame otro. —La beso de nuevo—. Ahora dame muchos.

—Ya me tengo que ir, Mina. Y ahora por tu culpa no sabré lo que pasó en el capítulo de hoy.

—Quédate y te lo leeré.

—Déjame ir —exclamo cuando sus manos se aferran a mi cintura—. Suéltame.

—Primero los besos.

—Me estás privando de la libertad, te voy a demandar.

—¿Qué? —menciona entre confundida y divertida. Mi chiste agrio por lo visto la ha asustado.

—De verdad, Mina, me tengo que ir. —Beso su mejilla y ella por fin rompe el contacto—. Vendré el lunes. Sabes que los domingos no puedo, ese día no trabaja mi mamá.

—Está bien. —Me toma de la mano y me encamina hasta la puerta.

Puedo notar su cambio de humor. A excepción del mío antes, ella parece estar triste porque me voy, y no está para más, porque yo estoy igual. Quiero estar más tiempo con ella, pero no quiero generar sospechas de donde paso todas mis tardes después de la escuela e incluso después del trabajo. Sé que mi padre no me preguntará al respecto, pero tampoco quiero que lo termine haciendo. Lo mejor es prevenir.

—Adiós —le digo estirándome para poder darle un beso en los labios. Ella ríe porque me he puesto de puntillas, pero la ignoro.

—Ve con cuidado.

—Eso hare.

Me devuelve el beso y después de unos segundos por fin salgo de su casa. Hoy ha sido un día magnífico y espero repetirlo pronto.

Mis tardes son completamente de Mina y mis pensamientos también. No cabe duda que cada día que pasa, más me gusta. Siempre creí que eso solo lo sentiría con Tom, y aunque todavía lo pienso, es cierto que la emoción que me genera Mina, sobrepasa cualquier cosa que alguna vez sentí por él. Mina es quien me gusta, y adoro saber que yo también le gusto a ella. Es como si hubiera nacido solo para estar conmigo y yo, que soy una tonta enamoradiza, he caído por completo ante sus encantos. No sé que ha visto en mí, cuando es obvio que es capaz de tener a cualquier persona a sus pies, pero buscaré que su corazón siempre me pertenezca. Así como ella lo logró conmigo.

En cuanto llego a casa veo a mi padre tomando una cerveza mientras escucha en su radio las noticias. Lo saludo y voy directamente a mi cuarto, falta poco para que mi madre llegue así que tomo un baño rápido. La hora de la cena llega, así que preparo la mesa, al finalizar todos comemos en silencio y una vez que termino, me voy directo a la cama.

No puedo dormir por más que lo intento, mi cabeza todavía está asimilando mi tarde con Mina junto a todo lo que sucedió en apenas dos semanas. Las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina y estoy ansiosa de pasarlas al lado de Mina, aunque sé que será difícil convencer a mi madre de pasar la navidad y el Año Nuevo sin ellos, lo conseguiré. Quiero pasar estas fechas tan importantes con ella y no sé, quizás las cosas se pongan interesantes. Tomando en cuenta que ahora estamos en esta extraña relación donde nos tenemos mucha confianza, me dejaré guiar por ella en este nuevo mundo.

Recuerden votar y seguirme, se los agradecería mucho. Besos.

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