Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29: Caleb

Y sí, la cosa del pastel era cierta.

Cuando Caleb entró a la casa, vio a la gente reunida alrededor de una mesa que antes no había estado ahí. ¿Cuánto tiempo había estado afuera?

Las expresiones en el rostro del hermano de Emma fueron algo cómico de ver mientras su madre le hacía partir el pastel. Caleb pensó que el muchacho se avergonzaría, o que la gente se burlaría, pero no pasó ni lo uno ni lo otro. Jamie le dio un abrazo de oso a su mamá y se le pudo entender la palabra "gracias" a la distancia. Por otro lado, las personas alrededor gritaron con emoción cuando la Señora de la casa preguntó: "¿Quién quiere pastel?" con una enorme sonrisa en el rostro.

Caleb se descubrió a sí mismo sonriendo de oreja a oreja. Aquello, lo del pastel, le había parecido un lindo gesto, más que nada por la demostración de afecto entre el anfitrión de la fiesta y su madre, ahora también uniéndoseles Emma. Ni siquiera se dio cuenta cuando se fue de su lado.

Momento después, ella volvió, con un trozo de pastel en la mano. Cuando se acercó, Caleb vio que no era uno, sino dos; uno encima del otro. Él reaccionó de inmediato, tomando los dos platillos para que Emma pudiera caminar más cómoda. Ambos llegando hacia un par de sillas en la pared.

―Te ayudo ―ofreció él automáticamente.

―No te preocupes ―respondió Emma de inmediato, sentándose sin mucho esfuerzo, dándole una sonrisa al muchacho parado frente a ella.

Caleb respondió al gesto con uno igual, entregándole el platillo que le correspondía y luego tomando asiento.

―Está muy bueno ―comentó él, porque sí, estaba delicioso. La textura, la suavidad, el sabor... ¿Sería un pastel caro?

―Demasiado ―contestó Emma.

Caleb la vio engullir un pequeño bocado y, por un momento, notó un destello en sus ojos, como el de una niña pequeña emocionada por el postre en sus manos, y eso le causó cierta ternura. Emma era diferente a otras chicas que había conocido, y vaya, que la frase ya estaba trillada y, apostaba que si se lo decía, ella no le creería. Pero era lo que él pensaba. Solo bastaba mirarla, hablarle...

―¿Qué?

Caleb despertó de su pequeño trance. No se había dado cuenta de que ahora ella lo miraba con una pequeña sonrisa mostrándose entre sus labios, los cuales se veían muy suaves.

―Nada ―respondió él, agachando la mirada.

―¿Tengo algo en la cara?

Él negó con la cabeza sin levantar la mirada por miedo a encontrarse con los ojos amielados de la chica a su lado. Por un momento esa mirada lo había hecho sentir desnudo.

Comenzó a reírse por lo bajo; En serio estaba siendo patético. Dios, acababa de conocer a esa chica y ya tenía toda esta clase de cosas en su cabeza. Se dijo a sí mismo que aquel rebullicio mental se debía a la ausencia de chicas en su vida por tanto tiempo, para ahora venir a conocer a una chica bonita. Sí, seguro que era eso.

―Okey... ―La escuchó decir. Caleb levantó la cara hacia ella―. No te enojes, pero eres algo extraño.

Y se avergonzó, tanto como hace mucho no hacía. Debería prestar más atención a cuando se reía como un idiota. Su piel era medio tostada, pero no lo suficiente como para esconder el rubor que se asentaba en su rostro cuando la timidez se apoderaba de él.

―Lo siento ―se escuchó decir. ¿Lo sentía? Dios, Caleb, pudiste hacerlo mejor que eso.

Emma soltó una risita mientras fruncía un poco el ceño, y aquel sonido hizo que él se relajara. Caleb también comenzó a reírse, sintiéndose estúpido ahora, pero ver a Emma reírse también hacía que no le importara. No mucho.

―¿De qué te ríes? ―cuestionó él, divertido.

―No sé ―respondió Emma, riéndose aún.

Pronto los dos fueron presos de un leve ataque de risa cuya razón ninguno podía explicar. ¿Esto estaba realmente pasando?

Emma terminó de reírse haciendo el amago de limpiarse una lágrima, y es que la luz había vuelto a apagarse un poco y Caleb ya no podía distinguir bien sus ojos.

―¿Qué pensarán los demás? ―dijo Emma, más para ella misma.

―Y... ¿te importa?

Caleb la miró fijamente, esperando que ella le devolviera la mirada, y cuando lo hizo, se la mantuvo unos segundos antes de responder.

―En realidad no ―dijo ella, restándole importancia, sumando una pequeña sonrisa formada solo por sus labios luego de meterse a la boca el último trozo de pastel.

Caleb terminó el suyo y se puso de pie con la intención de llevar los platillos a la cocina. No había notado que la mayoría de personas habían recibido su parte del pastel en platos desechables, pero él y Emma tenían platillos de porcelana y cucharas de plata (o eso parecían).

Emma le entregó la pieza de vajilla indicándole por dónde estaba la cocina, y Caleb asintió, aunque él ya conocía dicho lugar.

Viéndolo todo con más detenimiento, no parecía haber demasiada diferencia en sus estilos de vida. La casa de Emma era efectivamente un poco más grande, pero no era una mansión ni nada por el estilo. Esto hizo sentir un poco más tranquilo a Caleb, imaginándose que, si ella fuera a su casa, no se debería sentir tan fuera de lugar, más que por el tamaño y ciertos objetos en las decoraciones. Un momento, ¿llevarla a su casa?

Caleb se detuvo frente al barril de la bebida y se sirvió un vaso. Lo bebió rápidamente y, ¡carajo!, le quemó hasta el hígado. Qué mierdas...

Dudaba que la Señora hubiese aprobado esa bebida. Tal vez alguien la adulteró, pero... saboreándolo mejor, se sentía bien y sabía igual.

Sirvió otro vaso para él y sirvió uno para Emma. No sabía si ella querría, pero ya había decidido no volver a pensar demasiado. Esta noche, su mente le estaba haciendo unas jugadas medio raras envueltas en demasiada fantasía.

Antes de que pudiera llegar a la silla a lado de donde lo esperaba Emma, fue interceptado por la pelirroja, la tal Penny. Detrás de ella venía Louis, con una cara de tonto y, ¿sudor en el cuello? ¿Qué había estado haciendo? No habría estado bailando con ella toda la noche... ¿oh sí?

―¿Dónde está Emma? ―preguntó Penny, hablando muy alto y rápido.

Caleb se dio la vuelta para mostrarles, pero Emma ya se estaba poniendo de pie. Él le extendió el vaso con la bebida de inmediato y ella lo tomó, afirmando su peso en las muletas antes de beber.

―Vamos a jugar a...

―Uou ―interrumpió Emma a Penny, con una mueca en su rostro―, ¿qué tiene esto?

Caleb se avergonzó un poco, así que fingió no haber bebido nada y pretendió oler el vaso, luego le dio un pequeño sorbo a la bebida, haciendo una mueca al final.

―Vaya... está fuerte.

Caleb siguió la mirada de Emma hacia Penny. La pelirroja sonreía como si se disculpara de algo; estaba intimidándose. Eso no lo entendía muy bien, pero lo que sí entendía era la expresión en el rostro de Louis. Caleb entrecerró los ojos y el rubio desvió la mirada mientras escondía una sonrisa. Oh, no...

―¿Ustedes...? ―comenzó Emma, pero Sara apareció por detrás, tomándola del brazo.

―¿Por qué se tardan tanto? ―les cuestionaba Sara, entre sonrisa y sonrisa, también tenía algo de sudor (apenas se notaba) en el cuello de su blusa. Caleb se preguntó por qué motivo ella no se quitaría la chaqueta. ¿No le molestaba si sentía calor?

―Sí, vamos ―le escuchó decir a Louis.

Antes de que dijera algo, estaba siendo arrastrado al centro de la sala. Emma le dio una mirada de incertidumbre y un leve encogimiento de hombros.

―¿Cuál es el juego? ―le preguntó a Louis, pero no hizo falta que respondiera.

Sara tomó asiento en el suelo, con mucho cuidado debido a su minifalda, con las piernas dobladas a un lado y poniendo por encima un cojín. Penny y Louis ayudaron a Emma hacer lo mismo antes de ellos unirse al círculo de personas. En un conteo rápido, Caleb concluyó que había once personas como máximo.

Quiso sentarse junto a Emma, pero su hermano se adelantó. Ella pareció dar la impresión de disculparse con la mirada. Caleb solo sonrió; No había problema. ¿No lo había?

Rodeó el círculo, quedando casi al frente de Emma. No le molestaba el juego de la botella, pero en esta ocasión, se sentía algo ansioso. ¿Y si le tocaba con Emma?

Tomó una respiración profunda. Ya se había dispuesto a no pensar tanto, pero como que el plan no estaba funcionando del todo bien.

Y la botella giró, a manos de una muchacha de rizos castaños.

Las reglas del juego eran simples. Verdad o desafío. Escogía el que señalaba la punta de la botella y, en caso de escoger verdad, la pregunta la hacía el que señalaba el otro extremo, y en caso de escoger desafío, éste lo decidía el que había hecho girar la botella.

El objeto se detuvo señalando primero a Sara y a la chica que estaba al lado de Caleb. Rayos, tuvo que aceptar que por unos segundos contuvo la respiración.

Sara escogió verdad y así todos se enteraron que le tenía pavor a los sapos o ranas. Caleb pensó que no era la gran cosa, pero en realidad, era la ansiedad creciente en su interior la que hablaba.

Fueron formándose parejas donde la mayoría escogía verdad, excepto el hermano de Emma, quien fue emparejado con un tipo de cabello negro, y, extrañamente, escogió desafío, aunque parecía haberle costado decidirse. Eso, y las miradas que intercambiaba con Emma. Como Penny había sido la seleccionada anterior, en esta ocasión fue ella quien había girado la botella, y Caleb notó la mirada entre apenada y decepcionada que le dio a Emma, algo que él no entendió, aunque trató. El reto fue cantar un dueto. La canción era Telephone, de Lady Gaga.

Caleb conocía la canción, pero no la letra, sin embargo, no importaba, porque ambos muchachos tampoco la conocían, por lo que la sala fue inundada por tarareos en alta voz. Penny les hizo saber lo decepcionada que estaba por no saberse la letra, sin embargo, al final los felicitó.

Jamie era el siguiente en girar la botella, y cuando lo hizo, todos soltaron un bufido por el débil impulso que le dio. La botella se detuvo muy rápido y la boca señalaba a Emma, del otro extremo, apuntaba el pequeño espacio entre Caleb y la chica a su lado.

Y Caleb medio sonrió, para disimular que estaba conteniendo el aire. La ansiedad estaba en su punto. Era eso lo que había estado esperando. Se había imaginado qué podría pasar si la botella los emparejaba, pero la decepción llegó cuando todos gritaron los nombres de Emma y la otra chica, llamada Jasmine. Algunos continuaban debatiéndose sobre a quién señalaba la botella, pero las voces fueron acalladas cuando esta chica, Jasmine, se arrastró hacia adelante y acomodó la botella de tal modo que quedaba señalando a Emma y a Caleb.

Caleb soltó el aire disimuladamente, encogiéndose de hombre frente a Emma. Ella le devolvió el gesto, como si no supiera lo que estaba pasando.

―¿Verdad o desafío? ―la interrogó su hermano, de inmediato.

Caleb había esperado que se interpusieran a la infracción que había cometido la otra muchacha, pero para su pequeña sorpresa, una gran parte de personas, dentro del círculo y fuera de éste, vitoreaban el desafío, incluyendo a Louis, mientras los que apoyaban la verdad casi no se hacían escuchar. Antes de que pudiera seguir cuestionado la situación o haciéndose ideas, la voz de Emma captó toda su atención cuando ella dijo:

―Desafío.

Caleb estudió su mirada, ya no estaba el destello de la niña, sino el de una mujer decidida. ¿Qué significaba eso?

Se sintió cohibido. Cuando miró a Louis, este se encogió de hombros de manera divertida. Sara permanecía con una sonrisa en la boca entre-abierta espectando todo. Luego de recorrer un par más de rostros, se detuvo en el hermano de Emma, él tenía la decisión final, y, tuvo que reconocer, que una parte de él esperaba que decidiera algo que le gustara. Como un...

―Beso ―decretó Jamie.

Caleb alzó las cejas. ¡Carajo! ¿Qué hacía ahora? Le sudaban las manos. Dios, era solo un beso. ¡Mierda!

―Bueno, un piquito ―cambió de opinión el muchacho, y Caleb se sintió algo defraudado. Dios, ¿qué le estaba pasando?

Emma miraba firmemente a su hermano, quizás por eso había cambiado el desafío.

―Con una mordidita ―finalizó el muchacho, y se cruzó de brazos, sin mirar a su hermana, esperando la ejecución, igual que todos.

Puta madre...

Pero no era un cobarde.

No era su primer beso.

Solo era un piquito.

Además, esta chica le gustaba, y ya había tenido el pensamiento de querer besarla, solo que no pensó que sería justo esta noche.

En vista de que Emma no se movía ―y era obvio, por su estado―, Caleb se levantó sobre sus rodillas y se acercó a ella gateando, escuchando los murmullos a su alrededor.

Se detuvo justo frente al rostro de Emma, viéndola más de cerca, sintiendo cómo de fácil era perderse en esos ojos amielados. Eran más hermosos con la cercanía.

Sintió ganas de reírse. Esta noche sí que sería inolvidable. La noche en la que se sintió en una fantasía típica de Disney.

Vio a Emma relamerse los labios con delicadeza y él hizo lo mismo, por inercia, decidiendo contar hasta tres antes de hacerlo. Piquito, y... ¿había dicho mordidita?

Antes de que pudiera siquiera parpadear, Emma ya se había adelantado y había acortado la distancia entre sus rostros. Sus labios estaban algo tibios y suaves al simple contacto, acompañados por su cálida respiración chocando contra la cara de Caleb, y esta pequeña acción lo hizo cerrar los ojos de inmediato.

Se sintió preso de su cuerpo, ya que no pudo moverse, o mover su boca para lo que se decía que debía hacer. Sintió a Emma darle una ligera mordidita en su labio inferior y luego el aire frío lo golpeó suavemente en el rostro.

Caleb abrió los ojos, desorbitado, y lo primero que vio fue a Emma sonrojada frente a él. Todo lo demás se volvió secundario. No le importaba si alguien hablaba o no. Él solo la miraba a ella.

¿Qué, carajos, había, pasado?


Queridos lectores: Gracias por tener mi novela en sus bibliotecas y esperar sus actualizaciones. :) Aprecio mucho su apoyo. Espero este capítulo les haya gustado. Me ayudarían mucho si recomendaran la novela, o dejaran sus votos al finalizar el capítulo.

Emma y Caleb... ¿Hacia dónde seguirá todo ahora? xD ¿Han jugado la botella? ¿Cómo fue? :c ¡Hasta la próxima!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro