Capítulo 27: Emma
Penny no había dejado de insistir en ir a la peluquería, por lo que la cita quedó hecha para el sábado por la mañana.
Al bajar del taxi, Emma vio a Jasmine en la vereda. Al parecer, venía de algún lugar y traía varios frascos en los brazos. Llevaba su mandil negro y el pelo, ahora plateado, suelto sobre sus hombros.
―Hey ―les saludó ella con una sonrisa cuando se acercaron.
―Hola ―respondieron las dos. Penny, con una gran sonrisa mientras miraba la parte frontal del local.
―¿Cómo estás? ―le preguntó Emma.
―Ahí ―respondió Jasmine con una mueca divertida―. Hay una boda hoy y es un caos...
―Oh ―Emma se lamentó, quizás no podrían atenderlas―. Lo siento, podemos volver después si...
―Nonono. Está bien. Entren.
Emma intercambió una mirada con Penny antes de que ambas siguieran a la chica del cabello plateado dentro del lugar.
Efectivamente era un caos. Había gente yendo de aquí para allá. Unas siete chicas estaban distribuidas en una hilera de sillas y todas tenían algo en el cabello; toalla, o papel aluminio, o en la silla con el secador de pelo.
―Por aquí ―les llamó Jasmine.
Las llevó al mismo sitio del otro lado donde a Emma le pintaron el pelo.
―Tú vas a pintarte ¿verdad? ―confirmó con Penny.
―Claro que sí.
―Bien ―se alejó Jasmine, volteándose para darles un sonrisa de disculpa―. Ya vuelvo.
―¿Estás nerviosa? ―le preguntó Penny a Emma, sentada a su lado, justo en el mismo par de asientos donde habían estado Jamie y Santiago.
―Solo me voy a pintar las uñas ―respondió Emma con una media sonrisa.
Penny meneó las manos.
―Bueno, ¿estuviste nerviosa cuando te pintaste?
―Ah, pues... algo. ¿Por qué? ¿Lo estás?
―Un poquito. Quedaré como un Pokémon.
Emma se rió.
―Se te verá bien ―le animó―. Ya verás.
Penny tomó una respiración profunda, como si se preparara psicológicamente para el cambio. O eso pensó Emma, sintiéndose identificada con la sensación.
―Bien ―regresó Jasmine―, ven.
Penny tomó asiento en la silla que tenía un lavabo en la cabecera, donde le lavarían el cabello y empezaría todo el proceso.
―¿Te molestaría... ―Emma levantó la mirada cuando escuchó a Jasmine― esperar un poquito? Es que las chicas allá...
―No, no importa ―respondió―. Total, vamos a demorar aquí.
Jasmine le dio una sonrisa de agradecimiento. Total, Emma solo iba a hacerse la manicure. Podía esperar.
―Mientras ―se puso de pie, más sencillo ahora, aunque aun confiando en las muletas como dos extremidades más― iré por una soda.
―¿A dónde vas? ―le preguntó Penny, mirando al techo mientras Jasmine le masajeaba el cuero cabelludo antes de ponerle el shampoo.
―Cuando veníamos vi una tienda acá a la vuelta. ¿Quieres algo?
―Lo que tú compres ―dijo Penny―. Dejame alcanzar mi bolsillo y...
―No, deja. Después me das.
―Bueno. Y Emma ―la aludida se dio la vuelta antes de cruzar el umbral que la llevaba al lado del local donde estaba la entrada y salida―, ten cuidado por fa. No quiero salir corriendo con media cabeza tinturada porque te caíste por ahí.
Emma se rió, viendo a Penny y Jasmine sonreír. Era más fácil de ese modo, y le gustaba no tener que lidiar con la tensión de su accidente con Penny.
Salió del local, encontrándose con Santiago. Él estaba parqueando su moto y saltó justo a la vereda cuando la vio.
―¿La hermana de JayJay?
Emma alzó una ceja.
―¿JayJay?
―Jamie ―sonrió él―. Lo siento. Es por la primera letra, en inglés... olvídalo. Hola.
Emma soltó una risita.
―Hola.
―¿Cómo vas? ¿Vienes por otro cambio?
―No en realidad ―contestó ella. Era imposible ignorar la sonrisa del muchacho frente a ella, y se descubrió a sí misma sonriendo por inercia―. Es por una amiga.
―Oh, ya veo. ¿Y ya te vas?
―No. Recién llegamos. Voy acá a comprar...
―Bueno ―Santiago miró en la dirección que Emma le había señalado y luego volvió a ella―, ¿quieres que te acompañe?
Emma iba a preguntar si su oferta era porque estaba en muletas, pero eso sería una reacción un tanto boba y paranoica. Además, no le vendría mal algo de compañía. No cuando tenía que asegurar su asistencia a una fiesta en la que él debía estar.
―Claro, por qué no ―sonrió.
Santiago caminó a su lado por la vereda, hablándole de cómo le iba en la Universidad y de cómo estaba ahorrando para comprarse otra moto.
―¿Qué pasa con esa? ―cuestionó ella, señalando la moto que dejó parqueada atrás.
―¿Esa? Es prestada. Del trabajo.
Santiago metió las manos en sus bolsillos mientras se explicaba. Emma no pudo evitar soltar su siguiente pregunta.
―Y, ¿por qué no un auto?
Santiago la miró con una expresión divertida.
―Soy repartidor ―contestó él, pestañeando―. Aunque pudiera pagar la entrada, no hay garantía de que pueda pagarlo todo. ―Suspiró.
―Oh, no quise...
―No, no te preocupes. Yo también quisiera un auto.
―¿Tienes licencia?
―Sip.
―Oye ―Emma vio la oportunidad―. Hablando de autos, ¿tienes algo que hacer más tarde?
Santiago miró al suelo, algo extrañado. Quizás no había sido la mejor forma de sacar el tema. Santiago ya sabía de la fiesta, pero no estaba de más confirmar que iría, o, mejor dicho, cerciorarse de que iría.
―Pues, una que otra cosa por aquí y por allá, ¿Por qué?
Emma lo miró y levantó un poco la ceja.
―JayJay ―dijo, sintiéndose algo extraña con el apodo.
―Oh, la ¿fiesta? Es hoy, ¿verdad?
Emma asintió.
―¿Conoces mi casa?
―En realidad no.
Ambos se rieron. Emma le dio la dirección y Santiago la anotó en una libreta que llevaba en su bolsillo trasero.
―Te estaremos esperando ―le dijo ella con una sonrisa que, se suponía, debía dar lástima.
Santiago no dijo nada, solo sonrió con un leve asentimiento.
Regresaron luego de comprar dos gaseosas y un helado para Santiago. El camino era relativamente corto, pero Emma caminaba a paso de tortuga, aprovechando el momento para conocer más al Crush de su hermano. Podía entender por qué a Jamie le gustaba. Incluso, el olor del muchacho era agradable. Y el color negro le quedaba muy bien. Su pelo revuelto le daba un aspecto rebelde, acompañado con su sonrisa pícara, mientras le terminaba de contar sobre sus planes y el uso que quería darles a sus ahorros.
―JayJay te quiere mucho ―le dijo él, para su sorpresa, cambiando el tema que mantenían sobre fiestas y disfraces que habían usado en el pasado. Llevaban unos minutos de pie frente a la peluquería.
―Lo sé ―contestó ella―. ¿Por qué? ¿Te ha dicho algo?
Él sonrió.
―De hecho, hubo una competencia o algo tuyo, y él te quería comprar algo.
Emma sintió una piedra caerle en el estómago.
―¿Competencia? ―trató de sonar casual, apenas lográndolo.
―Sí. De baile creo... ―Santiago se detuvo y la miró, disimuladamente mirando rápido sus muletas y, por su expresión, Emma podía deducir que él acababa de atar cabos. Él cambió su semblante relajado a uno más preocupado―. Oh, yo, lo siento. No debí...
―No ―Emma sonrió―. No te preocupes. Si alguien más vuelve a tratarme como si me hubiese casi muerto, voy a golpear a ese alguien.
Santiago sonrió y Emma lo vio relajar su frente.
―A veces soy muy bocón ―dijo él. Emma agradeció mentalmente que no se hubiese disculpado otra vez―. ¿Quieres? ―le ofreció helado―. Señal de paz.
Emma soltó una risita.
―Estamos en paz ―le dijo, negando levemente, luego sintió curiosidad―. ¿Qué me compró Jamie?
Santiago se volteó hacia la peluquería, pocas personas pasaban a su lado, luego volvió su mirada a Emma.
―Bueno ―él meneó la cabeza―. No pudimos comprar. Ese día lo llamaron y lo llevé al... ―Santiago hizo una mueca―. Al hospital.
Él bajó la mirada. Emma se dio cuenta que desconocía muchos detalles de ese día. ¿Dónde habían estado su madre y hermano cuando ocurrió? Tragó saliva y sonrió.
―Oye, eso ya fue hace mucho. No te apenes.
Santiago le dio una pequeña sonrisa. Se notaba que lo estaba incomodando, pero ella realmente quería saber.
―¿Tú lo llevaste a comprar? ―insistió Emma.
―Aja. Él me llamó para que le hiciera el favor.
―¿En serio?
Emma notaba que Jamie se intimidaba mucho con Santiago. Para sus adentros, se sintió orgullosa. Debió costarle mucho a su hermano hacer lo que hizo. Al menos algo bueno pasó ese día. Quizás debería aferrarse a eso cada que pensara en lo que le ocurrió.
―Sip. Y, por cierto, es medio extraño.
Emma borró su sonrisa.
―¿A... qué te refieres?
―Bueno... Le dan miedo las motos.
Emma sonrió con alivio.
―¿Y eso te parece extraño?
Santiago se rio.
―Algo. Es que ―volvió a reír―, íbamos en una curva, y creo que no le gustó cuando la moto se inclinó un poco, porque se me prendió de las costillas como si fuera a salir volando.
Emma negó con la cabeza gacha mientras soltaba una risita.
―Lo asustaste ―le dijo ella.
Santiago se rio de nuevo.
―No era mi intención. Pero fue gracioso. Luego tuve que explicarle que lo había hecho muchas veces. ―La sonrisa de Santiago se desvaneció un poco y Emma casi dedujo por qué―. Luego vino la llamada.
―Entiendo ―sonrió ella, agradecida―. Gracias por decirme.
Santiago hizo una mueca que formó un guiño mientras se estiraba.
―No se lo dirás, ¿verdad? Que te lo conté. Creo que estaba guardando el secreto y yo y mi bocota...
Emma soltó una risita.
―No te preocupes. ¿Vas a entrar?
Santiago asintió, ya más tranquilo.
Ambos entraron al local y Emma le entregó la bebida a Penny, quien tenía uno que otro parche de papel aluminio en la cabeza.
―Mira, esta tipa rara es mi amiga ―presentó Emma―: Penny. Penny, él es Santiago, primo de Jasmine.
―Mucho gusto ―respondió Penny, dándole una mirada entrecerrada a Emma a través del espejo, dicho gesto pronto fue reemplazado por una mirada de entendimiento y curiosidad.
Mierda. Emma recordó que Penny pensaba que había un chico que le gustaba de ahí. Cuando se volteó para caminar a la silla, notó la mirada de Santiago sobre ella. Lo último que necesitaba era desviar su atención de Jamie hacia ella.
Y por cierto, tenía que conversar con Jamie muy seriamente. Y no podía esperar. Así que le escribió un mensaje por WhatsApp.
Emma: "¿Así que ahora nos subimos a las motos de nuestros crushes?"
Jamie debía estar ya despierto, porque le respondió de inmediato. Lo sentía por Santiago, pero si manejaba la información que ahora conocía con cuidado, no habría problema con Jamie.
Jamie: "Jaja tengo miedo de preguntar cómo sabes eso."
Emma sonrió, decidiendo no responderle. Lo dejaría carcomerse de la intriga. Pero sabía que él no iba a dejar el tema ahí.
Jamie: "¿Están en la peluquería?"
Emma: ""Sí, y por si quieres saber, Santi también está. :p"
Jamie: "¿Santi?"
Emma: "No te preocupes, no es mi tipo."
Jamie: "Más te vale"
Emma sonrió.
Jamie: "Y... ¿cómo está?"
Emma: "¿Quieres una foto?"
Jamie: "¡Qué! ¡NO! ¡NO! OLVIDALO"
El mensaje de Jamie había llegado acompañado de una serie de emoticonos que, Emma decidió interpretar, como las simples ganas de tener esa foto. Y ella, como buena hermana que era, no iba a negársela.
La chica de la manicura se acercó a ella y traía un pequeño armario que arrastraba con ella. Le daba a la altura de los muslos y en él traía una serie de esmaltes, corta uñas, corta cutículas y Dios sabe qué más entre las gabetitas. Vio su oportunidad y la aprovechó, cuando Santiago reingresó al área para despedirse de Jasmine, según lo que escuchó. Pegó el celular a su pecho y esperó un segundo, cuando él efectivamente se volteó hacia ella como esperaba, y sonrió. Emma presionó el botón de volumen de inmediato, esperando que la foto haya salido bien, no tanto como su intento de disimulo.
Santigo la miró con los ojos entrecerrados y una sonrisa de "¡te atrapé!", pero no dijo nada al respecto.
―Bueno ―le dijo en cambio, y Emma soltó el aire levemente a través de su sonrisa de culpabilidad―, fue un gusto, otra vez, hermana de JayJay. Lo saludas.
―Lo haré ―respondió, mientras la manicurista se acomodaba frente a ella―. No te olvides. Más tarde.
Santiago le dio una sonrisa mientras asentía y luego se fue.
―¿Todo listo para la fiesta? ―preguntó Jasmine.
―Sí ―respondió Emma, enviando la foto, que había salido un poco borrosa, pero se podía apreciar lo necesario―. Si vas, ¿verdad?
―Obvio. Nunca he ido a una fiesta de Jamie.
Emma sonrió.
―Ni yo.
―¿Invitaste a Santi?
Emma asintió al reflejo de Jasmine en el espejo, pero la mirada de la estilista le causó su propia intriga.
―¿Por qué? ¿No crees que vaya?
―No, sí. ―Jasmine hablaba mientras se ocupaba del pelo de Penny―. Creo que irá... con la novia.
Emma sintió una piedra caer en su estómago por segunda vez en el día.
―¿Novia?
Jasmine le dio una sonrisa comprensiva a través del espejo. La mirada de Penny explicaba que sentía mucho que Emma pasara por esta decepción amorosa. Pero no era Emma la que se decepcionaría. Aunque de igual le afectaba.
―Yo tampoco sabía ―le dijo Jasmine. Había cierto tono de disculpa en su voz―. Ayer le pregunté si iba a la fiesta y ahí me preguntó si no había problema en llevar a... Gwen. Me cogió por sorpresa, chica. No supe cómo reaccionar, así que le dije que estaba bien. ¿Hice mal?
―No ―contestó Emma, algo insegura, tomando aire―. ¿Por qué lo estaría?
―Okey ―intervino Penny―. No entiendo sus miradas, y sé que hay algo en sus miradas. Me estoy estresando. ¿De qué me perdí?
―Es una larga historia ―le dijo Emma, sabiendo que a fin de cuentas tendría que terminar contándosela sino no la dejaría en paz. Pero no lo haría aún, primero le preguntaría a Jamie; Era su decisión.
Emma bajó la mirada hacia los esmaltes que le eran ofrecidos para escoger un color y un diseño de un catálogo. Decidió que se haría algo simple. De pronto, ya no se sintió tan emocionada por la fiesta.
Hey, amigos, gracias por sus votos, y por seguir con mi novela. Sé que somos pocos, pero me alegra que a estos pocos les guste lo que leen. <3 Aprecio mucho su apoyo. Y pues, si quieren un spoiler, les diré que el capítulo 29 es netamente Emma y Caleb. Y, si han estado esperando por ello, capaz les guste. Hasta luego. >:) P.D. El 28 y 29 se subirán la misma noche. <3
P.D. ¿Los han atrpado alguna vez tomandole foto a alguien que les guste? xD A mí sí. :'c
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