El timbre sonaba y sonaba. No entraba el contestador, pero no atendía nadie. Casi al minuto exacto, se oye una voz severa del otro lado:

— Diga.

— Llamo de parte de "Manuel" - Dije, sin dudar, apenas ese saludo seco y ronco brotó del pequeño parlante. Se produjo un largo silencio y comencé a inquietarme.

— Andá a Melian 4580 y golpeá la puerta cinco veces con intervalos de un segundo hoy a las once de la noche. Si un policía te preguntar algo, decí que estás con "Los Tanos". ¿Entendiste?

— Melian 4580, si. ¿Tengo que llevar algo? - Pregunté, sólo para recibir una risa socarrona y que me colgaran, haciéndome sentir como un estúpido. ¿Era esto una buena idea? ¿Por qué estaba tan inclinado a "abandonar mi humanidad", creyendo en las palabras de alguien que tal vez sea un completo chiflado?

Las palabras de Manuel me habían cruzado por algún motivo como sables y no podía dejar de percibirlas como muy cercanas. Realmente sentía que estaba dejando de ser humano, pero no por transformarme físicamente en un monstruo. Era como si mi propio espíritu me abandonara lentamente sólo por no saber cómo lidiar conmigo mismo mientras me equivoco una y otra vez. Ya me sentía lejos de la redención. Realmente encontraba placer en comportarme como una basura. Sin embargo, por más bien que la pase, en el fondo siempre estará mi antiguo espíritu recordándome que me convertí en lo que siempre odié. Necesitaba purgar esa parte de mí para poder dedicarme a ser como estoy destinado a ser. Sin embargo, ¿Qué ocurrirá conmigo?