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VEINTISÉIS: Hermana mayor

Moira azotó su mochila sobre el banco y Agustín se quedó mirándola, obviamente esperando una respuesta a su evidente malgenio.

—No preguntes porque soy capaz de tirarte la mochila por la cabeza— él solo asintió y se giró mirando al frente para esperar al profesor.

Agustín pensó que solo se había levantado de malas, pero el carácter de Moira no mejoró durante el resto de la mañana e incluso, ignoró a sus amigas.

— ¿Qué le pasa?— preguntó Jenni durante el recreo.

Agustín dirigió su vista hacia el banco que estaba a un costado del patio y donde Moira había decidido instalarse y pasar de todo ser humano.

—No tengo idea, pero lo voy a averiguar— Jenni asintió pensativa.

—Seguramente tengas más suerte que yo, pero también lo intentaré— y luego se marchó con sus otras amigas.

Las tres habían intentado hablar con Moira, pero ella definitivamente se había negado a soltar alguna palabra y el trío terminó rindiéndose y prefirieron darle su espacio y no molestarla más.

Agustín había tomado la misma decisión. Conocía a Moira demasiado y el presionarla cuando estaba enfadada nunca funcionaba, solo se cerraba aún más.

—Cuando quieras hablar, solo avísame— le dijo en medio de la clase de Inglés, Moira que estaba sentada a su lado lo miró.

No recibió respuesta, pero Agustín sabía de antemano que sería así. Simplemente reafirmó algo que la chica ya sabía, Agustín estaba siempre que lo necesitase y estaba seguro que Moira había captado el mensaje.

El final del día llegó y no se molestó en esperar o buscar a Moira, la chica había sido una de las primeras en salir del colegio. Siempre era así cuando estaba enfadada, ignoraba a todo el mundo y desaparecía hasta que estuviera más calmada y con mayor control sobre sus emociones, o cuando necesitara desahogarse con alguien sobre sus problemas.

Cerca de las siete de la tarde y cuando estaba terminando una tarea del colegio, su celular sonó.

"¿Podrías venir a casa?"

Agustín sonrió y contestó rápidamente, "En un rato llego". Guardó las cosas del colegio y salió rumbo a la casa de su amiga, no sin antes avisarle a su madre.

Fue la misma Moira quien le abrió la puerta y tras un asentimiento de cabeza y una seña con la mano, los dos se dirigieron al living. Cuando ambos ya estaban cómodos sobre el sillón, uno al lado del otro, Agustín se percató del silencio que reinaba y supuso que los padres de su amiga no estaban.

Esperó en silencio a que hablara y no precisó esperar demasiado porque Moira estaba que explotaba y necesitaba decir todo lo que sentía lo más pronto posible.

—Mamá está embarazada. En ocho meses voy a tener un nuevo hermano o hermana— soltó en tono seco.

Agustín parpadeó varias veces y luego tardó unos segundos en que su cerebro procesara la información. Miró a Moira más intensamente para que continuara hablando, ya que intuía que tenía que haber algo más, pero no sucedió.

— ¿Y cuál es la parte mala?— sabía que había algo que la molestaba, pero no sabía qué era.

Moira lo miró completamente enfadada.

— ¿Qué tiene de malo?—era una pregunta retórica y cargada de mucha ironía— ¡Qué no quiero un hermano!—gritó colérica—Me pasé toda mi niñez pidiéndole a mis padres uno, pero ellos siempre me dijeron que no. Y ahora que tengo dieciséis se les ocurre cumplirme el deseo, ¡pues ahora no lo quiero!— respiraba rápidamente y parecía haber terminado con su descargo.

Agustín suspiró y se acomodó mejor en el sillón con toda la calma del mundo.

—Estás siendo una estúpida—fue lo más sincero que pudo decir y lo primero que le salió.

Moira abrió bien grandes sus ojos debido a la sorpresa y enseguida frunció el ceño, estaba bastante molesta, pero Agustín no se achicó a pesar de notarlo.

—Es lo más estúpido que te he escuchado decir y eso que dices muchas cosas sin sentido— la chica abrió la boca para protestar, pero él continuó—No puedo creer que seas tan egoísta, solo porque quieres seguir siendo hija única—ella intentó intervenir otra vez, pero fracasó igual que la primera vez—Sabes que tus padres siempre quisieron tener más hijos, pero no pudieron. Tu madre perdió tres embarazos, Moira, tres. Y sabes lo destrozada que estuvo, y ahora que deciden intentarlo otra vez, tienen que aguantar tu estúpido berrinche—dijo bastante enojado y Moira se sentía completamente avergonzada— Pensé que eras mejor persona— terminó en un tono que ella catalogó como decepcionado.

Hubo un pequeño silencio y Moira se sentía una persona horrible.

—Lo siento. Yo solo... solo no quería que vuelva a sufrir, no quería verla destruida al perder otro embarazo— susurró bajito e intentando contener las lágrimas. Él suspiró y todo su enfado desapareció.

—Lo que hiciste no está bien. Entiendo que no quieres ver sufrir a tus padres otra vez, pero es una decisión de ellos. Tú solo debías apoyarlos y no enojarte con ellos. No puedo imaginarme lo mal que se sienten ahora al saber que no estás contenta con la llegada del nuevo integrante— Moira no aguantó y terminó sollozando, Agustín se acercó y la abrazó.

—Soy la peor hija del mundo—dijo mientras intentaba controlar su llanto.

—No, solo eres la hija más estúpida— ella soltó una pequeña risa y luego se separó de su abrazo para golpearlo en el hombro.

—Eres el peor—Agustín se hizo el ofendido, pero sonrió al notar que ya no lloraba, solo quedaban sus ojos un poco rojos.

—Y ahora tendrás que pedirle perdón a tus padres. No pelees con ellos, nunca sabes cuándo será la última vez que estén juntos— Moira asintió, pero en ese momento recordó algo importante.

—Y vos, ¿cómo estás? Digo, por lo que me contaste de tus padres...

Moira temía haber tocado un punto sensible, ya estaba por retractarse y hacerle saber a Agustín que no precisaba contarle nada, no lo iba a presionar como no lo había hecho él. Pero su amigo suspiró y mantuvo la calma.

—Después de hablarlo han llegado a un acuerdo y tomaron la decisión de divorciarse— Moira no supo cómo reaccionar y no se había esperado algo así, y la tranquilidad con la que Agustín hablaba la sorprendía aún más.

—Lo siento. Yo... no sabía que era tan grave... supongo que no estarás pasando un buen momento y yo acá agobiándote con mis problemas. De verdad, lo siento. ¿Necesitas hablar? Porque soy buena escuchando.

Dijo todo de una forma tan acelerada y sonaba realmente preocupada por él, Agustín no pudo contener una pequeña carcajada. Ella enarcó una ceja hacia él por su reacción, se suponía que estaba mal. No lo entendía.

—Yo no lo siento—nunca esperó esa respuesta y Agustín pareció notarlo porque se aclaró la garganta y continuó— Cuando empezaron las peleas, obvio que me sentí mal y temí que terminaran divorciándose, no quería que mi familia se desintegrara. Pero luego, alguien me ayudó a comprender que intentar mantener unido algo que ya se rompió es difícil, que desistir de intentarlo no siempre significa rendirse, sino que dar un paso al costado a veces es mejor—cerró los ojos y ella sabía lo que le costaba continuar hablando— Lo hablamos y estamos bien o estamos intentando estarlo, pero lo vamos a estar.

Moira vio la seguridad y el dolor, también vio su debilidad y su fortaleza y comprendió la increíble persona que tenía frente suyo. Sonrió cálidamente.

—Lo van a estar—dijo mientras agarraba su mano y la apretaba, era cálida al tacto— Seguirán siendo una familia aunque vivan en casas diferentes porque lo que los une no es un papel, sino el cariño que se tienen.

Agustín la miró con cariño y comprendió porqué estaba enamorado de esa chica. Podía ser un desastre la mitad del tiempo y querías matarla la otra mitad, pero detrás de toda esa coraza se escondía una chica increíble.

— ¿Desde cuándo te has vuelto tan filosófica?— ella parpadeó sin entender y luego frunció el ceño e hizo un puchero bastante evidente. Sin mediar palabra volvió a golpear su hombro con el puño cerrado.

Agustín rio sin poder contenerse. No podía evitar meterse con ella, además era una forma de aliviar la tensión y disipar el momento angustiante que vivieron segundos antes.

—Eres un desagradecido. Quiero ser amable contigo y te burlas de mí— dijo con falso enfado.

Quería preguntarle con quién había hablado, quién era la persona que lo ayudó a superar el problema con sus padres, porque ella no había sido y eso le molestaba. Pero prefirió callarse, los sentimientos no se le daban bien y con ese chiste, comprendió que Agustín quería dejar el tema ahí y ella decidió hacerle caso. Al menos por hoy, mañana volvería a la carga.

—Ya, ya, no seas tan gruñona y ven aquí— estiró el brazo y la arrastró hacia él.

Ella protestó un poco solo para llevarle la contraria y no parecer tan fácil y débil, pero a los segundos respondió al abrazo. Los dos lo necesitaban por diferentes razones, lo necesitaban para continuar siendo fuertes y no romper a llorar en ese mismo instante. No querían romperse.

Moira volvió a sentir la calidez de su compañero, sonrió y apretó más fuerte el agarre. Agustín era real y alguien tan maravilloso. Siempre estaba y confiaba plenamente en él, todos podían abandonarla pero no él, siempre estaría segura a su lado.

Tal vez, sus amigas tenían razón. En ese momento, y entre los brazos de Agustín sabía que tenía sentimientos por él.

Pero las dudas volvían a asaltarla y otra vez estaba confundida, porque si había algo entre Agustín y ella, ¿qué sentía por Nicanor?


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Lo prometido es deuda y les he traído un nuevo capítulo, aunque parezca de relleno no lo es. Tendrán que estar atentos porque cada detalle, por más mínimo que sea, cuenta. Mientras la historia avanza se comprenderán muchas cosas y otras tendrán sentido.

Bueno, no tengo mucho más que decir, solo que el jueves empieza el mundial y no puedo más con la ansiedad jajajjaja

Nos vemos en 15 días!!!!!

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