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VEINTINUEVE: Punto


                                           Mejor llorar un beso a no poderlo recordar.

                                                                                       La última vez- Morat.

A pesar de que sus labios tenían gusto a alcohol a Agustín le seguía gustando.

La primera vez que habían unido sus labios, Moira también estaba borracha pero a diferencia de esta vez, ella estaba inconsciente. Y otro punto importante, esta vez fue ella quien inició el beso.

Se había aturdido los primeros segundos, pero reaccionó a tiempo para devolverle el beso y colocar las manos en su cintura. Pero fue un instante porque Moira ya se había alejado de su boca, pero mantenía la cercanía.

—Te quieeerrrroooo— soltó con unas risitas mientras lo abrazaba y escondía su rostro en el cuello de él.

— ¿Moira?— susurró sin saber muy bien como continuar.

Nunca había esperado esta reacción de su parte.

—Shhhhhh— murmuró contra la piel de su cuello provocándole escalofríos, mientras intentaba llevar su dedo a la boca de Agustín para silenciarlo, pero terminó estrellando toda su palma en la cara de su amigo por la ebriedad—No hablemos ahora— levantó su rostro para mirarlo— Te quiero— y como la primera vez, volvió a besarlo.

No había formas de describirlo, pero para Agustín era la sensación más bonita y no podía creer que de verdad esté sucediendo.

No sabía que podía estar sintiendo Moira o por qué lo estaba haciendo en primer lugar, así sin previo aviso. Pero Agustín presentía que ella sentía lo mismo que él.

Moira inició el beso y lo finalizó, solo para mirarlo con alegría y luego abrazarlo. Aferrarse a él mientras recostaba su rostro en el hombro ajeno. Agustín la acercó más a su cuerpo y la sostuvo, para minutos después notar que se había dormido.

La llevó a cococho hasta la casa de ella, Helena les abrió la puerta y los dejó pasar y como la primera vez, la recostó en su cama y besó su frente. Luego se marchó a su casa, esperando con ansias el día de mañana.

Solo que ese mañana no llegó al día siguiente.

Moira tuvo una fuerte resaca y no hubo más noticias de ella, solo las quejas de su madre por los adolescentes de hoy en día.

El segundo día, se enteró que Moira se iba de vacaciones y ni siquiera tuvo tiempo de irla a despedir porque la familia había salido durante la madrugada para llegar al mediodía a las Sierras.

Se molestó bastante porque su amiga no le había dicho nada, y hasta pensó que todo lo que había sucedido solo era imaginación suya. Pero le bastó un mensaje de Moira para saber que no estaba loco y para reavivar sus esperanzas.

"Fue muy lindo lo que pasó, no me olvidé. Solo espérame, quiero hablar en persona contigo. Te quiero".

Los primeros días no paraban de enviarse mensajes, pero cosas simples, nunca tocaron el beso. Solo imágenes de las sierras, los animales, los ríos y él le contaba de su día, lo aburrido que estaba por no salir de la ciudad y lo que la extraña.

Pero con el tiempo, Moira tardaba más en contestarle. "¡Maldito wifi!", "¡Nunca hay señal!", comenzaron a ser sus respuestas, y a los pocos días toda comunicación se cortó.

Intentó no desesperarse pero no funcionó muy bien. Salió con sus amigos y por momentos se olvidaba de Moira, pero cuando volvía a su casa y estaba solo con sus pensamientos, otra vez se planteaba mil y un escenarios del porqué del silencio de la chica. Revisaba el celular cada cinco minutos, pero había cero mensajes.

Así pasaron dos semanas, y una mañana que estaba desayunando con su madre y ella le contaba lo que había hecho y lo que iba a hacer, en un momento, mencionó que había visto a Helena en el supermercado el día anterior y Agustín dejó de escuchar cualquier otra cosa.

Se disculpó con su madre y salió directo a la casa de Moira.

No podía ser posible que su amiga haya vuelto y no le avisó. No, tenía que existir una explicación y por eso, estaba yendo a buscarla.

No había hablado con Moira durante dos semanas y ahora resulta que ya estaba en la ciudad hace dos días. ¡Dos días! Y él ni enterado.

Necesitaba hablar con ella y aclarar sobre el beso, Moira se lo había prometido y también le dijo que lo quería. Tenía que tranquilizarse, todo estaba bien, ella lo quería.

También era posible que ahora se sintiera avergonzada de haberlo besado y tuviera miedo de no ser correspondida. Por eso debían hablar, Agustín iba a declararse ahora mismo.

Helena, la madre de Moira, fue quien le abrió la puerta y luego de saludarlo y preguntarle como estaba, dijo algo que lo descolocó un poco.

— ¿Moira sabe qué venías?

—Umm, sí— era mentira, pero no le iba a decir la verdad a ella— Hace mucho que no nos vemos— dijo sonriendo. Helena bufó frustrada.

— ¡Esta chica! Lo siento Agustín, pero ella no está— quiso decirle que podía esperarla— Salió hace unas horas con su novio, no sé a qué hora vuelve.

Era como si el tiempo se hubiera detenido y lo único que corría velozmente era su corazón partiéndose en mil pedazos.

Se fue, no quiso quedarse más tiempo en ese lugar. Se estaba ahogando, necesitaba respirar, pero el afuera era mucho peor porque en la esquina, a unos pocos metros de él, Moira se estaba besando con un tipo.

No lo notaron. Él tomó la dirección contraria y se perdió entre calles y personas que no lo conocían, que no tenían ni idea de su sufrimiento, y que tampoco sabían que había puesto un punto a una hoja de su vida.


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