"Si me olvidas vivirás tranquilo, tendrás planes y proyecciones. Si me

                            olvidas no habrá remolinos ni altibajos de emociones".

                                                                             Si me olvidas – Vanesa Martin.

Era tan lindo permanecer en la cama hasta tarde un día domingo y ese era el plan de Jennifer, pero no pudo ser

— ¡¿Qué?!— exclamó molesta.

Hubo unos segundos de silencio del otro lado de la línea y Jennifer sacó el celular de su oreja para ver quién la había llamado.

— ¿Moira?— dijo ya más calmada, que era lo que estaba esperando del otro lado para hablar.

—Necesito que me vengas a buscar.

— ¿Estás bien?— interrogó un poco alarmada, mientras se apuraba a buscar su ropa.

La voz de su amiga no era la normal, algo había pasado.

—Solo ven a buscarme— suplicó.

Y Jennifer podía asegurar que estaba a punto de llorar.

—Está bien. Dime dónde estás e iré— creyó escuchar un suspiro de alivio.

—En el departamento de Nicanor— hubo una pequeña vacilación por parte de Moira— Apúrate, ¿sí?

—Estoy saliendo ahora mismo— cuando la llamada se cortó, Jennifer buscó rápidamente la llave del auto y salió casi corriendo.

Ni siquiera se fijó mucho que se había puesto y eso era algo extraño, para ella lo principal era siempre estar bien vestida.

Metió una excusa tonta a su madre y fue directo al auto, ni siquiera cree que haya sido algo lógico, pero no le importaba. Moira había sonado extraña a través del celular y si su amiga la necesitaba, ella iba a estar.

Por suerte, cuando cumplió 16 años sacó el registro de conducir y sus padres le regalaron un auto. Ahora podía salir y no depender de nadie. Era algo bueno, pero también implicaba una gran responsabilidad.

Tardó solo 15 minutos en llegar, en gran medida gracias al poco tráfico que había por ser domingo. Encontró a Moira sentada en los escalones de la entrada del departamento de Nicanor y cuando bajó rápidamente para saber cómo estaba, se sorprendió de verla tan... destruida.

No había una mejor palabra para describirla.

—Moira— se acercó con cautela y le tocó el hombro para llamar su atención— ¿Estás bien?

Su amiga levantó la cabeza que tenía escondida entre sus rodillas y parpadeó varias veces para poder enfocarse. Luego, sin previo aviso se levantó y abrazó a Jennifer. Ella se tambaleó por la sorpresa, pero recuperó rápidamente el equilibrio.

—Sácame de aquí— y Jennifer le hizo caso.

Llevaban un par de minutos en silencio, apenas había entrado al auto, Moira apoyó su cabeza contra el cristal y permaneció así, callada y lejana.

— ¿Me vas a contar qué pasó?

—Nada— le contestó sin fuerza.

—No te creo. No me llamaste casi llorando y me hiciste venir a las siete y media de la mañana por nada— apretó los puños alrededor del volante para contener su enojo ante la negativa de su amiga.

—Nada grave. Nicanor tenía una reunión familiar y no me podía quedar en su casa. No tenía como volver y te llamé— sabía que eso no era todo, pero ya lo iba a descubrir.

—Así que él se fue y te dejó ahí tirada— Moira la miró con el ceño fruncido.

—Sé que él no te agrada y también sé por donde quieres desviar la conversación, pero te advierto que estás errada.

— ¿Y por dónde quiero desviar la conversación?— sabía que si pinchaba y mareaba a su amiga, ella hablaría sobre lo que realmente la tenía mal.

— ¡Por Agustín!— gritó de la nada. Jennifer nunca esperó esa respuesta— Sé qué crees que a mí me gusta y que ahora estoy destrozada porque él inició una relación con Celeste y como yo no soporto esa situación, me refugio en Nicanor para olvidarme y darle celos— respiraba con fuerza luego de hablar tan rápido y casi sin tomar aire.

—Nunca pasó por mi cabeza algo así— dijo aún sin saber muy bien cómo reaccionar.

— ¡Pues me alegro! Porque no es así, nada de lo que dije es cierto.

Cuando se calmó, las dos volvieron al silencio inicial y se mantuvieron así por lo que restaba del viaje.

Cuando Jennifer se enteró del noviazgo de esos dos porque últimamente pasaba más tiempo con ellos que con Moira, no sé sorprendió mucho. Muy en el fondo se lo veía venir. Siempre juntos y compartiendo momentos donde el resto sentía que era la tercera rueda del carro.

Todos los que rodeaban a Agustín notaban que el chico no estaba bien, algo le pasaba, pero él se mantenía cerrado. No dejaba que nadie rompiera su barrera, excepto Celeste, ella parecía ser su sostén y eje en esos momentos.

De a poco volvió a ser el mismo, y todos los caminos llevaban a Celeste. Ella le había devuelto la sonrisa.

Y Jennifer se alegró por ellos.

Pero también sentía pena por Moira. Estaba segura que su amiga estaba enamorada de Agustín, pero era demasiado terca para aceptarlo.

Y ahora podía ser demasiado tarde.

Jennifer suspiró derrotada y tuvo un único pensamiento: ¡qué manera de arrancar el último día de vacaciones!

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Maratón 5/5.

Bueno mis amores, este ha sido el maratón para festejar los dos años del inicio de la publicación de esta historia.

¡Gracias por continuar leyéndola!

¡Nos vemos la próxima!