Giraba, giraba y giraba. Ya no sabía cuántas vueltas había dado, primero habían sido rápidas y ahora eran cada vez más lentas, hasta que finalmente paró. Agustín abrió los ojos sorprendidos, no podía creer que la botella había frenado y apuntado justo a esas dos personas.

Algo dentro de él le gritó que nada bueno saldría de eso.

¿Por qué? Porque su instinto o presentimiento o como quieran llamarlo se lo estaba diciendo. Todo había empezado hace tres días, cuando Natalia, una de las chicas más populares de la clase, avisó que festejaría su cumpleaños número catorce y que todos estaban invitados el día viernes por la noche a su casa.

Y como era normal a esta edad donde todos estaban con las hormonas a full y la necesidad de sobresalir y parecer un ganador o una divina, era lo más importante. Todos se pusieron eufóricos y no se hablaba de otra cosa; "Y qué ropa te vas a poner", "Vamos todas juntas", "¿Qué maquillaje me quedará mejor?", "¿Pantalón o vestido?", "¿Habrá minas buenas?", "Espero que hayas chicos guapos", "¡Quiero tomar alcohol hasta no recordar más!"; las mismas frases se repetían sin cesar durante esos días.

Y finalmente llegó el día y la fiesta, Agustín había ido con sus amigos, pero antes habían pasado por la casa de Moira donde también se encontraba Jennifer, su mejor amiga.

Música, bebidas, un poco de picada y un grupo de adolescentes que recién comenzaban con sus andanzas nocturnas, estaban reunidos en esa casa donde parecía que los adultos no tenían presencia ni control. Algunos hablaban en grupos, otros ya bailaban un poco pasados de alcohol. Hasta que finalmente Natalia puso un poco de control cuando propuso el Juego de la botella, a Agustín no le llamaba mucho la atención, pero como todos parecían ilusionados, él no quiso ser el aguafiestas y también se unió.

Empezó como "verdad o reto", cosas simples. Pero el tiempo fue pasando y todos fueron perdiendo la poca racionalidad que les quedaba y las cosas fueron subiendo, hasta llegar al punto de que a los que la botella apuntaba debían besarse.

Y ahí se encontraban, Agustín sin poderlo creer, pero la botella había hablado: Moira y Ariel debían besarse. Ambos no estaban en sus cinco sentidos, pero los demás comenzaron a corear: "Beso, beso". Y Moira era así, lanzada, atrevida e imprudente y como buena loca, fue quien se inclinó hacia delante y sin dudar un segundo besó a Ariel en la boca.

El tiempo para Agustín se detuvo, no escuchaba y tampoco le importaba los gritos de los demás y menos cuando el juego continuó y otra pareja tuvo que besarse. No prestó atención a nada de eso, sólo podía sentir el dolor que comenzaba a surgir en su interior, las ganas de llorar igual a qué cuando se había lastimado la rodilla hace muchos años atrás, y el sentimiento de traición que corría por sus venas. Porque sí, se sentía traicionado y lastimado por Moira, pero ¿por qué? Y justo ahí su lamparita se iluminó y pudo ver todo con claridad.

Moira había dado su primer beso y no había sido con él, ahora se arrepentía de habérselo negado tres años atrás. Y eso dolía, dolía demasiado porque después de tanto tiempo lo había comprendido: se había enamorado de Moira, pero ella no lo quería a él.

Y muchas veces la verdad lastima.

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Una eternidad después, he vuelto con un nuevo capítulo jajajaja Pero sepan entender, recién tengo vacaciones y un poco de respiro de la facultad y el trabajo.

Estoy actualizando todas mis historias, así que si sigues alguna de ellas, chequea que tal vez haya capítulo nuevo, y si no... pues una ojeadita no te hará mal jajjja

Nos leemos la próxima!!!