QUINCE: Es hora de que la realidad nos despierte
Los viernes se convertían en "viernes de series", fue así desde hace unos años, más precisamente cuando dejaron de mirar a Las Chicas Superpoderosas y Los Power Rangers, y comenzaron a interesarles otras cosas al crecer.
Era una tradición, algo sagrado que ninguno de los dos se atrevía a romper porque sería ir en contra de su amistad. Además, para Agustín se había convertido en algo súper importante, ya que actualmente era uno de los pocos momentos que compartía con Moira. No es como si no se vieran todos los días o como si no hablaran, sí lo hacían, pero era diferente. La chica pasaba mucho del tiempo que antes compartían, con sus nuevas amigas y era difícil no ver que en los recreos estaba siempre con Ariel.
No soportaba verlos juntos, pero no era solamente en el recreo, sino que también debía fingir que no se daba cuenta de las miraditas y las sonrisitas que se daban el uno al otro durante la clase. Era una situación casi insoportable, pero todo valía la pena cuando se juntaban los viernes. Solo ellos dos y nadie más. Además estaba la promesa que habían hecho hace tiempo: "Los problemas, conflictos o cualquier otra cosa quedan afuera, solo hablamos de la serie".
Eso significaba que Ariel quedaba afuera de la ecuación, aunque le sorprendía que Moira aun no lo haya mencionado ni una sola vez en su presencia. Tal vez si nunca los hubiera visto besándose, no se habría dado cuenta que se traían algo. Aunque él sabía que Moira le diría si tuviera novio, eso renovaba sus esperanzas que lo que tenían esos dos no era nada importante.
Sonrió feliz, como no lo hacía desde hace varios días.
-¡Oh, my god! ¡Ese ángel es lo máximo!- gritó Moira eufórica mientras se movía impaciente sobre el sofá- ¡Esa entrada fue espectacular!
-Me acabas de dejar sordo en mi oído derecho- dijo Agustín mientras sonreía.
Ella frunció el ceño y le pegó con el puño en el hombro, él hizo como si le doliera demasiado y luego los dos estallaron en carcajadas.
Amaba estos momentos, pero le alegraba que todavía siguieran intactos aunque sean menos.
-No deberías golpearme, mañana tengo partido y quiero llegar entero- dijo en broma. Moira lo miró sorprendida.
-¿Mañana tienes partido?- inquirió realmente sorprendida.
Intentó no sentir el dolor que surgió dentro de él ante esas palabras. Le había dicho varias veces que ese sábado comenzaba el torneo otra vez, pero parece que la chica ni lo había escuchado y no quiso ni pensar quién estaba en su cabeza en ese momento. Prefería creer que estaba concentrada escuchándolo a él y no pensando en un idiota cuyo nombre comienza con A y termina con RIEL.
No. Debía alejar esos pensamientos, porque seguramente Moira solo le estaba jugando una broma, ¿no?
-Sí, mañana comienza el torneo- dijo tranquilo, aún no debía desesperarse. Ahora llegaba el momento en que ella comenzaría a reír y se le formarían esos hermosos hoyuelos y luego le diría: "Es broma, claro que lo recuerdo"- ¿Vendrás?- estaba de más preguntarlo, Moira había asistido a todos sus partidos desde que su equipo de fútbol se disolvió y no faltaría a este.
Pero supo que algo no andaba muy bien cuando ella comenzó a balbucear nerviosa y el "Es broma..." nunca llegó.
-Um, pues... ya tengo planes. Lo siento- se notaba que la culpa la invadía- Tuvieras que habérmelo dicho antes- su tono cambió a uno enojado.
¿De verdad? ¿Decírselo antes? Hace como dos semanas atrás lo había hecho, pero así era Moira. Ella nunca era culpable de nada, siempre era el resto. Nunca aceptaría sus errores.
Forzó una sonrisa.
-No hay problema. Sigamos viendo la serie, después de todo esa entrada fue espectacular- miró a la pantalla como si nada hubiera pasado.
Como si no se le hubiera roto algo dentro de él y el dolor no lo invadiera.
Moira se le quedó viendo, como evaluándolo si le mentía o no. Parecía que la chica quería decir algo más, pero después de un rato las palabras nunca llegaron y ella también siguió viendo la serie.
El resto del tiempo continuó en un silencio tenso.
El sábado llegó y el inicio del torneo también, la que no llegó fue Moira. Y él aún había mantenido sus esperanzas de que lo hiciera, pero se había vuelto a equivocar.
La que sí llegó fue Celeste, eso lo sorprendió porque se lo había mencionado una sola vez y de pasada. Nunca pensó que lo había escuchado, pero estaba ahí, con las mejillas coloradas y se notaba incómoda como si estuviera fuera de lugar. Los demás hinchas que estaban a su alrededor gritaban y alentaban a su equipo y sus jugadores, ella solo estaba sentada con las manos sobre su regazo y mirando a la cancha.
Una sonrisa sincera apareció en su rostro y un poco de dolor desapareció, aunque Agustín no fue consciente de eso.
La semana fue pasando y vio muy poco a Moira. Ella no preguntó nada sobre el partido y él tampoco le contó que habían ganado.
Era otra vez viernes, pero esta vez a diferencia del anterior, estaba solo sentado en el sofá mientras miraba la serie. Esperaba que Moira llegara, pero lo minutos fueron pasando y Agustín se cansó de esperar.
El lunes, Moira lo esperaba en la entrada del colegio, se notaba a kilómetros que estaba ansiosa. Ilusamente pensó que se disculparía por faltar al sagrado viernes de series. Pero se volvió a equivocar.
-Tengo que decirte algo- luego de apartarlo un poco del resto de los alumnos, fue lo primero que dijo. Ni siquiera un "Buenos días, Agustín. ¿Cómo estás?". Él suspiró y asintió- Tengo novio. Es Ariel.
Su modo automático se activó, sonrió, la abrazó y le soltó un "Me alegro por ti". Se dio la vuelta y se marchó al interior del colegio.
No pensó en ningún momento. Esquivó a todos o soltó algunas frases como: "Ok", "Dale", "Sí", "No", pero su modo automático seguía funcionando y era una gran barrera que impedía poder analizar todo lo que estaba sintiendo en ese momento.
Cuando llegó a su casa estaba solo, sus padres aún no habían vuelto del trabajo, tenía como media hora para estar solo. Al sentarse en su cama, sus barreras cayeron y comenzó a llorar.
Se acordó de la promesa del meñique que habían hecho cuando eran unos niños, Moira había jurado no decir que él había llorado cuando se lastimó. Y cumplió. ¿Por qué ahora rompía sus promesas? ¿Por qué lo dejaba solo? ¿Por qué no podía quererlo?
Se acordó de la entrada del ángel, esa entrada espectacular que a Moira tanto le había gustado el último "viernes de series" que había estado en su casa. Recordó otra promesa rota, los viernes intocables ya no existían.
Ahora sabía porque le había gustado esa entrada, porque le encantaría ser como ese ángel y que a pesar de todas las balas que impacten en su cuerpo, éstas no le hicieran nada, no sintiera dolor y pudiera continuar.
Pero Agustín no era como el ángel.
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Esta vez no he tardado tanto!!!! Merezco algo, ¿no? jajjajajja
Agradezco a todos los que leyeron y votaron. ¡Muchas gracias!!!
Es un capítulo un poco triste, me basé en cosas personales, no en la parte del amor pero sí en lo que sientes cuando alguien te defrauda. ¿Alguna vez les pasó?
La canción es How Would You Feel de Ed Sheeran. El vídeo no es mío así que los respectivos créditos a su dueño (Bastideon, así lo encuentran en YouTube).
Hasta la próxima!!!
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