CUATRO: Pileta
Los rayos del sol parecen que parten la tierra, el calor es agobiante. La tele marca que hay 39º C y 46 de sensación térmica, mientras que el noticiero recomienda cuidarse de los golpes de calor, ya que las temperaturas altas continuarán por unos días más.
Son las cuatro de la tarde y él ya no aguanta más el calor, le gustan las vacaciones, pero cuando hace tanto calor es insoportable. Está tirado en el piso de la sala, esperando que las baldosas lo enfríen un poco. Hace media hora que se cortó la luz y el aire acondicionado dejó de funcionar.
Bufa molesto y está enojado con sus padres porque a pesar del intenso calor, no han comprado una pileta. El timbre de su casa suena y de mala gana se levanta a atender. Siente todo el cuerpo transpirado y no le gusta.
Se encuentra a Moira con un sombrero blanco bastante grande que le tapa los ojos, pero deja ver su sonrisa. Supone que es de su mamá, la cual se encuentra a unos metros y está sentada en el auto, escuchando música y lo saluda con la mano, él se lo devuelve.
-¡Vamos a la pile!- grita emocionada, ni siquiera lo saluda y es ahí cuando repara que tiene puesta una malla roja con voladitos- Mi mamá me trajo y nos va a llevar- se levanta el sombrero y puede ver mejor su cara, está mucho más negra, seguramente estuvo mucho tiempo bajo el sol y se bronceo.
Le tuvo que pedir permiso a su mamá, pero luego de que le pidiera que se cuidara, se pusiera mucho protector solar, que no se meta bajo el agua para no ahogarse y que la mamá de Moira, Helen, jurara que ella lo llevaba y traía y que iba a estar a cargo de los niños, ya que también habían llegados unos sobrinos. Su mamá lo dejó ir.
Pasó una tarde genial, los primos de Moira eran re buenos y la pileta estuvo buenísima. Se olvidó completamente del calor.
Cuando volvió a su casa, después de que Helen lo viera entrar y se marchara, llegó a una conclusión. A pesar que antes estaba enojado por el calor y que ahora ya no sufría porque la luz había vuelto y el aire acondicionado funcionaba otra vez, tenía que agradecerle algo a esa ola de calor.
-Tal vez podríamos comprar una pileta porque este calor es insoportable- dice su madre en la mesa, mientras los tres estaban cenando. Agustín levanta la vista sorprendido.
-No sé si nos alcanza, pero podríamos ahorrar...- contesta su padre aún con algunas dudas.
-No hace falta- contesta rápidamente. Sus padres lo miran sin entender. Estuvo todos los días hinchando que quería una pileta, pero ellos no tenían la plata suficiente para darse ese lujo y sin contar que tenían que terminar de arreglar la casa.
-Pero tú querías una- dice aún sin comprender que hizo cambiar de opinión a su hijo.
-Sí, pero es mejor primero terminar la casa. Luego podemos comprarla, yo espero- dice muy seguro. Sus padres sonríen, no pueden creer tener tan buen hijo, cualquiera se encapricharía y no entendería que a veces la plata no alcanza. Pero Agustín era demasiado bueno.
Agustín no sé consideraba tan buena persona, pero era mejor que sus padres crean eso. Tal vez no tenga pileta y siga pasando calor, pero siempre tendría un pretexto para ir a la casa de Moira y pasar tiempo con ella. Sí, definitivamente no era tan buena persona, pero una pileta te puede cambiar la vida.
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No me gusta mucho como quedó, pero no podía pensar demasiado, ya que la que está sufriendo los 39 grados soy yo. Me gusta el calor, pero que no exagere.
Nos vemos!
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