Aquí dejaré unos cuantos consejos para sobrevivir al celo de tu híbrido.

Aprende a diferenciar las señales de que va a entrar en celo.

Flashback

Estaba cocinando tranquilamente cuando de un momento a otro Mina saltó sobre mí, apretándome entre sus brazos. 

— Chaeyoungieeee — ella estaba haciendo demasiada fuerza, por un momento escuché algo dentro mío rompiéndose y no era mi corazón.

— ¡Mina, me aplastas!

Me soltó y finalmente tomé un buen respiro. Casi pude ver a mis abuelos dándome la bienvenida al cielo.

— Ufff, ¿qué rayos te pasa? — pregunté sin aliento.

— Miaawww.

— "Miaw" para ti, ¿ya?

— Gracias.

Debo aprender "gatonés", en serio.

Empezó a frotar su rostro contra mí. Según recuerdo, me dijo que es para dejarme su olor y que todos los híbridos sepan que soy de ella.

Solo lo hizo una vez y fue cuando Jeong, mi mejor amiga, vino de visita con su esposa.

De solo recordar el tenso ambiente me da escalofríos, pero eso será para otro día.

— Miaaww, hueles rico — me sorprendí cuando pasó su lengua por mi cuello.

Para mi suerte no sentí cosquillas, lo cual no sé porqué pasó pero agradezco mucho.

— Ok, ya fue momento de mimos. Ahora debo terminar el almuerzo — intenté alejarla pero clavó sus garras en mi ropa.

— Ño, quiero seguir así — me llevó a la sala, hizo que me sentara en su regazo y siguió abrazándome mientras lamía mi mejilla con esa lengua áspera.

— ¡Mina, se va a quemar el arroz! — otra vez traté de alejarme pero mordió mi hombro, para mi suerte no lo hizo tan fuerte.

— No te vayas. Solo un ratito más, ¿sí?

Cerré los ojos, inspirando bastante aire y manteniéndolo atrapado en mis pulmones un largo rato. ¿Cómo puede ser tan tierna?

— ¿A-Al menos me dejas apagar la cocina antes de que todo se incendie? — traté de hablar, sin mirarla con esas orejitas peludas bajas y su puchero, porque me pondría a chillar por lo linda que es.

— Esta bien, ve — me soltó y apagué la cocina, el arroz ya estaba arruinado pero al parecer no le importa —. Chaeeeng, regresa. Quiero mimos.

Pues todo el día me tuvo prácticamente de peluche, abrazándome y lamiéndome. A veces se frotaba contra mí, la cama o el sofá.

No parece que esté del todo bien su actuar. Su calor corporal con el tiempo fue aumentando al punto de temer que tuviese fiebre, pero ella me aseguró varias veces que no era así.

Solo espero que se le pase pronto.