Posdata
“El otro día te extrañé, me puse bien borracho y me permití recordarte, hace tiempo que no lo hice pero con una docena de cervezas encima de mí pregunté qué estaríamos nosotros si no hubiéramos sido tan cobardes, si no se hubiera deshecho el nudo que unos nuestras almas ese domingo por la tarde donde nos dimos la espalda.
Hoy que lo pienso, siempre fuimos impuntuales para los sentimientos, atados a una despedida que nunca pudo resolver, una mala jugada de la vida, la mala maña de no encapricharse lo suficiente el uno con el otro y no querer rescatar lo que con tanto puto trabajo habíamos construido.
Aquí hay un problema sin solución, tú no regresas y yo sigo esperándote, sigo creyendo que vienes cinco minutos tarde y la verdad es que hace mucho que el viaje no lo tomas, trato de engañarme llegando tarde volteando a todos lados para ver si un día te encuentro de casualidad y se anestesia el dolor de tu ausencia.
Los cuadros en la casa me siguen preguntando por ti, el suéter que olvidaste me echa en cara todo lo que no te dije, tu lado de la cama mira triste como dos enamorados rompieron sus promesas y se dejaron, incluso ya cambios de color la pared en ese bar donde nos enamoramos mientras discutíamos de qué país era el acento tan raro de ese extranjero.
Nunca me basta las ganas de hablarte, solo las cambié por seguir escribiendo y deseando lo mejor desde lejos, aún guardado algunas de nuestras costumbres, sigo platicando con la señora de los paneles y es inevitable que salgas a conversación, porque francamente nada es lo mismo desde que sin querer ya no regresaste.
El otro día te extrañé y me rompí la madre en medio de recuerdos, me emborraché y te escribí el último mensaje, agradeciendo los viajes, las sonrisas y la macetita de flores, pero ahora lo entiendo un poco mejor y el destino y yo hemos hecho las paces, porque ya se me estaba haciendo tarde para dejarte ”.
Hasta aquí mi Posdata Querida.
Hasta aquí mi Posdata.
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