Para Paola M.

No era de esas mujeres que encuentras muy a menudo, ojos pequeños, selva en la mirada, acertijos sobre sus cejas y misterios a lo largo y ancho de su sonrisa. No tenía un cuerpo perfecto, pechos no muy grandes ni muy chicos, curvas no muy pronunciadas pero mente atractiva, eso era la importante.

Digamos que no era la típica mujer de likes en las fotos, mejor dicho, era esa chica tímida con buena música en su risa, con fragmentos de estrellas en los lunares y un jodido sistema solar brillando en la cordillera de sus hombros.

En definitiva no era un diez, de hecho, si la mirabas, probablemente te parecería una de tantas, pero si te detenías a observarla con calma, era fácil escuchar las melodías que desbordaban su esencia y los jardines de flores que adornaban su alma, sin mencionar su magia de arriba a abajo.

No era tanto, ni tan poco, encanto de pueblo, medio romántica a ratos y medio difícil a siempre, soñadora empedernida y fanática de las citas bajo las estrellas, un café cargado y las palabras justas sobre la mesa. No era de esas mujeres que te dejan con la boca abierta, tampoco de las que te hacen dar de topes en la pared, mucho menos de esas otras que te atrapan a la primera, simplemente ella, era de esas mujeres que muy seguido son lo que siempre habías estado esperando”.

Algún día la encontré decidí quedarme con ella mientras nos durará noviembre.