Carta Final Para el Amor de mi Vida.
Carta abierta a mi persona favorita en el mundo (que un día decidió irse con su persona favorita en el mundo).
Flaca, corazón, farito de mar, ya sé que te fuiste irremediablemente de mi vida y que no quieres saber más de mí. No te preocupes, esto será breve y no buscaré una sola forma de hacerte volver, solo me gustaría contarte por primera y última vez, desde que te fuiste, lo que ha pasado con la vida. Si no quieres hacerlo, este es el punto correcto para dejar de leer.
Vale. Empiezo de esta manera, porque ya has de saber que estoy roto, escribo esto porque tu ausencia no la sostienen el ron o las botellas de ginebra, esta es la única forma que tengo para liberarme de las últimas pertenencias que dejaste en el foyer de mi vida, lo juro. Me pasa que a veces te encuentro por los camiones de las doce, cuando regreso a casa, a veces en los audífonos, otras veces en la forma de tu nombre, cuando lo escribo sobre el cristal empañado por el bao de algún suspiro que se me sale casi por error; me pasa que no estás y que pienso lo feliz que debes ser con la persona que quieres, la forma en la que le sonríes al mundo tomada de la mano de alguien con quien puedes ser toda tú.
Te extraño mucho, no lo voy a negar, pero no puedo adjudicarle toda la responsabilidad a tu partida si es el mundo el que se ha hecho insoportable desde tu adiós, son todos los demás quienes se han vuelto grises, los que tienen la misma conversación, la misma forma de contar un chiste, los que caminan siempre igual, siempre a los mismos sitios.
Hoy falleció tino, ya no hay nadie que se alegre por mi regreso a esta habitación en donde todo me recuerda al hombre que lo podía todo estando junto a ti, falleció de causas naturales y eso me orilló a escribirte todo esto que lees: tino sabía que iba a morir y no dejó de lamerme la mano hasta que su pancita quedó inmóvil. Supongo que todo esto ya lo sabía también pero, no lo vamos a negar a estas alturas de la vida, es tan difícil diferenciar entre la fe y la necedad, de vez en cuando. Vamos, no me gustaría que esto suene a justificación porque no lo es, ya me conoces, es la forma natural con la que, a partir de la mañana de hoy, voy por los pasillos de cualquier lugar creyendo que todo duraría mil años, incluso yo, incluso tino, incluso lo nuestro.
Ya no escribo como lo hacía antes, he bajado de peso, las canas se me han multiplicado y poco a poco me estoy convirtiendo en un caso de supervivencia ante la idea de haberlo tenido todo y después ya nada. Es que eras tú, neta, eras tú, con quien fui feliz, pero la felicidad y el amor son monedas abaratadas por situaciones como esta. Incluso hoy, que no tengo más que un cigarro a la mano, me doy cuenta que a veces te escribo recaditos y los dejo pegados al refrigerador, por si un día vienes a casa y se te ocurre voltear a ver qué hay en la nevera, cuando yo no esté, y te lleves los aretes que dejaste en el buró, o pretendieses venir a ver a tino y no encontrar más que un espacio vacío en donde debería haber un perro o alguien que te espera para ir a cenar unos tacos a la vuelta de la esquina. A veces, tomo la libreta y escribo tonterías a modo de poemas. A veces sólo me siento ahí, debajo de la tinta. A veces me cuesta trabajo levantarme y pienso que no hay mejor esfuerzo que sonreír y cantar. Quizá porque estoy cansado y no encuentro otra manera de cerrar los ojos, que reposando mi cabeza en las piernas de alguien con quien pude ser débil y aceptar que me canso de poder, aunque no pueda más. Pero no. Hoy ya no, y ni modo.
Festejo tu vida, la festejo como la más grande de todas las fiestas, festejo tu espíritu y festejo la forma que tienes para pelear por lo que consideras correcto. Si te fuiste es porque quisiste y ahí radica otra de las virtudes que tanto amo de ti: la búsqueda de tu paz. Sé que eres feliz. Sé que te sientes plena. Sé que no quieres verme, y no sé ni porqué. Puede que sean dos o tres preguntas las que me tienen al borde de las lágrimas desde este lugar desierto y que tienen que ver con la forma en la que me decías que me amabas, con la manera en la que te fuiste sin decir nada, con la duda de cómo sortear las preguntas de quienes te conocen y preguntan por ti.
Me sigues gustando mucho, me sigo poniendo nervioso cuando recuerdo nuestra primer cita, nuestro primer beso, nuestro primer te quiero. Me sigo peinando de lado, no se me quita la pinche maña desde que me hiciste el primer cumplido. Chingada madre: qué difícil es todo esto.
Hace unos días escribí tu nombre en el muro de un edificio abandonado con el carboncillo de un compás. Escribí sobre tu sonrisa, tus ojos de gatito, tus pechos de niña, y tus caderas marca candela. Escribí no sé con qué afán. Hice un poema que habla sobre una visita tuya a media madrugada, viniendo borracha solo para besarme y dejarme la boca en la verticalidad de quien busca un beso, acostado de lado en cualquier cama de hotel. Flaquita, después del punto final encontré una tristeza tibia que hizo contraste con la cerveza que traía en la mano. ¿Cómo chingados te explico que el mundo no cambió, ni se volvió rosa, ni hermoso, después de depositar por última vez tu nombre y el mío sobre una pared derruida?. Ahora entiendo que el amor es la forma pura y correcta de la violencia.
Anda, ve con el mundo y sé feliz. Haz todo lo que esté en tus manos para no dejar de sonreírle a quien amas, corazón, y no dejes que nadie te deje de sonreír tampoco. Mereces toda la felicidad del mundo. Que encuentres la paz que necesitas donde gustes buscar. Que todo te salga bien, mi amor. Que cada tatuaje que te hagas te quede perfecto. Que la boca que ahora besas te embone. Que la mano de quien te toma la mano luzca perfecto con tu outfit. Que todo eso que eres, farito de mar, mi farito de mar, se vuelva aún más grande. Gracias por todo lo que fuiste, por lo que eres y serás. Tengo tanto qué agradecer, tengo tanto amor endosado en tu nombre. Me propuse a finalizar esta carta una vez que las lágrimas me alcanzaran y este es el momento. Debo dormir un rato, ya no quiero estar despierto.
Eso sí, amor, una última cosa. Si un día nos encontramos por la calle y algo se remueve en ti, si un día te acuerdas de todo lo que fuimos, si un día decides pegar marcha atrás y volteas a verme, por favor, por favor, flaca, corazón, torre de marfil: hazme el favor de no volver.
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