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Espejismos

—A-Xian.

—¡A-Xian...!

—¡Apártense todos ustedes! ¡Aléjense de ella!


Su cuerpo dio un sobresalto que lo hizo despertar, sintiendo el terror de aquellos sueños aún embriagando completamente su alma y cuerpo, produciéndole escalofríos que poco podía controlar.

Al principio no lo comprendía. Aquellos sueños se sentían tan reales desde un principio que llegaban a confundirlo; despertar con el dolor de las heridas en su cuerpo y en su alma, las ganas inmensas de destruir todo y perderse hasta que nadie más supiera nada de él, aquel remolino de sentimientos que le hacían correr al inodoro en cuanto sus ojos se abría para expulsar la bilis de su cuerpo que subía por su garganta con desesperación.

Su esposo más de alguna vez buscó llevarlo al médico, completamente extrañado con lo que sucedía por las noches con su pareja, pero al verlo despertar a la mañana siguiente como si no hubiera sucedido nada lo tranquilizaba.

Seguro solo eran pesadillas y nada más.

Nunca dudó de la habilidad que Wei Ying siempre ha tenido para ocultar su dolor a las personas, ni mucho menos pudo identificar esa sonrisa falsa que últimamente mostraba, intentando apaciguar a esos demonios internos.

Lan Zhan no lo sabía.

Porque Wei WuXian se había encargado siempre de mantenerlo alejado de su sufrimiento.

Pero ahora que comprendía todo aquello, que sabía que no eran solo sueños, sino también recuerdos guardados quizá de una vida pasada. Wei Ying no podía esperar para que la noche siguiente llegara y pudiera darle a conocer más de eso, pero contrario a lo que esperaba, sólo lograba ver lo mismo una y otra vez.


—¡Wei WuXian! ¡¿No dijiste que podías mantener todo esto bajo control?! ¡¿No dijiste que todo iba a estar bien?!


—Wei Ying —la voz de su esposo a su lado le hizo volver a la realidad, recordando que hasta antes de perderse en sus pensamientos se encontraba preparando los arreglos para la sala de estar.

Parpadeó un par de veces, recuperando la sensibilidad de sus extremidades antes de que el biberón con fórmula cayera a la alfombra de color gris pálido que tanto le encantaba a su marido. Seguro iba a cobrárselo esa noche si aquello sucedía.

Debajo de él, en el portabebés, su pequeño rabanito le veía curioso con una de sus regordetas manos en su boca, succionando ansioso mientras esperaba a su que madre se diera a la tarea de alimentarlo, porque su pequeño estómago comenzaba a dolerle y lo único que sabía, era que ya había llegado la hora de la comida.

Mentira, su pequeño era un conejilo glotón y él sólo buscaba alimentarse a todas horas.

—¿Sí, esposo mío? —cuestionó, intentando ignorar el hecho de que no había alimentado a su hijo cuando se supone que lo haría hace como diez minutos.

Aunque Lan Zhan no se lo dejó tan fácil con aquella mirada, caminando hasta él para tomar el biberón con suavidad de entre sus manos, notando la baja temperatura en el líquido blanquecino dentro de éste.

Ambos se miraron después de esto, con un Lan intentando hacer que su esposo admitiera la derrota y decir que aquello lo estaba superando -fuera lo que fuese, porque se había limitado a decirle al mayor que eran sólo pesadillas-, mientras que el Wei miraba con inocencia a su marido, buscando demostrar que todo estaba completamente bien y que nada extraño pasaba en esa casa.

Porque lo extraño no estaba pasando en esa casa, sino en el Wei, quien desde que aquellas pesadillas habían iniciado, no dejaba de actuar extraño, comenzando a murmurar cuando estaba solo, olvidando las cosas con facilidad o incluso quedándose en blanco en cualquier momento, incluso en medio de una plática. Y lo peor, su "todos los días" comenzaba a ser molesto para él.

No malinterpreten a Lan Zhan ni lo crean egoísta, él respetaba las decisiones de su amado esposo, pero el hecho de que su comportamiento estuviera cambiando tan drásticamente lo dejaba con dudas, dudas que le hacían perder la paciencia día y noche porque incluso el pequeño que ambos hicieron con tanto anhelo y amor estaba sufriendo las consecuencias.

El Lan estaba a nada de pedir ayuda, a quien fuera. A FengMian, a Madam Yu, a tío QiRen, a su madre, incluso a su cuñado Cheng, pero siempre que le comentaba la idea a su esposo, éste se exaltaba y negaba rotundamente repitiendo una y otra vez que estaba bien y que nada malo estaba pasando, que era su imaginación.

Pero Zhan estaba perdiendo la paciencia.

Por eso respiró un poco, contó hasta 3 lentamente y repitió en su mente unas cuantas reglas de aquellas que su tío les hacía seguir en su casa con insistencia cuando eran más jóvenes su hermano mayor y él.

—Iré a calentarlo —dijo, más el de ojos grises se negó, cargando con rapidez a su hijo entre sus brazos, causando que el pequeño se sorprendiera un poco por el movimiento.

—No tienes que molestarte, querido, a A-Yuan no le irá mal un poco de leche de su querida madre —se excusó, levantando con cuidado la tela de algodón de aquella playera que utilizaba como pijama, porque claro que había despertado hace poco.

Lan Zhan lo vio con un deje de preocupación, notando cómo su pequeño comenzaba a succionar con fuerza de ese pezón rosado que tanto amaba debido a ser la fuente de su alimento. Claro que el mayor lo amaba por otra cosa y no por lo mismo -o no completamente-, pero comprendía la necesidad del bebé.

—Wei Ying... —intentó llamar, pero de nuevo recibió esa mirada totalmente inocente de su pareja que solo le dejaba como única alternativa suspirar derrotado.

—¿Si, cariño? —el mayor negó.

—Nada.


—¡Wei Ying! ¡Deja de despertar a los cadáveres! ¡Detente!


—¡Tío Ying! —el pequeño de tres años corrió desde la puerta principal hasta los brazos del Wei, quien no dudó en alzarlo con gusto y besar sus mejillas.

—¡Hola pequeño Ling! —exclamó contento, después de todo, no había visto a su único y preferido sobrino desde su último cumpleaños, que no fue hace mucho, pero igual le extrañaba.

Su hermana y el pavorreal venían detrás, seguidos de su esposo, quien los había recibido mientras él dejaba a un dormido A-Yuan en su habitación para que descansara antes de el alboroto en el piso de abajo.

Sí, por alboroto se refería a su querido hermano menor Chang, quien no ardaba en llegar con su pareja igualmente, quien no era nadie más ni nadie menos que el hermano mayor de su hermoso esposo, Huan.

Fue extraño al principio y el tío QiRen quiso titular aquello como inmoral, pero al no ser hermanos de sangre ni Ying ni Cheng, entonces ambos hermanos Lan decidieron que no había ningún problema con aquello, después de todo, se trataba de amor real y no estaban dispuestos a perder a sus parejas destinadas.

Vaya ironía, pensaba Ying, siempre que se veía realmente feliz con su familia a su lado.

Quizá sus sueños solamente eran para recordarle que antes ya había sufrido demasiado y que por eso actualmente era tan feliz al lado de los que antes estuvieron a su lado y los que no también, por lo que tenía la oportunidad de recordar una vez más y agradecer a quien fuera que estuviera manipulando su vida.

Total, su muerte tampoco había sido muy linda que digamos, había terminado por ser la cena de miles de cadáveres que se vieron atraídos por su locura y él no pudo -o no deseó- hacer nada. Aunque bueno, eso había sido sólo la punta del iceberg, y no es como si no se lo hubiera merecido después de todo lo que había visto antes de eso.

—¡Shijie! ¡Pavo Real! ¿Listo para ser la comidilla de esta noche? —se burló de su cuñado, quien sólo le miró molesto y su shijie con clara advertencia.

Amaba molestar a ese hombre absurdamente creído, porque, aunque realmente pudiera mover el mundo y el cielo a su favor, aunque pudiera poner un 29 de Febrero en el calendario definitivamente y aunque los astros casi, casi giraran alrededor de él, aunque eso y mucho más... No se merecía a su Shijie.

No, no, no y no.

Ene-o.

—A-Xian, no seas grosero —le regañó, pellizcando con suavidad su brazo al momento de abrazarlo con todo el cariño de una hermana mayor.

Wei Ying sólo pudo sonreír y sacarle la lengua infantilmente al de vestimentas exageradamente amarillas, como todo un pollito recién nacido o así le encantaba compararlo pese a que siempre terminaba siendo regañado, o por su Shijie o por su amado esposo.

—Papi viste como pollito —YanLi miró con amenaza a su pequeño retoño aún entre los brazos de su tío mientras Ying no pudo soportar la carcajada que salió con fuerza desde el fondo de su estómago.

Por algo amaba a su sobrino.

—Te aviso, mi vida, que vienen con vestimentas a juego —comentó divertida, agachándose para dejar un sonoro beso sobre los labios de su pequeñín, quien hizo una ligera mueca de asco y comenzó a limpiarse con el dorso de su mano completamente molesto.

—Bienvenidos —saludó el Lan, una vez que su esposo dejó de reír hasta que el estómago le dolió.

—Muchas gracias por aceptarnos en su casa, A-Xian, A-Ji —sonrió con ternura cuando las orejas de su cuñado se enrojecieron con vergüenza aún sin estar acostumbrado a ese apodo, con el que su esposo tanto insistió en que su Shijie le llamara.

La mayor dio un codazo a su esposo para que igual hiciera una ligera reverencia antes de que hablara.

—Les agradezco en nombre de mi familia —de parte del otro matrimonio, sólo Zhan respondió a la reverencia.

—A-Ji, ¿Puedes ayudar a A-Xuan a bajar las cosas del auto? Trajimos regalos para mi sobrino que seguro le van a encantar —Lan Zhan asintió sin siquiera dudarlo, comenzando a seguir al heredero de la familia Jin, mientras la Jiang mayor sonreía con emoción —. A-Xian, anda, anda, llévame con mi sobrinito, ¡tengo tantos días sin verle!

Wei Ying no pudo evitar sonreír complacido, dejando a su pequeño sobrino que bajara de sus brazos para que corriera al cuarto de juegos de su pequeño A-Yuan, en donde lo dejó ser mientras su hermana admiraba a su pequeñín completamente dormido, sin nada que lo molestara ni que le dificultara el sueño.

Jiang Cheng no tardaba en llegar, así que su bebé no debía desaprovechar ningún segundo de sueño.


—¡Shijie! Estoy aquí, aquí estoy, Shijie...

—A-Xian...


—¡Aquí está mi querido hermanito preferido! —Wei Ying fue el encargado esta vez de abrir la puerta debido a que las dos veces anteriores y después del matrimonio de su Shijie, su esposo se había encargado de recibir a los invitados, pero ahora su pequeño rabanito necesitaba de un cambio de pañal y esta vez le tocaba a su esposo.

Antes de Jiang Cheng, los padres adoptivos del Wei y padres biológicos de los hermanos Jinag, FengMian y ZiYuan habían llegado con un montón de regalos para ambos nietos y para sus tres hijos y yernos, así como tambien algunas palabras -no tan agradables- como aludo de parte de la mayor, quien hasta ese momento también se había levantado detrás de Ying recibir a su segundo hijo.

El Wei sabía que los regalos habían sido comprados en su mayoría por su tío, sino es que completamente, pero el que Madam Yu entrara haciendo el gran esfuerzo de cargar algunos para ayudar a su esposo, ya demostraba la obra caritativa de final de año, por lo que Wei Ying no iba a renegarle nada, sino que, al contrario, agradeció cuando le dijeron que cuatro de las cajas envueltas en papeles infantiles eran para su pequeño crío.

Y justo después de ellos, los hermanos -y también matrimoniados- Nie hicieron acto de presencia. En ese momento los habitantes de la casa -el matrimonio Lan-Wei solamente- se vieron entre sí, cuestionándose cuál de los dos había invitado a la pareja, ya que sabían que solo habían rechazado la invitación de Ying hace un mes cuando les propuso cenar en Noche Buena todos juntos, con la excusa barata de HuaiSang de que su amado esposo y él tendrían que salir con sus padres a celebrar.

Bueno, nadie se quejó igual. La visita era inesperada, pero Lan Zhan siempre tomaba precauciones con unos cuantos pares de platillos más por si las dudas -o por si el recalentado lo dictaba-, por lo que no les quedó excusa para no recibirlos gustosos esa noche.

Además de que Wei Ying vio esas cajas de regalos en sus manos, por lo que menos pudo negarse.

Y ahora, su pequeño hermanito -quien venía con las desgraciadas manos vacías, el condenado-, se mostraba en su puerta con un Huan muy sonriente.

Sí, mucho más de lo normal.

Todos los que ya estaban dentro y en la sala de estar saludaron y se desearon una pre-Feliz Navidad, y Jiang Cheng también se sorprendió de ver al inocente de Sócrates con su gran Brosposo a media sala, pero supuso que Wei Ying lo había invitado a última hora como era habitual.

Igual no pudo cuestionar nada, no cuando se encontraba envuelto entre los brazos de su madre y salir para encontrarse con los de su hermana, mareándolo un poco por esas apestosas lociones que comenzaban a parecerle sumamente molestas.

—Hermano, cuñado —el menor de los Lan saludó en cuanto bajó de la habitación con su pequeño bebé entre brazos ya completamente aseado y con un trajecito de reno demasiado esponjoso que su propio padre había comprado para él unos días atrás, llamando sumamente la atención de YanLi, quien no pudo soportar las ganas de arrebatárselo casi de los brazos a su cuñado e ir con sus padres y el Nie menor para apreciarlo.

Huan sonrió divertido y Cheng chasqueó la lengua por aquello, dando una caricia disimulada a su estómago que no pasó desapercibida por Zhan.

—A-Zhan, parece que el pequeño A-Yuan te ha favorecido mucho, te ves más radiante y feliz —antes de que el mencionado pudiera responder, Cheng se dio la tarea de ver a su pareja y después al hermano menor de éste, buscando cualquier cambio en su expresión que le delatara lo que su esposo mencionaba.

Nada. Absolutamente nada.

Huan seguramente tenía algún tipo de pacto con el diablo que le ayudaba a entender las expresiones y emociones nulas de su hermano, pero que después cobraría con la vida de toda su familia como en esas películas de terror que se lanzaba por maratones los fines de semana.

Esta bien, puede que no, pero valía la pena prevenir.

—Oh, segundo hermano, a mi Lan Zhan le encanta pasar tiempo con mi pequeño A-Yuan, incluso le compra ropa tierna cada vez que puede —presumió el menor, apuntando con emoción hacia donde se encontraba su pequeño, feliz entre los brazos de su abuela ZiYuan, quien, aunque lo negase después, se encontraba haciéndole caras divertidas al cachorro junto con su hermana YanLi.

—Imagino que ser padres no es tan difícil como lo cuentan —supuso pensativo —. Son buenas noticias —antes de que pudiera sonreír, un codazo en las costillas por parte de Cheng le sorprendió, quien le miraba con una mueca difícil de descifrar para el público, pero en cambio, el Lan mayor sólo sonrió como disculpa.

A Wei Ying jamás se le iban a pasar por alto esos detalles en su querido hermano menor, de hecho, lo había estado notando sumamente tranquilo desde que entró en su casa y lanzando miradas de ve en cuando a su pequeño en brazos de su madre. No es que Cheng odiara a su pequeño rabanito, sino que muy rara vez le prestaba tanta atención después de que una vez casi lo vomita cuando lo cargaba, pero en ese momento, no paraba de lanzarle miradas a las dos mujeres de la sala quienes parecían sumamente divertidas con su crío, como si fuera el mejor espectáculo del mundo.

—El pequeño A-Yuan es muy tranquilo, es difícil no querer estar con él —FengMian, quien se había alejado de su esposa un momento, regresó a darle un abrazo de bienvenida a su hijo y a su yerno, quienes correspondieron y concordaron con lo dicho con él.

—A diferencia de A-Ling, quien pegaba grito a todo pulmón cada vez que tenía hambre —ZiXuan concordó con su propia aportación, rascando su nuca con algo de pena al revelar aquello.

—Ese mocoso siempre ha sido un caprichoso y tu tienes la culpa de eso —concluyó Cheng, escupiendo esas palabras con poco tacto.

Nadie le prestó atención a aquella forma tan despectiva con la que había hablado, pues si todos ya estaban acostumbrados a algo era al modo de hablar del mejor de los Jiang, por lo que no les quedaba más que hacer caso omiso, incluso el mayor de los Jin comenzó a acostumbrarse y sólo ignoraba los comentarios, o simplemente respondía, pero sin intención de provocar.

Si lo hacía, seguro dormía en la cama del pequeño A-Ling.

—No te lo voy a negar —aseguró —. Pero si de algo estoy seguro es de que tu madre y la mía lo consienten mucho más de lo que lo hago yo —acusó, alzando los hombros con desinterés cuando el menor soltó una carcajada ahogada en señal de rendimiento.

—Bueno, no les voy a negar nada, sus hijos soy muy diferentes, sí, pero ¿qué les parece si mejor comenzamos a comer ya? La noche no es para siempre —al Nie menor poco le importó la mirada de advertencia que le lanzó su esposo, sólo miraba a la familia mientras acariciaba su redondo vientre con una sonrisa de inocencia fingida.

—Vaya HuaiSang, la pequeña A-Qing es muy exigente, se te irá directo a las caderas —Ying demostró aquello dando una palmada a su propio trasero mientras caminaba a la cocina, el cual había terminado más redondo y formado -comestible para su esposo- desde el nacimiento de su pequeño rabanito, y no iba a dudar que le sentaba de maravilla.

Lan Zhan le siguió por detrás, desviando un poco la mirada de la sentadera de su pareja cuando su mano cayó sobre la tela del pantalón resonando por toda la habitación, provocando que algo en él vibrara con ganas.

Ojalá nadie se quedara a dormir esa noche ahí, porque si lo hacían, no iba a hacerse responsable de nada.


A-Xian... La última vez te fuiste muy pronto. Ni siquiera tuve tiempo de mirarte o decirte algo...


—A-Yuan, debes comer tu papilla cariño, mamá no puede alimentarte en este momento, ¡muere de hambre! —el Wei avanzaba en círculos alrededor de la sala con su pequeño en brazos mientras intentaba alimentarlo con aquella cosa pastosa de sabor a manzana que tanto solía agradarle a su pequeño.

Después de que se propuso a calentar la comida con ayuda de su esposo, su hermana llegó con el pequeño en brazos, quien comenzaba a hacer ligeras muecas que Ying ya conocía como signo de hambre, por lo que no dudó en tomar un frasco con el alimento de la alacena y dirigirse a la sala al lado de las dos mujeres y el pequeño A-Ling mientras su esposo se ocupaba de la cena, pero extrañamente, su pequeño retoño no aceptaba el alimento comenzaba a refunfuñar en voz alta.

—¿Ha tenido cólicos últimamente? —ZiYuan, quien se extrañó con el comportamiento de su nieto se levantó a quitarle la papilla a su hijo adoptivo en un intento de liberarle la mano para que tranquilizara al bebé.

Estaba intentando buscar algunos síntomas, pero las negativas del doncel a todo lo que decía la mujer le dejaban en blanco.

—Se supone que es su hora de comer, pero él no suele ser tan escandaloso —murmuró, revisando que su pañal no estuviera sucio, pero de nuevo, aquello no era la razón de la inconformidad del menor —. Los cólicos ya no le pasan desde que compramos esos biberones que nos dijo, por eso dudo que sea eso —aseguró, intentando cambiar la posición de su bebé entre sus brazos, que ya comenzaba a amenazar con llorar.

—¿Ya no le das de tu pecho, A-Xian? —el menor asintió con un deje de desesperación y pánico en su mirada —. ¿Por qué no lo intentas?

Wei Ying lo pensó unos minutos antes de tomar una pequeña sábana blanca con bordados de nubes que se encontraba pulcramente doblada en el respaldo de su gran sala de color claro, tomando asiento al lado de su hermana y acomodando a su bebé en sus brazos. Con cuidado, puso la sábana en su hombro y dejó que el resto cubriera su pecho descubierto y parte del cuerpo de su pequeño, sólo para no parecer tan obsceno, ya que, si la casa estuviera sola, él sería capaz de estar hasta en solo ropa interior mientras amamantaba a su conejillo.

Una vez se descubrió bien su pecho, dirigió la cabeza se Yuan hacia su pezón con esperanzas de que lo tomara al instante como siempre lo hacía, pero contrario a eso, sólo lo tomó entre sus labios, se acurrucó entre su piel expuesta y pareció quedarse tranquilo. Incluso sus ojitos grisáceos llenos de lágrimas y rojizos se cerraron con tranquilidad.

Estaba pegado a él, pero ni siquiera succionaba, sólo estaba ahí descansando, como si nada hubiera pasado y como si estuviera dormido.

—Oh, era eso —mencionó su hermana, acariciando una de las piernas regordetas de su bebé con cariño y ternura. Incluso ZiYuan se recostó nuevamente en el sofá ya más tranquila, entregándole la papilla a Ling, quien comenzó a consumirla gustoso con ayuda de la cucharita de su primo.

—Al parecer solo un pequeño capricho por estar cerca de su madre —comentó la mayor, acariciando los cabellos de su nieto mayor con cariño.

—No, no está comiendo...

—¿Uh? ¿Cómo que no está comiendo? —YanLi se acercó sin cautela, tomando un extremo de la sábana para hacerla a un lado y ver con ligera sorpresa a su sobrinito, quien comenzaba a quedarse realmente dormido con solo estar con el pezón de su madre entre sus labios —. ¿Eso es normal? —el menor sólo alzó los hombros.

—Jamás había hecho eso, siempre come con ansias —aseguró, aunque pocos minutos después, su pequeño se relajó lo bastante en el sueño como para recostarlo en su portabebés y dejarlo en el piso de la sala bien abrigado antes de que los mayores fueran al comedor para cenar al fin todos juntos.

—¿Yuan está bien? —preguntó el Lan menor, ya con todos en la mesa y solo faltando él y su pareja, quien se había acercado a él para intentar ayudarle.

—No es nada, esposo mío, sólo un pequeño capricho de nuestro hermoso joven Lan —Zhan asintió convencido, llevándose a su esposo de la cintura hasta su asiento, en donde recorrió la silla -como todo caballero que era- para que pudiera tomar su lugar.


—A-Xian, tú deberías detener esto primero.


La cena transcurrió tranquila y sin más contratiempos, A-Yuan n volvió a despertar mientras ellos consumían sus alimentos y al parecer todo le había quedado tan perfecto como siempre a su esposo, ya que recibió incluso felicitaciones de su Shijie, quien no podía parar de decir que aquello era tan delicioso que debía enseñarle a cocinarlo luego.

ZiXuan, como buen marido que era, presumió que el sazón de su esposa no podía compararse, pero incluso reconoció que la comida era deliciosa y hasta repitió plato para sorpresa de todos.

No se diga de HuaiSang. Wei Ying no podía parar de reír cada vez que veía la cara de MingJue y se imaginaba el dolor de su cartera con cada plato extra que repetía el menor, porque cuando estuvo a punto de llegar al cuarto, no pudo negarse a que ya era suficiente.

—Dime MingJue, ¿no crees que diste dos pájaros de un solo tiro? —se burló.

—¿No querrás decir "Que le dio a dos pájaros de un tiro"? —Cheng intentó preguntar, pero el contrario negó con una divertida.

—Me refiero a que HuaiSang podría estar esperando gemelos y por eso su apetito tan voraz —de nuevo una carcajada de su parte se escuchó a lo alto cuando el Nie mayor giró a verlo completamente empalidecido, comenzando quizás a rezar para que esas palabras malditas no fueran ciertas.

—No tienes que preocuparte, Wei-Xiong, la doctora Wen Qing igual dijo que el apetito podría ser así, después de todo será una hermosa niña —aclaró, dejando su plato ya vacío mientras suspiraba completamente satisfecho.

Wei se burló un poco más antes de detenerse y mirar a donde s encontraba su esposo, inclinándose hacia él con ojos suplicantes.

—Lan Zhan, quiero una pequeña niña, ¿podemos tener una pequeña cuando A-Yuan sea mayor? ¿Podemos? —y como fue de esperarse, su esposo no pudo negarle nada, por lo cual asintió casi al momento.

—Mn. Lo intentaremos.

Luego de aquello, todos ayudaron para que la mesa quedara limpia nuevamente y sacaron unas cuantas botellas de vino y jugo de frutos -para los Lan y HuaiSang- de la alacena que Wei Ying venía preparando desde hacía unos meses atrás, ya que había logrado conseguir esos vinos añejados en unas subastas por internet de su licorería preferida, "Sonrisa del Emperador".

—Para mi y A-Cheng solo jugo, hermano, por favor —ante aquellas palabras, fue inevitable para todos no quedar en completo silencio.

Todos miraban al esposo del Lan menor con interrogación en la mirada, incluso la madre y el padre de éste, quien comenzaba a exasperarse demasiado.

—A-Cheng, ¿te sientes bien? —cuestionó FengMian, tratando de ser sutil para que su hijo no explotara como siempre solía hacerlo.

Todos quedaron en silencio nuevamente, en espera de una respuesta que sopesara las dudas de los presentes porque bueno, todos habían pasado por un embarazo y más del alguno ya se imaginaba de qué se trataba todo aquello, especialmente el Wei, quien no podía quitar su sonrisa de la cara.

—A-Cheng... —luego de unos minutos, Huan fue el mismo que apresuró a su esposo para que hablara y no les dejara con las dudas, ya que, si bien él sabía, el resto de los presentes comenzaban a comerse las uñas por la intriga.

—Que montón de chismosos son —suspiró, tomando un poco de aquel jugo antes de proseguir, extrañamente nervioso —. Lan Huan y yo estamos esperando a un be...

—¡Ja! ¡Me debes diez dólares, A-Sang! —la voz del mayor de los Nie, seguido del golpe de una cachetada opacó nuevamente todo sonido en el comedor.

—¡¿Tenias que gritarlo y romper la atmósfera?! ¡Hoy vas a dormir con Firulais!

Bueno, esa noche se dieron a conocer dos cosas completamente distintas: La familia iba a ser más grande próximamente y que el desgraciado de HuaiSang era un dramático, agresivo e impulsivo cuando las hormonas estaban al cien por ciento en su cuerpo. Ah, y que MingJue era un masoquista de primera.

Aunque bueno, alguien tenía 10 verdes más en su cartera y eso no se podía negar.

Luego de las felicitaciones, todos pasaron a abrir los regalos y nadie se quedó sin ninguno, incluso los invitados inesperados obtuvieron y se veían lo bastante felices como para decir que ese regalo de MingJue en realidad era para Lan Zhan y la sonaja para la próxima hija de ambos era para A-Yuan. Pero de igual forma, pudieron retener a Wei Ying antes de que lo confesara.


—A-Xian, estoy aquí para decirte...


Pasada la media noche, los invitados que el matrimonio Lan se había esforzado en recibir, ahora comenzaban a abandonar el lugar.

Los primeros en irse fueron los padres de los tres hermanos, quienes se excusaron -luego de abrir los regalos- con que FengMian debía atender algunos asuntos con la empresa mañana a primera hora y no tenía libertad de faltar ni llegar tarde.

Después de ellos, el matrimonio Nie de igual forma se retiró para descansar, ya que la energía y fuerzas de Sang no eran lo mismo desde que se había cumplido el octavo mes de embarazo y apenas y podía mantenerse de pe a esas horas.

Ahora, con ZiXuan en el auto al lado de un Ling completamente dormido en el asiento trasero, los hermanos Jiang y Wei comenzaban a despedirse en la entrada, agradeciendo que esa noche no nevara tan intensamente como lo había hecho los últimos días.

YanLi, Cheng y Ying estaban ahí, mientras que los hermanos Lan platicaban y se felicitaban cerca del auto del mayor.

—A-Xian, creo que tenemos una plática pendiente —su hermana dejó a tras toda despedida de repente, sacándolo del tema de forma abrupta.

—¿Pendiente? ¿A qué te refieres Shijie? —la menor no respondió al momento, sino que vio a Cheng con una sonrisa cálida antes de llevar sus manos cubiertas con unos guantes rosas de lana a la mejilla de los menores.

—A-Ji me dijo que tienes pesadillas recientemente —el menor asintió sorprendido, se suponía que su esposo había prometido no decirle a nadie.

—Y nosotros dos concluimos en que también las tenemos algunas veces —Cheng interrumpió lo que su hermana tenía por decir, dejando completamente sin palabras a su hermano mayor.

—¿Qué...?

—A-Xian —antes de hablar, alejo su mano de la mejilla de Cheng para ponerlas ambas sobre las mejillas del Wei —. Yo fui hasta ti para decirte...


—Yo no te culpo de nada.


Sin poder evitarlo, su corazón se estrujó en su pecho y sus mejillas comenzaron a bañarse en lágrimas con la placentera sensación de dejar un recorrido helado por donde pasaban, sintiendo igual la calidez de las delicadas manos de su Shijie sobre su piel.

Sus sueños siempre acababan ahí, esos sueños que por días estuvieron atormentándolo hasta dejarlo sin dormir siempre acababan en eso.

Nunca escuchó las palabras que su Shijie tenía para él, por lo que, al despertar entre la noche oscura, simplemente sentía la culpa recaer sobre su estómago, tan vivaz que lo enfermaba de sobremanera, tan real que le hacía querer desaparecer.

Porque incluso si no tuvo completamente la culpa de lo que alguna vez pasó, igual sucedió por provocaciones suyas, y sabía que de una u otra forma, había acabado con la vida de las únicas personas que estuvieron siempre para él, huyendo tan patéticamente como lo fue entregarse a la muerte cuando todo se vio perdido.

Su Shijie no lo culpaba, y por la cara que Cheng tenía en ese momento, le hacía saber que ya no debía cargar más con ese peso él solo, que ahora los tres estaban juntos para enfrentarlo si eran necesarios. Ahora Lan Zhan y él se amaban, ahora A-Yuan era hijo de ambos y todo estaba marchando a la perfección.

Porque así debió ser siempre y porque jamás iba a volver a hacer algo que los dañara. A nadie más.

—S-Shijie, yo...

—Shhh, no digas nada A-Xian, tu lindo esposo ya me mira feo y no quiero que se moleste después —sonrió con travesura, alzándose de puntitas para dejar un cálido beso en la frente de su hermano mientras intentaba limpiar sus lágrimas.

—Sólo no seas un idiota, Yuan depende de ti y tu esposo también en cierta manera, debiste haberlo visto esos trece años en luto —Cheng no pudo evitar murmurar molesto, ya que, si bien sentía algo de lástima por su cuñado, en ese entonces se lo merecía por ser tan recto y no hablarle más caro al descerebrado de su hermano.

—Mi Lan Zhan —chilló, llevando una mano a su pecho con ternura y dolor ante aquello que jamás llegó a saber completamente.

—A-Cheng tiene su primera cita con Wen Qing mañana y A-Xi no tendrá tiempo de ir con él, ¿qué te parece si vamos y hablamos más al respecto?

Después de ponerse de acuerdo y llorar un poco más en silencio, por fin los invitados pudieron retirarse mientras que el joven matrimonio entraba a la calidez de su casa, ambos abrazados y quedándose en el recibidor en aquella posición por varios minutos, sintiendo el calor del otro mientras el menor intentaba tranquilizarse.

—Wei Ying, ¿Qué sucedió? —el menor negó entre sus brazos, dejando salir ese aire que había estado reteniendo.

Sus ojos estaban rojizos aún y sorbía su nariz de vez en cuando por la incomodidad producida por el mismo llanto, además de que sus labios, mejillas y nariz estaban rojizos por el frío de la noche.

—Lan Zhan, eres el mejor esposo del mundo.

Y el Lan no insistió, porque si bien sabía que su esposo ocultaba algo, el aura deprimente que lo había rodeado los últimos días ya no se encontraba con él, y su sonrisa seguía siendo la misma de siempre, por lo que su corazón pudo estar tranquilo desde ese momento.

—No, espera, no eres el mejor esposo del mundo, Gege —de entre sus brazos, alzó la mirada para verlo con reprimenda, mientras Zhan se preguntaba sobre su actuar —. ¡No has cumplido con el "Todos los días es todos los días" esposo mío!, que mal ejemplo de padre eres para mi pequeño A-Yuan, rompiendo tus promesas. ¡Si yo no quería bien podías obligarme con esa tremenda fuerza tuya! Amarrarme a la cama y llegarme por detrás y...

Los labios de su depredador lo silenciaron, levantándolo instantáneamente por las caderas mientras lo apoyaba en la pared detrás de ellos y pegaba su ya despierto miembro con la entrepierna de Ying, quien gimió gustoso.

—Er-gege, f-feliz navidad...

—No hables.

Suerte que el pequeño Yuan ya se encontraba durmiendo seguro y protegido en su hanitación, porque ese día, el sofá de tres piezas pagó las consecuencias.

Siento que no quedó al cien como buscaba pero yo tube una crisis existencial con eso que Shijie jamás logró decirle a A-Xian ;-; Nunca sabremos qué iba a decirle pero, me duele el kokoro ;;;;;_;;;;;

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