Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

➷ CAPÍTULO III ➹

California Love - 2pac

Colette:

El sesenta y seis, sí, como el del diablo pero con un número menos, da unos cuantos pasos hacia atrás, recorta a la izquierda para luego correr a la derecha y abrirse paso sobre la abertura que ha dejado la defensiva.

Demasiado visible, el error de la línea defensiva fue tan notable que ni siquiera intentaron derribarlo.

Inspecciona el área con detenimiento y rapidez para después lanzar el ovoide al número veintisiete, es cuestión de segundos para que el silbato suene marcando el Touchdown.

El cuarto que realiza en este entrenamiento.

Y todavía no se acaba.

La súper estrella de D'Angelis no se mueve de su sitio, en vez de alegrarse por la anotación, se quita el casco de malas maneras reventándolo en el suelo.

Camina con tanta fuerza que me sorprenda que no dañe el asfalto bien cuidado bajo sus pies, se acerca a un tipo grande jalándolo de la careta y comienza a gritarle.

O al menos eso parece, en la distancia no estoy segura.

¿Y se atreve a decir que mi hermano tiene problemas de ira?

A ver, los tiene, obviamente, negarlo sería muy tonto a estas alturas, pero Maverick Pagani no es mejor.

Quiero decir, desde que lo conozco —que ha sido prácticamente toda la vida porque nadie sale de Kirland Valley hasta después de la preparatoria si bien te va—, ha sido un dolor de cabeza para todos. Tanto para los profesores como para los alumnos.

Es el príncipe de los pasillos. El rey del lugar. El capitán de un equipo legendario. El chico dorado.

La mayoría de las chicas actúan como si su mirada pudiera curar el cáncer o algo así, es vergonzoso y entendible. Porque de nuevo, no aceptar lo bien parecido que es tampoco tiene sentido.

Pero no todo lo bonito es bueno, algunas cosas brillantes están podridas por dentro, solo tienen la suerte de tener una buena fachada que disimule la porquería interna.

Él es uno de ellos.

Mi hermano es uno de ellos.

Yo, soy uno de ellos.

Todo es mentira. Todo es una careta. Es como si nos hubiera dado demencia de forma colectiva. Fingimos que no nos damos cuenta de lo arruinados que están algunos, porque todos tenemos secretos.

Algunos más que otros por supuesto ¿Pero qué es una persona sin ellos? No creo que haya llegado a conocer a alguien realmente honesto.

Incluso consigo mismo, a veces te miras al espejo y actúas como si tu reflejo te gustara y fuera tu mejor amigo.

Inseguridades demasiado fuertes como para aceptarlas. Traumas complejos como para contarlos.

La adolescencia es una porquería por si sola, es un laberinto imposible de cruzar, cuando crees que estás a punto de llegar a la salida, un muro nuevo se cierne sobre tus ojos incitándote a rendirte y no creo que creciendo la vida se vuelva más sencilla.

De hecho creo que empeora. Los obstáculos se multiplican y los problemas aumentan.

—El hijo de puto es guapo —Paradis está sentada sobre la pista de carreras arreglándose los tenis de entrenamiento, su cabello rubio largo vuela por el aire de inicios de otoño—, que mala suerte que tenga el ego más grande que Manhattan.

—Es un jugador de americano —añade Serafina rodando los ojos alisándose el uniforme de porristas rosado—, todos son una escoria.

—Tu hermano es uno de ellos, Serafina —Paradis la mira con una ceja arqueada.

—Entiendes mi punto, no hay uno, sin excepción, que no tenga más mierda en la cabeza de la que le sale por el culo.

—En eso tienes razón —contesto rodando los ojos, es como si antes de entrar al equipo te hicieran una prueba para ver qué tan gilipollas eres—, no puedo creer que haya ido a mi casa.

—Lo que yo no puedo creer es que tu hermano le permitiera salir vivo —admite Serafina atándose el cabello pelinegro corto sin mucho cuidado—, hubiera pagado toda mi mesada por ver la cara de Conelly.

—Apuesto a que convulsionó de la rabia —dice Paradis con gracia—, merecido se lo tienen los dos por infumables.

Son como el extremo en una línea.

Mientras que mi hermano no finge ser una primorosa princesa y le importa un comino parecer el anticristo en persona, Maverick disimula su mierda con una sonrisa y limpiando el cagadero que deja a su paso, no lo hace mejor pero si un poco más listo.

O más jodido quien sabe, no creo que fingir ser quien no eres todo el tiempo te deje algo bueno.

Maverick es el heredero de Luther Inc., una de las compañías de seguridad más famosa del país. Su madre la actual dueña parece salida de la realeza. Tiene un IQ bastante elevado y es lo suficientemente conocida como para saber que si le tocas un pelo al chico, amanecerás con un ticket sin regreso a la Patagonia.

Pero todas las familias del lugar tienen secretos y los Pagani no son la excepción. A pesar de ser la creadora de uno de los sistemas de seguridad más complejos del mundo, terminó casada con un famoso ladrón de arte.

Las ironías de la vida, los pasillos cuentan que el abuelo de Maverick intentó de todo para que su madre se alejara del hombre, pero el corazón quiere lo que quiere, supongo.

—Dios te agarró y nunca más te soltó, Collins —La voz de Paradis frena mi tren de pensamiento regresándome a la realidad—, tener que soportarlo todo nuestro último año, muchísima suerte amiga, de verdad.

—Fue una estupidez —añade Serafina estirando el pie sobre el barandal que tenemos enfrente—, no entiendo cómo Edric sigue de pie aquí, era para que lo hubiesen echado a patadas. Mi hermano personalmente le pidió a mi padre que viera la forma de que lo sacaran ayer mismo.

No se quien la tiene peor, si yo por tener que aguantar a Pagani o Serafina al estar con Everett Denally, uno de los mejores amigos de Maverick y de su hermano Zenne.

Ninguno de los tres hace nada sin el otro, como nosotras.

El hecho de que Edric haya ocupado una de las pocas cosas buenas y ventajosas que tenemos como estudiantes de D'Angelis para cabrear a la generación fue estúpido. Pero es todavía más sorpréndete que nadie haya hecho un alboroto por ello.

Menos el papá de Serafina y Zenne, que se sabe no es muy fan del buen humor cuando de sus hijos se trata.

Tenía la esperanza de que al menos él pidiera su cabeza en una estaca y la junta de consejo no tuviera más alternativa que echarlo.

Fue creer mucho en la justicia divina, no tengo tanta suerte, jamás la he tenido.

Se escucha un bullicio en el campo y las tres prestamos atención al revuelo que comienza a acrecentarse, las cabezas protegidas por cascos empiezan a bailar de manera desordenada.

—Ya se habían tardado —murmuro divisando a los tres muy feos en el centro, gritando y empujando como si fueran los dueños del equipo.

Ser un buen jugador no te hace intocable, no es para tanto, pero en el americano, si tocas al Quarterback, estás muerto. Todo se centra en protegerlo, incluso si eso significa hacerlo de tu propio equipo que no busca nada más que tomarte de las piernas, y lanzarte al aire como si fueras cosa que no sirve.

—El punto es ser los mejores y estos están a dos de convertirse en la burla de la temporada —admite Serafina negando con la cabeza sin dejar de prestar atención—, Zenne no dejaba de parlotear ayer de lo imposible que será llegar a los playoffs.

—¿Qué pasó con Grant? —pregunto en dirección a Paradis sobre su hermano menor adicto a la limpieza—, ¿Si hizo la prueba?

—Y quedó —Tanto Serafina como yo miramos a la rubia con sorpresa—, ya lo sé, la misma cara tenía yo cuando llegó alardeando de su logro. Papá le obsequió un carro nuevo por ello. Un lamentable escenario si me lo preguntas.

—¿Un auto nuevo? ¿Solo por entrar al equipo?

—A ti te dieron un caballo solo por no reprobar el curso pasado, Serafina —Ella sonríe con presunción y de nuevo guardamos silencio.

Eso es lo bueno del dinero al menos. No te puede comprar la felicidad, pero es una herramienta muy útil e importante.

Lo malo. es que puede llegar a cegarte y así como la vida, en un abrir y cerrar de ojos la buena economía puede acabarse y dejarte varada en una situación a la que no estás acostumbrada. Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana. No creo que sea distinto con otros sentimientos.

La práctica de porristas terminó hace media hora y no entiendo por qué seguimos en el campo perdiendo el tiempo cuando bien podríamos estar en otro sitio, pero sabiendo el poco orden que hay por los pasillos por los estudiantes de nuevo ingreso que todavía se pierden por no saber en dónde están las aulas, no creo que tengamos opción.

De vez en cuando también nos venimos a perder aquí en las gradas a la hora del almuerzo. No es que nos llevemos mal con nuestra escuadra, casi siempre estamos juntas, pero ninguna de las tres tiene la paciencia suficiente como para aguantar a veinte personas más por más tiempo del necesario.

Eso lo catalogo como tortura en la escala de mi ansiedad.

Puede que el pueblo esté repleto de porquería, como cualquier lugar chico en el cual vivir, es un infierno ya que todos se conocen y se meten con todos, pero desde que tengo uso de razón, Serafina, Paradis y yo nos agarramos y jamás nos soltamos.

Ninguna de las tres es muy buena con las palabras, al menos no en público y de las muestras de afecto mejor ni hablamos, pero si tuviera un problema, sé que ellas dejarían de lado cualquier cosa para correr a ayudarme.

Y creo que de eso se trata.

De tener personas en tu vida con las que puedas contar sin importar nada.

Ellas se han acostumbrado a mi forma compulsiva de querer tener todo bien planeado y yo me he adaptado a que a ellas les importe un cacahuate todo lo que no tenga que ver con sus temas de central interés.

Funcionamos.

—¿Pagani viene hacia acá? —Disparo la cabeza al campo en donde al parecer el entrenamiento ya terminó.

¿Cuánto tiempo estuve perdida en mi cabeza?

Paradis tiene razón, Maverick corre hacia las rejas en donde estamos paradas con el ceño fruncido y el sudor bañándole el cabello.

El tipo es todo músculos en su 1.91, no es tosco ni parece que la espalda podría ser el lugar en el que construirías una carretera de lo ancha que la tiene. Atlético pero sin dejar de tener el cuerpo delgado. El cabello castaño desordenado y los ojos de un avellana potente que bajo la luz del sol se pintan de dorado.

Su mirada es siempre burlona y airada, sabe que es mejor que tú y no le importa un carajo si eso te hace sentir mal. Pómulos altos y marcados, labios gruesos que gritan pecado. Una mandíbula bien definida y una nariz respingada, las cejas pobladas como bosques. No es el típico chico popular. El hombre demuestra experiencia, talento, problemas y no sé por qué carajo estoy dando estos detalles.

Morbo supongo, o gusto por tener ojos y ocuparlos para aceptar cuando un tipo es hegemónico.

Cosas de chicas ¿sabes?

—¡Oh! el hombre viene a aclarar la porquería, ya verás —murmura Serafina—, es tan predecible como el solo.

—La cagó contigo y va a querer demostrarte que no es igual a los otros, o no quiere tener un complot de porristas rompiéndole las pelotas —murmura Paradis segundos antes de que el QB se detenga frente a nosotras del otro lado de la reja.

—Buenos días señoritas.

—Lo eran —contestan las dos a unísono mientras que mi silencio es todo lo que recibe como respuesta.

Cruzo los brazos sobre el pecho y la tela elástica de mi uniforme comienza a picarme al estirarse. Alzo la barbilla para poder mirarlo mejor pero los rayos de sol de medio día me impiden el análisis.

Parece estar pensando lo que dirá.

—Lastima, creí que eran frecuentes en mi club de fans.

—¿Ese ego no te tumba por las noches, Maverick?

—Algunas veces, gracias por tu eterna preocupación por mi ego Paradis, es casi del mismo tamaño que el tuyo.

—Touché.

—¿Necesitas algo o no has recibido suficientes golpes allá? —Serafina señala el campo con una mirada—, interrumpiste nuestra entretenida conversación.

—No sabía que ver a los del equipo desfilar sin camisa era un extracurricular que tomaban.

—A todos menos a ti —contesto por fin y me mira con una sonrisa burlona en la cara.

—Dos días y ya has comenzado a tratarme como un humano, tranquila Collins, dijimos que iríamos lento.

—¡Dios! Eres insoportable —Paradis le responde y se da la vuelta, pero alcanzo a notar la sonrisa divertida que apareció en su rostro, jala a Serafina y me deja sola frente al dueño de las peores pesadillas de mi hermano.

—Escucha, ya hablando en serio, vine a hablar contigo.

—Te envié el correo con la selección de los tres mejores temas que creo que pueden funcionarnos, pudiste decirlo por ahí. O en un mensaje, ya que conseguiste mi número por algún motivo.

—¡Oh vamos! Solo necesité hacerle las preguntas correctas a la gente correcta.

—Se que Zenne te lo dio, es el único de tu gente que lo tiene —El hermano menor de Serafina puede no ser mi amigo, pero si es cercano.

No puedes no convivir con alguien cuando las fiestas de pijama son tan frecuentes como una misa.

—Mi gente ¿Qué se supone que significa eso?

—Sabes a lo que me refiero —Le señalo el uniforme y arqueo una ceja—, no necesitamos hablar fuera del aula de ciencias, Maverick.

—Créeme estoy al tanto, pero necesitaba aclarar lo de ayer.

Bueno, las chicas tenían razón.

—No necesitas hacer nada, solo que no se repita y listo.

—¿Así de sencillo?

—Pues que esperabas ¿Drama?

—Una especie de mierda floral también y quizá una serenata —El sarcasmo tiñe su voz y estoy a punto de sonreír pero me contengo—, lo dije ayer y lo repito hoy. Lo siento.

—De acuerdo.

—Es verdad.

—No dije que no.

—Pero tu tono si —arquea una ceja como retándome a qué lo niegue, bien, si, no le creo una palabra, pero no es personal.

No le creo a nadie a quien no conozca bien a la primera.

Porque la gente es mentirosa por naturaleza, al menos si siempre esperas que te mientan, cuando te das cuenta de que en efecto no fueron honestos en un principio, no duele tanto.

No sientes la traición. No te afecta la farsa.

—No muerdo Collins.

—Quien sabe.

—Podrías asegurarlo, eres lista.

—Ya lo sé, ese no es el punto.

—Humilde también —añade negando con la cabeza—, esto no tiene que ser una tortura Monet.

—Mi nombre es Colette —corrijo de mala gana—, y no necesita ser una tortura porque sólo haremos lo que debemos y ya está.

—La vamos a pasar mal si me miras todo el año como si fuera a pegarte la sífilis.

—Tienes sífilis Maverick ¿No sabes lo que son los condones?

—¿Quieres mostrarme?

—Jesús, de verdad eres irreparable.

—Te estoy dando opciones Cavalieri, por donde yo lo veo, o podemos pasarla muy mal o podemos adaptarnos a la porquería con la que te castigó Edric —La sangre se me atasca en alguna arteria porque de pronto siento que el corazón se me detiene—, lo sabía.

—No sé de qué estás hablando.

—¿Empezamos ya con las mentiras?

El sarcasmo es tan notorio que me dan ganas de arrancarme los cabellos.

Lo último que necesito en mi vida es que Maverick indague sobre mis cosas. Tiene razón, va a ser lamentable, lento y muy torturante si no elijo adaptarme a nuestra convivencia.

Mi hermano va a matarme.

—No vuelvas a ir a mi casa sin avisar. No intentes ocupar esto para meterte con mi hermano. No me hables como si me conocieras y evita meterte en mis cosas. Entonces podremos llevarnos bien.

—Ya comenzamos a comunicarnos, eso es bueno Monet, es el primer paso para crear una relación, tu hermano seguro será el padrino de nuestra boda.

—Maverick.

—Es broma —rueda los ojos con cansancio, creo que le afecta que no demuestre que su sentido del humor existe—, nos veremos en clase entonces.

—No nos queda de otra.

—Respira Monet, no todo en la vida tiene que causarte estrés.

—Eres, principalmente el que genera mi estrés y el de mi familia, Maverick.

—Se le llama dejar huella.

—El sueño de toda chica.

—Pero no el tuyo ¿Verdad?

Alzo lo hombros con desinterés y me doy la vuelta dando la conversación por terminada.

Camino hacia mis amigas que en cuanto me ven acercarme empiezan a avanzar para que salgamos del lugar por fin.

—Gusto en hablar contigo también. —El grito de Maverick me sorprende pero no reacciono, solo lo miro de reojo y niego con la cabeza.

—¿Será así siempre? —pregunta Serafina mientras reducimos el paso.

Dios, espero que no.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro