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Paso 10 - 1°parte

22 de julio, 2017

Segundos después de pasar una de las peores vergüenzas de mi vida frente al chico que me gusta, Eduardo se lanza al suelo conmigo, pero no es para ayudarme, sino, realmente se lanza al suelo como si se hubiera caído como yo hace unos segundos.

Renato se acerca a Joaquín como si no hubiera pasado nada y apoya su codo en el hombro de mi ingeniero.

—¿Sabes? —escucho lo que dice desde mi posición— Nunca he visto a una chica caerse tan sexymente como ella.

Joaquín sale de su aturdimiento y viene a mi rescate. Planto la mirada en el suelo mientras me levanto y ruego a Dios y a todos los santos que por favor esto no haya sido grabado.

—Estoy de acuerdo —Leslie aparece al costado de Renato—, hasta cuando cae se ve bellísima.

Eduardo entre risas se levanta del suelo y se acerca a nuestros amigos.

—¿Estás bien? —me pregunta Joaquín con un amago de sonrisa en su rostro. Se nota clarísimo que se está aguantando las ganas de reírse.

Asiento con la cabeza, Joaquín me toma de la muñeca y me hace un gesto para que lo siga. Agradezco con una sonrisa a mis amigos por la tontería que acaban de hacer y sigo al chico de mis sueños a donde sea que me esté llevando

Porque por él me voy a la Luna.

Creo que paro ahí todo el tiempo.

—Tremenda caída que pasaste —me dice y empieza a reírse sin escrúpulos.

— ¡Ay, son tan torpe! —exclamo levantando la mirada al techo.

¿Dios, qué hice para merecer esto?

Ser una convenida.

Shhh.

Caminamos hasta al jardín trasero donde solo veo a unas cuantas personas. Algunas parejas intercambiando ADN como si estuvieran en privado. Desde aquí se puede escuchar la música de la fiesta.

—No te has hecho daño, ¿verdad?

—Nop —muevo mi cabeza de un lado a otro—, solo dañé lo poco de dignidad que tenía.

Explota, literal. Cae al suelo de la risa y mientras yo me veía como un saco de papas con tacones ahí tirada, él se ve muy bien, todavía se ve churro.

Te odio.

Mentira, me gustas.

—No es divertido —me cruzo de brazos un poco frustrada.

Él sigue riendo, ahí tirado en el suelo riéndose. Como siempre yo divirtiendo a la gente con mis torpezas.

Luego de varios segundos, ya casi un minuto, Joaquín se levanta del suelo con una gran sonrisa en el rostro.

—Fue muy divertido. Te veías tan dispuesta a acercarte a mí con esos zapatos matadores y te caes. No sé como no me lo esperé.

—¡Yo tampoco! —chillo y me encojo de hombros— Seré conocida como la chica que se cayó en la fiesta de Renato.

—Tranquila —me muestra una sonrisa reconfortante y se acerca a mí, eleva su mano y sus nudillos acarician mi mejilla—, no dejaré que alguien se burle.

—Gracias —murmuro. Mi cuerpo entero se estremece por aquella caricia de mi ingeniero, la cual fue un gesto que no esperaba.

En ese momento, por arte de magia o de repente por ayuda de mis amigos, empieza a sonar una música lenta, casi como un vals.

—¿Te gustaría bailar conmigo? —me pregunta tendiendo su mano.

—¿Y si me caigo? —inquiero dudosa.

—Prometo que te ayudaré a levantarte.

—Pensaba que ibas a decir que no ibas a dejarme caer —lo observo de manera despectiva.

Se encoge de hombros y suelta una ligera risa.

—Lo siento, Mare—sonríe—, pero es inevitable que te caigas.

Suelto aire con fuerza un poco frustrada, solo un poco, y tomo la mano de Joaquín para bailar. Nuestros dedos se entrelazan y terminamos muy cerca el uno con el otro.

Su mirada se queda prendada a la mía y me gustan mucho sus ojos.

América, concéntrate en tus pies, no te caigas.

—Te ves muy hermosa —me confiesa—. Me sorprende bastante que yo no me haya caído, estaba embobado viéndote.

Mis dientes atrapan mi labio inferior y le sonrío bastante nerviosa. Apuesto que estoy del color de un tomate pero por la oscuridad de la noche y la poca iluminación no se nota.

—Gracias —susurro bastante avergonzada. Agacho un poco la cabeza para bajar la mirada y no ver sus ojos, sino, su mentón o su cuello.

Él de inmediato me toma del mentón e inclina mi cabeza para que lo vuelva a mirar a sus bonitos ojos.

—Hay algo que muero por decirte hace mucho tiempo.

—Dime —digo algo angustiada.

No soy una excelente bailarina pero puedo defenderme, sin embargo ver a Joaquín me distrae y me pierdo un poco con sus movimientos.

Concéntrate en tus pies, no en Joaquín.

Su rostro se acerca al mío y nuestras narices se rozan. Sus labios están a solo unos centímetros de los míos. ¿Será esta noche? ¿Por fin daré mi primer beso?

—¿Hace cuánto tiempo nos conocemos? —me pregunta algo nervioso, lo noto en su voz.

—Pues —hace cuatro meses, tres días y casi cinco horas si no me equívoco—, hace unos meses —lo digo con una sonrisa fingida.

—Hace cuatro meses —se encoge de hombros—, pero... ¿Quién lleva la cuenta?

Yo.

—A mi parecer, tú —digo con sarcasmo.

Suelta un suspiro y por unos segundos su mirada se queda fija en el cielo, luego baja la mirada hacia mis ojos, no la mueve, apenas parpadea.

—Me gustas, América Carrizo —pronuncia muy decidido mientras sus pies se mueven al compás de la música—. Con tus locuras, tus caídas, tus torpezas, tus divagaciones, los momentos que vienes a buscarme y dices que también a mis amigos, aunque yo sé que vienes por mí. Tu sonrisa, tu mirada, tus galletas de chocolate, la forma en que llegaste a mi vida y me trajiste tanta alegría. Me gustas, en serio me gustas —se queda callado sin apartar su mirada de la mía— y estoy un 99.9% seguro de que tú sientes lo mismo que yo...entonces, América...

Di que me amas, que quieres un futuro junto a mí. Que serás mi esposo, el futuro padre de mis hijos y nunca dejaras de amarme. Porque los divorcios son feos.

Se aclara la garganta.

— América Carrizo... ¿Te gustaría ser mi novia?

¡Sí! ERES TODO LO QUE QUIERO.

Todas las alarmas se prenden en mi cabeza y escucho la música de celebración en mis oídos, y estoy segura que todo está en mi cabeza. Este es, el momento que tanto esperaba, después de cuatro meses.

Les dije, iba a conquistar al ingeniero de mis sueños.

—Pues —alargo la "e" y mi voz se pone más aguda de lo normal—, y-yo —mi voz suena entrecortada por los nervios.

La música en mi cabeza no me deja pensar bien y me aclaro la garganta. Lo noto a él muy nervioso, no sabe qué hacer.

—  Yo... —di lo que sientes, maldita sea— Tienes que saber que soy malísima con los números —empiezo a divagar como estúpida—, tú sabes que doy pena y cuando los veo me dan mareos y sé que eres ingeniero y yo comunicadora pero tienes que enten...

Muero.

Bueno, no muero.

Pero Joaquín me calla y de la mejor manera.

Me besa y siento que ya puedo morir en paz, porque sentir sus labios junto con los míos es como si estuviera viviendo, muriendo y a la vez renaciendo.

Sentir sus labios hace que sienta que valió cada segundo que gasté pensando en aquel plan.

Sentir sus labios es como el estallido de los fuegos artificiales de año nuevo en mi interior.

Sentir sus labios es como si pudiera tocar el cielo con las manos y estoy muy feliz de llegar allí.

***



*Grito de fan emocionada*

¡Listo! Pueden morir en paz.

Me encanta este capítulo, soy una romántica empedernida.

Pueden dejar sus gritos, sus emociones, todo lo que sienten en este apartado pues necesito saber como reaccionaron ante este capítulo.

Y  bueno solo agradecer por seguir leyendo la historia, no se olviden de recomendarla, o votar, o comentar o los tres juntos si les gusta.

GRACIAS POR TODO.

PD: Le dedico este capítulo a una amiga que siempre me ha apoyado en todo lo que escribo.

Mil besos.


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