ERROR N°2
10 de abril, 2017
Me ha enviado diez mensajes preguntando por qué no le hablo.
No he respondido ni un solo mensaje, solo los leo por la curiosidad de mis mejores amigos. Aunque mis dedos picaban y siguen picando por responderle.
Acabo de terminar mi última clase del día y salgo feliz ya que tengo un veinte en mi último examen, me servirá para echárselo en cara a Leslie y se dé cuenta que mi plan de conquistar a un ingeniero no interfería en mis hermosas y estupendas calificaciones.
Estoy enviándole un mensaje de voz contándole lo que acaba de suceder mientras bajo las escaleras para llegar al primer piso, que no me doy cuenta que me faltaba un escalón y caigo.
Okay, no.
No soy tan torpe, ni tengo tanta mala suerte para estar cayéndome todo el tiempo.
Logro agarrarme de la barandilla de la escalera, pero mi mochila cae al suelo y como soy una tonta, la dejé abierta, y todo su contenido terminó en el suelo.
Creo que sí tengo mala suerte.
Bajo el ultimo escalón y me agacho para recoger mis cosas, intento agarrar mi cuaderno de literatura pero un par de musculosas piernas aparecen bloqueando mi pase hacia mi cuaderno. Creo que soy muy buena acosadora pues logro reconocer aquellas piernas.
Con mi corazón latiendo a mil por minuto levanto la mirada y me encuentro con los ojos de Joaquín que no dejan de observarme. Está con una sonrisa y espero, por favor, que no haya visto la situación tan vergonzosa que acabo de pasar.
—De nuevo te encuentro —tiende su mano para ayudarme a ponerme de pie, pero esta vez la rechazo y recojo mis cosas lentamente bajo su atenta mirada.
Me levanto del suelo pero Joaquín me bloquea la salida, dejando pasar a los demás estudiantes pero no a mí.
Desearía ser más alta y tener más fuerza.
Por un momento consideré ir al gimnasio, pero abrí los ojos y le grité a la voz en mi cabeza que sugirió esa idea ya que yo no me dejaré vencer por algo así. El gimnasio es para las personas que no están felices con su aspecto físico.
Yo soy feliz siendo gorda.
Nací gorda, moriré gorda.
Me doy cuenta que eso no tiene nada que ver con lo que estaba hablando antes.
Volviendo al presente, Joaquín no me deja pasar y no quiero hablarle porque seguiré los consejos de Renato que dicen que lo ignore.
—América —murmura él, un poco frustrado—¿Qué te hice? No me hablas.
Sé fuerte, no le hables.
Mentira, háblale. Te vino a buscar.
—No sé de qué estás hablando —me encojo de hombros.
—Por supuesto que lo sabes —dice y suelta un suspiro como si estuviese dándose por vencido—. Tuve que venir hasta aquí y esperarte, no sabía si te iba a encontrar pero quería hablar contigo.
Owwwwwwwwww
Espera, tienes que pensar con la cabeza fría.
¿Servirá si entro a un refrigerador? ¿Qué digo? Yo no entraría a un refrigerador, no creo ser tan pequeña.
Concéntrate.
Así te haces llamar los primeros puestos de promoción, la distraída.
—América —susurra mi nombre y me hace recordar a las novelas que veía de pequeña, a los típicos galanes de telenovela con los que una cae rendida.
Joaquín es churrisimo, ¿lo he dicho antes? Lo vuelvo a repetir, entonces. Tengo ganas de besarlo, o de violarlo, quizá hasta secuestrarlo y esconderlo en mi habitación así ninguna chica lo besará cuando acabe un partido porque solo me pertenecerá a mí.
Dios, eso sonó psicótico.
—¿Qué deseas? —le pregunto volviendo a mis cinco sentidos y atrayendo a mi rasocinio de nuevo.
—¡América! —un grito evita que mi ex-ingeniero diga lo que quería decir.
Veo a mi amiga Leslie venir corriendo hacia donde estoy con una gran sonrisa. Su mirada se desvía de mí hacia Joaquín examinándolo de pies a cabeza.
La bien descarada.
—¡Leslie! —la llamo, fingiendo una sonrisa de entusiasmo.
—Escuché tu audio—llega hasta nosotros. Me saluda con un beso en la mejilla y luego se acerca a mi acompañante—. Hola —le da un beso en la mejilla—, mi nombre es Leslie y soy la mejor amiga de la chica loca de aquí —me señala. Me encojo de hombros y asiento.
La aparición de Leslie puede ayudarme a huir de aquí sin tener que hablar con él. Aprovecharé el momento.
Tu mejor amiga siempre te va a librar de los problemas con los chicos.
—Bueno, Les —le digo retomando mi entusiasmo—, tenemos que irnos de urgencia.
—Pero...
—Adiós, Joaquín —tomo del brazo a mi mejor amiga, ignorando su gesto de desconcertada, y aprovecho que el ingeniero se confundió por un momento para lograr salir de la prisión que me mantenía.
Huyo.
No me importa si Leslie me está siguiendo el paso.
—¡América! —escucho un grito de una voz masculina detrás de mí y varias cabezas de los estudiantes que se encuentran en mi camino voltean a verlo, en cambio, yo empiezo a correr.
Corre, América ¡Corre!
Eso sonaría muy raro si no fuera una persona.
Sigo corriendo y escucho pasos detrás de mí. Corro más rápido hasta que unos brazos me rodean la cintura y soy levantada del suelo, alzada por los aires. Soy volteada para quedar en frente de aquel chico y luego mis pies logran volver al suelo.
—Vas a hablar conmigo quieras o no —dice Joaquín con el ceño fruncido y tomándome con fuerza pero sin hacerme daño por la cadera para que no salga huyendo—. No te me escaparás tan fácil.
—Joaquín...
—En estos momentos no te entiendo. Huyes de mí como si hubiera asesinado a tu conejo y haya bailado sobre su tumba.
Pobre conejo, cruel e insensible.
—¿Por qué harías algo así? —le pregunto con mi voz cargada de enojo, ha sido una pésima comparación.
Suspira frustrado bajando la mirada por un momento al suelo y luego la levanta para mirarme fijamente a los ojos.
—Solo es un decir —murmura entre dientes.
—Pobre conejo—esta vez lo digo con un poco de tristeza. Esa comparación me afectó, no puedo creer que haya dicho eso, un conejo no merece que bailen sobre su tumba.
—América —toma aire con fuerza y lo expulsa frustrándose aún más—, concéntrate.
Realmente sí, Mare, concéntrate. Eres una persona muy inteligente, puedes conversar con él tranquilamente y no parecer una autentica loca. Háblale, déjale las cosas en claro y ya nunca más vuelvan a hablarse.
Eres mejor que eso.
—¿Qué quieres de mí?
Ay dios, la egocéntrica.
¡Deja de decir todo con "la"!
—Saber por qué no me hablas —inquiere y su voz no dejar de sonar enojada
—Eso no es cierto —me pongo a la defensiva y muevo mi dedo índice en forma de negación.
Ahora pareces estúpida.
—Lo es—afirma muy decidido—, no me hablas desde el partido de fútbol. Han pasado cuatro días. ¿Se puede saber qué rayos te pasa?
Pues, señorito, me gustas y quiero que seas el ingeniero de mis sueños pero hay una chica que se interpone en todos mis planes.
—A tu novia no le gustará que hablemos —mi mirada se desvía hacía la pared de la derecha.
—¿Novia? —pregunta y frunce el ceño bastante confundido. Se ve lindo haciendo eso— ¿Qué novia?
—La chica que te besó —mis ojos vuelven a los suyos, tengo que parecer seria.
Arquea una ceja y dobla un poco el cuello hacia la derecha. Sus ojos expresan bastante confusión por unos segundos pero luego se aclaran, como si se hubiese acordado de algo muy importante.
—Ella no es mi novia, Mare.
—¿Ah, no? —pregunto con mi voz cargada de ironía— Bueno, tu pretendiente, tu amante, tu gileo de la semana, no sé.
Sus labios forman un amago de sonrisa que al instante la cambia por un gesto serio, pero la diversión no se ha ido de su rostro y menos de sus ojos.
—¿Estás celosa? —me pregunta y mi boca cae abierta.
Descubierta.
—¿Yo? —Me apunto a mí misma— Nada que ver.
—Estás celosa, Mare —sonríe y no hace nada para evitarlo—. A ver, dime, ¿acaso ella te dijo algo?
—No.
Su sonrisa se agranda.
—Entonces... ¿Por qué creíste eso?
Porque te comió la boca el día del partido, estúpido.
—Pues se besaron después del partido a modo de celebración, pensé que estaban juntos —esto lo digo con bastante sinceridad.
Me mira a los ojos detenidamente sin ocultar su sonrisa. Como gesto nervioso, él levanta su brazo y lleva su mano a la altura de su nuca y la rasca.
— Estaba yendo por ti — me confiesa avergonzado y sus mejillas se tiñen levemente de rojo.
WAIT.
Tranquila. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.
No te emociones.
Mis ojos se abren de par en par y apuesto que estoy más roja que el tomate
— ¿Qué? —pregunto, conmocionada.
—Estaba yendo por ti cuando Keyla me tomó del brazo y me besó.
Un grito de emoción se escucha en mi cabeza y tengo tantas ganas de abrazarlo. Ganas de decirle que no pasa nada, que volvamos a ser amigos como antes, pero una voz en mi cabeza me dice que todavía hay dudas que tienen que ser resueltas.
—¿Y quién es ella?
—Mi ex.
—¿Y permites que te bese así como si nada?
—Acabamos de terminar hace poco y ella todavía no lo asimila —se encoge de hombros como si no fuera gran cosa pero sí es gran cosa.
O sea él no tiene novia, tengo el camino libre y puedo seguir conquistándolo. Aunque, pensándolo bien, él vino por mí. O sea mi plan está dando resultados. Estoy conquistando al ingeniero de mis sueños.
***
¿Están felices?
Joaquín está soltero y listo para estar con América.
Bueno, espero que les haya gustado el capítulo y quiero que sepan que yo también quiero que América y Joaquín terminen juntos, pero quien sabe, la realidad puede ser muy diferente.
GRACIAS A TODOS POR LEER LA HISTORIA.
Nos encontramos en el puesto 369 de Historia Corta, en serio mil gracias valen un mundo.
¿Ya tienen una idea de como conquistar al ingeniero de sus sueños? Bueno solo faltan cuatro pasos.
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