Capítulo 7
—¿Desaseado? —dije haciendo una mueca de disgusto.
¿Qué quería decir con eso? ¿Acaso Dash le tenía alergia al agua y jabón? ¿Era de los que se bañaban una vez al mes o qué? ¡Oh, Dios mío! ¿Era broma o qué?
Mi rostro debió de ser tan transparente respecto a las preguntas que me estaba formulando, que Valeria no dudó en emitir una carcajada ante mi reacción.
—Algo me decía que ibas a poner esa mueca. —Con un gesto de su rostro señaló el mío. Yo negué con la cabeza al imaginarme aquella situación—. Y sí, Dash no es muy aseado que digamos. El pasarse horas y horas encerrado, trabajando, lejos del contacto con la gente, provoca que, entre otras cosas —hizo un gesto de desagrado—, descuide su cuidado personal.
¡Madre santa! ¡No era una broma!
—Supongo que podría sugerirle que se bañara más seguido, si eso, podría regalarle algún perfume que usa mi padre —dije lo primero que se me pasó por la cabeza.
Ella comenzó a carcajearse.
—Sigo dudando de si es una buena idea o no encargarte el trabajar con él —afirmó pensativa mientras ladeaba la cabeza—. Lo tienes muy idealizado y puede que te lleves un chasco.
—¿Tan...? —Hice una pausa—. ¿Tan terrible es? —pregunté dubitativa.
Asintió.
—Trabajar con él es difícil, muy difícil, sobre todo por su poca predisposición para trabajar en equipo, su irritabilidad e impaciencia. Es más, su editor asignado ha tirado la toalla. Está por sugerirle al editor en jefe que prescinda de sus servicios y...
—¿PERO CÓMO ES POSIBLE? —pregunté levantándome de mi silla con angustia.
—¡Eli! —habló bastante sorprendida—. ¡Baja la voz! —Indicó con un gesto de la mano para que me sentara. Obedecí de mala gana—. Vas a llamar la atención de los demás. Las pareces de estas oficinas son muy delgadas —musitó.
—¿Acaso lo piensan despedir? —pregunté al tiempo que trataba de calmarme—. ¿Darle la espalda luego de que, gracias a su primer libro, esta editorial ganó mucho dinero a su costa, y solo porque ha tenido una mala racha? —Resoplé indignada—. ¡Qué hijos de puta que son!
—¡Eli! —Con un gesto de la mano volvió a insistir para que me calmara.
A regañadientas le obedecí, pero no por eso me iba a quedar callada.
—¡Qué desagradecidos que son en J. P. Ediciones! —dije cruzándome de brazos y arrugando la frente—. Cuando un escritor ya no les sirve, le dan una patada en el trasero y a la calle. ¡Qué bonito todo! —Meneé la cabeza en señal de desaprobación—. ¿Y así quieres que trabaje para esta gente? ¡Ni hablar!
—Tampoco son tan así las cosas, ¿eh?
—¿Qué me quieres decir? ¿Que le harán una fiesta para hacer menos doloroso su despido? ¡Por favor!
Valeria rodó los ojos y sacudió la cabeza. Su típico gesto de que estaba llegando al borde de su paciencia.
—¿Me vas a dejar que te cuente cómo es todo antes de emitir juicios anticipados?
Hice un puchero y luego asentí con resignación. Con mucho esfuerzo, decidí darle la oportunidad a que se explicara. Y ahí fue que me enteré de todo mejor.
Javier, el editor de Dash, había estado batallando durante bastante tiempo con esta situación. Luego del incidente en el restaurante, había sido plantado varias veces más en otras citas que había quedado con él. Y cuando lo llamaba e insistía en que fuera a su oficina, Dash no daba su brazo a torcer; se negaba en su totalidad a salir a la calle, sea el motivo que fuese. Finalmente, para hacer la cosa más llevadera, Javier había decidido ceder e ir a visitarlo a su casa, pero los resultados habían sido tan o iguales de desastrosos.
Dash era muy obstinado. No aceptaba interrumpir su rutina de trabajo y salir de su habitación para atender a Javier. Decía que las citas con él eran una pérdida de tiempo, porque no necesitaba discutir de nada más, una vez que le hubiese dado las instrucciones de cómo quería que fuese su próxima novela. Peor todavía, cuando el pobre de Javier había logrado, a duras penas, que el susodicho lo atendiese en su cuarto, el resultado de sus reuniones había sido poco alentador.
Al leer los avances de los manuscritos de Dash, Javier se había dado cuenta de que él se estaba yendo lejos de las indicaciones que había dado la persona que los había contratado para que escribieran su libro, alegando "libertad creativa", para molestia posterior de aquella, con el peligro de amenazar con resolver el contrato que había celebrado con J. P. Ediciones para tal fin. Y aunque Javier, en varias ocasiones, había hecho uso de su poder de convencimiento para persuadirla de que les dieran más tiempo para adecuar el manuscrito a lo solicitado, Dash no había dado su brazo a torcer; se negaba a escribir algo que consideraba "aburrido, insípido y que no lo llenase".
Lo peor era que, dada su terquedad, la editorial ya había perdido dos importantes negocios de publicación por encargo. Uno eran las memorias de una conocida cantante local de la década de los setentas y ochentas, ahora retirada, pero que había anunciado su regreso triunfal a los escenarios, con ocasión de la presentación de su libro. Otro era de un youtuber, Alien Star, famoso por sus vídeos en donde se refería a conspiraciones de extraterrestres, con el FBI y el gobierno peruano involucrado, a lo programa de History Channel. El tipo había querido hacer uso de su gran audiencia para escribir su primera novela de ciencia ficción, publicando una historia que narrase cómo los habitantes del planeta Xipión 345-R1 colonizaban la Tierra, nos sometían a los humanos, experimentaban genéticamente con nosotros y nos convertían en sus esclavos.
De toda la plana de autores en la editorial, Dash parecía ser el más indicado para tal proyecto, dada su experiencia en las novelas de ciencia ficción y que, en ese momento, no estaba abocado a ningún proyecto de escritura propio. Sin embargo, él en un principio se había negado porque la premisa le parecía cliché, por no decir estúpida. No obstante, Javier le había dicho que él no estaba en posición de decidir: o asumía el proyecto o se quedaba en nada, ya que la editorial no le asignaría nada más. Y así, de mala gana, Dash había tomado esa novela, pero a su manera, como siempre.
El manuscrito que tenía guardado en mi mochila era la versión número doce de dicha novela, que había sido rechazada por enésima vez por el youtuber, quien, cansado ante estos resultados, había decidido llevar su proyecto a la competencia.
—Pero bueno, tú más de una vez me has dicho que un escritor debe guiarse por su instinto para escribir, ¿no? —alegué retirando el file del manuscrito de mi mochila. Quería darle una revisión rápida para hacerme una idea—. ¿Quién sabe más de escritura? ¿Dash o ese idiota que cree que descendemos de los anunakis? —pregunté haciendo referencia a un vídeo del youtuber que recordaba haber visto, en donde hacía alusión que las ruinas de Macchu Picchu habían sido construida por extraterrestres y no por la Cultura Inca. ¡Absurdo!
Noté que Valeria se mordió el labio. Seguro que aguantándose la risa por lo que acababa de decir. Luego tosió un poco para recobrar la compostura.
—El caso es que un escritor por encargo puede tomarse ciertas libertades creativas si lo ve conveniente, es cierto. Pero... —ladeó la cabeza y la sacudió un par de veces—, no si es el resultado es tan pobre como el que tienes en tus manos.
Arrugué la frente, preocupada.
—¿Te refieres al tema de sus personajes, que son planos y todo eso?
—Ajá. —Asintió con tristeza.
—Creo que me estás hablando de otra persona, Valeria. ¡No te creo! —afirmé muy segura—. Yo he leído su primera novela, ¡era buenísima! Transmitía tanto, a tal punto de que todavía recuerdo que me comía las uñas por leer y descubrir el desenlace.
—Tú misma lo has dicho...
—¿Eh?
—Transmitía —habló con pesar—. Ya no. Su escritura ya no vibra, ya no emociona como antes. No sé qué le ha pasado, pero...
—¡Te equivocas! Estoy segura de que no ha dejado de ser el escritor que yo tanto he admirado. Lo voy a leer entre hoy y mañana y les cerraré la boca a todos en esta editorial. ¡Yo todavía confío en el talento de Dash Patterson! —alegué muy segura mientras guardaba el manuscrito en mi mochila.
Ella sonrió al ver mi determinación.
—Eso quiere decir que, a pesar de todo lo que te he contado, ¿crees en él y estás decidida a trabajar con él?
Me encogí de hombros.
—Creo en él, claro que sí, pero todavía no me has contado cuál sería mi función en todo esto.
Y ahí fue que me explicó todo el asunto.
Javier, su editor, dado el panorama actual, había tirado la toalla con Dash. ¡Lo daba como un caso perdido! Estaba más que cansado de sus desaires, de sus excentricidades, pero, sobre todo, de su terquedad, y de que, por culpa de todo ello, hubiera sido regañado por sus superiores. ¡Su reputación como editor se estaba yendo a pique debido!
En otras circunstancias hubiera aguantado todos estos malos tratos por parte de Dash si era que, como en anteriores ocasiones, sus novelas hubieran sido un éxito de ventas. Total, había escritores y escritores. Con algunos era fácil de trabajar. Con otros, había más de una pelea por temas creativos, diferencia de opiniones, y ¡hasta supersticiones!
Según me contó Valeria, un conocido autor no aceptaba escribir sino solo en verano, porque afirmaba que solo en esa época del año, con la mayor exposición al sol de las personas, "el lado del hemisferio derecho del cerebro —el asociado a la creatividad— trabajaba mejor". Como tal, el editor nunca había podido tomar vacaciones durante esa estación para irse a la playa, a diferencia del resto de sus compañeros, porque dicho escritor lo llamaba para discutir sobre su novela a cualquier hora del día, en la madrugada incluida. Y en el caso del susodicho, novela que sacaba, novela que era un éxito de ventas, así que a Javier no le quedaba otra que aguantárselas. Pero, lastimosamente, en el caso de Dash no era así. Ya bastante lo había soportado hasta ahora, mas su paciencia había llegado a su límite, y no era para menos.
Sin embargo, antes de que le informara al editor en jefe de su decisión, luego de lo sucedido con el youtuber, se había dado una serie de hechos que podrían significar la salvación de Dash en su permanencia en J. P. Ediciones.
Una conocida booktuber se había acercado a la editorial a contarles que tenía una premisa de una novela de distopía juvenil en mente, muy similar a la "Schnake", la segunda novela de Dash. Ella, como otros tantos famosos, quería escribirla, pero era consciente de su nulo talento para ello, por lo que requería de un escritor por encargo.
Como era una novela de distopia, un subgénero de la ciencia ficción, le habían derivado el proyecto a Javier para que se lo encargara a Dash. No obstante, como era comprensible, él se había negado rotundamente. Estaba más que harto de él. Pero, dado que su relación con Dash era más que profesional —según me contó Valeria, eran primos en segundo grado—, había tratado de buscar una solución para no llegar a una medida tan extrema. Y ahí entraba Valeria en acción.
El proyecto de la booktuber, si bien partía de la misma premisa que "Schnake", tenía un enfoque más fresco y juvenil, con un romance entre los protagonistas como tema principal. Y quién más que Valeria, que era la encargada de las novelas juveniles y de romance de la editorial, para ayudarlo al respecto.
Pero, como con Javier, Dash se había comportado con ella de la misma forma tirante y huraña de siempre, provocándole una frustración y estrés tal, las cuales se diluían a través del cigarrillo que pitaba.
—¡Dice que cómo es posible que a alguien como él, un escritor de culto de ciencia ficción, se le pida escribir novelas cursis para adolescentes! —dijo haciendo una mueca, como si estuviera tratando de imitarlo.
Me reí al imaginarme ese cuadro.
¿Dash escritor de novelas románticas juveniles? ¿Luego de haber publicado "El mundo de los dobles"? ¿Pero en qué cabeza cabía? ¡Por Dios!
Quise hacerle saber mi observación a Valeria, mas ella se me anticipó. Seguía hablando del mal trato que le había dado, de los desplantes que le había hecho las veces que había tratado de reunirse con él en el último mes en algún lugar; y de lo obstinado, sino petulante, que se había comportado con ella por teléfono o en su casa, cuando no le había quedado otra que visitarlo. Incluso el último fin de semana, ni siquiera le había dado oportunidad en presentar. En su cara le había cerrado la puerta y le había dicho que "no le hiciera perder su valioso tiempo en tonterías".
—¡Es tan estúpido a veces! —habló de mala gana mientras meneaba la cabeza por frustración—. Si no fuera porque Javier me lo ha pedido como un favor especial, y por las circunstancias especiales que sé que lo rodean, que me parten el corazón, ya lo hubiera mandado a volar hace tiempo.
‹‹¿Circunstancias especiales? ¿Te parten el corazón? ¿A qué te refieres?››, pensé al tiempo que tragué saliva.
Iba a formularle mis preguntas, pero, como antes, me volvió a interrumpir. Parecía que se había comido un loro o algo, porque no había cuándo la pudiera interrumpir en su monólogo.
—Felizmente que tú has venido como mi salvación y estoy segura de que podrás ayudarme en esta misión —dijo apagando su enésimo cigarrillo para luego tratar de cogerme de las manos.
Aproveché la ocasión para, por fin, hablar.
—¡Espera un momento! ¿A qué te refieres con circunstancias especiales que te parten el corazón? —pregunté mientras fruncía el ceño—. ¿Se va a morir o algo? —dije bromeando con lo primero que se me pasó por la mente.
Hizo un gesto tan serio, que provocó que el interior de mi pecho me quemara.
—¿Acaso Dash está desahuciado? ¡Oh, Dios mío! ¡No! ¡No! —exclamé levantándome de mi asiento al tiempo que me arrepentía de haber bromeado con esto—. ¿Acaso quieres que lo conozca en persona, me enamore de él, para luego ser testigo de cómo mi gran amor muere, a lo Will Traynor de "Yo antes de ti"? ¡Eres cruel y pérfida, Valeria Campos! —dije al tiempo que trataba de contener mi respiración.
—Ya es hora de que madures y dejes de creer que tu vida será como las novelas románticas que lees, ¿no crees? —Rodó los ojos y movió la cabeza en señal de desaprobación—. ¡Eres una exagerada!
—¿Eso quiere decir que mi bello Dash no está desahuciado? —pregunté esperanzada, para luego volver a sentarme en la silla.
Asintió.
—¡Oh, sí! Sí, sí, alguien tan sexy, talentoso y sexy como él no puede irse tan pronto. ¡Dios, escuchaste mis ruegos! —Hice el ademán de que le rezaba a alguien imaginario—. ¡El mundo necesita de hombres más sensuales como él! Solo por eso, te prometo que desde este domingo iré a misa temprano. Ya decía yo que Valeria exageraba al hablar de desahuciada. —Me volteé a contemplarla—. ¡Eres una dramática! ¿No te lo han dicho? —la increpé observándola muy seria.
—¿Dramática dice? —Se rió. Luego se acomodó el mechón de su pelo que caía por su sien izquierda y la sonrisa desapareció de su rostro—. A ver, que esto es serio, ¿ok? Deja tus exageraciones para después, que sí hay alguien que está desahuciado, aunque no es quien te imaginas. Y es por esto que requiero, con mucha urgencia, de tu ayuda.
Tragué saliva.
—¿A quién te refieres?
—A la madre de Dash.
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