[La vida es...]
Esa mañana, Jin se había levantado antes de que siquiera la alarma sonase, estaba ya bañado y cambiado. No había podido pegar ojo en toda la noche, así que necesitaba encontrar algo con que mantenerse ocupado y matar el tiempo antes de ir a la escuela. ¿Qué mejor manera de hacerlo, sino cocinando mientras buena música le acompañaba? No es que fuese un chef profesional, pero amaba la cocina, bueno, no la cocina, amaba la comida.
—¿Buenos días?—escucho decir a sus espaldas haciéndole sobresaltar y girar de inmediato.
—¡Papá! H-hola—respondió apagando la música y regresando a lo suyo—¿Te sirvo el desayuno?
—¿Tan acomedido desde temprano con tu viejo padre? ¿A que debo ese honor?—se burló sentándose en la mesa de la cocina, tomando aquel periódico que Jin había utilizado para matar los mosquitos que querían comérselo esa fría mañana.
—Raro ¿Verdad?—le siguió el juego colocando un plato frente a él y luego le sirvió un poco de jugo recién exprimido.
—Seok Jung no irá a la escuela el día de hoy, lo fui a ver y amaneció con un poco de alergia, sabes que el polen le afecta demasiado—explicó tomando un bocado—La niñera vendrá antes de que tú te vayas a clase, puedes usar la bicicleta, yo tomaré el tren porque se me hace tarde.
Continuó levantándose mientras acomodaba su corbata.
—Casi lo olvidó, toma—mencionó entregándole dos boletos.
—¿Y esto?
—Son entradas para el cine con descuentos en dulces, palomitas y todo lo que quieras comprar de hecho, me las regalaron en el trabajo pero...sabes que no iré—explicó su padre—Pero tú puedes invitar a quien tú quieras.
Al instante, la imagen de una peli negra sonriendo apareció en su cabeza.
—No olvides subirle el desayuno a tu madre, nada de carne, coloca un poco más de frutas hoy—dijo y Jin simplemente se limitó a asentir—¿Qué hice para tener un hijo tan genial?—expreso sonriente, palmeando suavemente el hombro del peli negro.
—Ten un buen día—respondió pasándole su portafolio.
—Igual—finalizó saliendo de la casa, dejando a Jin completamente sólo en medio de la cocina.
Apresuradamente, tomó la manzana y el descorazonador para cortarla, partió las naranjas por la mitad para exprimirlas y vaciarlas en una jarra que guardaría segundos después en el refrigerar luego de servir dos vasos, desprendió unas cuantas uvas con rebanadas de piña, mango, fresas, sandía y las acomodo en un plato hondo. Plato que colocó en una pequeña mesa de servicio plegable al lado del vaso con jugo de naranja, tomó el bote de yogurt natural y sirvió un poco en un vaso pavina que posicionó al lado de la gelatina de limón que había realizado la noche anterior
Todo estaba listo, pero antes de subir el desayuno, salió al jardín en busca de begonias, cuando entró de regreso a la cocina, tomó un pequeño florero que lleno hasta la mitad con agua para colocar la flor dentro de él. Tomó la mesa entre sus manos y salió caminando hasta llegar a las escaleras para subirlas con cuidado de no hacer absolutamente nada de ruido. Su madre no acostumbraba a levantarse tan temprano y el no quería ser el causante de su despertar, así que empujó aquella puerta blanca con su trasero y entró en un sigilo para dejar el desayuno en la cómoda; estaba a punto de lograr su cometido hasta qué:
—Jinnie, amor—escucho un susurro que lo hizo voltear, encontrándose con su mamá tratando de incorporarse en la cama.
—Madre, con cuidado—espetó acercándose a ella con rapidez para ayudarla, colocando una almohada para recargar su espalda—Debiste pedir mi ayuda.
—Sólo cambié de posición, no es para tanto—le respondió sonriendo—¿Podrías abrir las cortinas? Quiero ver el rostro de mi hijo.
Jin ni siquiera respondió, simplemente se levantó rápidamente para hacer lo que la castaña había pedido, luego regreso a su lado, sentándose al borde de la cama.
—Traje tú desayuno—habló señalando la mesa de servicio—Cómelo despacio ¿De acuerdo? Y luego vuelve a dormir.
—Eres un príncipe—susurro la mujer tomando aquella flor entre su dedo gordo e índice—No lo olvidaste, que amo las begonias.
—No podría, en el jardín hay muchas de ellas, y amas ese jardín más que a nada—le dijo el peli negro divertido—Quise traer un pedacito de él a tu habitación.
—Te ves más brillante que de costumbre cariño—dijo de pronto tomándole desprevenido, mientras se embriagaba con el aroma de esa bella flor—No sé a qué o a quién se deba, pero amo verte brillar. No te veía así desde que yo me enfe...
—Debo ir a la escuela mamá—le interrumpió antes de que la contraria completara aquello que quería decir—No me gustaría llegar tarde—mencionó tomando la manija de la puerta.
—Ten un hermoso día cariño—dijo haciendo que el peli negro regresara a donde ella, y depositara un dulce beso en su frente.
—Te amo —susurro por último antes de salir.
Cada día, cada mañana, con cada despertar, con cada minuto que pasaba, para Jin la vida era más complicada.
Cuando era un solo un niño, le encantaba jugar con sus pequeños vecinos, cuando entró a la adolescencia iba a fiestas, practicaba deportes, vivía sumido en sueños, pidiendo deseos al ver una estrella pasar. Sin embargo, su madre fue diagnosticada y no le daban ni siquiera un mes de vida. A partir de ese momento aquel joven se mantenía encerrado en aquella habitación al lado de su amada progenitora, mirando por la ventana, deseando que ella en cualquier momento despertara. Y así lo hizo.
Entonces se dijo que con tener a su madre viva, a su padre a su lado y a su pequeño hermano alegrándole, no necesitaba absolutamente nada más.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, conforme crecía sumido en la rutina; Jin cayó en cuenta que, se había vuelto solitario. Tenía amigos, por supuesto, pero prefería mantener una distancia, prefería encerrarse en su mundo.
Un mundo donde trabajaba horas extra rompiéndose el lomo para poder ayudar a su padre con los gastos de hospital, uno donde se presionaba constantemente para sacar buenas notas y conservar su beca, uno donde hacía lo posible por brindar un buen ejemplo al ser hermano mayor, uno donde las fiestas, las salidas casuales, las citas con chicas, no importaban en lo absoluto. Quizá esa fue una de las razones por las que había aceptado ayudar a MinA.
Aquel bajó las escaleras, tomó un post-it dirigido a su pequeño hermano:
Deje tu desayuno en la nevera. Por favor, no le causes una posible úlcera a Suni y pórtate bien.
Escribió y pegó en la mesa, se colgó la mochila y salió de casa topándose con una morena de pelo verde y labios guinda a punto de tocar.
—Oh Suni, llegaste—dijo pasando saliva con dificultad al encontrarse demasiado cerca de ella, después se aclaró la garganta y pasó a su lado intentando mantener distancia.
—Buenos días Jinnie, ¿Ya a la escuela?
—Jung sigue dormido, el desayuno está en la nevera—explicó ignorando completamente el hecho de que la chica quisiese entablar una conversación con él, como siempre—Prohibido ver televisión o jugar videojuegos si no ha terminado la tarea, que tome un baño a las once, también herví menta fresca, retírala de la estufa y colócala en la habitación de Seok, el vapor le ayudará con su alergia.
—De acuerdo—respondió tratando de tomar mentalmente nota mientras observaba a Jin abrocharse su casco.
—Que vaya a la cama a las nueve en punto, en caso de que mi padre y yo aún no hayamos llegado, que no creo, pero aún así te mandaré mensaje para avisarte—continuó—Con respecto a mi madre, deje las verduras en la vaporera, sírveselas con un poco de pollo para la comida. Nada de carne, y si se le dificulta masticar, por favor muele todo junto creando una papilla, que no se levante, y si está en una mala posición, ayúdala a acomodarse. No olvides sus medicamentos, te deje el nombre y los botes etiquetados, además de sus horarios en una carpeta que está en mi habitación, en el tercer cajón del escritorio. Y...
—De acuerdo Jin—le interrumpió divertida—Se lo que debo hacer, no es la primera vez que vengo, ni la primera vez que me lo explicas.
—Cierto—respondió soltando todo el aire que sus pulmones retenían en ese momento—Lo siento, es que ellos son, muy importantes para mi.
—Los cuidare bien, no debes preocuparte por nada, ahora ve a la escuela antes de que se haga tarde—finalizó la chica acercándose a él para depositar un efímero beso en su mejilla, haciéndolo sorprender.
Y antes de que el pudiese decir algo, ella ya había entrado a la casa. Aún confundido por tal acción, subió a su bicicleta con destino al colegio con una sonrisa adornándole el rostro.
Pues ahora...cada día, cada mañana, con cada despertar, con cada minuto que pasaba, para Jin la vida era una oportunidad.
Todo lo que el era, todo lo que él creía había cambiado de la noche a la mañana. Y empezó aquel día cualquiera, cuando divisó a una peli negra equivocarse de casilla.
MinA le había hecho darse cuenta de que necesitaba algo más, alguien. Alguien que lo escuchase, que lo quisiese, que le brindase apoyo. Alguien que le enseñara a divertirse de nuevo.
Alguien que le mostrase: qué la vida no sólo es trabajo, dificultad y miedo.
Que la vida no siempre es tristeza, resentimiento o enojo.
Qué en la vida, solo debes preocuparte por lo que pase en el siguiente minuto.
Qué la vida es...ahora.
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