Día uno.
¡Hola mis bonitos lectores! Ando medio muerta por el cierre de ciclo, pero acá les pude traer un capítulo semi decente, el cual está dedicado a mi flamante esposa _Meyagatha quien me hizo los banners bonitos y la portada, te amo y extrañaba dedicarte cosas chafas, gracias por tanto, perdón por tan poco. Espero que les guste~ Está escrito con mucho amor.
—¿Estás seguro? —Eiji agita una lata de cerveza en el aire, es de esas Heineken que tanto le gustan a Ash, esas que le desagradan porque pretenden ser artesanales pero saben tan industriales como las demás, nada se equipara con un buen vaso de sake.
—Claro que sí. —Shorter tararea, dejando de lado su quinta jarra, la espuma le ha embarrado los dedos y ha manchado el nuevo mantel—. ¿Acaso no me crees?
—No es eso. —El resto de la pandilla permanece en silencio. Hay pocas personas en el Chang Dai, el clima es agradable—. Pero suena un poco... —¿Sospechoso? Sí, esa es la palabra correcta—. Extraño. —El líder de pandilla arroja su nuca hacia atrás, su cabello se despeina levemente cuando choca con una de las lámparas de papel del restaurante.
—Te aseguro que es de lo más normal. —Él sube ambos pies encima del banquillo—. En América los mejores amigos se casan, es completamente heterosexual. —Eiji le da otro sorbo a su cerveza, la lengua le pesa bajo la amargura de la cebada y las manos le tiemblan.
—¿Por qué ustedes nunca se casaron? —Shorter se atraganta—. ¿No se supone que son mejores amigos? —El sudor le escurre hacia el cuello delatando sus nervios. Si quiere que su plan funcione, necesita poder contar con la ingenuidad del japonés.
—No somos tan buenos amigos. —Entonces, Eiji alza una ceja y bufa contra la lata. La boquilla hace un ruido gracioso bajo su nariz—. Pero es lo normal, ¿no es así chicos?
—Claro que sí. —La pandilla lo afirma al unísono—. No hay nada más macho que casarse con otro hombre, es doble masculinidad.
—¡Pero...!
—Los mejores amigos se casan entre ellos. —Kong agarra un trozo de pizza desde su taburete, aunque les habría sido más fácil ordenar algo del menú, Nadia le advierte que no es su sirvienta—. Es una cuestión cultural, camaroncito. —Igual que el beso en prisión, piensa. Sus zapatillas penden por debajo de la mesa, le gustan porque son unas converse negras que van a juego con las de Aslan, son rebeldes y geniales, casi parecen un conjunto de pareja, ¿pareja? él se ruboriza ante la idea.
No sabe qué creer.
Ir a Japón fue una simple formalidad, apenas se enteró del intercalado con Lao, no vaciló en regresar, ya va casi un año desde eso, todavía le parece completamente estúpido que no haya llamado a una ambulancia, ¿200 puntos de IQ? ¡Al carajo! Casi se desangra. Durante el proceso de recuperación, Eiji comprende que le es imposible abandonar esa ciudad. ¿Cómo decirlo? Es verdad que Nueva York y su gente son agresivas, tanto en el buen como en el mal sentido de la palabra, pero todo está aquí, lo sórdido y lo dulce, lo terrible y lo bueno, como Aslan suele explicárselo cuando habla de su ciudad natal, en otras palabras, no todo es luz y dulzura, a pesar de ser un simple estudiante, adora captar eso en sus fotografías, tal vez es porque los ama a ambos, a la luz y a la oscuridad. El problema radica en que no solo se encuentra enamorado de esta decadente e indomable metrópolis.
—Sino estás seguro deberías reconsiderarlo, Eiji.
—¿Qué? —Sing es quien se atreve a romper el silencio—. ¿También te parece extraño? —Él más joven asiente sin una pizca de duda.
—Es raro casarse para reforzar amistad.
—¡No digas más, Sing!
—¡No es justo! ¡Nunca me dejan decir nada! —Odia que lo traten como a un bebé, no le permiten tomar cerveza ni escuchar las conversaciones subidas de tono durante las reuniones, tiene 15 años, ¡maldición! Tuvo suficiente—. Tú y Ash no me dan esa clase de impresión romántica, no creo que funcionen como pareja. —Bones lo patea por debajo de la mesa.
—¡Ah! —Pero golpea a Shorter—. Sé más cuidadoso.
—Además, me parece extraño que te lo haya propuesto de la nada, tal vez está planeando algo. —El joven chino empieza a balbucear contra su vaso, ha tomado cerveza, aprovechó de reemplazarla cuando la atención se hallaba enfocada en su predecesor—. Deberías rechazar la propuesta. —Aunque Shorter Wong es el sujeto más genial sobre la faz de la tierra, el corazón le duele mucho al pensar en ese matrimonio, así que es incapaz de disimular.
—¡No le hagas caso! —La pandilla se desespera—. Te dio tiempo para darle una respuesta ¿no? —Eiji enfoca su atención en los murales del Chang Dai, siempre le gustó el ambiente del restaurante, es hogareño pero elegante, le recuerda al puesto de ramen donde pasaba con sus amigos luego del entrenamiento de pértiga, volaba alto, más alto que nadie.
—Huyó luego de proponérmelo.
—¿Qué? —Shorter parpadea, tensando sus puños hacia su regazo, seguramente escuchó mal.
—Él huyó luego de proponérmelo. —El moreno se frota el entrecejo con fuerza, los lentes le tiemblan hacia el arco de la nariz—. Me ha estado evitando desde entonces. —Claro que el tarado de Ash Lynx sabotearía su única oportunidad de ser feliz cegado por sus pensamientos catastróficos, no es necesario indagar para comprender lo que ocurrió. ¿Lo culpa? Este implacable conejito lo deja sin una maldita neurona.
—¿Ves? No es la persona correcta. —Sing tensa los brazos contra su vientre antes de tomar más alcohol, es su primera borrachera secreta y quiere hacerla memorable—. No deberían casarse.
—¿Qué tanto reclamas? —Bones le quita el vaso—. ¿Acaso te gusta Eiji o algo así? —Entonces, el más joven se ruboriza con violencia.
—¡C-Claro que no! —Nunca lo consideró de esa manera, lo único que sabe es que le encanta ser el centro de atención del japonés, eso no tiene nada de gay, es mero coqueteo heterosexual—. Solo estoy preocupado, no quiero que cometa una locura. —Exceptuando cuándo lo ve con delantal y no puede evitar pensar en lo jodidamente lindo que luce, aunque claro, Ash le arroja una mirada de muerte pura si lo pilla babeando más de lo que debería.
—Sing no está del todo equivocado. —Shorter piensa rápido para salvar este caos, luego tendrá una conversación disciplinaria con su joven pupilo, ahora tiene una OTP que juntar—. Si te propuso matrimonio es porque tiene algo en mente, quizás es su manera de pedirte que te quedes a su lado.
—¡Sí! ¡Sí! —Como si tuviese un resorte pegado al culo, Bones salta de la butaca—. Al jefe le cuesta expresar sus emociones en palabras, él es más de acciones. —Eiji sonríe, sabe que es verdad. El lince feroz es incapaz de iniciar un abrazo por su cuenta o de decirle que le quiere, pero casi muere sosteniendo su carta en la biblioteca, como si esas palabras realmente significasen algo.
«Mi alma siempre estará contigo»
Eso es prácticamente una declaración de amor.
—Max está de acuerdo con nosotros. —Sus dedos tiemblan alrededor de la lata—. Ibe también.
—¿Ibe-san está de acuerdo con el matrimonio? —La pandilla intercambia una mirada que solo puede ser descrita como sospechosa—. No he hablado con él durante algunas semanas.
—¡No hables con él! —Shorter se aclara la garganta, no debe sucumbir al pánico o lo descubrirán—. Está de viaje, pidió que no lo molestaran. —Su atención se posa en una mancha de condimento a la orilla de la mesa, le parece extraño que no le avisara. ¿Viaje a dónde? ¿A solas con Max?
—¿De verdad?
—De verdad, están trabajando en un proyecto ultra secreto. —Luego de los eventos asociados al banana fish su relación con el fotógrafo se volvió mucho más estrecha de lo que era en Izumo, mucho más paternal, el pensamiento lo hace sonreír. No se lleva bien con su padre biológico, pasa enfermo y lo trata como una carga, es lindo contar con Ibe—. Si quieres llamamos a Max para corroborar.
—No. —Eiji niega, confía en el líder de Chinatown con su propia vida—. Así está bien.
Lo pone inmensamente feliz volver a tontear juntos en un ambiente tan juvenil. Algunas veces, tiene la impresión de que Shorter lo evita. Otras, lo mira como si le estuviese haciendo trizas el corazón. Su relación no volvió a ser la misma desde que la desintoxicación de la droga estuvo completa. Lo hiere que sea de esa manera y se siente hipócrita por lamentarlo. Porque el estrés post traumático que desarrolló atormentado por los asesinatos y el constante velo de la muerte es garrafal, todavía conserva la cicatriz que el chino le hizo cuando lo trató de matar o el disparo de bala, lo intenta esconder para no molestar, no puede ser una carga, si es una carga Ash lo dejará. Le dijo sayonara en el hospital, ni siquiera planeaba volverlo a ver, lo dejó afuera, iba a morir apretando su carta y...
—¿Vas a aceptar?
—¿Qué? —Eiji parpadea como una lechuza, reincorporándose a la realidad. Se halla pálido y suda a montones—. ¿Aceptar qué?
—La propuesta de matrimonio.
Uno de los criterios para el estrés post traumático es la evitación, tanto situaciones, cogniciones, emociones o pensamientos que gatillen una posible reexperimentación se suelen evadir, él sonríe. Le resulta masoquista compartir alcohol con quienes le despiertan tan dolorosos recuerdos, es triste, no logra empatizar con su propio sufrimiento porque su sufrimiento es tonto, es pequeño en comparación al resto. Ash la tuvo mucho peor, ¿con qué cara se queja?
Por ser tan débil casi lo abandona.
—¿Eiji? —Él niega, no saca nada atormentándose por eso, Ibe le sugirió ver a un terapeuta.
—Todavía no lo sé. —La lengua le pesa—. No creo que haya hablado en serio cuando lo dijo.
—¡Tienes razón! ¡Sería raro si se casaran!
—¡Maldición, cierra la boca Sing! —En algún momento de sus tormentos, Bones le cubre la boca al mencionado, la imagen le da ternura—. ¡Deja de sabotear el plan por tu crush! —Estas personas la tuvieron mucho peor que una patética lesión en el tobillo y algunos rasguños. Él se aferra a la cicatriz que le dejó la bala por inercia, la puede sentir aún sobre la ropa.
—Deberías considerar la propuesta de verdad. —La pandilla nota el cambio de actitud, pero no saben qué hacer—. El jefe no bromea con eso, camaroncito. —Porque Eiji siempre es alegre, es el rayo de sol que los mantuvo con vida durante la tormenta, les frustra no ser capaces de animarlo.
—Kong tiene razón. —Las latas quedan vacías encima de la mesa—. Deberías considerarlo.
Y claro que quiere hacerlo.
Pero no puede.
¿Cómo puede llamarse amigo a sí mismo si está enamorado? Eiji es consciente de sus sentimientos desde ese verano en Cape Cod, cuando lo vio reírse mientras nadaba en el lago y el tiempo parecía detenerse solo para ellos dos, cuando el dorado se hizo aún más dorado contra el arrullo de los árboles y sintió una dolorosa e irrefrenable necesidad por besarlo. Se asquea, lo ha escuchado quebrarse una infinidad de veces entre las sábanas, suplicando por ayuda, llamando a su mamá, juró respetar sus límites, atesorarlo con paciencia. En el fondo, no es mejor que Dino Golzine ¿no?
—Sigues despierto. —La puerta del comedor cruje, conservaron ese apartamento de ocho millones de dólares que pagaron con el dinero de GOOSE, aunque Eiji odia lo vacío que se siente sin la presencia del rubio, ha entablado buenas amistades con las amas de casa.
—No tenía mucho sueño. —Dijo eso pero trae puesta una pijama, lo esperó en el comedor con la Tablet, se encuentra buscando ofertas de trabajo, hasta ahora la más tentadora parece ser en una tienda de mascotas—. Dejé algo de comer en el refrigerador. —Aslan arroja la chaqueta de mezclilla en el sofá, está oscuro e increíblemente tranquilo.
—Lo comeré más tarde. —Él arrastra sus zapatillas hacia la sala de estar, le presiona el alma vislumbrar esos grandes ojos cafés, por eso se deja caer al otro extremo del sillón—. ¿Estuviste con los chicos? —La reunión le golpea la cabeza, aún intoxicado por el alcohol puede recordarla a la perfección.
—Hablamos de muchas cosas. —Eiji aprieta los labios—. Cosas extrañas. —Él deja la Tablet encima del sillón.
—Ya veo. —Le duele la distancia que ha nacido entre ellos dos.
Si bien, Ash Lynx nunca fue la persona más afectuosa del universo, suele expresarse a través de gestos, Bones tiene razón, sabe decirlo absolutamente todo sin usar palabra alguna. El contacto piel a piel se ha manifestado en una inconmensurable ternura, con toques casuales en el desayuno, choques accidentales de pies, abrazos culposos durante noches llenas de terror, esa cercanía lo hace profesarse especial. Eiji odia eso, porque se hace ilusiones, las ilusiones son malas, siempre fue el chico al que le preguntaban por el capitán del equipo de pértiga, el menos guapo de sus amigos, el de notas mediocres, el asistente de fotografía, el ex deportista, el...
—Hablamos de la propuesta de matrimonio. —Las palabras le escapan de lo más profundo del alma, no sabe por qué las ha dicho, no obstante, no se quiere retractar—. ¿Por qué me lo pediste? —Ash se ruboriza con violencia, eso lo desconcierta, luce adorable, realmente adorable.
—¿Por qué mencionas el tema ahora? —Eso lo incita a ponerse aún más pícaro.
—Porque ni siquiera me lo pediste con un anillo. —Eiji bufa, aligerando la tensión—. Los chicos están de acuerdo conmigo.
—¡No tuve tiempo para conseguirte un anillo!
—Qué propuesta menos romántica.
—Pues perdón por ser poco romántico. —Su descaro lo saca de sus cabales, eso le encanta, su pasatiempo favorito es ponerlo en su lugar—. De todas maneras, ni siquiera me has respondido. —Entonces, Aslan entorna una sonrisa tan galante que ya no sabe qué hacer, aquel rebelde flequillo se desliza hacia esas pestañas doradas para darle un aire aún más juvenil—. ¿Qué fue lo que te dijeron los chicos?
—Que te debería rechazar. —Ash frunce el ceño en un puchero molesto.
—Apuesto que ese fue Sing. —Bingo.
—¿Cómo lo supiste? —El más joven se relaja al otro extremo del sillón, es así de simple, basta una tonta conversación para que la tensión se esfume.
—Por favor, el mocoso se quiere casar contigo. —El calor se le sube hacia las mejillas.
—¡Claro que no!
—Es una pena que solo seas empalagoso conmigo, onii-chan. —Que Ash deslizase sus yemas por su mentón es demasiado, las piernas le tiemblan contra el sillón, el estómago se le llena de pirotecnia, recuerda el beso en prisión y las ganas que tuvo de repetirlo en Cape Cod. ¿Por qué este hombre debe ser tan guapo? ¡Es ridículo! Pero no solo eso, mierda lo ama y quiere tomarse esa propuesta en serio.
—Abusas de tu galantería. —Pronto, sus puños se crispan contra su regazo mientras memoriza el momento—. Ash... —La gentileza en esos roces lo hace sentir demasiado especial, como si esos relucientes ojos verdes se estuviesen tomando su tiempo para admirarlo, lo que es ridículo, por supuesto, Eiji Okumura es sinónimo de simplón.
—¿Quieres saber por qué te pedí matrimonio? —Él se fuerza a cerrar la mandíbula, si sigue así terminará babeando, Dios, eso sería vergonzoso—. ¿Realmente te crees capaz de escucharlo? —Esto es un caos.
—Quiero saber. —Entonces, Ash esboza una sonrisa que le rompe en miles de pedazos el corazón y se aparta.
—Porque soy egoísta. —Él se para del sillón—. Lo siento.
Y lo deja.
Por muy terco que sea Eiji, se ha mantenido al margen para no molestar. Es quien sostiene pero no puede dejarse sostener, el corazón de la pandilla y el tesoro que esconden esos ojos verdes. Le prometió a todo el mundo intentar mantenerse a salvo, fue una condición para quedarse en Nueva York. Bueno, llegó el momento de aceptar una excepción. Necesita un consejo de un experto. Urgente, muy urgente.
—Gracias por recibirme. —Yut-Lung le ofrece una taza de té en el living de su mansión, tomó un taxi a escondidas para llegar, recuerda la dirección porque estuvo secuestrado en este lugar durante semanas, lo amenazó con cortarle la garganta con un vidrio y ahora se arrastra, brillante.
—¿Qué haces aquí, Okumura? —Sus palabras son mordaces y venenosas, pronuncia su nombre con una chispa oscura, casi negra—. No fingiré que me gusta tenerte acá.
—Necesito tu ayuda. —Entonces, el joven Lee carcajea, es una risa histérica y completamente exagerada, parece un maniático apretándose el estómago y batallando para no dejar caer el té.
—Creo que te escuché mal. —Aunque Eiji se mantiene firme, sus yemas tiemblan en los bordados de la taza.
—Necesito tu ayuda. —El más joven se alza con prepotencia y se acerca. No tiene la paciencia suficiente para sostener este show, ni quiere hacerlo.
—No le debo nada a Lynx. —Lo ayudó a acabar con sus hermanos a cambio de salvar a Shorter, fue una alianza de una sola vez—. Y a ti te odio, ni siquiera soporto mirarte. —La presencia de Eiji Okumura incita dos tipos de reacciones, hace que las personas lo deseen proteger o las orilla para destrozarlo y acabar con él. Para su desgracia, Yut-Lung es de este último tipo.
—Ash... —El vapor le cosquillea debajo de la nariz—. Me propuso matrimonio, no entiendo la razón. —Los ojos se le abren de golpe. Él analiza el rostro del japonés y se cuestiona el límite de la idiotez. ¿Es en serio? ¿Todavía no se confiesan? ¡Jotos reprimidos! ¡Son una vergüenza para la comunidad! Él se frota el ceño y se detiene justo frente a su invitado.
—Probablemente lo hizo porque eres débil. —Él adora ser cruel—. Debe ser la única manera que encontró para que no le estorbaras, eres solo un lastre patético. —Espera una reacción amarga de parte del contrario, algún puchero indignado o llanto de cocodrilo.
—Tienes razón. —Pero en su lugar, sonríe—. Aún estoy estorbando. —Eso lo descoloca. Sí, quiere molestarlo porque no soporta la idea de que tan indomable bestia hubiese sido domesticada por un conejito, sin embargo, siente que está jugando sucio—. Aunque soy consciente de eso, quería tu opinión.
—¿Por qué? ¿Qué relación tengo contigo?
—Porque tú entiendes mejor que nadie a Ash. —Le punza el pecho escuchar aquello—. De maneras que yo no puedo ni creo poder hacerlo, tú lo entiendes mejor.
Es verdad.
Ambos atravesaron el mismo infierno putrefacto, es egoísta, sumamente egoísta que anhele su salvación, hasta sus nombres son un contraste iridiscente, la luna que gobierna la noche y es aplacada por el amanecer, solía admirar esa determinación, le frustra que Eiji lo eche a perder. ¿Qué puede hacer para ayudarlo? ¿Su amigo? Que no lo haga reír. ¿De verdad cree que está a la altura, comparándose con Ash Lynx el inigualable? Él no necesita amigos, es una bestia salvaje. Una bestia hermosa, libre e incontrolable. Solo necesita a aquellos que le idolatran, y a los que, como Arthur, le desafían. No necesita a nadie más. Especialmente a este sujeto, qué solo es una carga.
¿Matrimonio?
¡Ja!
Sobre su cadáver lo ayudará a destruirse aún más.
—Deberías aceptarlo. —Yut-Lung se sorprende de sus propias palabras, no puede evitar pensar que Aslan es una estrella, se ve que brilla pero está muerta, es triste, tan triste que sonríe—. Como te dije, probablemente te lo propuso porque eres una carga y quiere mantenerte seguro o algo así.
—No quiero obligarlo a atarse conmigo si es de esa manera. —El más joven se presiona el entrecejo y se afloja la corbata—. No me casaré solo para que me mantenga seguro, no soy un inútil. —Se pregunta cuándo este acto de altruismo se caerá y teme que tal vez no lo haga, eso significaría que no es un acto y reafirmaría la existencia de las personas buenas, no quiere eso, le gusta odiar. ¿Gustar? Más bien, eso lo ayudó a sobrevivir.
—Pues no lo parece.
—No solo eso. —Eiji deja la taza en el platillo antes de levantarse, aunque siempre ha sido más alto que el joven heredero, es la primera vez que realmente lo aparenta—. Ash ha sufrido demasiadas injusticias, me niego a hacer lo mismo, no transgrediré su consentimiento. —Entonces, Yut-Lung suspira. Recuerda las palabras de Blanca, no puedes ser amado sino amas o alguna mierda similar. Tal vez no sea del todo una idiotez—. No lo obligaré a nada.
—¿Le apuntaste con un arma para que te lo pidiera?
—No.
—¡Entonces no seas idiota! Eres tan desesperante. —Yut-Lung lo golpea en la frente—. Tal vez haya algo más, ¿nunca se te ha ocurrido que le importas? —El idiota estuvo a punto de recibir un balazo en la sien para protegerlo. ¿Qué tan ciegos deben estar estos dos?
—Sé que le importo, así como él a mí.
—¿De manera romántica? —El más joven se encuentra a sí mismo fascinado por la expresión de Eiji, sus ojos se le hacen bonitos, realmente especiales con esa clase de brillo, tan líquidos y genuinos, eso lo fascina y lo hace anhelar algo similar en partes iguales—. ¿De manera sexual? Entiendo que Lynx sea denso en estos temas, ¿pero tú?
—¡Hey! —Él bufa.
—¿Acaso eres un virgen? —Y se divierte por la reacción del conejo.
—¡Eso no tiene nada que ver! —Es acá cuando descubre que Okumura es fácil de molestar, qué divertido.
—Todo el mundo lo sabe. —Yut-Lung juguetea con su cabello, se siente menos rígido ante la presencia del invasor, casi relajado—. Cuando te rompen el corazón en mil pedazos y te agachas para recogerlos, solo hay novecientos noventa y nueve trozos. —Pronuncia la cita de su autor con una devoción religiosa—. No permitas que te lo rompan por una idiotez, acepta esa propuesta.
—Gracias. —La tensión en el ambiente se disipa ante tan vulnerable mirada—. No eres tan malo, ¿lo ves? Sabía que podíamos ser amigos.
—¡Cállate! ¡Aún te odio!
Pero ya no tanto.
Le es duro admitir sus verdaderos sentimientos pero Yut-Lung seguramente tiene razón, si Ash se lo pidió fue porque existe una razón debajo, independiente de cuál sea quiere averiguarla y apoyarlo, el comportamiento extraño de la pandilla se lo corrobora. Está lloviendo en su vida, sin embargo, no tiene paraguas.
Aquí dentro siempre llueve.
—Ash... —Lo vuelve a esperar desvelado, está cansado de que lo evite y luzca incómodo, como si estuviese arrepentido de esta propuesta, como si quisiese echar marcha atrás.
—¿Qué haces despierto otra vez? Se te está volviendo un mal hábito, onii-chan. —Y sí, Eiji balbucea acerca de cómo lo enloquece este hombre, le parece embriagador lo mucho que disfruta de estos roces accidentales. Atenta contra toda su moral atreverse a dar este paso—. Los viejos se acuestan temprano.
—Acepto. —Ash parpadea, anonadado.
—¿Qué?
—Acepto, me casaré contigo. —No cede ni tiene intenciones de hacerlo—. Seré Eiji Callenreese de ahora en adelante.
El verdadero juego comienza.
Este fue el capítulo más denso por así decirlo, porque son pocas las oportunidades que he tenido de profundizar en el Eiji del canon y sus inseguridades, a partir del siguiente retomamos nuestra programación habitual de joterias, tonterías y planes que absolutamente solo puede fallan. Muchas gracias por tanto.
¡Cuidense!
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