EPÍLOGO
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Epílogo:
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En esa madrugada fría de primavera, los demonios fueron devueltos al infierno y su rey fue derrotado. ¿Quién heredaría el trono? Eso ya no era problemas de los ángeles. Ahora tenían un problema mayor.
Cada ser alado corrió por el bosque para llegar con demora al lugar donde Angélica se encontraba muerta entre los brazos de Ángel. Camila estaba encargándose de curar la herida en el pecho de Kevin, la cual ya estaba cerrando. Al terminar, lo recostó inconciente en el suelo y se levantó para ir a intentar curar la herida de la castaña, pero ya era muy tarde...
—Lo siento...
—No. —Ángel abrazó a Angélica con fuerza.
—Ángel, debemos...
—No, no, no. ¡NO!
Ella se quedó callada y observó cómo el chico tenía su rostro lleno de lágrimas, ella no lo había visto así nunca. Ángel era uno de los más fuertes y respetados en el cielo y ahora estaba completamente derrotado con su vida entre sus manos.
El castaño se acercó a su hermana y depositó un beso en su frente fría. Sus manos se habían llenado de sangre que salía del vientre de Angélica, manchando el vestido de seda blanca por completo.
—Déjenme solo —susurró Ángel y todos los ángeles que estaban ahí asintieron. Uno de ellos se llevó a Kevin, susurrando un hechizo de amnesia que le borraría todo recuerdo sobre Angélica, lo que también harían más tarde con los de la banda y Sebastián.
El castaño se quedó acariciando el cabello de su querida hermana mientras la veía dormir eternamente.
—Ángel. —Una voz de carácter sabio resonó entre los árboles y este alzó su mirada.
—Señor... ¿Por qué?
—Era necesario, hijo mío. Tenía que pasar para que el mal fuera derrotado.
—No lo creo, señor. ¿Acaso es esto porque ella se enamoró de ese mortal? —Se levantó frente a él, sin soltar a Angélica de sus brazos.
—No lo entenderías...
—¡Al carajo con eso!
—¡Ángel! —Gruñó el señor, algo enojado por el comportamiento del castaño—. No te permitiré utilizar esas palabras conmigo.
—¡Me vale una mierda! Es mi hermana, joder. —Dos lágrimas cayeron por sus mejillas—. Lo único que me quedaba, ella prefería cortarse sus alas y ser feliz al lado de ese mortal.
El señor ahí presente ya no decía nada, solo estaba atento, dejando que Ángel se desahogase y cuando lo hizo, se acercó a él y tomó a Angélica con sus propios brazos.
—Confía en mí, Ángel. Solo tenme fe.
Él asintió, se quedó mirándolo y luego asintió levemente. El señor dio la media vuelta y desapareció en la oscuridad del bosque que poco a poco iba siendo iluminado por la luz del Sol.
Ángel miró sus manos llenas de sangre y suspiró, dejándolas caer a los lados para observar la flecha sagrada que había matado a Adriel.
—Ojalá y te quemes en tu propio infierno, Adriel —mencionó antes de irse por el mismo camino que había tomado el señor.
La tierra debajo de la flecha se llenó de flores y hierbas, la mayor amenaza para los ángeles ahora estaba purificada y sellada bajo un conjuro de confinamiento. Y así se quedó sellado bajo el tiempo que empezó a correr, bajo segundos que empezaron a ser contados, días que comenzaron a hacer de las suyas y meses de confusión para el chico de ojos color cielo que sentía que algo faltaba en su vida.
Un año y ocho meses, ese es el tiempo que había pasado Kevin intentando entender por qué habían fotografías en blanco en su móvil o dos cepillos de dientes dentro de su refri: cosas que podían ser obvias para nosotros eran inexplicables para él y los demás, que también habían sufrido las causas de los hechizos de amnesia.
Por otro lado, la banda había crecido públicamente en la fama y en el corazón de sus seguidores, gracias a la voz de Kevin, quien se dedicaba a cantar para ella además de componer y tocar la guitarra eléctrica. Luna no se quedaba atrás como compositora y modelo, además de integrante de SACCO.
Alex y Jessica tenían planes de boda en un futuro, pero ya vivían juntos en un pequeño departamento que el moreno había logrado comprar con su propio dinero. Y Alejandro...
—Venga ya, Luna, dame una oportunidad —le rogaba el de ojos color esmeralda a la chica de cabello totalmente rizado.
—Tal vez si me hubieras invitado a salir hace más de un año, hubiera aceptado.
—¡Solo una oportunidad!
—Ya déjala en paz, socio —dijo Kevin, pasado al lado de la "pareja" que "discutía" cargando una caja en sus brazos que dejaría sobre la mesa del nuevo lugar al que ahora llamarían estudio de música.
Pero bueno, eso ya es otra historia...
Sebastián había tenido algunos problemas con la Universidad, por lo que casi repite año; así que optó por ponerse las pilas para aprobar y le pidió ayuda a la nerd del salón, de la cual se terminó enamorando y hoy por hoy ya tienen siete meses de novios, por lo que su amigo Kevin está muy orgulloso de su mejor amigo.
Camila tomó el lugar de Adriel en el cielo, ese que se le había otorgado cuando todos pensaban que era un ángel, vigilando todo desde una gran esfera de cristal.
—Camila. —La voz de Ángel la interrumpió, haciendo que ella se volteara a verlo, estando rodeados de nubes.
—¿Pasó algo?
—Venía a preguntarte lo mismo.
Ella se sonrojó y miró a la esfera, viendo a los chicos de la banda acomodar sus cosas en el nuevo estudio de música.
—Hasta ahora, no —dijo y apagó la esfera, volteando a verlo por completo—. Nadie sospecha nada, tampoco recuerdan a Angélica, así que todo está bien.
—Mejor —dijo en un suspiro y la pelirroja se le quedó mirando.
—¿Cómo está ella?
—Aún sigue en la cápsula, Nuestro señor no quiere dejarla salir, tiene esperanzas de que despierte.
—¿Y tú no? —Se acercó poco a poco y puso sus manos pequeñas sobre las mejillas del castaño.
—Claro que sí, solo no quiero esperarla por una eternidad. Sabes que él no tiene mucho tiempo de vida como mortal.
—Ellos merecen estar juntos. El destino no puede ser tan cruel, ¿verdad?
Ángel solo se le quedó mirando y suspiró, de repente Cupido entró a donde estaban de forma apresurada.
—¡Ángel!
Ambos lo miraron, separándose y parándose uno al lado del otro.
—¿Qué pasó?
—Es Angélica...
Ángel se le quedó mirando mientras este siguió hablando y sus ojos se llenaron de lágrimas. Salió corriendo de ahí de forma rápida y Camila corrió tras de él.
El cielo se tornó de gris y la lluvia empezó a caer en el plano terrestre. Los autos pasaban sobre los charcos en la calle y las personas con sus paraguas se reflejaban desde el vidrio de la ventana grande del local nuevo, donde se encontraban los chicos de SACCO ensayando, excepto Kevin quien miraba por la ventana con sus manos en los bolsillos.
—¡Hey, Kevin! —Luna lo llamó y él se volteó a verla, para luego alejarse de la ventana y caminar hasta ella.
—¿Qué pasa?
—Has estado muy pensativo estos meses.
—Lo siento, es que he tenido la sensación de que debería recordar algo y me vuelvo loco por no saber qué debo recordar. —Pasó una de sus manos por su cara, soltando un suspiro pesado—. Sé que ahora debes pensar que estoy loco.
—No, yo también siento lo mismo —dijo Álex acercándose a ellos y Kevin se apresuró a mirarlo.
—¿Tú también? —preguntó y el moreno asintió.
—Y yo —dijo Luna, seguida de Alejandro y de Jessica.
—¿Entonces no estamos locos? ¿Por qué sentimos esto? —preguntó Kevin y todos se quedaron mirando.
Habían entrado en un estado de confusión, no podían quitarse la mirada de arriba ninguno de ellos. ¿Por qué se sentían así? Ninguno de ellos podía recordarla, sin embargo, sabían que había alguien a quien debían recordar y se sentían frustrados por no poder hacerlo.
Pero toda esa confusión se la llevó cuando llegó la melodía de una voz a su mente y corazón, haciéndolo recodar la dulce voz de una chica con los labios color cereza.
"Cuando más necesites
Un abrazo ahí estaré,
Cuidándote de todos
Los que no te tienen fe.
Y si un día te caes,
Yo te pararé,
Porque aunque me quites
A tu lado siempre estaré."
Su corazón se apretó por un momento y el nombre salió por sus labios como un suspiro.
—Angélica...
Todos los demás se quedaron mirándolo y Kevin empezó a recordarlo todo. La imagen donde la vio por primera vez, luego sus ojos color miel, su sonrisa, lo suave que era su piel, su cabello castaño, su primer beso, la primera caricia, esa noche en el baño. Todo llegó a su mente de forma apresurada, haciéndolo sujetar su cabeza.
¿Pero por qué ahora que ella ya no estaba más?
La imagen de ella sangrando en los brazos de Ángel fue lo último en llegar a su mente y hacerlo caer en cuenta de lo que había pasado. No lo dudó ni cinco segundos, sus pies empezaron a caminar hacia la puerta de vidrio transparente.
—¿Kevin? —Luna lo miró preocupada—. ¡Hey! ¿A dónde vas?
—Voy a buscarla
—¿A buscar a quién? —preguntó confusa y él salió del lugar, gritando:
—¡A ella!
Todos se miraron confusos mientras Kevin corría por debajo de la lluvia, haciendo que su cabello se pegara a su frente y su playera a su cuerpo. Tardó en llegar al bosque, pero logró llegar con rapidez. Se detuvo de repente al lado de la vieja cabaña del leñador y vio la flecha tirada en la tierra, cubierta de flores.
Sus ojos recorrieron el lugar hasta ver un pedazo de tela blanca, ya vieja y sucia en el suelo. Caminó hacia esta y se agachó, para tomarla con una de sus manos. Se levantó unos segundos después, examinándola.
Todo era silencio, pero unos pasos se apresuraron en llegar hasta detrás de él, deteniéndose. Sus manos de seda cayeron a los lados de sus caderas y luego se juntaron al frente, sujetándose.
—Ya deja de seguirme —Kevin volteó a verla, deteniendo sus pasos, pero esta vez su corazón se aceleró por un momento y sus ojos reflejaron un intenso color miel.
—Si me dices cuál es tu nombre, te dejaré en paz —dijo Angélica y sonrió.
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FIN
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CAPÍTULO CON EDICIÓN CONCLUIDA
¡NO OLVIDEN SEGUIRME!
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