Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 36: "Eres mía"

.

.

Capítulo 36:

.

.

Curar una herida era algo difícil físicamente, y era algo aún más difícil con la herida que estaba en el corazón. Gracias a Dios, esas heridas no pertenecían a Kevin, excepto por un leve rasguño en la mejilla que al parecer se había hecho.

—No debiste haberlo golpeado, Kevin. Yo podía haberle hablado y explicado que estaba contigo, joder. —Suspiró con fuerza, pasando el alcohol por su mejilla con ayuda de un algodón.

—¡Joder, eso arde! —Gruñó Kevin.

—Quédate quieto, que esto es tu culpa. Si no lo hubieras golpeado, ahora no estaríamos aquí.

—Ya no me lo restriegues más en la cara, Angélica. Se me calentó la sangre cuando vi sus intenciones. ¡Joder, estaba celoso!

Angélica lo miró y negó levemente, suspirando.

—Igual no debiste haberlo hecho. —Dejó de curarlo y desechó las cosas utilizadas, sacó una tirita de su cartera y fue con él, para ponérsela en la mejilla.

Kevin la tomó de la cintura, sentándola sobre él, a lo que ella se sonrojó.

—¿Kevin, qué haces? —Ella intentó levantarse, pero él la secuestró sobre sus piernas y la apegó a su cuerpo.

—Tú eres mi Angélica, y no me gusta que nadie más toque lo mío. —Él la miró con los ojos llenos de fuego.

La respiración de Angélica se aceleró sin que ella se diera cuenta, y antes de esperarlo, su corazón subió a su garganta latiendo como nunca. Volteó a mirar hacia otro lado.

Kevin desprendía mucho deseo hacia ella, y ella sabía lo que eso significaba; pero igualmente necesitaba tiempo. No se sentía lista para perder sus poderes por completo, porque una vez que se entregara a él, ya dejaría de ser un ángel para ser una simple mortal.

—Kevin, yo...

—No te estoy pidiendo nada, Angélica. Solo quiero que sepas todo lo que siento por ti —le sonrió levemente y acarició su mejilla. Su mano bajó hasta su nuca y la jaló hacia él.

Sus labios se unieron en un tembloroso beso dado por Demon, quien bajó sus manos hasta la cintura de Angélica y la agarró de lado a lado. Volvió a acercarse, besándola de forma suave y derritiéndola en sus brazos. Angélica colocó sus manos en los hombros de Kevin sin dejar de besarlo.

Las manos de Kevin bajaron hasta sus caderas, apretándolas levemente. Angélica cerró sus ojos mientras lo besaba y sus manos bajaron a los primeros botones de la camisa color negra que él traía puesta.

Los dedos de Angélica desabrocharon el primer botón y Kevin tomó sus manos, separándose del beso para mirarla a los ojos.

—Angélica, no te estoy obligando a...

—Cállate y bésame.

Él asintió y la volvió a besar un poco más apasionado, pero sin dejar el ritmo lento que tenían. Las manos de Kevin bajaron hasta las piernas de Angélica, entrando por debajo de su vestido y agarrándolo por la orilla para poder subirlo.

Pero por más que ella estuviera decidida a caer en los brazos de su humano amado, el destino aún no lo decidía así.

La puerta del camerino se abrió y Angélica se levantó de un tirón, dándole la espalda a la persona que había abierto. Kevin tuvo que ponerse un cojín sobre las piernas para cubrir cierta cosa despierta.

—Perdón, perdón. —Luna abrió sus ojos, sonrojándose cuando notó la agitada respiración de Angélica y el desorden de su vestido, tanto como la camisa abierta de Kevin.

—N-no —Angélica tartamudeó y tragó saliva al darse cuenta, así que tuvo que tomar una gran bocanada de aire y controlarse—. Es decir... No debes disculparte, no pasó nada.

—Yo quería hablar contigo. ¿Será que podemos?

—Claro —asintió la castaña y sin mirar a Kevin, salió de ahí soltando vergüenza hasta por las orejas.

Kevin la miró irse y soltó un suspiro pesado, echándose hacia atrás, recostándose con la pared.

—Me cago en mil demonios —insultó al aire y cerró los ojos, cuando sintió una sensación extraña y los volvió a abrir.

Miró el lugar donde se había quedado en soledad y se levantó. Esa sensación extraña le provocaba un pequeño salto en el estómago que le decía que algo no estaba bien en ese lugar, y que tal vez debía irse de ahí.

Unas sombras salieron de abajo de donde colgaban el vestuario, en forma de manos, dirigidas a Kevin por la espalda. Pero este caminó a la puerta, saliendo del lugar antes de que alguna de ellas lograra agarrarlo del cuello para silenciarlo en ese instante.

La puerta se cerró y una silueta masculina salió de detrás de los vestuarios, reluciendo en la oscuridad por sus ojos rojos rubí.

—Falta poco. —Una pequeña luz colada por la luna iluminó unos labios que se movían mientras hablaba—. Falta poco para que todo sea como tiene que ser. —La silueta sonrió, mostrando grandes colmillos aterradores, capaces de romper la piel humana.

Con una mano sacó una pequeña esfera de cristal que encajaba perfectamente en sus manos. La bola se envolvió en un color absolutamente negro azulado.

—Muéstrame al rehén —mencionó la silueta y la bola reaccionó.

Entre tanta oscuridad apareció una rayo de luz, mostrando a la pelirroja inconsciente en alguna habitación de la cabaña. Estaba tirada en el suelo con un grillete atado al cuello.

Su sonrisa se anchó, luciendo aún más terrorífica y de la nada, la silueta desapareció.

*

Kevin tomó a Angélica de la cintura, ella estaba hablando con Luna quien al verlo sonrió.

—Bueno, creo que ya llegó tu galán.

—¿Qué dices? —Angélica se sonrojó, carraspeando un poco su garganta mientras se abrazaba a ella misma.

Kevin besó sus hombros y cuello, a lo que ella se atoró con su propia saliva y empezó a toser.

—Creo que mejor ya no molesto más. —Sonrió y se fue dejándolos solos en los pasillos detrás del escenario.

—¿Y bueno? —Preguntó Kevin y Angélica lo miró rápido.

—¿Y bueno, qué?

—¿Te llevo a casa? —Preguntó y la miró nerviosa—. Espera… ¿Qué pensabas que te estaba preguntando?

—Yo... Solo vámonos a casa, anda —dijo rápido y miró a otro lado, sonrojándose.

Kevin sonrió y negó levemente, soltando una pequeña risa. Se acercó y tomó su mano entrelazando sus dedos con los de ella, quien lo volvió a mirar. Este llevó su mano a sus labios, depositando un beso sobre esta.

—Te amo, Angélica. —Ella se le quedó mirando—. ¿Tú también me amas?

—Si, Kevin... Yo también te amo.

.

.

.

CAPITULO CON EDICIÓN CONCLUIDA

(Hace calor por aquí ¿no?)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro