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CAPÍTULO 32: "La ruleta de la vida"

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Capítulo 32:

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Sus labios se rozaban con un cálido beso en primavera. Y aunque tal hecho había sobresaltado en las emociones de Kevin, este no tardó mucho en posar sus manos en la cintura de Angélica.

Un beso.

Un simple beso que marcó prácticamente toda la historia de estos dos y el inicio de más días donde otros hechos ocurrieron; como tal: la audición con el caza talentos.

Todos salían corriendo de un gran edificio de más de 10 pisos. ¡Eso sí que es un edificio!

—¿Lo logramos? —Jessica preguntaba, mirando a Álex, quien estaba que se comía las uñas.

—No lo sé, al menos debemos esperar hasta mañana.

—Tranquilos, lo hicieron bien —Kevin dijo, mientras salía también del edificio—. Vamos a lograrlo.

—Siento que podríamos haberlo hecho mucho mejor. —Luna se cruzó de brazos, suspirando.

—¿Qué piensas tú, Angélica? —Alejandro preguntó y volteó a ver a la castaña, quien estaba acomodándose el cabello hacia un lado.

—¿Ah? —Ella los miró confundida. Había estado algo distraída desde aquel anochecer camino a casa.

—¿Crees que pudimos hacerlo mucho mejor? —Alex la miró—. Sé sincera, Angélica.

—No, o sea... —Dejó su cabello en paz y los miró—. Lo hicimos bien, tranquilo. Diría que excelente.

—¡Entonces esto hay que celebrarlo! —Luna gritó emocionada.

—¿Pero a dónde? —Jessica reía mientras la miraba.

—¡Al parque de diversiones! —Corrió a la parada de autobús y Jessica la siguió.

—¡Oigan, esperen! —Los chicos corrieron tras ellas, dejando a Kevin y Angélica solos.

Kevin miró a la castaña, la cual miraba hacia atrás muy seguidamente. Lo había notado aquel día antes de dejarla en el edificio donde vivía, y lo había notado en muchas otras ocasiones.

—¿Sucedió algo? —Kevin la miraba, pero ella ni reaccionaba—. ¿Angélica? —Nunca la había visto así de distraída, ella no era así. ¿Entonces, en qué estaba pensando?

Kevin observó a donde ella, pero no había nada, ni nadie, excepto las personas que salían y entraban de lugares como tiendas y cafeterías.

Entonces alzó su mano y la puso en su hombro, a lo que ella correspondió con un salto y volteando a verlo.

—¡Joder! —Angélica puso su mano en su pecho, sintiendo su corazón latir a mil por el susto.

—Hey, estás muy distraída. ¿Pasa algo? —Ella se le quedó mirando algo insegura de decirle—. Sabes que no puedes ocultarme nada ya.

—Sí, lo sé... Es que... —Angélica volteó hacia atrás—. Siento que me vigilan...

—¿Estás segura? —Él se giró hacia atrás de ella, pero no vio nada nuevamente.

—Tal vez solo sean alucinaciones mías por estar perdiendo mi poder.

—¿Lo estás perdiendo? —Kevin la miró, preocupado.

—Mi misión era dejarte solo luego de haber curado tu corazón, Kevin, no quedarme. Me están castigando por romper las reglas. En un tiempo dejaré de ser un ángel y solo seré una mortal más, sin mis recuerdos de cuando estaba en el cielo.

Kevin solo se le quedó mirando, sintiéndose algo culpable.

—Anda, vamos con los chicos o se irán sin nosotros. —Ella besó su mejilla y lo jaló con los demás.

*

Minutos después, todo estaba lleno de luces y música, a la vista y oidos de los chicos. Había juegos, tales como la rueda de la fortuna, las sillas voladoras y la montaña rusa, junto a otros puestos de comida y tiendas de artículos.

Caminaban tranquilamente, en parejas, mirándolo todo.

—¡Wooow, es hermoso! —mencionaba la castaña, caminando y el joven Demon imitó su paso hasta abrazarla por atrás.

—Es miércoles, así que supongo que no haya casi nadie —le dijo mientras esta miraba todo con atención—. ¡Venga, vamos por algodón de azúcar!

—¡¿Pero y los demás?! —A Angélica no le dio ni tiempo de terminar la pregunta cuando Luna le gritó:

—¡Vayan, nos reunimos todos en la montaña rusa después! —Le guiñó un ojo y Kevin no dudó en aprovechar la ocasión.

Él se separó del abrazo y la tomó de la mano, jalándola y corriendo hacia el puesto de algodón de azúcar.

No pasaron muchos minutos y ya el hombre de los algodones le entregaba a cada uno algodones con forma de oso panda.

 —Todo para esta hermosa pareja de enamorados —sonrió y las mejillas se Angélica se sonrojaron.

—Oh no, él no es...

—Gracias, señor. —Kevin pagó el algodón con un billete que había sacado de su cartera, para luego guardarla en su bolsillo trasero, interrumpiendo a Angélica.

El señor contó el dinero y quiso darle el cambio, a lo que Kevin negó y volvió a ver a Angélica, sonriendo.

—Quédese con el vuelto.

Empezaron a caminar, mientras Angélica comía de aquel algodón. Sus ojos brillaban con cada bocado que daba.

Felicidad…

Esa palabra, la cual Kevin no conocía hace más de 4 meses. Esa palabra que estuvo tan difícil de aprender y que, tal vez, y solo tal vez, nunca hubiera aprendido su significado sino hubiera sido por esa chica de ojos miel y cabello castaño. Esa misma felicidad a la que también le podríamos llamar vida.

Porque sí, Angélica lo enseñó a vivir y él estaría agradecido eternamente por eso, pero sobre todo porque lo enseñó que era amar. Y él la amaba como a nadie.

—Yo conozco una forma divertida de comer algodón de azúcar —dijo Kevin y ella lo miró.

—¿Ah, sí?

—Observa. —Kevin tomó un pedazo y se lo colocó en los labios, acercándose a ella

 —Ah, estás completamente loco. —Rió para luego acercarse con la intención de agarrar el pedazo de algodón de sus labios con los dientes, pero cayó en la trampa de Kevin.

Kevin soltó el pedazo de algodón antes de que ella lo tocara y la besó. Angélica abrió sus ojos como platos, pero los fue cerrando lentamente en el momento en el que rodeó su cuello con la mano libre que tenía.

Los labios de Kevin habían a cigarrillo, pero no nada estaba mal, ya que tenían un ligero sabor a menta y eso le estaba encantando a Angélica.

Por otra parte, los labios de la castaña era dulces, y ahora más por el algodón de azúcar. Eso hacía que él no desaprovechara de lamer ni besar ni un trozo de ellos.

—¡Sabía que ambos eran algo! —gritó con emoción una tercera voz que sorprendió a la pareja, haciendo que se separaran de inmediato para ver quién era.

Ahí estaban paradas Jessica y Luna, quien acababa de llegar al lugar con el chillido intenso de Jessica.

—Tranquilos, no diré nada si así lo quieren —Ella se apresuró a decir al darse cuenta de cómo Angélica la miraba.

Estaba confusa y con algo de inseguridad.

—Me alegra verlos juntos. Hacen una pareja muy bonita.

—Perdón, Angélica, ella los vio desde lejos y no pude detenerla —dijo Luna.

—No importa, tarde o temprano se iban a enterar todos. —Ella solo miró su algodón y empezó a comerlo nuevamente.

—¡Hey chicos! —Alex corrió hacia ellos, acompañado de Alejandro—. ¡Tengo boletos para la rueda de la fortuna!

Alex mostró su mejor sonrisa y miró a Jessica.

—¿Subirías conmigo?

Las mejillas de Jessica se sonrojaron y asintió. Alex tomó su mano y no dudó en entrelazar sus dedos con los de ella.

Angélica los miraba sonriendo. Y sé que ustedes se preguntarán: ¿Cuándo fue que pasó eso? Bueno, yo tampoco lo sé.

Luna se llevó a Alejandro a jalones de ahí. Dicen que cuando se quiere algo, no se suelta. Y ella lo agarraba con fuerzas aunque él no la miraba con otros ojos que no fueran de hermanos.

Angélica empezó a caminar y se volvió a sentir observada, así que se quedó paralizada en el mismo sitio. Kevin, quien ya había avanzado un poco, cuando notó la ausencia de Angélica, se volteó para mirar a donde ella. Entonces vio una figura femenina de cabello completamente negro, observándolos.

—¿Angélica? —Él la miró y ella hizo lo mismo de forma rápida.

—¡Es la princesa del infierno! ¡Kevin, corre!

La chica sonrió de forma endemoniada y unas de sus manos se oscurecieron mostrando una fuente de poderosa energía oscura.

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CAPÍTULO CON EDICIÓN CONCLUIDA

(No olviden seguirme preciosuras)

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