CAPÍTULO 27: "Una Carta"
"Los minutos pasan, la lluvia cesa, las lágrimas corren hasta que el dolor desaparezca."
Aylena Rodríguez.
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Capítulo 27:
"Un día a la vez": Eso es lo que se dice cuando debemos salir de algo muy doloroso o superar algo que nos está matando por dentro. El problema es que en tan solo un día, las cosas pueden ir de mal a peor con solo una cosa:
Una carta.
Kevin bajaba las escaleras secándose la cara con una toalla. Se veía pésimo, destruido.
Que la persona que te levantó te deje caer es casi una muerte segura; pero Kevin no estaba solo, Sebas se había quedado a dormir para vigilar que no fuera a hacerse daño nuevamente, ya fuera ingiriendo alcohol o cortándose su propia piel como antes. Solo que ahora estaba dormido en el sofá.
Kevin tomó unas pastillas del comedor y se las tomó para la resaca. Estas bajaron por su garganta con ayuda de un poco de agua y empezaron con su trabajo. Acto seguido, abrió el refrigerador, pero se dio cuenta que se le había olvidado hacer algunas compras. Gruñó en molestia; no quería salir de su casa, así que solo tomó una cerveza en la puerta del refri y lo cerró. El sonido de la lata abriéndose se esparció como un eco.
Subió las escaleras hacia el desastre de su habitación y caminó hasta la ventana, observando las calles cubiertas de nieve.
El dolor aún estaba dentro de él, se encendía y se apagaba por momentos haciendo que su mente fuera un caos lleno de explosiones. Su teléfono sonó, este estaba tirado en el suelo con una rajadura en la pantalla. Kevin no le hizo caso, sin embargo el buzón de voz sonó.
-Kevin... -Era la voz dulce de Angélica-. ¿Podemos hablar? Yo quería disculparme y además... -hablaba y de repente hizo una pausa-, necesito verte...
El pitido sonó y Kevin soltó una risa sarcástica mientras encendía un cigarrillo.
-Patética. -Quiso sonar fuerte, pero solo se debilitó recordando las palabras de la supuesta Angélica que lo destruyó anoche.
"Me gusta ir por ahí buscando chicos en situaciones... poco... felices y hacerlos tocar el cielo y luego dejarlos caer y destruirse"
Sus manos temblaron y sintió un nudo en la garganta, pasó una de sus manos por su cabello, peinándolo hacia atrás, mientras sus ojos se tomaban la libertad de aguarse.
-Mierda -gruñó golpeando su puño contra la pared-. Como duele.
Dolía... Dolía como si le hubieran arrancado el corazón y echado al abismo, pero debía ser fuerte, o al menos eso intentaba. Apagó el cigarro y se recostó en su cama, mirando al techo. Todo era tranquilidad, hasta que tocaron la puerta...
*
Angélica estaba en su habitación de paredes color azul. Se encontraba con su móvil entre las manos, pues había enviado más de veinte mensajes y llamadas al número de Kevin y este no contestaba.
Se había decidido por quedarse, estos días le habían ayudado a pensar lo que su hermano le había dicho: Su corazón ya no pertenecía al cielo completamente, y aunque hubiera crecido y vivido ahí por mucho tiempo, había logrado hacer amistades y encontrar el amor, algo que en su vida como un ángel de la guarda nunca se hubiera imaginado.
Y sí, el Señor tenía la razón en algo: El amor duele y duele mucho, te quema si no es correspondido o no lo puedes gritar. El amor te esposa con un hilo rojo atado a la persona que amaremos por siempre y aunque ese hilo se estire, se queme o se desgaste, él nunca se va a romper. El amor es como una medicina que te besa y te hace el amor, haciéndote sentir que eres lo más importante que tiene el mundo. El amor es necesario aunque duela, pero no que lastime.
Ella caminaba en su habitación de un lado a otro con el móvil en sus manos.
-Contesta, Kevin. -Angélica lo intentaba, lo llamaba a una y otra vez pero él no contestaba-. ¡Rayos!
Ella dejó su móvil sobre la cama y fue a su clóset, para cambiar su pijama de bolitas por ropa de invierno.
-¿Vas a salir? -Ángel la miró cuando salió disparada de la habitación, nuevamente con su móvil en las manos y llamando a a Kevin, pero nada.
-Voy a hacerte caso. -Angélica lo miró-. Voy en busca de la persona a la que amo.
-¿Con este frío?
-Tú mismo dijiste que había que ir donde mi corazón estuviese. Pues él está en ese frío.
Ángel sonrió y asintió, y ella salió disparada por la puerta, caminando a pasos rápidos. Su respiración se volvió agitada haciendo que salieran suspiros de humo por el frío.
En algunos veinte minutos, Angélica estaba tocando con los pies la calle de Kevin. Dejó de correr y caminó a pasos lentos, cuando vio cómo Sebastián salía de la casa apresurado y asustado.
-¡Sebastián! -Angélica lo llamó y él la volteó, a ver pero se apresuró a caminar a dirección contraria-. ¡Sebas! -Angélica lo volvió a llamar y apresuró el paso hacia él, quien se detuvo.
Parándose frente a su espalda, Sebastián se volteó con furia y la empujó. Ella se sorprendió, abriendo sus ojos.
-¡¿Qué te pasa?! -Ella lo miró con lágrimas en los ojos.
-¡¿Estás feliz?! -Sebas se le acercó y ella retrocedió-. ¡Lograste lo que querías!
-Sebas, no sé de qué me hablas. Yo vine a...
-Si viniste a buscar a Kevin, él acaba de salir y seguro no va a regresar si no lo detengo. ¡Sal de mi puto camino! -Se volteó y siguió caminando.
-¡Joder, yo no he hecho nada malo! -Angélica lo miró voltearse.
-Jugaste con él. ¿Eso no es algo malo?
-¡Yo nunca jugaría con él! ¡Yo lo amo! -Angélica había empezado a llorar y Sebas se le quedó mirando.
En serio le quería creer, no quería pensar que Angélica fuese una mala persona y la sinceridad en esos ojos miel lo tentaban a creerle. Pero luego venía esa imagen de su amigo destruido a la mente, tirado en el suelo como un borracho con el corazón destrozado.
Su mente estaba en un lío en si creerle o no. Angélica ni siquiera parecía saber lo que había pasado y eso lo confundía más. ¿Por qué Kevin decía algo y ella otra cosa totalmente distinta?
-Me gusta ir por ahí buscando chicos en situaciones... poco... felices y hacerlos tocar el cielo y luego dejarlos caer y destruirse -repitió las mismas palabras que destruyeron a su amigo y luego la miró a los ojos-. ¿Te suenan esas palabras? Se las dijiste tú misma la noche de la tormenta.
-Sebas, no. Yo no vine a casa de Kevin ese día...
-El mismo puto día que mi mejor amigo se te declaró y le dijiste que no.
Angélica bajó la mirada, no entendía que pasaba. Nunca se había sentido tan sin control. Estaba desesperada. ¿Quién se había hecho pasar por ella y por qué?
-Esa noche...
-Esa noche estaba con mi hermano -dijo ella rápido-, pensando si venir, pero no para herirlo, sino para besarlo y decirle que no me iría.
-¿Insinúas que Kevin se drogó y vio a alucinaciones?
-¡NO! -Sebas se sorprendió por ese grito y la miró-. Me creas o no, te estoy diciendo la verdad y aunque no sé qué pasó voy a remediarlo todo... Lo prometo.
Sebas suspiró y metió su mano al bolsillo de su abrigo, sacó un sobre y se lo dio.
-Le dieron esto hoy en la mañana, y...
Angélica no perdió tiempo: Rápidamente abrió la carta y comenzó a leerla.
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CAPÍTULO CON EDICIÓN CONCLUIDA
(¡NO OLVIDEN SEGUIRME! EL FINAL SE ACERCA)
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