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CAPÍTULO 26: "Perfecta Mentirosa"

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Capítulo 26:

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La castaña estaba parada delante de él, mirándolo, y Kevin no se lo podía creer. Miró hacia atrás de ella y la tormenta aún seguía. ¿Cómo había logrado venir hasta ahí con una tormenta tan fuerte? Podía haber muerto.

Kevin no le tomó importancia y tomó su mano, metiéndola adentro.

-¿Estás loca? -Angélica lo miró mientras él cerraba la puerta-. Pudiste haber muerto.

-Ni que te importara que lo hiciera -dijo ella y Kevin la miró extraño.

-¿Por qué dices eso?

-A ti no te importa nadie, Kevin. Eres un estúpido. -Soltó un suspiro y él se puso serio.

-¿Solo viniste a decirme eso?

-No. -Ella caminó hacia él y lo agarró de la nuca, jalándolo y estampando sus labios contra los de él, algo que tomó desprevenido a Kevin.

Correspondió posando sus manos en la cintura de Angélica, dejándose llevar por el beso. La sintió extraña, no tenía esa dulzura con la que le correspondió los pocos segundos hace unas horas. Estaba siendo agresiva, deseosa y la Angélica que él conocía no era así: era dulce, sensible, por eso la separó mirándola.

-¿Que haces? -preguntó Kevin.

-Te beso. ¿Algún problema?

-Tú no eres así. -Angélica soltó una carcajada y tomó su propio mentón para mirarlo.

-¿Y cómo crees que soy?

-La Angélica que yo conocí es dulce, sensible, tímida y ruda cuando la ocasión lo amerita, pero no así. -La miró de arriba a abajo-. Una desconocida.

Angélica lo detalló y puso una de sus manos en su abdomen.

-Solo soy tierna cando deseo cosas. -Se acercó y él dio un paso atrás-. No eres el primer idiota que cae en mis juegos.

-¿Qué juegos? ¿A qué te refieres?

Kevin no podía estar más confuso, la miraba como si fuera una desconocida para él.

-A que jugué contigo. -Ella tomó el retrato de la familia de Kevin y acarició el vidrio-. Me gusta ir por ahí buscando chicos en situaciones... poco... felices y hacerlos tocar el cielo... -Dejó caer el cuadro y este se rompió-, y luego dejarlos caer y destruirse.

Kevin estaba sin creerse absolutamente nada. Su Angélica no diría algo así ¿O sí? Había tantas preguntas en su cabeza que se estaba formando un caos. ¿Y si todo fue una mentira y un juego como ella decía?

-Tú no eres Angélica -dijo él y ella se echó a reír.

-No me digas -Ella lo miró-. ¿Entonces quién soy, me explicas?

-No sé quién carajos eres, pero vete de mi casa. -Kelvin fue hacia la puerta y la abrió.

-Por ser tan idiota tus padres murieron por tu culpa. -Soltó una risita-. ¿Quién tira una foto en un auto en movimiento? ¿Eres idiota?

-¡Lárgate de mi puta casa de una vez! -Kevin gritó, furioso y las venas en su cuello se marcaron. Angélica los miro y sonrió.

-Ohhh, ese lenguaje... ¿Ya te enojaste? -Kevin fue hacia ella y la agarró del brazo, jalándola hacia la puerta-. ¡Ash, me lastimas!

Él la sacó afuera y la soltó, cerró la puerta y un estallido de rabia se liberó con un profundo grito, seguido a la silla que rompió contra la pared. Pero tanta furia se fue convirtiendo en pequeñas lágrimas, que dieron paso a un grito de dolor y un llanto profundo.

Lo que quedaba de noche se convirtió en un desveló para Kevin. Intentaba encontrarle lógica a sus recuerdos y lo que acababa de escuchar; pero por más que buscaba, no entendía nada; todo se le hacía más difícil y confuso.

-No debí confiar en ella, yo solo debí morir. -Se dio un trago de alcohol de una botella que ya casi dejaba vacía-. ¡Podía entender que te fueras pero no que jugaras conmigo, Angélica!

Lanzó la botella con fuerza a la pared, al lado de las escaleras, casi pegándole a Sebastián que venía subiendo.

-¿Kevin, qué carajos? -Él lo miró, había venido para buscar algunas cosas que había dejado en casa de Kevin y ya que él tenía llaves podía entrar cuando él quisiera.

-Sebas, lárgate. -Kevin lo miró sin gracia.

-¿Qué te pasó?

-¡Lárgate, Sebastián!

Sebas lo miró y su sonrisa se eliminó. Estaba viendo al Kevin de después del accidente, el que no sonreía y se ahogaba en alcohol, ese que tanto a él le había costado mantener vivo y al que Angélica había hecho sonreír alguna vez.

¿Pero entonces qué había pasado? ¿Por qué Kevin volvía a estar sin ánimos de vida? ¿Qué había sucedido?

Intentó acercarse, pero Kevin lo miró con odio.

-Vete, no quiero ver a nadie ahora.

-Kevin, no estás bien. -Sebas se quedó parado justo donde estaba.

El dolor físico no es nada comparado con el dolor de la mente, el de los recuerdos, el psicológico. Ese dolor es como adentrarse en el camino hacia la oscuridad de donde nunca podrías salir, a no ser que alguien decida brindarte de su luz, para que crees tu propio camino iluminado.

Pero hay veces que cuando piensas que estás llegando al final de la oscuridad, el camino se llena de espinas más dolorosas que te tapan la poca luz que tenías. Entonces piensas: "Ya no tiene sentido vivir", pero tener ese pensamiento solo te hace caer más profundo, en el temor de nunca volver a salir de ahí.

Cuando el corazón duele, el alma llora y se debilita.

*

Una puerta fue abierta y Angélica entró por ella, la misma que hace un tiempo le agarró el corazón a Kevin y se lo destrozó en más de cien pesos.

Caminaba segura por una alfombra de pieles, siendo iluminadas por velas mientras recibía el olor del vino.

Vino que Adriel bebía en una copa cuando la sintió entrar.

-¿Cumpliste tu trabajo? -Levantó su mirada hacia la castaña que se paró frente a él.

-Claro que lo hice, Adriel. Al principio no se lo creyó mucho, pero luego no le di otra opción. -Se cruzó de brazos y su figura fue distorsionándose.

Su cabello y ojos cambiaron de color, su rostro se alargó y su estatura creció. Ella no era Angélica, pero si se había transformado en ella. ¿Esto era parte del plan de Adriel?

-Buena chica, Anyi -dijo Adriel con una sonrisa y la cara de la chica término por revelarse-. ¿Quién diría que la silueta del infierno me ayudaría tanto?

-Todo esto no lo hago gratis y lo sabes.

-Calma, pronto todo tu trabajo será recompensado. -Dejó su copa a un lado y miró a la chica nuevamente-. Ve a descansar, Diana se encargará del resto.

La chica asintió y se fue por la misma puerta que entró. Camila había escuchado todo desde una esquina, tirada en el suelo y encadenada con un grillete en el pie.

-Eres sádico, Adriel.

-Aún no sabes nada, Camila. -Sonrió malévolo y sus ojos se pusieron completamente negros como los de un demonio-. Aún no sabes nada... -Rió levemente.

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CAPÍTULO CON EDICIÓN CONCLUIDA

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