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CAPITULO 1: "Ojos de miel"

️"Como el día más bonito se puede volver tormenta, la tormenta más oscura se puede volver el día más bonito"

Aylena Rodríguez

Capitulo 1

El verano ha acabado y las clases en la universidad están por comenzar. El aroma a fiesta y alcohol que perfumaba el aire, pronto fue sustituido por el de libros y tareas. Los parques que antes estaban llenos de niños empinando cometas y jugando con aviones de papel, o jugando a quién saltaba más alto y corría más rápido, ahora estaba desierto. Bueno, a excepción de esas personas que sacaban a sus perros a un buen paseo al atardecer.

Sin embargo, la brisa del otoño no tenía descanso, se la pasaba llevando hojas como si fueran mensajes de un lugar a otro. Una hoja llegó hasta la ventana, donde se podía ver como un chico dejaba correr un pequeño río de sangre desde su muñeca hasta su dedo índice. Las gotas de sangre hacían un pequeño charco en el suelo.

En el mundo hay miles de personas que se cortan aunque sea incorrecto, sintiendo que así pueden librarse de un dolor que solo se empeora con el tiempo.

Un camino de lágrimas rodeaba su rostro mientras deseaba que la muerte se apoderara de él. La pequeña navaja de afeitar que hace poco había traspasado su piel, se encontraba en el suelo llorando junto a él; la diferencia era que las lágrimas de esta eran color rojas.

Uno no debe herirse, pero lastimosamente, no todas las personas tienen suficiente salud mental como para distinguir lo bien y lo mal hecho. Y a veces se necesita ayuda para salir del dolor mental y físico, y así llegar a la felicidad.

Es una ayuda que nunca sabes donde podrás encontrarla y él no sabía que su ayuda tenía nombre y apellido: Angélica Evans.

Pequeña castaña de ojos miel que, con su mirada en los números dorados de la puerta de madera de un departamento, esperaba a que está fuera abierta.

—Ya voy —Se escuchó una voz desde adentro y la puerta se abrió —Llegaste.

—Cupido...  —dijo a modo de saludo. Este le cedió el paso para que entrara.

La chica entró mirándolo todo y admirando cada detalle tan desconocido ante sus ojos. Desde las paredes más rosas posibles hasta los detalles dorados que a simple vista era algo maravilloso.

—¿No es demasiado rosa, Cupido? —la castaña rió y lo miró

—Soy el ángel del amor ¿Qué querías?

—Voy a decorar esto a mi modo.

—Es tu decisión, linda, el departamento es todo tuyo —Cupido le lanzó unas llaves y esta las atrapó de forma rápida para luego mirarlas en la palma de su mano —¿Ya sabes cómo vas a hacer para acercarte a ese chico?

—No, pero algo se me ocurrirá —Angélica lo miró y sonrió.

—Presiento que luego de esta misión no te volveré a ver en el cielo.

—Eso me lo dices todo el tiempo.

—Sí, pero esta vez es diferente. Lo siento demasiado fuerte para que sea mentira como las otras veces.  —Cupido tenía un tono diferente de voz. A Angélica le pareció extraño, como si estuviera en medio de una revelación futurista o un presentimiento demasiado fuerte.

—Sí, sí, sí. ¿Cómo no?

Angélica sacó un móvil pequeño de el bolsillo de sus pantalones y puso una foto. Cupido se acercó a ver.

—¿Es él? —Ella asintió —Es muy guapo.

—Es lindo —apagó el móvil y lo dejó en la mesa.

—Ten cuidado, dicen que es muy seco con la gente que no conoce.

—Tranquilo, ese es mi trabajo. Además, sé que cuando por fin logre sacarle el mal y quitarle sus alas caídas, volverá a ser ese sonriente que tanto era y que tanto quiere su hermana que vuelva a ser.

—Entonces ya me voy —Cupido agarró una maleta y miró a la castaña —Suerte, pequeña.

—Ve con cuidado, Cupido, y ten cuidado con quienes tiras tus flechas.

El chico de cabello rosa y ojos verdes empezó a reír y caminó hacia la puerta.

—Tranquila, tendré cuidado —Dijo y salió haciendo que el sonido de la puerta al cerrarse fuera lo último que se escuchara acompañado de un suspiro de Angélica.

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¿Han escuchado el hermoso ritmo de los segundos de un reloj? Pues la tarde y la noche lo acompañaron hasta que la fastidiosa alarma interrumpió aquel concierto del silencio.

—¡Yo soy el mejor de todos! ¡Que nadie me diga lo contrario!

—¡Cállate, Valenciano! ¡Vas a molestar a los vecinos!

—¡A mí qué me importa!

—¡No bebas tanto, hombre!

No sé qué es más fastidioso, si levantarse con una depresión a la que ya debería estar acostumbrado, o tener a una vecina peleando con su esposo porque volvió a llegar borracho por la madrugada; con ese insoportable olor, como si se hubiese metido en una fábrica de alcohol puro.

—¡Ash, carajo! —gruñó el joven Demon frotándose los ojos.

Se sentó en la cama, mirándose el vendaje que tenía en su mano lleno de sangre. No tuvo más opción que acabar de despertarse y salir de la comodidad de su cama, para meterse al baño y cambiar el vendaje de su muñeca llena de cicatrices y heridas por cicatrizar.

Con agua fría se lavó la cara, tratando de despertarse completamente para un nuevo día de escuela. Se miró en el espejo encontrándose con ese mar oscuro de ojos tristes. Sin emoción.

—Vamos, Kevin, tienes que poder con otro día mas, por favor. —se dijo a su reflejo. Trataba de tomar fuerzas de las pocas que le quedaban.

Se concentró más en el espejo, pero su semblante decayó otra vez.

—No voy a poder... La verdad no sé por qué me hablo a mí mismo dándome ánimo si no voy a poder.

Salió tristemente del baño, agarró la mochila y se la puso al hombro, para luego salir por esa puerta sin emoción alguna.

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Angélica, quien caminaba ya hacia la Universidad, sujetaba su mochila con algunos pocos libros que le hacían peso mientras miraba a los demás chicos que por su físico parecían tener su misma edad.

Divisó la entrada, quedándose detenida por un momento mirando al interior. Había muchos alumnos afuera, algunos solos, otros en grupos. Unos llegando en bicicleta y estacionándolas en el pequeño parqueo; otros venían caminando y contando historias sobre algunos profesores o asignaturas que sus adoradas profesiones requerían.

Tomando una calada de aire, observó a un grupo de chicas que conversaban alegremente así que decidió unírseles caminando hacia ellas. Fue cuando una de ellas la encontró con la mirada que decidió presentarse.

—Hola, me llamo Angélica. Soy nueva.

Todas se apartaron y prestaron atención, y al verla, fue como si se hechizasen totalmente por la belleza y ternura que esta poseía.

—Hola, me llamo Anyi. Un gusto, Angélica. —una chica se presentó de primera ante tan tierna mirada.

—Hola, me llamo Dayana.

—Yo soy Delia. Un gusto conocerte. ¿De dónde eres?

—Ah, vengo de Los Ángeles.

—Oh, debe ser muy bonito por allá.

—Si. Si, en realidad es muy bonito.

En ese momento, alguien pasó por detrás de ella. Un chico cabizbajo con el aura oscura que las hizo voltearse y admirar hasta sus pasos. D
Se volteó de vuelta hacia sus nuevas amigas cargada de nueva curiosidad.

—¿Quién es? —Ella sabía quién era, y lo sabía perfectamente pero aún así quería asegurarse de que era el.

—Solo es el chico raro de la escuela. No le hagas mucho caso, dicen que está loco. —le dijo una de las chicas.

Sin embargo, Angélica permaneció mirándolo. Y entonces Kevin absorto en sus pasos, nunca se dio cuenta que un ángel lo miraba, y mucho menos sabía que ese sería el ángel que le cambiaría la vida.

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CAPÍTULO CON EDICIÓN COMPLETADA

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