Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

No tuve fuerzas para responder con palabras, así que tan solo me limité a asentir. Mi cara enrojecida brilló como el culo de Jaimico; sé que no lo puedo asegurar, pero así lo sentí. Agaché la cabeza, mis labios temblaban y pensé que iba a soltarme a llorar ahí mismo, eso si no me desmayaba primero. Sin embargo tú, comprensivo y tierno, te acercaste a mí, me colocaste una mano en el hombro y me abrazaste con delicadeza.

—No te aflijas por esto —dijiste tan comprensivo y delicado que yo no pude resistirme, correspondí tu abrazo. Algunas lágrimas consiguieron escapar—. ¿Es la primera vez que te gusta alguien de tu mismo sexo? —preguntaste.

No quise contarte mi experiencia anterior, esa historia demasiado privada para contarla, cual secreto impuro al que está ligada mi alma, así que tan solo asentí. No deseaba —ni deseo ahora— contarte ese evento, fue traumático para mí y me obligó a enfrentar una realidad a la que no estaba preparado. Todavía ahora me estoy levantando de ella.

—Bueno lo primero que debes saber, es que no es malo —murmuraste cerca de mi oído. Me estremecí en tus brazos—. A veces la gente puede llegar a ser muy cruel con todas estas cosas porque son diferentes; nos da miedo todo aquello que va en contra de nuestras enseñanzas, pero eso no siempre significa que esté mal. Si alguien de tu mismo sexo te gusta, no es razón para asustarte o juzgarte, es tan normal como decir que prefieres comer verduras y no carne, o que te gusta más el verde que el azul. —Te separaste para mirarme a los ojos y, con la suavidad de tus manos, limpiaste las lágrimas que corrían por mis mejillas—. Yo entiendo lo que estás pasando, Stephen, mejor que muchos otros. Si necesitas un amigo para hablar, estoy aquí para ti.

—E-entonces —titubeé al responder—, ¿no te molesta lo que siento? Es decir, tú eres...

—Stephen —interrumpiste—, no eres el único alumno mío que dice sentir atracción por mí. No es por sonar engreído pero sé que tengo mis encantos y esto no es nada nuevo. Necesitas calmarte y no sofocarte con algo tan trivial...

—¡Esto no es nada trivial! —me exasperé alejándome de tu cuerpo. Detesté esas palabras desde el primer momento en que las oí salir de la boca de mi padre y en ese momento, pronunciadas por ti, fueron mucho peores—. Eres hombre, Christian, no debería sentirme así por ti. Pff... es que no entiendes.

—¿Qué es lo que no entiendo? ¿Que estás confundido al descubrir que la razón por la que siempre te has sentido aislado de todos, como si fueras una pieza sobrante de un rompecabezas, es porque eres gay? Claro que lo entiendo. Ya estuve en tus zapatos, Stephen. Entiendo más de lo que crees.

Al escucharte decir eso alcé la cabeza de forma brusca. Me sonreíste de nuevo con esa encantadora amabilidad, mas en esta ocasión me fue imposible devolver el gesto. En ese momento pensé que había entendido mal, que mis oídos o mi comprensión me traicionaron, pero entre más lo medité tus palabras cobraban ese mismo rumbo. Tú me entendías porque eres igual que yo. Igual que yo. Comencé a sonrojarme, de modo que me di la media vuelta para que no lo notaras. Aun así lo hiciste, te escuché reír. Un aire de alivio se apiadó de mí. Sonreí fuera de tu vista.

—Y si te sirve de algo, eso no evitará que sea tu amigo, pequeño Stephen.

¿Amigo? ¿Pequeño Stephen? Antes de que pudiera meditar esas tres palabras el sonido de la llamada que recibió mi teléfono fomentó que me relajara un poco, desvió mi atención. Era papá, así que contesté dando algunos pasos para salir del salón, la recepción era muy mala estando adentro. La voz animada de mi padre me hizo sonreír incluso antes de saber las noticias.

Mi graduación de la secundaria estaba a tan solo tres meses de distancia, la planeación estaba en pleno auge para celebrarse en julio, dos semanas después de mi cumpleaños número dieciséis. Como regalo para mí por ambas cosas, mi padre habló con el director para que yo cantara en la graduación. Al principio —según dijo papá—, el director no estaba convencido, pero luego de mucha insistencia, me mandó a llamar la mañana siguiente; quería hacer una prueba, si mi voz le gustaba aceptaría la petición de mi padre.

Estuve meditando en silencio qué debía hacer mientras papá me relataba la historia, indeciso de aceptar o no. Giré el cuerpo para ver hacia ti. Pensé en solicitar tu consejo, pero entonces me di cuenta de que estabas tocando el piano en el aire, sin emitir sonido para no interrumpir mi llamada. ¿Podría invitarte a mi graduación? Dijiste que podíamos ser amigos, tal vez sería una buena idea, incluso podrías ayudarme a ensayar para que todo saliera perfecto. Me sentí emocionado y acepté apenas papá me preguntó por teléfono si estaba de acuerdo.

Apenas colgué el teléfono corrí por mi mochila, te dije que debía irme porque debía hacer algo muy importante y sin darte más detalles, salí corriendo del aula con rumbo a la parada del camión para ir a casa. Tenía que ensayar toda la tarde si quería impresionar al director. Durante todo el camino estuve pensando en una canción apropiada que pudiera ser del gusto del director, pero que también me sirviera para lucir mi voz. Algo rítmico en tonos altos, ya que son mi punto fuerte. Al final elegí You're the one that i want de John Travolta y Olivia Newton John.

A la mañana siguiente canté con toda mi energía luego de pasar toda la tarde anterior ensayando. Resultó, el director quedó tan encantado que me pidió dar un pequeño concierto en la graduación, ¡dijo que me pagaría! Estaba tan feliz que acepté. Quería que la graduación fuese algo inolvidable y especial para todos, mi padre y tú incluidos, así que decidí dar mi mayor esfuerzo.

El jueves y toda la mañana del viernes me comí las ansias de contarte la noticia e invitarte a la graduación, ilusionado de que dijeras que sí. Que mi maestro de canto me viese en una presentación real parecía un sueño maravilloso. El viernes temprano, en la secundaria, el director me llamó para que juntos eligiéramos los temas para la fiesta, algo juvenil que fuese ideal para bailar, dar ambiente.

—Todas estas son las opciones —me dijo mientras colocaba múltiples hojas impresas con letras de canciones. Al darles un vistazo vi que teníamos un problema—. De las propuestas de los maestros estas me parecieron las más apropiadas. ¿Qué dices?

Me senté en una de las sillas que estaba frente al escritorio y guardé silencio. La mayoría —por no decir todas— eran horribles. Me sorprendió el mal gusto musical de los involucrados en la organización del evento. No quería cantar ninguna de esas cosas, es más, incluso ahora pienso que alguien debería quemarlas y enterrarlas hasta el centro de la tierra. Ponerlas en composta o algo.

—¿Tan feas te parecen? —me comentó el director con un gesto de asombro, pero riéndose con ligereza del comentario sinvergüenza que no me di cuenta de que había hecho.

¡Es que de repente pienso en voz alta cosas que no debo! ¿Por qué nadie me dice cuando me pasa? Debo haber parecido un idiota. Es en esos momentos en los que me gustaría ser un avestruz, para tratar de enterrar mi cabeza en la tierra no lograrlo y morir en el lugar haciendo honor a mi idiotez. Empecé a reírme como loco antes de bajar la cabeza.

—Es que están muy pasadas de moda. —Traté de justificar mi completa falta de respeto—. Tal vez algo más juvenil estaría mejor, algo para nuestra edad. Después de todo, la fiesta es para nosotros, ¿no?

—Bueno ¿tú cuál propones, entonces?

Guardé silencio un momento meditando exactamente qué me gustaría cantar, pero al darme cuenta que todas las canciones que se me vinieron a la cabeza eran de amor, me sonrojé. Recuerdo haber titubeado mientras me daba la media vuelta para esconder mi rostro, como si estuviese realmente concentrado en escoger un tema. Empecé a caminar despacio, ladeé la cabeza y miré hacia el pasillo —que estaba casi desierto, todos estaban en clases—. Vi a una chica bajando del segundo piso con dificultad, ya que llevaba una mochila enorme sobre la espalda.

Qué difícil cargar todo eso, pensé al verla. Fue entonces que tuve una idea, como cuando te clavas una aguja en el dedo mientras estás zurciendo algo.

Todo a pulmón —dije. El director se quedó mirándome un momento con expresión confundida. Según me dijo, instantes más tarde, esa canción no era precisamente juvenil, así que decidí explicarme—. Tal vez no sea tan actual, pero estoy seguro de que les va a gustar, es acorde a la situación y tiene una letra muy buena y podemos usarla para abrir el evento, luego vendría bien un repertorio para bailar, algo que dé ambiente —argumenté.

Al principio el director pareció no estar conforme con mi petición, aunque al final decidió aceptarla, luego acordamos las fechas para los ensayos. Estaba tan emocionado que apenas terminaron las clases salí corriendo de la secundaria, tomé el autobús y me dirigí a la escuela de música. Estaba emocionado de contarte la gran noticia e invitarte a mi graduación. Pensé en la ropa que me gustaría vestir, en si sería apropiado rentar una limosina o si te ofrecerías a pasar por mí. Estaba ansioso de que llegara ese día porque sería una cita estupenda.

Una cita...

«Y si te sirve de algo, eso no evitará que sea tu amigo, pequeño Stephen» recordé tus palabras cual balde de agua fría.

«Que sea tu amigo, pequeño Stephen». Miré por la ventana con esas malditas palabras taladrando su significado en lo más profundo de mí. Sentí que algo en mi interior se partía lentamente.

«Tu amigo, pequeño Stephen». Jamás iba a ser una cita... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro