Capítulo 27
☾Nota de la autora☽
Se recomienda escuchar la canción en el momento de su aparición en el texto.
Stephen.
Cuando por fin llegó el gran día, sentí que en cualquier momento iría al baño y vomitaría mis órganos internos. Las manos me temblaban y estaba sudando frío. Era mi primera presentación oficial, aun si no constaba de más de cinco canciones. Papá, que pidió el día libre en su trabajo para asistir a mi graduación, intentó calmarme varias veces sin lograrlo, al final se rindió, me dijo que confiaba en mí y se retiró a su mesa. Siempre soy un camarón bien cocido, pero esa tarde estaba crudo.
Internamente agradecí que el evento diera inicio con el vals grupal, porque eso me daba tiempo de mentalizarme en que muy pronto sería yo el que estaría sobre el escenario. Si hubo errores durante el vals no tengo idea, solo veía gente moviéndose a mi alrededor al son de música que pretendía ser clásica pero tenía arreglos de rock. Me habría gustado que durara más.
Al finalizar el vals, pasé a la parte de atrás del escenario y empecé a alistarme, cambié mi ropa, bebí agua y empecé a vocalizar. Mis piernas temblaban como si estuvieran hechas de gelatina marca patito. Cuando la música de ambientación se detuvo y el director empezó a dar el discurso que tenía preparado, oí un tenue pitido en mis oídos, después todo se hizo silencio.
Los latidos de mi corazón retumbaban en mis tímpanos de forma abrumadora, la voz del director se volvió un gruñido apenas audible y deforme. Me llevé las manos al rostro con ansiedad y descubrí que estaba sudando frío. Mi piel se tornó tan pálida que se hizo blanca, se me bajó el azúcar. Abrí la boca e intenté llamar la atención del director para contarle que no me sentía bien, mas tenía la garganta cerrada.
—Y ahora, es un honor para mí cederle el escenario a este joven talentoso que ha venido a sorprendernos a todos —dijo el director emocionado. Di un paso al frente, y sin saber cómo, subí el primer escalón del escenario—. Les pido un fuerte aplauso para... —Subí el segundo escalón, mis pulmones estaban al borde del colapso—. ¡Stephen Vaquier!
Los aplausos me ensordecieron, las luces de los reflectores dirigidos hacia mí hicieron que me sintiera aún más mareado, enceguecido. No podía ver con claridad los rostros de nadie, todos se habían convertido en una masa negra y amorfa que buscaba devorarme. Los músicos empezaron a tocar, lento, apasionados, pero al sonar mi entrada, no pude cantar.
Empezaron los murmullos, el desconcierto se palpó en el aire. Los músicos se detuvieron, pronunciaron mi nombre, fui incapaz de responderles. Voces incoherentes resonaron en mi interior, hablaban con miedo y angustia y yo no entendía sus palabras. Empecé a gimotear, aunque sin soltarme a llorar.
«No te asustes, Stevie. Todo va a estar bien» oí la voz de mamá susurrarme cerca del oído. «No te asustes.» Esas fueron las últimas palabras que salieron de su boca...
Algunos días antes de que desapareciera estuvimos juntos sobre un escenario, canté a su lado. Días más tarde iba a tener la presentación más grande que había dado hasta entonces y yo abriría; era la más importante en su carrera, empezaba como solista y la gente la amaba, pero el día del concierto jamás subió al escenario. No han podido encontrarla desde entonces.
Mamá...
—Stephen tú puedes. —Escuché la voz de Hans dirigiéndose hacia mí. Entre mi ataque de pánico y la luz de los reflectores directo en mis ojos, me era imposible verlo, pero lo oía con toda claridad y fue todo lo que necesité—. Sé que estás asustado pero eres más fuerte que tu miedo. Esto es lo tuyo, tu esencia, quien eres en verdad.
—Pero... —titubeé.
—Solo cierra los ojos y ponte a cantar —insistió—. Eres un grande, descubrirás que el miedo es más débil que tú si tan solo haces lo que amas. Hazlo.
Aunque nervioso y aterrado, obedecí. Cerré los ojos y poco después, volviéndose cálida y abrazadora, la música empezó a sonar tras de mí. Me sentía diminuto en el escenario, un niño asustado que solo espera el momento en que sus padres lo rescaten, pero en el instante en que la música marcó mi entrada y abrí la boca, dejé que el instinto me hiciera crecer.
Que difícil se me hace,
mantenerme en este viaje
sin saber a dónde voy en realidad.
Si es de ida o de vuelta,
si el furgón es la primera,
si volver es una forma de llegar.
Que difícil se me hace,
cargar todo este equipaje,
se hace dura la subida al caminar.
Esta realidad tirana
que se ríe a carcajadas,
porque espera que me canse de buscar.
Abrí los ojos sin detenerme. Descubrí que la luz de los reflectores, pese a su intensidad, no eran tan enceguecedores en realidad, incluso pude ver a Hans de pie frente al escenario con una expresión de orgullo en el rostro. Él confiaba en que podía superar mi pánico más que yo, y tenía razón, porque ese era mi auténtico ser.
Tal vez en el fondo todavía era un ave enjaulada, pero un ave que seguía cantando con fuerza. La letra de la canción se metió bajo mi piel hasta lo más profundo del alma. Recorría mis venas con pasión, me identificaba y estaba dándome fuerza. Oí aplausos abrazarme al terminar la primera mitad de la canción.
Que difícil se me hace,
mantenerme con coraje,
lejos de la tranza y la prostitución.
Defender mi ideología
buena o mala, pero mía,
tan humana como la contradicción.
Que difícil se me hace,
seguir pagando el peaje
de esta ruta de locura y ambición.
Un amigo en la carrera,
una luz y una escalera
y la fuerza de hacer todo a pulmón.
Cada gota, cada idea,
cada paso en mi carrera
y la estrofa de mi última canción.
Cada fecha postergada
la salida y la llegada
y el oxígeno de mi respiración
y todo a pulmón,
todo a pulmón.
Apenas dejé de cantar, el sonido de los aplausos desenfrenados me regresó a la realidad. Miré hacia atrás de Hans y vi que mis compañeros y algunos de los maestros invitados, además de mi padre y el director, estaban de pie. Incluso ahora las palabras se quedan cortas para expresar la alegría que sentí. No podía creerlo, fue como vencer a un gran enemigo.
Me acerqué más al micrófono y lo sujeté fuertemente con ambas manos, era momento de que la energía se desbordara del escenario y todos bailaran a nuestro ritmo. La percusión de la batería dio paso a un estilo acelerado y vivaz, entusiasta. La gente empezó a acercarse a la pista para bailar, disfrutaban de nuestro ritmo. La alegría se desbordaba por los poros de todos los presentes, jamás pensé que yo sería capaz no solo de sentir algo así, sino de provocarlo.
Cuando llegó la hora de la cena y tuvimos que tomar una pausa antes de presentar mi último tema, tuve la sensación de que la canción de cierre era insuficiente, y que sin importar cuánto hubiésemos ensayado, se quedaría corta en comparación al resto. Por ese motivo, al bajar del escenario, me junté con los músicos, tenía una loca propuesta que hacerles.
Cuando planteé mi idea estaban indecisos. El tema original para el cierre lo habíamos ensayado hasta el cansancio, hacer un reemplazo de última hora con algo nuevo significaba arriesgarnos a cometer un sinfín de errores, era un miedo razonable por parte de ellos, pero no estaba dispuesto a renunciar a mi objetivo. No esa noche.
—Entiendo su nerviosismo —les dije—, ustedes tienen una imagen que cuidar, pero yo necesito hacer esto. Es muy importante, por favor. Confíen en mí —supliqué.
El intercambio de miradas que hicieron me robó el aliento. Las palmas de las manos se me helaron, incluso empecé a temblar. Era contradictorio, pero estaba tan nervioso de que ellos rechazaran mi propuesta, como de que la aceptaran. Con ese último tema marcaría el final definitivo de esa etapa de mi vida.
—¿De verdad te importa tanto? —me preguntó el bajista del grupo, que también era el líder.
—Es lo más importante de mi vida en este momento —respondí.
—Entonces lo haremos —accedió—. Corre y consíguenos las partituras.
Asentí con la cabeza y salí corriendo. Necesitaba que el director me dejara entrar a su oficina para imprimir todo lo que necesitaba para esa presentación final. Lo busqué, y bajo la promesa de que cerraríamos con algo que lo impresionaría, accedió a darme las llaves de la oficina. Terminé cansado, con el tiempo justo para recuperar el aliento antes de subir de nuevo al escenario, pero con todo listo para ponerle a esa historia un final definitivo.
☾Nota de la autora☽
De corazón me disculpo si el texto se ve feo o está todo movido (porque se supone que la canción debe estar centrada, no de lado), pero el algoritmo mierdero que tiene Wattpad no solo pega las palabras, también desordena todo el texto como se le da su puta gana.
Disculpen.
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