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Capítulo 13

Durante el trayecto a tu casa estuvimos conversando como lo habíamos hecho los días anteriores por teléfono, de forma amena y sencilla. Me dijiste que estabas cansado de tus clases en la secundaria porque habían dejado de significar un reto para ti, cada día ansiabas más el ingreso a la preparatoria para alejarte de todo ese mundo, enfocarte en metas más grandes e importantes.

Te pregunté qué tenías pensado estudiar como si no recordara tus palabras sobre la beca, y cuando respondiste que estabas entusiasmado con la Musicología, en especial con la gestión y difusión musical, abrí la boca para pedirte que me dejaras ser tu tutor y ayudarte a ingresar en la preparatoria afiliada a la escuela de música. Las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta al ver que afuera de tu casa, recargada en la puerta, estaba una chica de cabello largo, negro y piel canela. Reconozco que lucía bastante bonita con su falda rosa —aunque algo corta— que combinaba con una blusa amarilla llena de rosas.

Me estacioné lo más cerca que pude de tu casa, con mi ventana de frente a la puerta y por consiguiente, también a la chica. Cuando bajaste del auto caminaste hasta ella, quien se acercó de inmediato a ti con paso lento, meneando la cadera de un lado a otro como si estuviese en alguna especie de pasarela. La vi llevarse una mano a la cadera con los dedos apuntando hacia su trasero al mismo tiempo que ladeaba el cuerpo. Esa postura enmarcaba las curvas de su figura, lo que no me gustó para nada.

—Hola, Stephen. —La oí pronunciar tu nombre con un tono de voz tan meloso que me resultó molesta. Tú la observabas con una expresión que yo no lograba descifrar. ¿Tal vez intriga, confusión, curiosidad? ¿Gusto?—. Como hoy no fuiste a la secu pensé en venir a avisarte personalmente: dijo la miss que el lunes tenemos examen.

—Oh, gracias por tomarte la molestia de venir a decirme —agradeciste con una amplia sonrisa. Yo apreté el volante. No quería irme hasta estar seguro de que ella hiciera lo mismo.

—Ay, pero si no es molestia —señaló la chica cruzándose una mano por el cabello de forma coqueta—. Lo malo es que necesito mis apuntes para estudiar. ¿Ya terminaste de copiarlos?

—Oh, los apuntes —susurraste previo a llevarte una mano al mentón—. La verdad es que no, todavía me falta uno, lo siento. Pero si quieres te los entrego de una vez, yo puedo estudiar con el libro de todas formas.

—Ay, no, ¿cómo crees? No podría apresurarte, tú termina de pasarlos sin prisa. ¡Es más! Si quieres me quedo un rato y estudiamos juntos.

—No sé si deba, es que mi papá no está...

—Podemos hacerlo rápido —insistió dando un paso hacia ti. La vi juguetear con su cuerpo—. Y no creo que tu papá se moleste si nos ve estudiando, ¿no crees?

Todavía ahora me pregunto si ese comentario fue el doble sentido que noté o solo fue mi imaginación. Aun sin saberlo desvié la mirada de ella y la fijé en ti. Admito que no me agradaba para nada la idea de que esta chica, que era más que obvio su coqueteo descarado hacia ti y su valentía para lanzarse directamente, estuviese contigo a solas.

Expectante a tu respuesta, mi cabeza insistía en asegurarme que todo estaría bien. Tus preferencias que yo conocía bien, aunado a que estabas muy lastimado, me hicieron pensar que estarías demasiado agotado para soportar visitas —sobre todo visitas como ella— esa tarde. Quise tranquilizarme pero entonces llegó tu respuesta:

—De acuerdo, pero te advierto que no sé cocinar. ¿Pedimos una pizza? —Aceptaste con una amplia sonrisa. Estoy convencido de que vi tus ojos deslizarse por su cuerpo de arriba abajo. No sé cómo logré ahogar la grosería que atravesó mi cabeza.

El sábado siguiente no respondías el teléfono, para mi mala suerte. Mi cabeza se convirtió en mi peor enemiga durante toda la tarde; recordaba el coqueteo sin vergüenza de esa chica, imaginaba besos apasionados entre ustedes que tal vez estando a solas y al calor del momento con la pasión empezando a inflamarse, terminaba en algo más allá... mucho más allá. Terminarías descubriendo que no eres gay, sino bisexual. O incluso, que solo estabas confundido porque no había aparecido aún la mujer que lograra despertar tus hormonas, hasta esa noche.

Me odié por todas las estupideces que mi mente daba a luz, por no ser capaz de controlar mis propias emociones y sobre todo, por la hipocresía de rechazar el deseo de mi corazón y al mismo tiempo encelarme de que tuvieras oportunidad con alguien más. Me disculpo por ello. Te juro que si hubiese tenido las herramientas para detener la situación ahí, lo habría hecho. Pero no las tuve, y mis errores siguieron creciendo, empujándonos hacia ese inquietante desenlace.

Tomé las llaves el auto, mi sudadera y salí del departamento como alma que lleva el diablo, completamente dominado por los celos y la incertidumbre. Pasaba de las tres de la tarde cuando llegué a tu casa, jadeante, sobre exaltado por saber que tu padre estaría ausente todo el fin de semana y con el ferviente miedo de encontrarla a ella todavía a tu lado. Con la misma ropa...

—¿Chris? —Escuché tu voz antes de que pudiera tocar el timbre. Me giré para encararte, estabas de pie justo detrás de mí, en la acera. Cargabas un envase de leche de litro y medio, todavía llevabas puesto el pijama—. ¿Qué haces aquí?

—Te estuve llamando por teléfono —intenté excusarme lo mejor que pude, escondí los celos en una voz preocupada—. Creí que te había pasado algo malo... de nuevo

—Oh, lo siento. Tenía mucho dolor y estuve despierto casi toda la noche —comentaste mientras te acercabas a la puerta, tomabas las llaves y abrías—, hasta que por fin encontré una pastilla de ketorolaco en el botiquín de papá y la tomé. Creo que funcionó demasiado bien porque ya no podía levantarme en la mañana ja, ja, ja. Lo bueno es que es sábado.

Oírte reír de esa manera, con tanta sinceridad, hizo que el latido de mi corazón aumentara llevándose lejos a los celos.

—Me alegra —dije. Te dediqué mi mejor sonrisa.

—Adelante —me invitaste a pasar—, voy a comer cereal de chocolate con bombones, ¿quieres? Si el de chocolate te parece muy dulce, también tengo Froot Loops, Cheerios y del de avena que come mi papá. Ahora que lo pienso es el menos infantil que hay en la casa —añadiste conteniendo una carcajada, pero a mí no me causó gracia.

A veces lograbas confundirme con tu actitud madura e inteligencia, ayudado por esas largas charlas donde nos confesábamos secretos y bromeábamos como si el mundo fuese solo nuestro; me hacías creer que eras un hombre maravilloso y mi corazón reaccionaba con pasión a esa faceta de ti. Pero cuando el telón se caía revelando la realidad de las cosas, mi interior ardía de culpa, de asco hacia mi propia persona. Tú no eras un hombre sino un tierno joven que apenas estaba dejando atrás su niñez. Mi corazón no tenía derecho alguno de acelerarse por ti.

—No, ya debo irme. Solo vine para asegurarme de que estás bien —te respondí desde el umbral de la puerta. No quería estar a solas contigo dentro de tu casa, podía hacer algo de lo que me arrepentiría siempre—. Tengo muchas cosas que hacer antes del viaje de mañana, será en otra ocasión.

—Oh... de acuerdo —aceptaste. Vi tu carita entristecerse y me invadió la pena—. ¿Crees que puedas llamarme esta noche? Voy a estar solo hasta no sé qué hora del domingo y la verdad... me da algo de miedo.

—Claro, te lo prometo. Y si te hace sentir mejor, también te llamaré cuando llegue a casa de mi madre.

—Sería lindo —respondiste. Había en tu voz rastros de un sentimiento que no conseguí identificar.

Me di la media vuelta, subí al auto y antes dearrancar me despedí de ti con la mano.Te vi abrazar el envase de leche contra tu pecho con fuerza al mismo tiempo querecargabas la cabeza en el marco de la puerta. Tus ojos son hermosas ventanasque muestran lo que hay en tu corazón de la forma más sincera posible, y alverlos deseé no haberme enterado nunca de tus sentimientos por mí, porque fueese conocimiento lo que hizo que mis labios pronunciaran un silencioso te quiero antes de irme. No sé sientendiste lo que dije. Una parte de mí anhela que sí, la otra ruega que no. 

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N/A: Si a alguien le gustaría una dedicatoria, por favor no dudes en decirme y yo encantada te dedico el siguiente capítulo. ♥♥

Gracias por leerme, les mando mucho amor. ♥

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