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》Treinta《

>C a p í t u l o   T r e i n t a:
Olvidar y Crear

El viento chocaba contra mi pecho.
Era una de las cosas que amaba de viajar en moto, me sentía más libre.

Logré visualizar a lo lejos una tienda relativamente grande. Y me detuve al llegar a ella.

Estábamos a las afueras de la ciudad, pero y muy cerca de nuestro destino.

Recargué el tanque con gasolina, y revisé rápidamente que la motocicleta estuviese bien.

_________ se sacó el casco y dejó caer su brillante cabello.
Había hecho un par de movimientos tan sexys y ella ni siquiera lo había notado.
Pero si había notado que me le había quedado mirando como lo haría un idiota caliente.

Ella rió por lo bajo.

—¿Se te perdió algo, Canela?—preguntó divertida y yo sacudí mi cabeza y aclaré mi garganta.

—Ammm... ¿Qué? No ¿de que hablas? —murmuré rápidamente. Y remojé mis labios velozmente.

Rasqué mi nuca, y volví a mirarla, intentando decirle algo, mientras que ella seguía mirándome expectante. Una sonrisa intentaba escapar de sus labios.

—De hecho... quería decirte...—murmuré. Caminé unos pasos hasta ella, y me acerqué hasta su oído.—Me enloquecen las chicas en motocicletas.

Escuché como reía levemente. Tenía un ligero rubor rosado en las mejillas.

—Vamos Jos, ya hay que irnos.—Habló sonriendo.

Subí a la motocicleta y de nuevo estábamos en la carretera.

[• • •]

Le había dicho que cerrara los ojos cuando estábamos por llegar, y eso había hecho.

Y cuando apagué el motor de la motocicleta, sentí su corazón emocionado.
Bajé de la moto, y le saqué el casco de la cabeza.

—¿Los puedo abrir ya?

—Nop.—la tomé de la cintura y la cargué para ayudarla a bajar de la motocicleta. Ella soltó un pequeño gritito.

La dejé con cuidado en el suelo.

—Ya los puedes abrir.

Y cuando lo hizo, sus ojos se abrieron igual de exagerados que su boca. Tanto que llevo ambas manos a ésta última. Y no tardo en soltar un chillido de emoción.

Estábamos en la vieja casa del lago de mis padres. En la que pasábamos veranos increíbles cuando ________ y yo éramos más pequeños.
Esta casa estaba llena de memorias juntos.
Un ejemplo, era que aquí comenzaron nuestras legendarias carreras de caracoles.

Se giró para verme, no sé porque sentía que quería llorar de la emoción.

—¡Te amo!—se lanzó sobre mi, exaltándome un poco, y haciéndome reír.

—¿Supongo que eso significa que te gusto la sorpresa, no?—pregunté obvio y con una gran sonrisa.

—¿Bromeas?—rió divertida.—¡Vamos!

Tomó mi mano y me obligó a correr detrás suyo. Entramos a la casa y todo estaba exactamente igual que siempre.

Miró hacia todas partes, recordando cada memoria y recuerdo juntos.

Sonreí inconscientemente, al recordar el hecho de que lo había olvidado todo... excepto a mi.

La escuché tomar aire y soltarlo con calma, luego se giró para verme con una sonrisa en sus labios.

—¡Eres el mejor novio del mundo!—exclamó y saltó directo a mis brazos.

Pero mientras ella disfrutaba de estar cerca mío... yo había entrado en coma.

¿¡NOVIO!?

De un segundo a otro, mis hormonas habían estallado a montones, mi piel se había erizado, mi cuerpo estaba lleno de electricidad, sentía millones de mariposas en mi estómago y aún no podía creer lo que ella había dicho.

¡¿QUÉ HACES JOS?! ¡BÉSALA! ¡ES TU MOMENTO!

Me separé de ella, alce mis labios en dirección a los suyos y cerré mis ojos. Y me lancé a ella... o eso creí.
Ella había salido corriendo al lago sin siquiera notar mis intenciones de besarla.
Casi caigo de cara al lanzarme para "besar" el aire.

Eso si que fue deprimente, Canela.

Fui detrás de ella, intentando seguirle el paso. Y se detuvo al final del muelle, mirando todos a su alrededor para luego girarse y verme a mi.

—Amo éste lugar.—susurró con una sonrisa.

—No tanto como lo hago yo.—le contesté, parándome a la par suya.

No dijimos nada más por al menos unos cuantos segundos. Mirando los rayos del Sol reflejarse en el agua cristalina.

—Recuerdo que estuvimos a punto de darnos nuestro primer beso aquí.—dijo ella. Captando toda mi atención. Porque lo recordaba con exactitud.—Teníamos 12... ya era de noche y estábamos caminando de regreso a la cabaña.—hizo una pausa, y una sonrisa se dibujó en su rostro.—Contábamos las luciérnagas que se aparecían en nuestro camino, entonces comenzó a llover y empezamos a correr, cuando...

—Resbalaste.—seguí con la historia.—Había lodo por todas partes y resbalaste. Intenté atraparte pero ambos caímos.—sonreí automáticamente.—Y después de eso... nos miramos... y por alguna razón no dejamos de hacerlo.

—Te iba a Besar.—interrumpió ella.—Quería hacerlo.

—Yo lo quería también...

Y segundos después nos miramos detenidamente. Sin pronunciar ni una sola palabra. Hasta que ambos abrimos la boca y dijimos al unísono:

—¿Porqué no lo hiciste?

Supongo que ese beso pudo significar una historia diferente a la que conocemos. Pero... decidimos no tomar ese riesgo.

Ahora se sentía una vibra distinta en el aire. La situación comenzaba a ser más incómoda conforme pasaba el tiempo.

Para mi suerte, _______ habló Justo a tiempo.

—También recuerdo que eras un pésimo nadador, Jos.—dijo ella.

Una sonrisa divertida aprecio en mi rostro.

—Oh, tú no te quedabas atrás, nunca estuviste a más de medio metro en el lago.

—Al menos no usaba flotis de Spiderman.—rió ella.

—¿Tienes algún problema con Spiderman? Es genial.—me quejé.

—Tengo un problema con que usaste flotis hasta los 14 años.

—¡Oye nunca digas eso en voz alta!—exclamé avergonzado. Pero ella reía sin parar.

Fruncí el ceño, al ver cómo no paraba de reír. Y una sonrisa de lado se formó en mi boca. Sin pensarlo dos veces, la cargué y ella paró de reír para comenzar a gritar que la soltara, pero la lancé directo al lago.

Ahora era yo quién reía.

Salió a la superficie, con el cabello empapado, y desde donde estaba yo, podía ver como el vestido se había extendido a su alrededor como un círculo amarillo.

No podía ser más gracioso.

—¡ARRUINASTE MI CABELLO, IDIOTA!—chilló molesta.

Ella arrugó la nariz y bufó molesta.

—Deja de reír y ayúdame a salir de aquí.—ordenó.

Supuse que ya había sido suficiente de bromas y acepté su propuesta. Ella alzó su mano y me agache lo necesario para tomarla.
Y de un segundo a otro, su rostro dejó de ser serio y se volvió en uno sonriente y malicioso.

Y ahora estaba bajo el agua.

No sé cómo es que caí en su juego. ¡Era tan jodidamente obvio!... Dios, verdaderamente soy un estúpido.

Al salir a la superficie, escuché como reía a carcajadas.

—Deja de reírte. No fue gracioso.—le dije lanzando un poco de agua a su rostro.

—¡Si que lo fue!—contraatacó con más agua.

Trate de morder mi lengua para evitar soltar una carcajada junto con ella. Así que me sumergí de nuevo sin que ella lo notara y tomé sus piernas para después atraerlas hacia lo profundo del lago.

Cuando regrese, ella había parado de reír y ahora parecía más bien asustada. Lo que me hizo sonreír divertido.

—Muy bien basta de bromas, Canela.—dijo ella con una ceja alzada.

—Me detendré sí tú lo haces.—le dije con ambas cejas en el aire. Ella aceptó.

Nos miramos divertidos pero en silencio. Entonces algo divertido vino a mi mente.

—Tengo una idea.—dije nadando fuera del lago.

_________ me miró expectante, yo corrí y tomé una cubeta vieja que estaba entre un montón de cosas y regresé al lago.

—¿Qué haces?

Llené la cubeta con agua y corrí unos cuantos metros más lejos del lago y desde ahí la miré con una sonrisa.

—Resbaladilla de lodo.

Su boca se abrió grande con emoción, y nadó fuera del lago.
Yo tiré el agua en el césped, y ésta recorrió un camino hasta llegar al lago.

La tierra se había humedecido... y eso sólo significaba una cosa... RESBALADILLA EN EL LODO.

_______ llegó a la par mía, y miró mi creación con asombro y emoción.

—¿Quieres ir primero?—le pregunté emocionado.

Seguramente me miraba como un niño pequeño cuando más bien tenía casi 20 años.

—No quiero ensuciar el vestido.—dijo ella con una mueca.

—Pero ya está mojado.

—El agua seca. Pero el lodo es un desastre.

Suspiré negando con la cabeza. Y luego la miré con una ceja alzada y una idea brillante vino a mi.

—Veamos...

Tomé los bordes de su vestido, listo para subirlo y lanzarlo a cualquier otro lado. Pero ella me detuvo casi al instante.

—¿Qué carajos intentas hacer, Jos?

—Desnudarte, hacerte mía y ordenarte que grites mi nombre.

Ella abrió los ojos sorprendida.

—OBVIAMENTE NO, Cisne.—reí.—sólo te quitaré el vestido para que puedas ensuciarte un poco.

Le guiñe un ojo.

Volví a tomar su vestido pero me detuve para decir unas cuantas palabras:

—Aunque si quieres, podríamos hacer lo...

—Basta Jos.—me interrumpió.

Reí enseguida.

Y alce su vestido lentamente por su cuerpo. Dejando ver su piel poco a poco, hasta que logre sacar la tela por su cabeza.

—Ay Diosito...—murmuré atónito.

Su cuerpo se miraba jodidamente sexy a la luz de sol. Y en ropa interior... UFF... creo que estoy embarazado.

Se quitó el par de tacones mojados que aún traía puestos y los dejó a un lado junto con su vestido.

Y se deslizó como toda una diosa por el lodo, llenando su espalda y trasero de ésta sustancia café, para después caer en el lago.

—Oh, si que estoy embarazado.

Me saqué la camiseta empapada que llevaba puesta, los pantalones y los zapatos.
Caminé unos cuantos pasos hacia atrás y luego corrí para después resbalarme y caer directo al agua.

_______ reía sin parar.

Ambos salimos y volvimos a resbalarnos. _______ acostada de espaldas y yo como un pingüino.
Entrábamos y salíamos para después volver a entrar. Suena aburrido pero era lo más divertido del mundo.

Cuando los dos volvimos a salir, la cargué por la cintura y me lancé con ella en brazos directo al lago.

Reía sin parar.

—¡Jos! ¡Jos, espera!—exclamó ella algo preocupada, mientras yo intentaba calmar mis risas.

—¿Qué pasa?

Ella miró a todas partes del lago, intentando buscar algo en éste. Pero cuando me miró a los ojos, supe que lo había perdido.

—¡Jos, perdí mi estúpido sostén!

...

Estallé en risas.

—¡Es Enserio Jos! ¡Ayúdame a buscarlo!—exclamó algo molesta.

Tenía sus pechos cubiertos con un brazo mientras que con el otro intentaba mantenerse en la superficie y no hundirse en el lago.

Nadé hasta ella para ayudarla.

—¡No! no te acerques, me vas a ver idiota.—dijo ella. Pero la ignoré por completo.

—Si como sea. No sería la primera vez que las veo.—le dije con una sonrisa y sus mejillas enrojecieron. La abracé, ayudándola a mantenerse en el agua.—Ni la última...—le susurré, y reí por lo bajo.

Con ella en mis brazos, salí del lago y ______ enseguida comenzó a mostrar su molestia al hacer eso.

—¡Bájame! ¡No dejaré ese sostén ahí! ¡Es mi favorito!—chilló intentando zafarse de mi.

—ERA tu sostén favorito.—corregí.

—Idiota.—me dijo.—Ese sostén me quedaba de maravilla, y ahora lo perdí.

Sonreí al escucharla quejarse.

—Creo que te ves bien con lo que sea.—comenté una vez dejó de hablar.—O sin nada... de las dos formas te ves sexy.

La lleve dentro de la casa del lago, y entramos a la habitación en la que solíamos quedarnos ella, Fernanda y yo.
La dejé en el suelo para poder buscar algo de ropa entre los cajones.

—¿Qué buscas?

—Un sostén, supongo.—le dije.—siempre dejabas ropa cuando venías. Ahí hay toda una colección.

Ella rodó los ojos.

—Encontré uno.—avise con una exclamación.

Lo tomé y lo alcé en el aire para que manos pudiésemos verlo mejor.

—¡Cielos _______, usabas sostenes de los Ositos Cariñositos!—resalté para finalizar en una estruendosa carcajada.

—Dame eso.—se quejó ella. Y lo tomó para después esconderlo detrás de ella.

—Sabes, eso seguramente se te ve candente puesto.—bromeé.

—¡Cállate! Tú usabas bóxers de Cars a los 13.

Dejé de reír y la miré con los ojos entrecerrados.

Touché.

Me giré para buscar de nuevo en El Cajon, pero no había nada más ahí dentro.

—Nope. Tendrás que usar a los suertudos ositos cariñositos como sostén.—finalicé cerrando el cajón.

—Nisiquiera me quedan Jos.—se quejó.

—Pues por mi no hay problema con que no lleves nada puesto.—le guiñe un ojo.

—Cerdo.

La miré ofendido mientras llevaba una mano a mi corazón.

—¿Te parece si te presto una sudadera?

Asintió enérgicamente, haciéndome reír al verla.

Busque en un par de armarios viejos, hasta encontrar una sudadera negra, que era ligeramente grande para _______. Pero ella era pequeña, por lo que le quedaba más bien como un vestido semi corto.

—¿Qué te parece si damos una vuelta por el bosque? Tal vez si tenemos suerte, encontramos un par de caracoles dispuestos a ganar una carrera de baja velocidad.—le dije riendo un poco.

—Vayamos entonces.—exclamó emocionada.

Me tomó de la mano y ambos caminamos hacia el no tan espeso bosque, de árboles realmente altos.

Hasta ahora todo iba bien en mis planes. Crear buenos recuerdos. Olvidar los malos. Y proteger a mi chica.

Era hora de cumplir mi promesa.

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