Se me ha roto el lápiz. ¿Y ahora qué hago?

Si no subo el capítulo hoy los fans me van a torturar con comentarios de odio y el patrocinador me estrangulará. ¿Dónde consigo un lápiz nuevo y pronto?

Hace cinco años que soy dibujante de webtoon y mi comic Blood ha conseguido millones de seguidores, no puedo perderlos ahora. Se suponía que hoy publicaría el primer capítulo de la tercera temporada pero se me ha roto el lápiz, y me queda tan solo una hora para terminarlo.

Un tun-tun en la puerta de mi estudio me hizo despegar la vista de la computadora en la que dibujo.

—Sí, adelante.

La puerta se abrió y vi entrar a mi abuela.

—Mi niño, te he traído una merienda —en sus manos cargaba una bandeja, en la que me traía un vaso con jugo y un sándwich.

—Abuela ya es tarde, no deberías estar despierta. Son las 10:00 de la noche.

—Me preocupo por ti Tae, llevas dibujando todo el día —se acercó y colocó la bandeja en una esquina de la mesa—. ¿No has terminado?

—Ni terminaré, se me ha roto el lápiz, no funciona y no sé qué hacer.

Me recosté al espaldar de la silla donde me encontraba sentado y suspiré profundo. Desde muy pequeño veía a mi abuela dibujar mangas y eso me llamó mucho la atención, así que yo también quise intentarlo. Tal vez sea herencia de sangre pero la verdad es que hacía buenos dibujos. Cuando ella lo descubrió trató de pulirme al máximo y ahora soy un profesional. Aunque tal vez mi carrera llegue hoy a su fin. Sí, estoy siendo un poco dramático pero así me siento, nunca me había atrasado con una entrega, tampoco incumplido... bueno, por la primera vez se empieza ¿no?

—Espérame aquí, tengo algo que te puede servir —escuché a mi abuela decir y a paso veloz abandonó mi estudio.

Me acomodé en la silla y comencé a degustar mi merienda. Al poco rato, regresó con una caja pequeña y rectangular en sus manos.

—¿Qué es eso abuela?

—Mi antiguo lápiz —su respuesta me sorprendió.

—Pero, tú nunca me dejaste usarlo por mil veces que te lo pedí prestado, ¿por qué me lo das ahora?

—Ya estoy muy vieja Taehyung —colocó la cajita en la mesa—, y creo que es momento de que ese lápiz esté en tus manos. Tú eres joven, apenas estás en tus 23, y yo ya no dibujo como lo hacía antes.

Tomé la cajita en mis manos y la abrí. El lápiz de dibujar de mi abuela siempre me llamó la atención, por su color rojizo, como la madera de un roble y además porque ella jamás me dejó usarlo, decía que tenía un poder muy especial y que yo no sería capaz de manejarlo. Supongo que ahora sí, aunque no sé qué cosas podría hacer un lápiz aparte de dibujar.

—¿Abuela estás segura?

—No, la verdad. Pero me he leído tu manga, así que todo saldrá bien, o eso espero —medio sonrió y por un momento su mirada seria la vi transformarse en una divertida. ¿Me estaré perdiendo de algo?— Bueno, te dejo para que termines, me iré a la cama.

Tomó la bandeja en la que me había traído el desayuno, la cual ya se encontraba con el vaso vacío y se marchó, cerrando la puerta al salir de mi estudio. Me quedé algo confuso, pero ahora era más importante terminar el capítulo que los misterios de mi abuela y su lápiz.

Terminé de dibujar la última escena, en la que mi personaje principal, que anteriormente era bondadoso a pesar de su tenebrosa condición, se propuso dejar atrás su humanidad. Fue engañado por el amor de su vida y casi lo matan; pero un misterioso chico en el último minuto lo salvó de que le clavaran una estaca de roble en el corazón. Ahora, en esta temporada, que de paso pretendo sea la última, él debe de encontrar a ese chico, que lo hará recuperar su humanidad. Digamos que estoy transformando la historia de hetero a gay y quiero hacerle un final feliz, uno romántico. Claro que no va a ser sencillo, ya que ahora mi personaje se volverá cruel; pero bueno, historias son historias, qué podría salir mal.

—Finalmente, terminé. —Miré la escena complacido, en la que mi personaje, llamado Jungkook, un vampiro de 300 años de existencia, mordía a un humano hasta desangrarlo, algo que nunca había hecho, no antes de que apagara su humanidad—. Los fans se volverán locos —sonreí y me estiré un poco, guardé el lápiz en la cajita, envié el archivo al patrocinador y me fui a dormir.

Soñaba que yo tenía súper poderes mágicos y que viajaba al mundo del manga que había creado. Verlo fue una maravilla y me sentí feliz; pero de repente el aire dentro de aquel lugar comenzó a sentirse pesado, me asfixiaba, quise correr pero mis piernas flaquearon y, extrañamente, comencé a levitar.

Quiero despertar. ¡Quiero despertar!

Por extraño que parezca estoy consciente de que esto es un sueño, uno que se transformó en pesadilla. Estoy obligando a mi mente a despertar y a sacarme de aquí, porque creo que moriré si no abro los ojos.

¡Despierta carajo, despierta! Grito a mi subconsciente, hasta que finalmente, abro los ojos. Veo mi habitación, y que la tenue luz de la luna entra por la ventana de cristal; pero aun siento que me asfixio. Llevo las manos a mi cuello y palpo que otras lo tienen agarrado, apretando con fuerza, mi cuerpo está siendo alzado sobre la cama y una figura está frente a mí.

Me acerca a su rostro, ya veo borroso. Distingo dos puntos rojos en su cara, sus ojos tal vez, me miran con furia. Una de sus manos deja libre mi cuello y la lleva hasta el colgante de plata que llevo en el cuello, con un dije en forma de luna; lo toma y lo observa, o eso creo.

—Mnn, así que eres tú, a quien estuve buscando todo este tiempo. Supongo, que debo dejarte con vida, ¿no?