Capítulo: O2.
—No seas idiota —murmuró hacia su compañero de banca, siendo cuidadoso de no ser escuchado por la profesora.
Hace unos 20 minutos que la profesora de tutoría los había mandado a escribir sobre lo que aspiran ser en un futuro lejano, se trataba de una actividad que los ayudaría a ser más decisivos en sus metas de largo plazo. Sin embargo, después de que el pelinegro leyera lo que su compañero de banca había escrito, no pudo evitar opinar sobre ello.
—¿Qué? —preguntó un desconcertado rubio, volteando su rostro hacia el muchacho que lo había insultado y posteriormente fruncir sus cejas, sin saber cuál era la gracia del asunto.
—Casarme con un millonario y forrarme de dinero para no trabajar —leyó con cierta lentitud lo que había escrito en la hoja contraria, con un tono burlón de por medio. Fijó nuevamente sus ojos hacia el rostro desinteresado del rubio, al parecer no era broma—¿Es enserio?
—¿Y qué? Eso no es de idiotas, idiota el que no haya pensado eso una sola vez en su vida —atacó con una expresión que reflejaba superioridad mientras procedía a dibujar corazones alrededor de la hoja y entonces continuó hablando—. Ay... por favor, tampoco es como si la profesora nos pida entregarle la hoja, JungKook-ssi.
Y pareciera cómo sí la suerte de aquel jovencito de mechones rubios fuera inexistente, la voz fuerte y clara de la profesora llamó la atención de todos, evitando que JungKook pudiera siquiera responderle a su amigo.
—Quedan 15 minutos de clase —avisó la profesora, levantándose de su asiento y guardando su computadora en su portafolio, devolvió su mirada hacia sus alumnos y prosiguió diciendo:—. Cuando acaben entréguenme sus hojas porque no nos dará tiempo de leerlo en clase, por favor.
La quijada de JiMin prontamente decayó, sintiéndose demasiado nervioso. Tapó enseguida lo escrito en su hoja, volteando hacia su compañero de banca quien sonreía burlonamente.
—Hasta parece que lo hizo a propósito, muy inoportuno.
—Préstame tu corrector, Jungkook-ssi.
—Es gracioso porque justo dijiste que ella no nos pediría...
Un golpe debajo de la mesa resonó por toda el aula junto el quejido del azabache, no obstante, antes de que la profesora o cualquiera de los que se encontraban ahí pudieran decir algo, alguien tocó tres veces en la puerta, llevándose toda la atención.
—Adelante —mencionó la tutora, esperando a que la persona entrará—. Oh, buenos días director Kim —saludó con un tono de sorpresa ante la repentina aparición de aquel hombre.
—Buen día, señorita Shin —devolvió el saludo y posteriormente observó con detenimiento a cada alumno, buscando específicamente a una persona—. Una disculpa por interrumpir la clase, vine personalmente porque estoy buscando a Jeon JungKook. ¿Él está aquí? —explicó en voz alta, esperando a que el nombrado lo escuchará.
—Oh... él sí asistió hoy —respondió la profesora luego de revisar la lista de asistencia—. Ahí está —dijo luego de ver al joven azabache levantar la mano con cierta confusión en su rostro.
—Buen día joven, espero puedas acompañarme a mi oficina. Por favor —El director soltó justo al hacer contacto visual con el contrario, otorgándole una sonrisa amable para hacerle saber que no se preocupará.
Se despidió del alumnado y agradeció el apoyo de la profesora, retirándose finalmente.
Y JungKook parecía estar tan helado en su lugar, provocando que su compañero de banca le diera un codazo para hacerle reaccionar.
—Te necesitan, tonto. Muévete —murmuró en voz baja, evitando ser escuchado por sus compañeros chismosos.
Esas palabras hicieron que prontamente todas sus articulaciones funcionarán. Se levantó de su asiento, recogiendo sus cosas y así guardarlas dentro de su bolso, cerrándolo justo después de tener todo listo.
Se la colocó en sus dos hombros con la intención de evitar algún desgarre, pues su computadora y libros hacían que pesará más de lo que debería. Le lanzó una mirada juzgona a su compañero de banca antes de caminar hacia la puerta, despidiéndose de su profesora.
Abrió la puerta con rapidez y la cerró en cuanto sus pies pisaron el suelo del pasillo, saliendo del aula ante la atención innecesaria que comenzaba a recibir por parte de sus compañeros.
A paso apresurado se dirigió hacia la oficina del director, pensando seriamente en el tema de conversación que tendría con él. Sobre todo, porque a pesar de ser un alumno ejemplar y pertenecer al consejo estudiantil, era demasiado extraño tener contacto individual con el director; para eso existía la famosa mesa directiva que consistía en reuniones con un grupo limitado de alumnos representantes y docentes de la escuela.
Pero jamás tenía contacto con el director, mucho menos a solas. Eso lo hacía estar intrigado. ¿Es que era algo muy privado y serio?
Con grandes zancadas terminó frente la gran puerta de madera refinada, acomodó su uniforme con la intención de retirar cualquier rastro de polvo que haya decidido colarse. Estiró su mano derecha hacia el pomo, pero entonces recordó que debía tocar la puerta primero, por mera educación.
Lo hizo.
Una sola vez bastó para que la puerta se abriera completamente, dejando ver la silueta del mayor, haciéndose a un lado para invitarlo a pasar.
JungKook se adentró, dirigiéndose hacia el sillón que se encontraba ahí y poner su bolso sobre este, escuchando la puerta ser cerrada y los pasos suaves de su director caminando hacia el escritorio, tomando lugar en la silla giratoria que había justo detrás del mismo.
—Toma asiento, me temo que nuestra conversación se alargue.
—Eso me pone nervioso, Señor Kim —murmuró el pelinegro, sentándose en aquel sofá color celeste.
—Oh, no te preocupes —tranquilizó, riendo suavemente ante la reacción contraria—. Es más bien un favor que quiero pedirte.
—¿A mí?
—Así es, claro, tienes todo el derecho a rechazarme, pero honestamente me gustaría que tú fueras la persona que me ayude.
Explicó el mayor de ambos, acomodándose en la silla y así cruzar sus piernas. Recibió un asentimiento por parte del menor, dándole luz verde para empezar a hablar.
—Hoy fui contactado por los padres de un alumno —se detuvo por un segundo, pensativo. Soltó un suspiro fuerte y prolongado que dejó algo desconcertado al curioso pelinegro, quién no hacía nada más que quedarse quieto sobre su lugar—. Me explicaron la situación de su hijo, desafortunadamente no aceptaron mi petición de darle clases en línea al jovencito, pues dijeron que querían exactamente lo contrario, no dejarlo todo el día en casa. Él va a sesiones terapéuticas por cuestiones que no puedo decirte, por privacidad del alumno.
Tomó con su diestra una hoja que se encontraba encima de la mesa, analizando la información que había en esta, dejando de por medio un silencio causando suspenso entre la conversación, y justo antes de que JungKook rompiera aquel silencio con sus dudas, el director soltó aquel papel y dirigió su mirada hacia el contrario.
—Su nombre es Kim TaeHyung y pertenece al grupo J del último año, tú estás en el V, así que probablemente no se conocen.
Efectivamente, JungKook negó con un movimiento de cabeza. Nunca había escuchado aquel nombre, ni siquiera sabía que había alumnos llamados así. ¿Qué tenía que ver él con ese tal TaeHyung?
—Él tal vez sí te conozca, pero eso es lo de menos, nunca han cruzado palabras. ¿Cierto? —cuestionó con curiosidad, alzando sus cejas tupidas en un intento de presionar por una respuesta.
—No, jamás —Sonrió fingidamente con la intención de retirar toda tensión en su cuerpo.
—Bien —contestó, levantándose de la silla y así rodear el escritorio, finalmente apoyando su cuerpo en la orilla de la madera, cruzando sus brazos sobre su pecho y así esbozar una leve sonrisa en sus anchos labios—. JungKook, ¿estás inscrito en el taller de astronomía?
— Sí, todos los años suelo inscribirme.
—Mi petición es que seas un amigo fiel y honesto con TaeHyung, que lo guíes en este último año escolar y sobre todo, seas bueno con él. ¿Qué te parece?
Los ojos del pelinegro parecían doler después de no haber parpadeado por un buen lapso de tiempo, tratando de asimilar lo pedido. No es cómo si le disgustará la idea de hacer un nuevo amigo, pero le parecía un poco exagerado que se lo pidieran de esa forma. Apretó sus labios, pensando sutilmente en su respuesta, removiendo su anatomía sobre el sofá, incómodo por la mirada fija que el director tenía en él.
—Ah... ¿Es todo? ¿No cree que sea deshonesto que me acerque a él sin decirle que usted me lo pidió? —preguntó un tanto aturdido, por fin parpadeando y regresando a la normalidad, completamente confundido.
El director pudo notarlo.
—TaeHyung sabe que tendrá un mentor, solo te pido ser su amigo también, sus padres me pidieron eso. Ellos dijeron que los ayudará a buscar un mentor que sea bueno con su hijo, él no la está pasando muy bien. Además, pensé en ti porque sé lo mucho que te apasiona la astronomía, hacer amigos y adivina qué... —Hizo una pausa, enderezando su cuerpo y bajando sus brazos, ensanchando más su sonrisa—. A él también le gusta la astronomía y este año estará inscrito en ese taller. Eres la persona correcta, solo puedo elegir entre tú o Beomgyu del consejo estudiantil, pero Beomgyu es un poco tosco con las personas —Chasqueó la lengua el director, sacudiendo su cabeza ante el pensamiento de aquel jovencito.
Beomgyu era bastante bueno como líder y estudiante, pero poseía una actitud difícil que lo hacía tener un círculo de amigos limitado, por eso SeokJin había descartado aquella idea.
De cualquier modo, siempre quedaba esa opción o los demás miembros del consejo estudiantil.
Aunque la opción principal es JungKook.
Y un brillo inusual apareció en los orbes color universo justo cuando mencionó lo de astronomía, ese gusto era demasiado culposo de JungKook, no había encontrado a ninguna persona que le gustará la astronomía con la misma potencia que a él, es por eso que le intrigó en demasía conocer a TaeHyung.
—Entiendo, tengo que pensarlo, no sé si sea el indicado. ¿Puedo pensarlo?
—Así es... me gustaría que lo conocieras, fuera de que aceptes ser su mentor o no. ¿Podrías hacer eso?
—Bueno, está bien. Puedo hacerlo. ¿Debo tener algunas precauciones? Mencionó que él... él va a terapia —cuestionó un tanto avergonzado, no queriendo sonar juzgón por ello, pero sinceramente quería saber con qué tipo de persona se iba a meter.
Al menos que no fuera un chico con problemas de ira o agresivo o algo que atentará con su integridad física y mental.
Debía saber.
Una risa de pocos segundos lo hizo salir de sus pensamientos, observando con una expresión de confusión al director que parecía estarse divirtiendo.
—Oh, perdón —Se disculpó limpiando con el dorso de su diestra las diminutas lágrimas que se habían escapado de sus ojos, dejando de reír—. Lo siento, es que te ves muy asustado por ello. ¿Sabes que ir a terapia no te hace un lunático? TaeHyung tiene depresión y necesita de ayuda profesional, puedes relajarte, no va a hacerte nada... Exactamente por eso quiero que seas su mentor, porque ha dejado de hacer cosas por sí solo y no parece querer tener contacto con nadie —explicó sin dar muchos detalles, prontamente acercándose a la puerta y abrirla.
JungKook entendió, levantándose del sofá y poniendo su bolso en sus hombros, también acercándose a la puerta.
—¿Cuándo lo conoceré?
—¿Aceptas ser su mentor?
Y quizás, tan sólo quizás, no debió escuchar la explicación de hace unos segundos, pues ahora comenzaba a querer ayudar a ese jovencito lleno de tristeza.
Maldito complejo de salvador.
¿Por qué creían que JungKook pertenecía al consejo estudiantil? Eso era por la necesidad de querer ayudar a otros, poniendo primero las necesidades ajenas.
Suspiró pesadamente, quitando todo rastro de tensión sobre él. Alzó su rostro con la intención de mirar los orbes ajenos y entonces asintió.
—Lo haré. ¿Qué debo hacer exactamente?
Y entonces notó un ligero chillido de entusiasmo por parte de su director mientras se alejaba de la puerta y dirigía hacia su escritorio.
JungKook se sentía un poco abochornado por toda la situación, sería una experiencia tan especial que lo ponía un tanto ansioso.
El director sacó un papel de un cajón marrón, entregándolo al menor, quién al recibirlo no dudo en hojearlo.
—Este es el horario, clases, maestros e información general que debes saber sobre TaeHyung —explicó.
¿No le gusta el café? ¿Ni lo picante?
JungKook leyó con rapidez lo que pudo, pero su atención se fijó instintivamente en la sección de disgustos. Su ceño frunciéndose al darse cuenta de que había más disgustos que gustos en aquella lista.
—Hace una semana que viene a clases. No estarán juntos en el mismo salón por razones de organización escolar pero, pueden pasar tiempo en los descansos y los señores Kim aceptan que lo vayas a visitar a su hogar —añadió luego de no recibir respuesta del contrario, sin embargo, luego de haber dicho aquella información, los orbes azabaches se posaron con sorpresa sobre el rostro de SeokJin.
—¿¡Voy a ir su casa también!?
—Eso es solo sí lo crees necesario. Serás su mentor y amigo, ¿es raro eso? Creí que los jóvenes de hoy se reunían en casas para jugar con esas computadoras costosas o pasar el rato. ¿Ya no es así? —cuestionó, alzando sus cejas sugestivamente.
Las mejillas del menor pronto se tornaron de un color rojizo, oh, por supuesto que para eso iría a su casa. Tragó duro, asintiendo un par de veces, demasiado avergonzado como para responder.
No era su culpa, sus compañeros se reunían únicamente en fiestas clandestinas o casas para tener relaciones sexuales. Su generación estaba corrompida, al parecer su director no lo sabía.
—Está bien. Lo conocerás hoy, después de clases —informó, acercándose nuevamente a la puerta y tomando el pomo—. En la biblioteca, en uno de los cubículos, preséntate como su mentor. Él sabe que tendrá uno, y por favor, lee bien aquel papel porque hay cosas importantes que debes saber, sé que eres un buen chico y que probablemente le agrades a TaeHyung pero... mejor hay que ser precavidos. Gracias, Jeon —terminó de decir, agradeciendo y abriendo más la puerta para dejarlo salir.
JungKook reverencio, asintiendo ante lo dicho. Salió de la oficina, dirigiéndose hacia su siguiente clase, pues la anterior definitivamente ya había finalizado.
Tenía cierta curiosidad por conocer a ese jovencito que ama los abrazos, pero sólo con personas especiales. Le parecía irremediablemente tierno que alguien pensará así. Por supuesto que se leería toda la hoja.
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