Capítulo 37.
La mañana se había vuelto en tarde, el brillo del sol volvía a despertarme a través de las cristaleras como en tiempos pasados. Después de haber comenzado en el sofá nos habíamos cambiado a la cama y no nos dormimos hasta las seis de la mañana.
No estaba segura de si debía arrepentirme puesto que en realidad no lo hacía. Volvía a estar feliz al ver a Jayden durmiendo plácidamente bocabajo tapándose media cara con las sábanas mientras la luz de los cristales empapaba su espalda tintada. Si hubiese podido congelar el tiempo en cualquier parte de esta historia, sin duda hubiera sido en aquel momento.
Siempre que estaba con él el vacío de mi pecho desaparecía como una mala nube con el viento.
—Deja de observarme como una loca. —Murmuró con su voz ronca mañanera aún dormido. —Das miedo.
—Qué romántico has sido siempre. —Bromee apartándole uno de los traviesos rizos de la frente.
Jayden abrió sus siempre impresionantes ojos y me observó fijamente sin apenas expresión.
—Ahora eres tú el que da miedo.—Sonreí, lo que hizo cambiarle la cara.
Sin decir nada más, tiró de la brazo y me atrapó entre sus hombros en un abrazo que unía todas las partes de nuestros cuerpos. Estaba extremadamente a gusto contra su piel, no quería volver a separarme de él nunca más. Su aroma, su calidez y su simple textura me hacía una simple drogadicta de su persona.
Pero ese paraíso se nubló al recordar el motivo de nuestra ruptura. ¿Habría dejado las drogas? Las dudas comenzaban a volar de nuevo alrededor de mi pelo enredado entre sus brazos. ¿Esto qué había significado para él? ¿Querría volver? ¿Pero y qué pasaría si seguía sin querer dejar las drogas?
¿Debía comenzar la conversación o intentar seguir disfrutando de aquel paraíso casi inverosímil?
—¿En qué piensas tanto?— Preguntó más cerca de mi oído de lo que esperaba.
—¿Por qué lo dices?
—Puedo oler el humo que sale de tu cabeza, ¿Qué te pasa?
¿Por qué me conocía tan bien? Me pregunté. No quería terminar con esa tranquilidad pero era mi momento (y s mentía, él lo sabría)
—¿Esto qué ha sido para ti?
—¿A qué te refieres?—Aflojó su agarre intentando mirarme la cara.
—¿Esto ha sido un nuevo comienzo o un simple recordatorio?
Nos quedamos unos segundos en un silencio casi eterno que me hacía escuchar su corazón latiendo a un ritmo normal. NO estaba segura de su respuesta y esperaba que no dijese nada de la segunda opción o ya habría terminado de matarme.
—Lo voy a dejar todo, Emily. —Soltó librándose de un peso que le habría asfixiado durante una eternidad. —Te juro que lo dejaré todo para estar contigo. S..Sólo necesito tiempo. Confía en mí por favor.
Sin dudarlo le besé con fuerza como en un sueño que por fin se había hecho realidad. Mi corazón había vuelto a latir y mi vida se había llenado de esperanza. Le esperaría todo lo necesario hasta poder estar juntos de nuevo.
El pelín euro me dejó en el motel, hablamos de que sería mejor si nos quedábamos allí otra temporada en lo que él se terminaba de desintoxicar. Me pareció perfecto puesto que no me sentía preparada para vivir de nuevo con un adicto.
Cuando abrí la puerta de mi habitación descubrí a Mich y mi hermano hablando sentados en una de las camas, el rapado no parecía muy contento. Tampoco es que sonriese mucho habitualmente pero tenía una clara cara de enfado.
—Buenos días. — Saludé sonriente sin poder esconder mi alegría tras aquella noche de ensueño.
—Querrás decir buenas tardes. — Replicó Mich tajante dejando a mi hermano en silencio.
—¿Se puede saber qué te pasa?
—¿Estabas con Jayden? — Ignoró mi pregunta.
Le miré extrañada por su reacción. —Eeh.. ¿sí?
—¿Te has vuelto loca? —Preguntó dignado sin esperar una respuesta.—Después de todo el daño que te ha hecho.
—Exactamente por eso no entiendo tu enfado. Has visto lo mal que estuve por la ruptura, ¿por qué no te alegras de que hayamos vuelto?
—¿¡Habéis vuelto?!— Preguntaron ambos al unísono uniendo a Sam a la conversación.
—P..Pues sí. Todavía estamos en proceso pero vamos a intentarlo de nuevo. — Dije bajando el tono al sentirme el doble de juzgada. — Y agradecería que me apoyaseis.
Ambos guardaron silencio. Sam parecía más bien preocupado pero sereno mientras que podía escuchar al rapado apretando su mandíbula. Estaba siendo muy exagerado.
Aquella noche Jayden accedió a salir de fiesta conmigo junto con Sam y Mich, los cuatro iríamos a la discoteca a la que solía ir y en la cual había estado con Mich semanas antes.
El rapado pasó por nuestra habitación a recogernos. Aquel día me puse un vestido rojo completamente ajustado que combinaba a la perfección con mis usuales labios rojos. Cuando le abrí la puerta a Mich este pareció quedarse paralizado.
—Hey, ¿quieres pasar?— Pregunté sonriendo al ver como su mandíbula estaba a punto de caer al suelo.
—E..eh si, gracias.
Pasó por mi lado sin mirarme mientras Sam pedía cinco minutos más desde el baño.
—Mi pelo está horrible. Mierda. —Maldecía mientras se repeinaba frenéticamente de un lado a otro.
Sinceramente veía su pelo igual que siempre pero no quería decir nada para no comenzar la tercera guerra mundial.
Después de veinte minutos de reloj entramos en el coche de Jayden rumbo al centro de la ciudad.
Al ser día veinticinco las calles estaban repletas de gente en busca de buenas fiestas gracias a Papá Noel. No teníamos entradas para ninguna discoteca pero me tenían a mí, de algo podría servir.
Habíamos quedado con Sophie y Max en la entrada del club y, como siempre, habían llegado antes que nosotros.
—Madre mía cuánto habéis tardado. —Se quejó Sophie, iba guapísima con un vestido rosa que la hacía parecer una verdadera Barbie.
—Lo sentimos, alguien ha tenido un percance con su pelo. —Acentué señalando con la cabeza a mi hermano, el cual llevaba el pelo cubierto en laca y gomina.
Nos reímos un poco hasta que Max reparó en Jayden, Sophie sabía de la situación pero supuse que el pelirrojo no estaba al tanto y, al igual que Mich, no pareció muy contento con su regreso.
Entramos la rubia y yo dejando a los chicos detrás. Nos bajamos levemente el escote mientras subíamos unos centímetros el límite de nuestros vestidos.
—Entrada. —Pidió el puerta rubio que ya me conocía.
—¿Había que comprar entrada? —Me hice la sorprendida ladeado la cabeza.
—Emily, no te hagas la tonta obvio lo sabías.
Al ver como contenía una sonrisa nerviosa le devolví la mía más radiante. —Venga Ruben, será un ratito nada más...
Me acerqué levemente mirándole de arriba a abajo. El rubio se puso tensó y tragó saliva. —Está bien pero si alguien te pregunta no digas que te he dejado pasar.
—Siempre has sido un encanto. —Sonreí complacida.
Les hice una señal a los de detrás y mi amiga y yo entramos como clientas VIP.
—Madre mía Emily, eso es un don. —Rio Sophie mirándome incrédula.
—Saliendo una aprende unos truquitos.
La discoteca estaba a rebosar y la música estaba tan alta que la sentía dentro de mi piel como un segundo corazón. Jayden se acercó a mí mientras nos habríamos camino hacia la barra.
—¿Qué le has dicho al de la puerta para que nos dejase entrar? —Preguntó en mi oído agarrándome del brazo.
—Era un amigo mío entonces nos ha hecho el favor.
En parte no le había mentido. Nos pedimos unas cuantas rondas de chupitos de vodka que nos quemaba a todos el estómago y cuando ya nos sentíamos lo suficientemente mareados nos encaminamos a la pista de baile.
Me pegué a Jayden bailando con nuestros cuerpos totalmente juntos, todavía no estábamos saliendo pero no podía esperar ese momento.
Me giró cuando estaba restregando mi culo contra su paquete y me miró directamente a los ojos, excitado. Sin dudar tiró de mi nuca juntando nuestros labios con lujuria igual que la noche anterior, nuestras lenguas se encontraban repetitivamente en busca de más y más.
El pelinegro me agarró del culo con fuerza mientras la gente seguía bailando frenéticamente a nuestro alrededor. Unos segundos después nos separamos debido a un fuerte empujón que me alejó de él levemente.
Sobresaltada miré a mi izquierda y encontré a Mich pidiéndome perdón puesto que había sido un accidente.
Sabía perfectamente que no lo había sido.
Le miré confusa por su comportamiento al recordar su mirada en el apartamento ¿Por qué se tenía que comportar así? Debía estar feliz por mí.
—¿Emily? —Preguntó Jayden sacándome de mi trance.
Le miré de nuevo y al conectar nuestros ojos todos los malos pensamientos se esfumaron de mi cabeza. Debía disfrutar aquel momento, ya nunca estaba segura de si las cosas se volverían a repetir, sólo tenía claro que debía disfrutarlo todo al máximo.
—¿Vienes fuera a fumar? —Le pregunté.
—¿Cómo podría decir que no?
Sonrió y sin decir nada más nos encaminamos de nuevo a la puerta. Sólo quería abrazarle tranquila y fumarme un cigarro.
Lansing estaba cubierta en nieve por lo cual en las calles hacía un frío que arañaba los huesos. Cerré más mi chaqueta con mis manos en busca de calor mientras me acercaba al pelinegro como alguna vez había hecho.
Este sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo de su chaqueta y me tendió uno antes de llevarse otro a los labios. Comenzamos a fumar en silencio según nos acercábamos más al otro.
—¿Qué le pasa a Mich? —Pregunté por fin.
Jayden soltó el humo de sus pulmones lentamente. —No tengo ni idea, lleva días sin querer hablarme.
Le abracé por fin notando el calor de su torso como una hoguera acogedora. Le había echado tanto de menos que casi no parecía real. Mis días en depresión parecían haber desaparecido en el momento que nos besamos en su apartamento, ya no recordaba la sensación de vacío al no tenerle.
—Debe estar pillado por tí. —Añadió con tranquilidad dando un ligero golpe con el dedo al cigarro para tirar la ceniza.
Me separé para mirarle apretando las cejas. —¿Cómo que pillado?
Jayden levantó los hombros con una calma natural, no parecia molestarle si no que lo entendía. —¿No te has fijado en cómo te mira? No es difícil adivinarlo. Además es raro que le moleste tanto que volvamos.
Me separé para continuar fumando. —Pero si sólo somos amigos.
—Y yo no digo que no, pero para él vuestra amistad puede significar algo más, ¿enserio nunca has visto nada raro?
—Pues... —Recordé sus charlas sobre mi valor y su típica frase de "eres una tía de puta madre", recordé lo extraño que me pareció que dijese que nadie me merecía teniendo que cuenta que apenas nos conocíamos. Me di cuenta de todas las veces que habíamos coincidido de forma casual en sitios como el centro comercial, una discoteca y que viniese a mi gasolinera teniendo en cuenta que no era la más cercana.—Puede que algo haya notado.
No dijimos nada más puesto que a los segundos alguien más salió a la calle a fumar, Mich.
—Hey, estáis aquí. Pensaba que os habríais ido. —Dijo sacando un paquete de tabaco de su bolsillo.
—¿Cómo vamos a irnos, si acabamos de llegar? —Bromee haciendo como si nada.
El rapado sonrió y nos quedamos los tres en silencio, fumando durante una escena algo incómoda desde que él había llegado.
Jayden alomejor tenía razón, quizás era verdad que Mich estaba enamorado de mí.
Eso desde luego no era algo bueno.
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