Capítulo 28.
Sam y yo estábamos en el aparcamiento del instituto dentro del coche de Jayden mientras este hablaba con la tonta de los rizos.
—¿Esa quién es? —Preguntó mi hermano desde el asiento de atrás.
Parecían discutir pero con un tono más tranquilo.
—Su exnovia, la que le acusó de violación.
—¿Le acusó de violación y está ahí hablando con ella? Yo no la dirigiría la palabra.
—Yo tampoco lo entiendo Sam. —Dije en un suspiro intentando leerles los labios sin mucho éxito.
—¿Sigue comportándose raro?
—Cada día más... Hoy no voy a dejar que vuelva a mentirme. En la fiesta hubo un momento que se lo llevó Derek a una habitación, cuando fui a buscarle escuché algo... escuché una conversación muy extraña.
—¿Qué decían?
—Jayden decía que estaba agobiado y ellos decían que estaba siendo demasiado,...quizás le esté agobiando.
Sam se quedó unos segundos pensando mientras seguíamos mirándole.
—No creo que sea eso Emily... Algo raro pasa, pero dudo que sea eso.
—Es que encima ahora vuelve su ex... No puede ser una coincidencia.
Abbie y Jayden terminaron su discusión y el pelinegro vino hacia el coche alterado.
Cerró de un portazo y se puso el cinturón con rapidez antes de arrancar.
—¿Qué te ha dicho? —Pregunté mirándole.
—Tonterías, como siempre. No sé para qué ha vuelto.
—Para joder seguramente.
Nos quedamos en silencio lo restante de trayecto mientras intentaba disfrutar de lo que sentía que eran los últimos momentos de tranquilidad con los tres en el coche. Algo no iba bien.
Sam se fue a la biblioteca con un compañero de su clase puesto que no quería que fuera solo y nos quedamos Jayden y yo en el salón.
Estando tumbada en el sofá sentía como si me temblase todo el cuerpo y las palabras no querían salir de mi garganta por miedo. No quería destrozar la paz entre nosotros pero no aguantaba callármelo más.
—Jayden sé que me ocultas algo. Por favor dime el qué es.
Este me miró tragando saliva ruidosamente. —No sé de que me hablas, Emily.
—Te voy a dar la oportunidad de que me lo cuentes ahora con tranquilidad. Si no me lo dices créeme que me acabaré enterando.
—No te oculto nada. —Pareció indignado pero había algo que no le salía muy natural.
—Jayden, por favor.
Le rogué con la mirada. No quería alterarme pero necesitaba que me los dijera de una vez y liberarme de ese peso que había vuelto a mi pecho. Necesitaba saber la verdad.
—Si es por Abbie te juro que..
—No es por ella —le corté —. No es sólo ella joder. Te comportas raro, tus amigos se comportan raro y cada día tengo la sensación de que me ocultas más cosas. Encima de repente aparece tu ex queriendo hablar contigo.
—¡Yo no tengo la culpa de que haya vuelto!
—Y yo no digo que la tengas, pero algo me estás ocultando ¿Por qué Mich se comportó tan raro en la casa del lago? ¿Por qué Derek te arrastró en la fiesta? ¿Y por qué cuando fui a buscarte te estaban diciendo que esto se estaba yendo de las manos?
—¿Q..Qué? ¿Nos estabas espiando?
—¡No! Fui a buscarte y escuché eso.
—Emily si no confías en mí dímelo y ya está.
Me mordí el interior de los cachetes dudando qué responder. Sabia que estaba intentando desviar la conversación.
—¡No confío, Jayden! ¡No confío en nadie joder! Entiende que me cueste, por favor explícame por qué estás tan raro.
—¡No estoy raro! Deja ya el tema por favor.
—No, no lo voy a dejar. No voy a dejar que me mientas a la cara pensando que soy una tonta más porque no es así.
—¿Una tonta más? ¡Qué dices!
—¡Tu sabes muy bien a lo que me refiero!
—Emily no me está gustando nada esto. No confías y ese es tu problema. No me pasa nada, ya está.
—No, no da igual. No voy a dejar que sigas jugando conmigo, o me dices la verdad o me voy. —Perjuré sin haberlo pensado una segunda vez, ¿me estaría precipitando?
—No te vas a ir porque no me ocurre nada ¿Qué puedo hacer para que confíes en mí?
Me quedé callada sin saber que responder, no era cuestión de que hiciera algo, era que en mi pecho algo me estaba doliendo y sentía una voz en lo más profundo de mi cabeza que me decía que me estaba mintiendo.
¿Y si en realidad no me estaba ocultando nada y era sólo cosa mía? ¿De verdad me había vuelto loca?
—Emily, te amo, de verdad. Por favor confía en mí. —Se acercó a mí poniéndome una mano en la pierna y entristeciendo las cejas.
—Prométeme que no me volverás a hacer desconfiar.
Tumbé mi cabeza sobre su hombro cansada. No tenía más ganas de discutir y sabía que de todas formas no me contaría nada.
—Te lo prometo.
—Y prométeme que no volverás a hablar con Abbie. —Solté aún sabiendo lo cuestionable que era esa propuesta.
De alguna forma me estaba sintiendo insegura, no sólo físicamente si no por las miradas de la gente por la cafetería y pasillos. Tenía miedo de que Jayden sintiera de nuevo cosas y que retomasen lo del pasado como un simple error por grave que a mí me pareciera.
—Te lo prometo. —Respondió después de unos segundos en silencio. Me pareció que se había tomado mucho tiempo en responder pero por lo menos lo había prometido.
Al día siguiente me senté como de costumbre en la ultima fila con Sophie mientras Jayden se sentaba en cualquier sitio. No solía sentarse con nosotras, no por nada en especial, simplemente siempre había sido así.
Aquel día habíamos sido los primeros en llegar y mientras preparaba mi cuaderno de apuntes y hablaba con Sophie vi como Abbie entraba al aula. No presté tampoco mucha atención porque no esperaba que se fuera a sentar junto a Jayden, cosa que hizo.
—Tía...—Susurró la rubia al verla. —¿Estás viendo lo que yo estoy viendo?
—Me da que sí...
Una avalancha ardiente subió desde la punta de mis pies hasta las yemas de mis dedos calentándome la sangre y haciendo que mi corazón bombeara más rápido.
No. No podía ser capaz.
Jayden la miró con desgana y después algo sorprendido al darse cuenta. Se giró a mirarme algo asustado al ver cómo ya no quedaban más asientos libres en el aula.
El profesor entró saludando como de costumbre mientras yo mantenía mi mirada fija en la rizada que sonreía dulcemente al pelinegro.
Sabía que no era culpa de Jayden pero me daba rabia igualmente.
—Esta te va a dar guerra...—Volvió a susurrar Sophie cuando el profesor se dio la vuelta.
—Pues no la conviene.
Salimos al almuerzo y Jayden vino conmigo y me agarró del brazo.
—Emily yo...
—Tranquilo, sé que no ha sido culpa tuya.
Respiró aliviado y nos reunimos con Sam en la puerta. Aquel día Sophie decidió sentarse con nosotros a comer, sabíamos lo que se venía.
Mientras comíamos conversando de cosas sin importancia sentí como alguien se sentaba al lado de Jayden, el cual estaba a mi lado.
—Hey, espero que no os moleste que me siente con vosotros, es que nadie se quiere sentar conmigo. —Dijo Abbie sonrientemente.
—Por qué será... —Añadió Sophie en voz baja.
Ambas se miraron con una sonrisa falsa que los chicos no entendieron.
—Oye Emily. —Me llamó adelantado la cabeza por el hombro de Jayden para mirarme. —Lo siento mucho por lo del otro día. Comenzamos con mal pie y me gustaría empezar de nuevo.
—¿Para qué?
—Pues... Para llevarnos bien. —Rio levemente.
—Emm...¿Para qué? —Volví a preguntar extrañada. No teníamos por qué arreglar nada.
Sin responderme comenzó a comer de su plato y Jayden me miró intentando tranquilizarme.
Sam había estado hablando con sus compañeros de clase todo el rato y en ese momento se dio cuenta de su presencia dejando escapar un sonido de sorpresa involuntario.
Abbie le miró percatándose de su presencia.... y por lo que parecía, también de su aspecto.
—Soy Abbie, encantada. —Sonrió dulcemente.
—Y..Yo..—Me miró aterrorizado. —Yo soy Sam.
—Mi hermano. —Añadí.
—Aaaah es verdad, Jayden me lo había dicho...
Miré a Jayden enfadada y este apretó la mandíbula sumamente incómodo.
—...Pero no me había dicho que eras tan guapo.
Mi hermano se atragantó con su comida mientras nos quedamos todos en silencio.
¿Enserio acababa de decir eso?
—G..Gra cias, supongo.. —Tartamudeó limpiándose con una servilleta mientras me miraba pidiendo auxilio.
—¿Y... tienes novia?
—Eso a ti no te importa. —Solté harta de su presencia.
—¿Qué pasa? ¿Tanto te molesta que hable con tu hermano?
Su tono de víctima inocente estaba haciendo que me picase el puño. No la soportaba.
La rubia vio como me empezaba a encender entonces decidió intervenir. —Abbie, es mejor que te vayas ¿No ves que nosotros somos los que menos te queremos aquí?
—Pero si ha sido Jayden quien me ha dicho que viniera.
Todos nos giramos hacia el pelinegro que la miró enfadado.
—¡E..Eso es mentira! Vete, por favor.
—No sé por qué quieres mentir así, Jayden. Está bien, me voy.
Agarró su bandeja y se fue a otra mesa.
Me temblaba el cuerpo de la impotencia y apenas podía mirar al pelinegro, el cual nos juraba y perjuraba que aquello era mentira.
No sabía qué creer, en parte ella ya tenía antecedentes se ser una mentirosa sin vergüenza pero por otra parte Jayden no me estaba dando la confianza de antes.
Nos montamos en silencio en el coche. No sé qué me pasaba pero no podía calmar mi enfado, la simple existencia de esa chica me hacía de rabiar ¿Por qué tuvo que volver? ¿Por qué tuvo que interponerse en nuestra relación?
—De verdad que yo no la dije nada. Ayer te prometí que no la dirigiría la palabra y de verdad que lo he cumplido.
Me miró fugazmente mientras Sam se hacía el distraído.
—Te creo, Jayden. Por favor vamos a dejar el tema y a olvidarnos de ella.—Apoyé mi cabeza sobre el asiento, cansada. Necesitaba olvidarlo todo.
El pelinegro suspiró también cansado.—Está bien.
—¿Al final se supo algo del tío que se escapó del tiroteo? —Preguntó Sam cambiando de tema.
—Todavía le están buscando. No se sabe quién es porque llevaba un pasamontañas y ni por qué lo hizo, así que es como buscar a un fantasma. Tardarán en encontrarle, si es que lo consiguen. —Apoyó el brazo libre sobre la ventana tocándose el pelo.
—Espero que no tarden en dar con él. —Susurré jugueteando con mis dedos. Aquel tema tocaba mi fibra sensible y eran recuerdos que pagaría por olvidar.
Continuamos el trayecto en silencio.
Por la tarde estábamos tumbados bajo las mantas del sofá cuando Jayden comenzó a recibir unos mensajes que parpadeaban ruidosamente en su teléfono.
Yo estaba a punto de dormirme pero la vibración me despertó, aún que algo me dijo que no debía preguntar ni hablar nada así que mantuve mis ojos cerrados.
El pelinegro quitó con cuidado el brazo de mi cintura y se estiró para agarrar el móvil que estaba sobre la mesita de café. Lo agarró y escuché como lo desbloqueaba.
—Joder...—Maldijo en bajo unos minutos después.
Con mucho cuidado se quitó la manta de encima e intentó deslazarse de mi agarre mientras yo fingía dormir, ¿a dónde cojones va? Pensé. Aquello era sumamente sospechoso.
Escuché como tecleaba dirigiéndose a la puerta con lentitud. Agarró su abrigo y cerró silenciosamente. Mi corazón palpitaba a dos mil por hora y comencé a llorar de la rabia
¿Qué mierda estaba haciendo? ¿Por qué me mentía? ¿Qué era tan importante como para ocultármelo de esa forma tan rastrera?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro